El tercio de Lombardía es, sin duda alguna, una de las mejores unidades y con más prestigio de la historia militar de las armas españolas, considerado como uno de los tercios primigenios, también conocidos como viejos, y que se constituyeron como el orgullo del ejército hispánico. Una unidad que dominó los campos de batalla de Europa durante casi todo el siglo XVI y buena parte del XVII y, que desde entonces, y en distintas formas, ha estado viva hasta nuestros días.
Los orígenes del tercio de Lombardía se remontan a 1532, cuando una unidad de infantería española es enviada a Koroni, en el Peloponeso, Grecia, de la mano de Gerónimo de Mendoza. El historiador Fernando Mogaburo, apunta que esta unidad se crea tras la disolución del tercio que mandaba el maestre Álvaro de Grado cuando iba a ser enviado a Hungría. Lo cierto es que el tercio pasaría a ser denominado "de Lombardía" en 1534, al establecerse allí a la vuelta de Grecia. Gerónimo de Mendoza mandaría el tercio hasta su muerte en Casale, en noviembre de 1536, pasando a hacerse cargo del mismo uno de sus capitanes, Sebastián de San Miguel, quien ostentaría el mando hasta la disolución de la unidad en Vigevano, en 1538, por los fraudes detectados en las muestras por el marqués del Vasto, que había ocupado en febrero de ese año el cargo de gobernador del Estado de Milán.
Antes de su disolución disciplinaria, el 6 de septiembre de 1536, se tomó muestra al tercio y este contaba con 1.320 hombres distribuidos en 6 banderas; la compañía del propio Gerónimo de Mendoza, con un total de 276 soldados; la de Juan de Vargas, que tenía 231, y quien luego se haría cargo del tercio de Málaga, conocido también como el de Niza, tras la muerte del maestre Garcilaso de la Vega; la compañía de Hurtado de Mendoza, que tenía en ese momento 215 hombres, la de Fernando de Figueroa, con 206 soldados, la del capitán Toribio de Santillana con 205 soldados en total y, por último, la compañía menos numerosa, con 187 soldados, era la de Pedro de Acuña.
-El tercio de Lombardía tras la disolución de Vigevano
Tras la disolución del tercio se va a crear un nuevo tercio de Lombardía a cargo de Francisco de Prado, quien pronto debería verse las caras con los franceses tras la ruptura de estos de la Paz de Niza de 1538. Francisco I, aprovechando el desastre de Argel de 1541 y la supuesta posición de debilidad del emperador Carlos V, se sintió con fuerzas para romper la tregua en julio de 1542 y lanzar una ofensiva en tres frentes: Flandes, cuya defensa estaba al cargo de Guillermo de Orange; España, defendida por el Gran duque de Alba y, por último, Lombardía, donde se encontraba el marqués del Vasto dispuesto a repeler cualquier ataque francés. El 20 de septiembre de ese año, el marqués del Vasto ordenó que se juntase toda la infantería española que había en Lombardía. Así, al tercio de Lombardía de Francisco de Prado, que estaba en Chieri, se le unió el de Cristóbal de Morales tras dejar 5 banderas en la ciudad de Ivrea, y el de Luis Pérez de Vargas.
El tercio combatió en este teatro de operaciones empeñándose sobresalientemente en la defensa de Chieri, al sureste de Turín. En aquellos combates murió el maestre de Prado el 12 de diciembre de ese año, tras recibir un arcabuzazo por la espalda cuando se encontraba sitiando una plaza cerca de Chieri. El tercio pasaría a ser mandado por el capitán Sebastián de San Miguel hasta que el marqués del Vasto nombrase un nuevo maestre, quedando 7 banderas del mismo a cargo de la defensa de Chieri y participando en los combates en el Piamonte, entre los que destacaron el asedio imperial de Andezeno y el de Mondovi o la defensa de Carignano. Con la paz de Crépy, el 18 de septiembre de 1544, las hostilidades cesaron en Italia entre el emperador y el rey francés Francisco I.
