Batalla de Pavía

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La recuperación de Salvador de Bahía


El 29 de marzo de 1625 la flota de Fadrique Álvarez de Toledo, capitán general de la Armada del Océano, comenzaba el bloqueo naval sobre la ciudad brasileña de Salvador de Bahía, que había sido tomada por los holandeses en 1624. 

San Salvador de Bahía de todos los Santos era una de las principales plazas de los territorios portugueses de la Monarquía Española. Fundada por los portugueses en 1549, tras la expedición de Tomás de Souza, primer gobernador de Brasil, pronto se convirtió en el centro neurálgico del comercio de caña de azúcar y de comercio de esclavos en la región. Tras la incorporación de Portugal a la Corona Española mediante la proclamación en Tomar de Felipe II como nuevo rey, el 15 de abril de 1581, la ciudad siguió desarrollándose como núcleo de capital importancia para los intereses hispánicos, siendo un gran productor, además, de tabaco, palo de Brasil o algodón, por lo que pronto los enemigos de España fijaron sus ojos en ella. 

En 1621 los holandeses habían creado la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. Los objetivos de esta empresa eran muy claros; expandir el comercio holandés en aguas de tradicional dominio español y emprender la conquista de los territorios brasileños. Tras el fin de la Tregua de los Doce Años, el comercio con América se redujo notablemente, y pronto las Provincias Unidas tuvieron que hacer frente a la escasez de productos altamente demandados y por los que obtenían cuantiosos beneficios, como la caña de azúcar, que había convertido a diversas poblaciones holandesas en las principales refinerías de este producto en Europa. 

Las Campañas de Spínola en Flandes: el asedio de Rheinberg



El invierno de 1605-1606 se antojaba tranquilo tras la campaña emprendida por Ambrosio Spínola durante ese año, y que concluyó con la toma del castillo de Krefeld, tras haber conquistado Wachtendonk y derrotado a Mauricio de Nassau en Mülheim. Es por eso que el genovés decidió viajar a Madrid para planificar la campaña minuciosamente.

Para volver a España Spínola decidió atravesar Francia, siendo recibido con todos los honores por el rey Enrique IV. Aunque ambas potencias no estaban en guerra, Francia siempre estaba presta a perjudicar los intereses españoles y desgastar su poder. Spínola, gran conocedor de los ardides del monarca galo, no se dejó embaucar por el fastuoso recibimiento que le habían preparado. En mitad de la cena celebrada en su honor, Spínola contestó a las insistentes preguntas del rey francés sobre cuáles iban a ser sus planes para la campaña de 1606, afirmando que volvería a invadir la región de Frisia, plenamente consciente de que Enrique no se tomaría en serio aquellas palabras. 

Así ocurrió. Enrique IV, acostumbrado a moverse en la mentira y las intrigas, creyó que Spínola le mentía, y tan pronto éste marchó hacia España, comunicó a los rebeldes holandeses que los españoles no tenían la más mínimo intención de entrar en Frisia. Ya en España Spínola fue recibido como un héroe, siendo colmado de prebendas por Felipe III, quien le hizo miembro del Consejo de Estado y de Guerra. El auge de Spínola parecía imparable desde que en 1604 lograse rendir la ciudad de Ostende tras más de tres años de durísimo asedio. 

Guerreros: Gonzalo Fernández de Córdoba y Cardona

 

El 31 de diciembre de 1585 nacía en el castillo de Cabra, en Córdoba, Gonzalo Fernández de Córdoba y Cardona-Anglesona, bisnieto del Gran Capitán, un hombre llamado a ser uno de los militares más notables y capaces de su tiempo.

Gonzalo nació en el castillo familiar de Cabra. Su padre, Antonio Fernández de Córdoba y Folch de Cardona, era duque de Sessa, Soma y Baena, y el embajador de Felipe II, y más tarde de Felipe III, en Roma en una época muy turbulenta en la ciudad papal, ya que solo en el año 1590 se sucedieron tres papas distintos. Su madre era Juana de Aragón y Córdoba y, por tanto, Gonzalo pertenecía a uno de los linajes más importantes de España, pero el ser el tercer hijo del matrimonio, sus posibilidades de heredar eran nulas.

