La Guerra de Devolución fue un conflicto militar iniciado por la Francia de Luis XIV con la finalidad de expandir sus fronteras a costa de la debilidad de la España, bajo el pretexto de no haber recibido la dote de su matrimonio con María Teresa de Austria, hija del rey español Felipe IV.
Lo cierto es que el monarca francés ambicionaba las posesiones de la herencia borgoñona de la casa Habsburgo española. Luis XIV tenía en su punto de mira el Franco Condado y los Países Bajos españoles. La excusa que utilizó el rey galo, el casus belli que motivaba la intervención francesa, no era otro que la dote impagada de su matrimonio con María Teresa en 1659, una burda excusa para justificar sus verdaderas ambiciones.
La muerte de Felipe IV el 17 de septiembre de 1665 dio alas a los franceses para lanzarse en sus ambiciones territoriales. De esta forma reclamaron a España las provincias del Henao, Brabante, Namur y Cambrai en su totalidad, además de una cuarta del ducado de Luxemburgo y una tercera parte del Franco Condado. Reclamaban el ius devolutionis, esto es, que los territorios de los Países Bajos debían pasar al legítimo heredero del primer matrimonio del monarca. Pero los juristas franceses obviaban, intencionadamente, que esto solo se aplicaba al patrimonio privado y solo a unas provincias determinadas. Esta estratagema fue fácilmente desmontada por los juristas españoles que desvelaron los auténticos intereses de sus vecinos.