El tercio pasaría a ser gobernado por el maestre de campo Francés de Beaumont e Icart en una fecha no determinada a comienzos de la década de los 50, pasando en 1553 a manos del maestre y caballero de Santiago Manuel de Luna y Pérez de Lugo, quien duraría en el cargo algo más de cinco años. En 1558 sería nombrado maestre del tercio Sancho de Londoño, a quien el duque de Sessa, gobernador de Milán, consideraba uno de los mejores soldados que tenía la Monarquía Española. Al año siguiente, el tercio sería empeñado en la protección de varios presidios cercanos a Saboya. Es abundante la correspondencia de aquella época de Sancho de Londoño, siendo la más interesante la tocante a la situación del tercio; por ejemplo, el maestre se quejaba en 1561 al duque de Alba de que "la ociosidad entre soldados es causa de pendencias y cuadrillas", debiendo emplearse a fondo en el mantenimiento de la disciplina.
En los siguientes años el tercio estaría repartido por demasiados presidios, lo que suscitaba las quejas de Londoño quien afirmaba al duque de Alba que "no sé qué servicio puede hacer en tantas partes tantos soldados". El maestre de campo, en carta enviada al Gran duque de Alba el 20 de marzo de 1564 desde la plaza de Asti también se quejaba de que, a pesar del reparto de sus hombres por las distintas plazas del territorio, apenas 400 hombres estaban realmente con sus banderas, estando el resto "en Milán con el veedor y el contador del ejército". A pesar de las quejas, Londoño no tenía inconveniente en elogiar a sus hombres, de los que afirmaba con orgullo que "de los tres mil soldados que son a mi cargo... hay entre ellos más nobleza y gente de lustre que yo he visto en doblado número".
Con la llegada de Gabriel de la Cueva, duque de Alburquerque, como nuevo gobernador de Milán, los problemas con el tercio comenzaron a pesar del periodo de paz que conoció Lombardía. El duque acusaba veladamente al maestre de campo de falsear las muestras anotando más soldados de los que realmente tenía, por lo que ordenaba al veedor poner cuantas trabas fueran necesarias para abonar las pagas que se les debía a los hombres del tercio. Tras unos meses de agitación política en Lombardía a causa de estas cuestiones, el desembarco otomano en la isla de Malta hizo que las diferencias existentes entre Alburquerque y Sancho de Londoño y sus hombres desaparecieran.
Así, desde Milán, envió carta el 10 de julio de 1565 a García de Toledo anunciando el envío de Londoño con sus hombres, deshaciéndose en elogios para ellos; "No tenga V. E. en poco em bialle yo al maestre de campo don Sancho de Londoño con esta infantería, porque tengo yo en tanto a sola su persona como a toda la infantería, y así suplico a V. E. le haga tanto favor y le dé tanta autoridad allá que no eche de menos don Sancho la voluntad y amor que yo le tenía acá". De esta forma, el tercio de Lombardía partiría al Gran Socorro de Malta para levantar el asedio turco. El 7 de septiembre de 1565 García de Toledo desembarcaba 8.000 hombres en el Freo, al norte de la isla, y el día 11 el sitio había finalizado tras la victoria de las tropas cristianas sobre el enemigo otomano que huía como alma que lleva el diablo en sus buques.
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Asedio de Malta |
-Partida a Flandes
El tercio permanecería, junto con el de Gonzalo de Bracamonte, en la isla durante algún tiempo más, encargándose de reconstruir las defensas de Malta, lo que preocupaba a Londoño, quien quería ver a sus 10 banderas de vuelta en Lombardía, a pesar de haber sido sustituido por el regimiento del conde Bautista de Arcos. Tras su vuelta a Italia, el tercio se desdoblaría, marchando una parte a Flandes, principalmente los soldados más veteranos de la unidad, de la mano de Londoño para acompañar al duque de Alba en la tarea de pacificar aquel país. El veterano maestre se llevó 10 compañías de Lombardía con un total de 2.200 hombres: la del propio Londoño, las banderas de Rodrigo de Zapata, Diego de Carvajal, Antonio de Mújica, Francisco de Vargas, Bernardo de Quirós, Andrés de Mesa, Jerónimo de Reinoso, Juan Gómez Pérez y la de Francisco de Valdés, sargento mayor del tercio.