De este modo el joven Gonzalo se esmeró en recibir una educación militar que le permitiera hacer carrera en las armas. En 1607, un año después de que su padre falleciera, el joven Gonzalo fue sometido a las pruebas para ingresar en la Orden de Santiago y para el año 1612, marchó a Italia de la mano de Álvaro de Bazán y Benavides, II marqués de Santa Cruz, e hijo del gran marino que nunca conoció la derrota. En Italia se destacó en la defensa del Mediterráneo, teniendo especial importancia su participación ese año en el ataque a La Goleta, donde la flota española logró incendiar a la berberisca. 

Las Campañas de Spínola en Flandes: Mülheim y Wachtendonk


A comienzos del otoño de 1605 el Ejército de Frisia de Ambrosio Spínola proseguía su avance buscando nuevos objetivos que tomar; de esta forma, tras derrotar a las fuerzas de Mauricio de Nassau en Mülheim, conquistaba la importante ciudad de Wachtendonk, que servía de nudo comunicaciones con los protestantes de los territorios alemanes, y el castillo de Krefeld, poniendo así la guinda a la brillante ofensiva emprendida por el general genovés. 

Tras la toma de Lingen, el 19 de agosto de 1605, Spínola desplegó unas partidas de caballo ligeros al objeto de vigilar los movimientos de las fuerzas de Mauricio de Nassau, que había cerrado el paso sobre Frisia desplegando sus fuerzas en Coevorden, a menos de 70 kilómetros al oeste de Lingen. Tras unas pequeñas escaramuzas entre las vanguardias de ambos ejércitos, Spínola no quiso arriesgar sus fuerzas y decidió dirigirse al sur, hacia la villa de Oldenzaal, conquistada por las tropas hispánicas a comienzos de agosto. El 14 de septiembre llegaron a la ciudad y el general genovés dio unos días de descanso a sus agotadas tropas, que habían permanecido en movimiento desde el inicio del verano. 

Tras reforzar las nuevas conquistas, Spínola se dirigió más al sur, recorriendo casi 100 kilómetros en pocos días para alcanzar la ciudad de Dorsten, en el Obispado de Münster. Mauricio, que seguía sus pasos desde el oeste a una distancia prudencial, se internó en el ducado de Cléveris con la intención de tender una emboscada al Ejército de Frisia. Spínola, tras consultar sobre la posibilidad de tomar Rheinberg con los maestres de campo Juan de Meneses y Pompeo Giustiniano, y con su segundo, el conde de Bucquoy, optó por expugnar la ciudad de Wachtendonk ante la gran dificultad que suponía la primera.

Las Campañas de Spínola en Flandes: La toma de Lingen

El 19 de agosto de 1605 caía en manos de la Monarquía Hispánica la ciudad de Lingen, situada en la región de Frisia Oriental, tras un corto pero intenso asedio por parte de las fuerzas del Ejército de Flandes que Ambrosio Spínola había empleado en su estrategia de llevar la guerra al mismo corazón de las Provincias Unidas. 

En el marco de la Guerra de los Ochenta Años, los últimos momentos del siglo XVI y la entrada del nuevo siglo no habían sido propicios para la causa hispánica en los Países Bajos. La derrota en Nieuwpoort, primera de relevancia a campo abierto, el 2 de julio de 1600, puso en entredicho la fortaleza de las armas hispánicas y dejó de manifiesto las intenciones de Mauricio de Nassau de invadir Flandes. El archiduque Alberto, soberano de los Países Bajos junto a Isabel Clara Eugenia, se propuso llevar a cabo la recuperación de la ciudad de Ostende, única villa de la región de Flandes en poder de los rebeldes, y uno de los puertos más importantes de la provincia. El archiduque empeñó lo mejor de sus fuerzas en tomar aquella ciudad, desde la cual los holandeses lanzaban constantes ataques sobre las poblaciones leales próximas. 