También partieron diversas compañías de los restantes tercios: 19 banderas del de Nápoles, con 3.230 soldados bajo el mando de Alonso de Ulloa, 10 banderas del tercio de Sicilia bajo el gobierno de Julián Romero, y otras 10 banderas con 1.728 hombres del tercio de Cerdeña de Gonzalo de Bracamonte. Estas fuerzas parten con el duque de Alba el 20 de junio de 1567 y no faltaron, por cierto, los problemas; varios de los soldados del tercio desertaron y el maestre de campo solicitó castigarlos con dureza para dar ejemplo. La correspondencia entre el duque de Alburquerque y Sancho de Londoño nos ofrece un detalle de los problemas que tuvo el tercio en los alojamientos que se le habían preparado en Flandes. Londoño y sus hombres serían alojados en Lier, al sureste de Amberes, donde no se hallaban ni cómodos ni bienvenidos y, además, hubieron de enfrentarse al retraso de las pagas desde el principio.
El tercio entró en combate en Nimega al poco de llegar, donde los realistas derrotaron sin demasiados problemas a los rebeldes y más adelante, varias compañías del mismo obtuvieron una aplastante victoria en Dalen, en abril de 1568, donde acabaron casi por completo con un ejército rebelde superior en número. Londoño se hallaba enfermo y no pudo participar en este suceso, tal y como le comunicaba por carta a Alburquerque "por no hallarme de manera que a pie o a caballo pude hacer lo que quiera". También se destacaron los hombres del tercio de Lombardía en la toma del castillo de Bergen y, sobre todo, en la batalla de Jemmingen, donde el duque de Alba dio una lección magistral sobre el arte de la guerra y donde los soldados españoles se destacaron sobresalientemente.
En el otoño de 1568 el ejército realista se hallaba persiguiendo a las fuerzas con las que Guillermo de Orange había penetrado en el Brabante. El 4 de octubre Orange cruzó el Mosa y el duque de Alba comenzó a perseguirle evitado el contacto directo ya que el ejército rebelde era mucho más numeroso pero atravesaba dificultades económicas. Así, los hombres de Alba comenzaron a hostigar a los de Orange hasta que, el 19 de octubre, mientras los mercenarios de Nassau trataban de cruzar el río Gette para llegar a Jodoigne, el duque envió a su hijo con diversas compañías de arcabuceros de los tercios españoles, entre ellos el de Lombardía. Lo que siguió a continuación no pasó de una gran escaramuza pero los españoles dieron buena cuenta de los arcabuceros rebeldes, demostrando su superior manejo de las armas de fuego, y acabaron con más de 3.000 enemigos, deshaciendo por completo el ejército de Guillermo de Orange.
Londoño había enfermado durante el invierno y sus últimos meses supusieron un calvario para el maestre del tercio, que siempre contó con el apoyo y el cariño de sus hombres y del duque de Alba o el de Alburquerque. El 30 de mayo de 1569 murió uno de los más grandes militares de la historia española, pasando el tercio a manos de Hernando de Toledo y Enríquez. El tercio seguiría en Flandes, reforzándose con tropas bisoñas que llegaban desde España, como en 1572 con el duque de Medinaceli, o desde Italia, como en junio de 1573, cuando llegaron dos tercios, con un total de 5.000 hombres, de la mano de Lope de Acuña, formados por 12 compañías del tercio que había quedado en Lombardía, denominado por Bernardino de Mendoza como Tercio Ordinario, y 13 banderas del tercio de tercio de Lope de Figueroa. Estas unidades quedaron bajo mando de sus sargentos mayores: Francisco Valdés y Pedro de Paz, y fueron conocidos como tercio de Santiago y tercio de San Felipe respectivamente.