Desde 1596, los Estados de Flandes habían clamado una intervención en Ostende, por lo que a comienzos de julio de 1601 empezó el asedio. Las operaciones de expugnación de la ciudad se extendieron hasta finales del verano de 1604 cuando, tras un cambio en el mando de las operaciones, Spínola logró rendir Ostende el 20 de septiembre. El precio que hubieron de pagar los hispánicos fue alto, no solo por el gran número de bajas, sino por la ingente cantidad de recursos económicos empleados en aquel asedio, uno de los más largos que se recuerdan. Además, en las semanas finales de la conquista de Ostende, Mauricio de Nassau emprendió una nueva ofensiva en Flandes que dio como resultado la toma por parte de los holandeses de La Esclusa, ciudad situada a menos de 50 kilómetros al noreste de Ostende, y que contaba con otro valioso puerto en plena salida que el río Escalda tiene al mar. 

Batalla de Höchst


El 20 de junio de 1622 tuvo lugar la batalla de Höchst, en el corazón del arzobispado de Maguncia, en la que las fuerzas católicas de Fernández de Córdoba y el conde de Tilly, obtuvieron una aplastante victoria sobre el ejército protestante de Cristian de Brunswick. 

En el marco de la Guerra de los Treinta Años la Campaña del Palatinado entraba en su tercer año. Las fuerzas hispanas se encontraban bajo el mando de Fernández de Córdoba, tras la marcha de Ambrosio de Spínola a toda prisa una vez finalizada la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas. La aparente pacificación del Palatinado, con la derrota de las fuerzas de Federico el Palatino, comandadas por Ernesto de Mansfeld, y la disolución de la Unión Protestante, hacía creer que la guerra llegaba pronto a su fin. Pero esto no había logrado que las tensiones en Alemania se rebajaran, menos aún cuando se filtraron por aquellos territorios las promesas que el emperador Fernando II le había hecho a Maximiliano de Baviera, en forma de tierras y dignidad electoral. 

Las fuerzas católicas se enfrentaban ahora a una nueva amenaza: el falso obispo de Halbertstadt, Cristian de Brunswick, se había proclamado paladín de la causa protestante y estaba dispuesto a acabar con el poder católico en el Palatinado. Para ello, y tras saquear la Baja Sajonia el Obispado de Paderborn, levantó un potente ejército de más de 15.000 hombres en Westfalia. También surgió otra amenaza en la persona de Jorge Federico de Baden-Durlach, con un ejército de 11.000 soldados. La llegada de Federico a Landau, al oeste de Espira, y su unión con los ejércitos de Mansfeld, terminaron de complicar la situación en el Palatinado. 

Las Campañas de Spínola en Flandes: Primer Sitio y Defensa de Groenlo


El 3 de agosto de 1606 la vanguardia del ejército de Ambrosio Spínola, mandada por el capitán de caballería Luis de Velasco, ponía sitio a la villa de Groenlo en los Países Bajos, la cual acabaría cayendo once días después.  

En el marco de la Guerra de los 80 Años España comenzaba 1606 con una nueva campaña al cargo del capitán general del Ejército de Flandes, Ambrosio Spínola, el cual planificó una pequeña acción contra el condado de Güeldres. El 2 de abril ordenó a Guillermo Verdugo tomar la plaza de Bredevoor. Verdugo, llevando como segundo al marqués de Terrail, y con una fuerza de 500 infantes y 200 caballos, se hizo pasar por oficial holandés que llevaba un preso de alto rango español. El ardid funcionó y los españoles penetraron en la plaza y la tomaron tras batir a la guarnición dirigida por Gosswijn van der Lawick. 

Federico Enrique de Nassau, hermanastro de Mauricio, envió inmediatamente una fuerza de unos 3.000 hombres bajo el mando del gobernador de Güeldres, Joost van Batenborch, para intentar recuperar la plaza. Ante la imposibilidad de socorrer a las fuerzas de Verdugo, se le dio autorización para rendirse tras resistir una semana de asedio. Transcurrido ese tiempo, salieron los soldados hispánicos con sus armas, banderas y pertenencias tras dejar en libertad a los presos holandeses que habían hecho tras tomar Bredevoor.

España en la Guerra de los 30 Años (Parte V. Guerra de Sucesión de Mantua)


En plena Guerra de los 30 Años, mientras en los campos de Alemania y Holanda se dirimía la hegemonía europea de los Habsburgo, la repentina muerte de Vincenzo II Gonzaga a la edad de 33 años, abría en el ducado de Mantua, al igual que unos años antes en el Monferrato, una disputa por la elección del nuevo duque.

El ducado de Mantua formaba parte del Sacro Imperio y eso le otorgaba al emperador la última palabra en caso de una disputa por el ducado. En este orden de cosas Vincezo II había casado a su sobrina María Gonzaga con Carlos de Gonzaga-Nevers, un familiar del duque perteneciente a la línea francesa de la familia Gonzaga. Fernando II no veía con buenos ojos otorgar el ducado de Mantua a éste, consciente del peligro que suponía tener un aliado de Francia a las puertas del Milanesado. Además el emperador estaba casado con Leonor Gonzaga, hermana del fallecido duque, por lo buscó el ducado para Fernando Gonzaga de Guastalla.

Sucedía que Carlos de Gonzaga-Nevers veía reconocido por Francia, Venecia y el Papa, su derecho a la sucesión del ducado de Mantua, por lo que si el emperador no daba su brazo a torcer y cedía a las pretensiones de Carlos, la guerra estallaría. Francia y Venecia, siempre dispuestas a cualquier acción que pudiera debilitar el poder de los Habsburgo, no dudaron en apoyar diplomática, económica e incluso militarmente a Carlos. Para complicar más aún las cosas, apareció en escena el siempre complejo duque de Saboya, Carlos Manuel, que tanta guerra había dado a los españoles en el Monferrato, con la propuesta de intervenir en favor de los Habsburgo en este conflicto. Así se lo comunicó al gobernador de Milán, el héroe de Fleurus Gonzalo Fernández de Córdoba.

España en la Guerra de los 30 Años (Parte III. Fase Alemana. Campaña del Palatinado 1622-1623)


1622 comenzaba con las fuerzas españolas de Córdoba como señoras de la mayor parte del Palatinado, la disolución de la Unión Protestante, y Fernando consolidando su poder. Pero lo cierto es que en Alemania las tensiones crecían por la filtración de las promesas que el emperador había hecho a Maximiliano de Baviera sobre las tierras y la dignidad electoral.

Por su parte Francia se hallaba inmersa en unas guerras religiosas causadas por las revueltas de hugonotes, pero contribuía en secreto con fondos a promover cualquier causa contra España. Las hostilidades contra Holanda se habían reanudado, lo mismo que contra las ligas grisonas en la Valtelina, y Francia, Venecia o Saboya las apoyaban, por lo que pronto España se vio luchando en 3 frentes y con sus recursos cada vez más debilitados.

Para hacerse una idea de la falta de medios baste con leer el informe de las tropas de Fernández de Córdoba en el Palatinado Inferior, que el capitán Álvaro de Losada envió a Ambrosio de Spínola: "De las calidades del ejército que el señor don Gonzalo tiene a su cargo, se decir a V.E. en conciencia, que a mí se me ha hecho milagro por más partes y valor que tiene este caballero, el haber salido sin desaire este verano pasado, porque se apretó mucho la campaña, y porque lo más de él consta de levas, y los españoles y italianos con resabios de Nápoles, la caballería sin oficial principal, ni la artillería, y con el tren muy disipado".

España en la Guerra de los 30 años (Parte I. La Fase Bohemia y la Batalla de la Montaña Blanca)


Podríamos referirnos a la Guerra de los 30 años como el primer conflicto global acaecido; una guerra que comenzó con unos calvinistas exaltados arrojando por uno de los balcones del castillo de Hradçany, en pleno corazón de Praga, a los representantes del rey Fernando y que acabó involucrando a las principales potencias europeas y dejando unos 4 millones de víctimas sobre la mesa.

A pesar de que la mayor parte de los campos de batalla de esta guerra se encontraban en la Europa central, España no fue ajena a este conflicto y acudió pronto a él para ayudar a sus parientes de la Casa de Austria y de paso dar un golpe sobre el tablero y reivindicar su hegemonía mundial. Por desgracia, esta guerra se uniría a otras en las que la monarquía española ya estaba implicada, suponiendo un desgaste de hombres y recursos que acabarían llevando al país al desastre y a la pérdida de su liderazgo en el viejo continente.