En la muestra tomada en marzo de 1574, había 8.016 soldados entre los 6 tercios españoles que había en Flandes, con un total de unas 80 compañías y, ante la problemática de las pagas y los alojamientos, se le encargó a Julián Romero la reforma de los mismos. Romero encontró la solución engrosando el número de hombres de cada bandera, dejando tan solo 37 compañías encuadradas en 3 tercios: los de Lombardía, Sicilia y el de Italia o de Francisco Valdés. Así, el de Lombardía quedaría con 10 banderas, mientras que el de Valdés quedó con 12 y el de Sicilia de Julián Romero con 15. El tercio seguiría empleándose a fondo después de la marcha del duque de Alba y con Luis de Requesens como nuevo gobernador de los Países Bajos. Con la llegada de Juan de Austria y la firma del Edicto Perpetuo, los tercios españoles, así como los "alemanes, italianos, borgoñones y otros extranjeros, así a caballo como de a pie, que presentemente se hallan en nuestros Países Bajos, deben salir y salir libre y francamente".
Pero tan solo unos meses después, don Juan reclamaba la vuelta de los españoles por hallarse en una situación crítica. El tercio de Lombardía sería, junto con el de Sicilia, el primero en acudir a Flandes al auxilio del de Austria. Según nómina del Ejército de Flandes de finales de 1577, había en total 4.790 infantes españoles entre ambos tercios. El tercio de Lombardía estuvo en la batalla de Gembloux y continuó con las operaciones militares llevadas a cabo tanto por Juan de Austria como por Alejandro Farnesio, quien se haría cargo del ejército tras la muerte del primero. Especialmente relevante fue la gran victoria obtenida en el asedio de Maastricht, el 29 de junio de 1579.
Nuevamente, y en virtud del Tratado de Arras, el tercio de Lombardía, con Hernando de Toledo aún de maestre de campo, abandonaría los Países Bajos en marzo de 1580 con destino a Milán. El tercio volvería a Flandes en el verano de 1582 de la mano de Cristóbal de Mondragón, que hasta el momento había sido coronel de un regimiento de infantería valona, junto con el tercio de Pedro de Paz, nuevo maestre del tercio gemelo de Sicilia, sumando entre las dos unidades 5.000 infantes españoles, aunque Vázquez afirma que fueron 4.000. En la muestra tomada en octubre la infantería española sumaba 4.636 hombres, por lo que es lógico pensar que llegaron unos 5.000 españoles en julio. El tercio participaría en las campañas emprendidas por Alejandro Farnesio en los Países Bajos, destacándose particularmente en el asedio de Amberes.
El tercio pasaría a ser gobernado en 1588 por Sancho Martínez de Leiva tras la marcha de Mondragón a España. Se vería envuelto en la operación prevista para la invasión de Inglaterra por la Gran Armada enviada por Felipe II. A la espera de cruzar el Canal de la Mancha desde Flandes, finalmente las noticias del desastre de la armada debido a las malas condiciones climatológicas hizo que Farnesio desistiera de la empresa y el tercio regresó a Amberes a finales de agosto de ese año. Participó en el malogrado asedio de Bergen-Op-Zoom, desde el 23 de septiembre hasta el 13 de noviembre, cuando la aparición de la armada holandesa de Mauricio de Nassau hizo inviable continuar con el asedio de la ciudad. El tercio sufrió gran cantidad de bajas lo que, unido a la falta de pagas y a los recelos que tenían los soldados sobre el mando que ejercía el conde Pedro Ernesto de Mansfeld sobre el ejército, hizo que los infantes españoles desobedecieran la orden de acantonarse en las islas del Mosa para pasar el invierno.
Farnesio no toleró aquel incumplimiento de las órdenes y no dudó en dar una durísima lección para que cundiese el ejemplo entre el resto de unidades; al igual que dos décadas antes haría el duque de Alba con el tercio de Cerdeña, el de Parma disolvió el tercio disciplinariamente a comienzos de 1589, lo que provocó un auténtico estupor y desánimo entre sus hombres. Estrada señala que algunos de los más veteranos y curtidos soldados españoles "no pudieron detener las lágrimas a fuerza de deshonor", indicando que "todos con pompa fúnebre lloraban al tercio como difunto que llevan al sepulcro". Era el final de una de las unidades más míticas y veteranas con las que contaba la Monarquía Española; el tercio gemelo de Lombardía, que había marchado a Flandes en 1567, desaparecía después de años y años combatiendo valerosamente.