Y es que España no pudo evitar el conflicto a pesar de las políticas de paz emprendidas por el rey Felipe III y su valido, el duque de Lerma, que llevaron a España a alcanzar la Tregua de los Doce Años con las provincias holandesas, y a mantener unas buenas relaciones con la Francia de la regente María de Médicis, que acabó cristalizando en los matrimonios de 1615. En octubre de ese año María casó a su hijo, futuro Luis XIII de Francia con la hija del monarca español, Ana María de Austria, y a su hija Isabel de Borbón con el infante Felipe, futuro Felipe IV de España.

España en la Guerra de los 30 años (Parte II. Fase Alemana. Campaña del Palatinado. 1620-1621)


La Fase Alemana supuso la intervención efectiva de los ejércitos españoles en la Guerra de los 30 años entrando en el Palatinado. De la mano de Ambrosio de Spínola, marqués de los Balbases, España emprendió una campaña que buscaba detraer recursos de Bohemia y privar a Federico el Palatino de sus posesiones.

Spínola levantó levas; el duque de Aerschot, Charles de Ligne acudió con un regimiento de 3.000 alemanes, los mismos que llevó el coronel Bauer. El conde Cristóbal de Emden aportó un regimiento de 3.600 alemanes viejos, mientras que el maestre de campo Monsieur de Gulzin, llevaba su tercio valón con 3.000 infantes. También acudió el barón de Balanzón, Claude de Rye, con su tercio de 3.000 infantes borgoñones, y el maestre de campo general Carlos Coloma de Saa con sus tercios de españoles. Además 5 compañías de caballos se unieron bajo el mando del conde de Isemburg.

El plan consistía en invadir el Palatinado desde los Países Bajos con las fuerzas del general Spínola, las cuales sumaban unos 22.000 hombres, mientras que el duque de Baviera, con 20.00 infantes y 5.000 caballos, atacaría a la vez a las fuerzas protestantes del duque de Wurtemberg y de los marqueses de Brandenburgo y de Baden-Darlach, que ascendían a 17.000 infantes y 1.000 caballos. Pero el 3 de julio se firmó el Tratado de Ulm, por el cual Maximiliano de Baviera podía deponer a Federico sin que la Unión Protestante opusiera resistencia.

Guerreros: Carlos Coloma de Saa


Nacido en 1566 en el castillo de la localidad alicantina de Elda, Carlos Coloma de Saa fue un destacado militar, historiador y diplomático español que sirvió con honor y distinción en los ejércitos de la monarquía española.

Era el cuarto hijo del conde de Elda, Juan Coloma y Cardona, nieto de quien fuese secretario del rey de Aragón, Juan II y de Fernando el Católico. Juan Coloma se había casado con la portuguesa Isabel de Saa, proveniente de una familia burguesa originaria de Aragón, a quien había conocido en la corte de María de Austria, hermana de Felipe II. De esta unión nació Carlos Coloma en el castillo de Elda, donde se había trasladado su familia. Tan solo cuatro años después, en 1570, su padre fue nombrado virrey de Cerdeña, cargo que desempeñaría hasta 1577, recibiendo el título de I marqués de Elda. 

Carlos Coloma comenzó su carrera militar a la edad de 14 años, alistándose en los ejércitos del Gran Duque de Alba para la invasión de Portugal. En 1584 se alistó en las galeras de Sicilia y apenas dos años después, cuando su padre muera en octubre de 1586, recibirá como herencia 500 ducados y una casa, poco pero algo típico de aquel entonces para los segundones de casas nobles. En 1588 Pedro de Tassis es nombrado veedor general del ejército de Flandes. Era familia lejana de Carlos Coloma, así que accedió a llevárselo como entretenido con una paga de 40 escudos en el ejército de Alejandro Farnesio.

Los Tercios: Soldados y Empleos


Entre los soldados de los tercios de los ejércitos hispánicos podíamos encontrar desde primogénitos de grandes de España, pasando por segundones de casas nobles, caballeros, hidalgos, célebres escritores y por supuesto hombres humildes de toda condición y profesión. Fernando Martínez Laínez calcula que el veinticinco por ciento de los soldados de los tercios tenían derecho al "don", es decir, eran bachilleres o nobles. Esto, por supuesto, no tenía parangón con ningún otro ejército de cuantos campaban por Europa, donde era inconcebible que un noble combatiese a pie como infante, algo muy común entre los españoles. 

El proceso para entrar a formar parte de los tercios era bastante simple. Cuando se necesitaban soldados el rey mandaba designar capitanes que levantasen bandera, esto es, reclutasen gente. Los capitanes se escogían de entre los soldados veteranos que se habían ganado a pulso y por méritos propios la posibilidad de mandar una compañía. Para ello debían presentar ante el Consejo de Guerra sus papeles; éstos eran las cartas y certificados que sus mandos habían firmado y donde se les atribuían méritos, logros y acciones, y que todo soldado llevaba siempre encima. Una vez examinados los papeles por el Consejo, y si era merecedor del cargo, era nombrado capitán y el propio rey firmaba la patente. Este documento lo nombraba capitán, le asignaba un sueldo a él y a sus futuros hombres y le autorizaba a levantar bandera. 

El capitán se presentaba en una población y reclutaba gente de todo tipo; desde veteranos soldados que aspiraban al cargo de sargentos o cabos, así como hombres que tan solo buscaban un salario, o que aspiraban a alcanzar fama, gloria o fortuna. La única condición era que no fuesen ancianos, impedidos o menores de 20 años, aunque esto último muchas veces se incumplía. En la España del siglo XVI resultaba todo un espectáculo ver entrar a los capitanes en los pueblos, acompañados de sus ayudantes, tambor y pífanos lo que unido a las historias que circulaban sobre aventuras y riquezas, lo hacía especialmente atractivo a los ojos de los jóvenes de la población. Al nuevo soldado se le entregaba algo de dinero por adelantado, y vestido y calzado, así como el arma, que se le descontaba de su futura paga.

Guerreros: Ambrosio Spínola


El 25 de septiembre de 1630 moría poniendo sitio a la villa de Casale, en la Guerra de Sucesión Mantua, dentro del marco de la Guerra de los 30 años, Ambrosio Spínola, uno de los más notables militares al servicio de España.

Ambrosio Spínola Doria vino al mundo en Génova en el año 1569. Descendiente de una rica familia genovesa, los Spínola, era el primogénito de Filippo Spínola, marqués de Sesto, y Policena Cossino. La familia había adquirido gran fortuna principalmente por sus negocios de asiento de galeras con la Corona Española y el comercio. Como hijo mayor fue educado para administrar las finanzas de la familia, algo de ingente trabajo debido a la gran fortuna que manejaba. Ambrosio pasó su infancia y juventud estudiando y leyendo, sobre todo acerca de estrategia militar, de la que era un gran apasionado, pero sus obligaciones eran lo primero.

Sus hermanos, en cambio, pronto entraron al servicio de los ejércitos de España, destacando Federico, un auténtico aventurero que desde pequeño mostró grandes dotes para luchar, sobre todo en Flandes. La familia Spínola tuvo disputas con la familia Doria, la otra gran familia genovesa. Estos pleitos llegaron a tal punto que tuvo que intervenir el propio monarca español para solventar las desavenencias entre ellas. Ambrosio manejaba bien los negocios familiares, pero éstos no parecían satisfacer su carácter, alimentado por sus lecturas de juventud. Ambrosio anhelaba ese espíritu de guerra y no desperdició la ocasión de ofrecer sus servicios y fortuna a España. Su hermano Federico apostaba firmemente por crear una escuadra de buques con los que intentar invadir nuevamente Inglaterra, pero la idea no cuajó en la corte de Felipe II, que aún se lamía las heridas por el fracaso casi una década antes de la Grande y Felicísima Armada.

Sitio de Breda


El 5 de junio del año 1625, Justino de Nassau rendía la ciudad de Breda a las tropas españolas del capitán general Ambrosio de Spínola, tras un asedio que se prolongó durante más de 10 meses. 