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Asedio de Bergen-Op-Zoom. Jacobus van Koningsveld |
-El Tercio Ordinario del Estado de Milán
Como ya hemos visto, tras la marcha de 10 compañías con los soldados más veteranos del tercio de Lombardía, en Milán quedó un capitán a cargo de las compañías bisoñas que habían llegado desde España para suplir la marcha de los que partían a Flandes. El tercio que quedó en Lombardía pasaría a ser gobernado en 1570 por el maestre de campo Juan de la Cueva, quien tendría el mando del mismo durante veinte años hasta que, en 1590, se hiciese con el mando el caballero de Santiago Pedro Manrique de Solís, el cual lo mandaría hasta su muerte en 1600. Con el nuevo siglo el tercio pasará a las manos del maestre Íñigo de Borja y Velasco, empeñándose en el apoyo al duque de Saboya en su lucha contra los franceses por la disputa del marquesado de Saluzzo.
En 1603 varias compañías de soldados veteranos del tercio, junto con otras bisoñas llegadas desde España, van a marchar a Flandes con Íñigo de Borja, formando un nuevo tercio que no durará mucho, pues se disuelve ese mismo año haciéndose cargo el maestre de campo del antiguo Tercio de Bobadilla. Las compañías que quedan en Milán pasarán a ser gobernadas por el maestre Juan Fernández de Córdoba y, bajo su mando, el tercio deberá hacer frente al antiguo aliado español, el duque de Saboya, quien se había rebelado contra Felipe III por el marquesado de Monferrato. La muerte de Francisco Gonzaga a finales de 1612, unido a la nueva alianza que el duque de Saboya había firmado con Francia en 1610 mediante el Tratado de Bruzolo, convencieron al saboyano de poder hacerse con aquel territorio sin la oposición de los españoles, dando lugar a un conflicto conocido como Guerra del Monferrato.
Esta guerra, iniciada en 1613, duraría 4 años y el Tercio Ordinario de Lombardía, bajo el mando de Juan Fernández de Córdoba, jugaría un papel decisivo siguiendo las órdenes del gobernador de Milán, el marqués de Hinojosa, Juan Hurtado de Mendoza. En muestra tomada en septiembre de 1613 el tercio disponía de 15 compañías donde se integraban 1.615 soldados y 135 oficiales, cifra que se incrementaría en la muestra tomada en octubre de 1614 hasta 1.789 hombres agrupados en 22 compañías. El tercio se destacó sobresalientemente en la toma de la plaza de Roccaverano, a finales de marzo de 1615, o de la ciudad de Mombaldone, en abril del mismo año. En esos momentos el tercio se componía de unos 1.400 infantes que participaron activamente en la defensa de la plaza costera de Bestagno, logrando mantenerla durante un mes hasta que, con la llegada de varias compañías del tercio de Saboya de Juan Bravo de Lagunas, las fuerzas enemigas huyeron tras tener unas pérdidas de más de un millar de hombres y el tren de artillería, así como casi todas sus armas y municiones.
El tercio se volvería a destacar en mayo en los combates por la ciudad de Asti, participando junto con el tercio de Saboya, el tercio de Pedro Sarmiento de Pastrana, nuevo tercio de Nápoles tras la marcha del anterior a Hungría en 1548, y el tercio de Carlo Spinelli. La plaza fue asediada por los hispánicos hasta que el duque de Saboya negoció un acuerdo con el marqués, entregando Asti a los españoles y volviendo al status quo de antes del conflicto. Este acuerdo le acordó al marqués su puesto, ya que la Corte entendió que la actitud de Hinojosa era demasiado benevolente con el traidor duque que, unos meses después, rompía la tregua aprovechando una fuerte suma de dinero que le había llegado desde Venecia. Así, reclutó un nuevo ejército y volvió a invadir el Monferrato en septiembre de 1616, por lo que el nuevo gobernador, Pedro Álvarez de Toledo, marqués de Villafranca del Bierzo, empeñó todas sus fuerzas en la defensa del territorio.