Tras la tregua de los 12 años, en 1621 se rompían de nuevo las hostilidades entre España y Holanda. Francia e Inglaterra se habían desentendido, al menos momentáneamente, del escenario de los Países Bajos, por lo que los españoles se prepararon a conciencia para hacer frente a la ofensiva en el sur que iban a plantear los holandeses, así que dispusieron tropas y recursos materiales por todos los territorios bajo su control para poder frenarles.

Se encontraba Felipe IV ya en el trono del reino y los españoles, con Ambrosio de Spínola como capitán general del ejército de Flandes, habían tomado la ciudad de Juliers, una plaza estratégica de vital importancia para las comunicaciones entre los rebeldes holandeses y sus aliados protestantes en los territorios alemanes. Ahora Spínola ponía sus ojos en la ciudad de Breda, que era el principal bastión rebelde de la región de Brabante.

Batalla de Fleurus



Un 29 de agosto del año 1622, el Ejército hispánico del Palatinado de Fernández de Córdoba, derrotaba a las fuerzas protestantes de Mansfeld y Cristian de Brunswick en Fleurus, en la provincia del Henao, tras interceptarlas en su camino a la ciudad de Bergen-op-Zoom para levantar el asedio al que Ambrosio de Spínola la tenía sometida. 

En el marco de la Guerra de los 30 años, mientras el Ejército de Flandes de Spínola estaba ocupado en el sitio de Bergen-op-Zoom, una ciudad en el estuario del Escalda, los holandeses contrataron los servicios de Ernesto de Mansfeld, noble alemán mercenario al servicio del mejor postor, y Cristian de Brunswick, líder militar protestante alemán, para poder romper el asedio. Mansfeld y Brunswick habían combatido en la Guerra del Palatinado como paladines de la causa de Federico el Palatino, que se hallaba en plena contienda con el emperador Fernando II por haber sustraído el primero el trono de Bohemia.

Las fuerzas hispánicas corrían entonces el peligro de quedar atrapadas, ya que los protestantes cortaban el paso hacia Amberes. Ante esta situación, Spínola mandó llamar a Fernández de Córdoba, descendiente directo del Gran Capitán, y maestre de campo general de las fuerzas hispáncas en el Palatinado. Fernández de Córdoba marchó a toda prisa para socorrer al ejército de Ambrosio Spínola. Atravesando Luxemburgo y las Ardenas, se topó con las fuerzas de Mansfeld y Brunswick en Brabante. La diferencia de número entre ambos ejércitos, hizo que Córdoba se pusiera a la defensiva, apostando su ejército en el bosque de Fleurus, para poder proteger sus flancos del ataque de la caballería protestante.

Las Campañas de Spínola en Flandes: El Sitio de Ostende


Pocas veces el concepto de asedio se puede definir tan bien como en Ostende. Un asedio que duraría más de tres años y que acabaría con la victoria de las fuerzas hispanas conducidas en su etapa final, y de forma brillante, por un general genovés cuya estrella comenzaba a brillar con fuerza, Ambrosio Spínola.

Más de treinta años habían transcurrido ya desde el comienzo de la guerra entre España y las Provincias Unidas. Los Países Bajos estaban regidos desde 1598 por el matrimonio compuesto por el archiduque Alberto de Austria y la infanta de España Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II. Ambas naciones estaban económica y humanamente agotadas. A comienzos del nuevo siglo Holanda parecía estar ganando terreno; su victoria en la Primera Batalla de las Dunas, el 2 de julio de 1600, fue una inyección de moral, pues había derrotado a un ejército hispánico en campo abierto. 

Si bien esta victoria era muy importante desde el punto de vista de la propaganda, Mauricio de Nassau no pudo explotarla convenientemente ya que sus líneas de abastecimiento se habían extendido demasiado y corría el peligro de quedar expuesto a un ataque de las fuerzas hispanas. De este modo, Mauricio juzgó prudente retirarse tras no conseguir que las tropas flamencas que defendían la ciudad de Nieuwpoort se sublevasen contra los españoles. De esta forma no solo la ciudad, sino el puerto de Dunkerque, que era la gran ambición de Mauricio, estaban a salvo momentáneamente. La campaña de 1600 había llegado a su fin de manera precipitada y esto daba un respiro al archiduque y a la infanta para poder recuperar la iniciativa y pasar a la acción. 

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