El tercio combatiría en 1616 y 1617, defendiendo con éxito el Monferrato, venciendo en Vercelli, donde la muestra tomada en julio de 1617 arroja un total de tan solo 884 hombres, de los cuales 159 eran oficiales, agrupados en 20 compañías. Estas victorias obligaron al duque de Saboya a firmar el Tratado de Pavía, en octubre de 1617, evitando así la invasión española del Piamonte. Ese mismo año el tercio pasaba a las manos de Manuel Pimentel Zúñiga, VI conde de Feira, quien lo gobernaría hasta su marcha a Flandes en 1621, haciéndose cargo del mismo el maestre Luis Fernández de Córdoba. Tuvo que hacer frente a la invasión de Génova hecha por las fuerzas franco saboyanas en la primavera de 1625 integrado en el Ejército de Lombardía del nuevo gobernador del Estado, el duque de Feria. Los hispánicos nos solo rechazaron la invasión, sino que se internaron en Saboya, llegando a menos de 10 kilómetros de Turín en septiembre de ese año.
Córdova dirigió el tercio hasta su muerte, en 1627, pasando en ese momento a hacerse cargo el maestre Jerónimo de Agustín, quien estará al frente de la unidad tan solo dos años. En 1628 participaría en la estrategia que llevaría a cabo el gobernador Gonzalo Fernández de Córdoba de invadir el Monferrato y tomar la estratégica ciudad de Casale. El asedio de la plaza fue un completo desastre, produciéndose numerosas deserciones, fundamentalmente entre las tropas napolitanas, por lo que Córdoba acabó levantando el asedio y fue sustituido por Ambrosio Spínola, quien en 1630 invadiría de nuevo el Monferrato. El tercio de Lombardía estaba dirigido por el maestre Martín de Aragón y Tafalla desde noviembre de 1629 y en 1633 se componía de 20 compañías en las que se encuadraban 2.321 soldados y 197 oficiales.
En 1635, y bajo la batuta del nuevo gobernador, Diego Mexía de Guzmán, marqués de Leganés, el tercio engrosaba las filas del Ejército de Lombardía, que disponía a finales de ese año de 35.000 hombres, de los que unos 15.000 eran españoles. A pesar de estas cifras, la declaración de guerra francesa cogió a España sin suficientes efectivos en Italia. El 22 de junio de 1636 el tercio combatió en la batalla de Tornavento, que terminó en tablas aunque los hispánicos obtuvieron una ventaja estratégica sobre los franco saboyanos. Juan de Garay y Otañez sería el nuevo maestre de campo del tercio tras aquella batalla, aunque solo se mantuvo unos meses al frente del mismo debido a una disputa con Aragón, relevándole Leganés del mando de la unidad y otorgando el privilegio de dirigir el tercio a Luis de Guzmán Ponce de León, quien lo haría hasta 1639, cuando fue sustituido por Luis de Alencastro. Ese año sería memorable para las armas hispánicas en Italia, con las fuerzas francesas al mínimo y los saboyanos divididos y derrotados, sitiados en Turín y habiendo perdido sus principales plazas a manos españolas.
El tercio pasaría a las manos de Rodrigo de Mújica Butrón en junio de 1641, estando al frente de este hasta 1645 cuando se haría cargo el maestre Íñigo de Velandia Arce y Arellano, hermano de Antonio de Velandia, quien había mandado el antiguo tercio de Jerónimo de Aragón en la famosa y fatídica batalla de Rocroi. Con el inicio de la década de los 40 Milán se reveló como un frente secundario en favor de Flandes y Cataluña, por lo que el Ejército de Lombardía, y esto incluye el tercio, perdió muchos soldados veteranos españoles en favor de los frentes prioritarios. Luego el tercio sería dirigido por Valdirio Godino y, en 1650, por Luis de Benavides y Colmenares, empleándose a fondo en la guerra franco española que durará hasta 1659 cuando, con la entrada en el conflicto tres años antes de Inglaterra en auxilio de los galos, Felipe IV hubo de firmar finalmente la Paz de los Pirineos. Pero el Ejército de Lombardía recuperó notoriedad a partir del final de la Guerra de los Treinta Años, logrando la cúspide del éxito militar en 1652, con la toma de Trino y, sobre todo, de Casale, haciendo de este un auténtico Annus Mirabilis. También se destacaría en la defensa de la plaza de Pavía, en 1655.
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Casale de Monferrato. Siglo XVII |
En 1658 el nuevo maestre de campo del tercio sería Pedro de Acuña, conde de Assentar, quien vería cómo sus hombres no podrían hacer nada ante el avance francés, perdiéndose la importante plaza de Mortara, a pesar de la llegada dos años antes de un contingente imperial en auxilio de los parientes españoles. Tras el nombramiento de Acuña como gobernador de Ceuta, en 1665, el tercio de Lombardía pasaría a ser mandado por Gaspar de Teves y Córdoba, quien abandonó el estado para auxiliar a la República de Venecia en la guerra de Creta frente a los otomanos, por lo que el tercio pasó al gobierno de Juan Tomás Enríquez de Cabrera, conde de Melgar. Este había llegado a Milán procedente de Madrid, donde había sido capitán de la Chamberga, y debió hacer frente a la nueva amenaza francesa sobre Nápoles como consecuencia de la guerra franco holandesa de 1672.
Gaspar Francisco Manrique de Lara se haría cargo del tercio en 1675, gobernándolo durante 13 años, más que ningún otro maestre del que tercio que quedó en Lombardía tras la marcha a Flandes de las compañías veteranas que marcharon con Sancho de Londoño. En 1688 sería el IV marqués de la Solera, Diego de Benavides y Aragón, quien ocupe el cargo de maestre del tercio. Participaría en la Guerra de los Nueve Años, destacándose en la ocupación de Guastalla, dando un golpe demoledor contra el duque de Mantua, aliado francés, al demoler la poderosa fortaleza de la ciudad, o en la batalla de Orbasano, conocida también como de La Marsaille, en el Piamonte, en octubre de 1693, donde moriría el maestre peleando contra los franceses. La actividad desempeñada por el Ejército de Lombardía en el teatro italiano permitió a los españoles recuperar posesiones en Cataluña.
Las fuerzas desplegadas en Milán durante la última mitad del siglo XVII oscilaron entre los 5.515 soldados de la muestra de abril de 1661, a los 22.217 hombres, de los cuales 17.814 eran infantes, de la muestra tomada en julio de 1693, en plena Guerra de los Nueve Años. El tercio pasaría unos meses después a las manos de Íñigo de la Cruz Fernández, XI conde de Aguilar, quien sobresalió junto a sus hombres en el asedio de Casale de 1695, que en aquellos momentos estaba en manos de los franceses y que, finalmente, acabaron entregándola al duque de Saboya ante la presión de las fuerzas hispánicas. Este hecho propició que el conde de Aguilar fuese condecorado con el Toisón de Oro. El último maestre de campo del tercio sería Francisco Pío de Saboya y Moura, quien lo gobernará desde 1702 hasta 1706, cuando el tercio pase a ser regimiento de Lombardía y, a partir de 1776, adquiera la denominación de regimiento del Príncipe.
Bibliografía:
-Revista de Historia Moderna nº 22. Don Sancho de Londoño (Enrique García Hernán)
-El Piamonte en Guerra. 1613-1659. La frontera olvidada (Bernardo J. García y Davide Maffi)
-El Ejército de la Monarquía Hispánica y la Guerra del Monferrato (Eduardo de Mesa Gallego)
-Los sucesos de Flandes y Francia en tiempos de Alejandro Farnesio (Alonso Vázquez)
-Segunda década de las Guerras de Flandes (Famiano Strada)
-Comentarios de lo sucedido en las Guerras de los Países Bajos (Bernardino de Mendoza)
-Los últimos Tercios. El Ejército de Carlos II (Davide Maffi)
-Tercios.org (Juan L. Sánchez)
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