Batalla de Pavía

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Guerreros: El Gran Duque de Alba (Parte II)

 


Mientras la influencia de Ruy Gómez crecía sobre la figura de Felipe, el recelo de éste hacia el duque de Alba iba en aumento. De esta forma, y aprovechando el intento de invasión francesa de los Países Bajos, a finales de 1554, rechazado finalmente por las tropas de Carlos y la entrada de una nueva fuerza en el Piamonte, bajo el mando de Charles de Cossé, conde de Brissac, Felipe convenció a su padre para que mandase al duque a poner en orden los asuntos en Italia. 

Allí fue el duque a comienzos de 1555, teniendo que hacer frente no solo a los franceses, sus enemigos externos, sino a las maquinaciones de sus enemigos en la Corte, especialmente el vil Ruy, quien hizo todo lo posible para privarle de fondos y hombres para su campaña en Italia. Y es que ya antes de la partida del duque, a los soldados acantonados en el Estado de Milán se les debía, en concepto de pagas atrasadas, se les debía la desorbitante cantidad de 600.000 ducados. No solo no se le fueron entregadas estas cantidades, sino que apenas se le asignaron 200.000 ducados a última hora, pues uno de sus más fieles partidarios, Francisco de Eraso, se había pasado al bando de Ruy e intentó todo lo que estuvo en su mano para que no le llegasen esos dineros. 

Mientras el duque se reunía en Augsburgo con el rey Fernando, las intrigas continuaban en la Corte, negándole incluso su propio sueldo de 12.000 ducados. Llegado a Innsbruck envió una carta a Felipe advirtiendo de que no tomaría posesión de sus cargos en Italia a menos de que se le abonaran las cantidades prometidas. En vistas de la situación, Alba trató de conseguir dinero de todas las formas posibles, tanto en Italia, a través de Bernardino de Mendoza, como en sus posesiones en España, desarrollando una gran actividad agrícola en sus tierras. 

El Socorro español de Irlanda. El camino a Kinsale (Parte I)

 


El 1 de octubre de 1601 el grueso de la flota española enviada por Felipe III para socorrer a los católicos irlandeses que luchaban contra Inglaterra en la Guerra de los Nueve Años, anclaba en el puerto de Kinsale, al sur de Inglaterra. La ayuda prometida desde España durante años llegaba al fin. 

Y es que desde los comienzos del reinado de Felipe II, Irlanda se constituyó como un escenario de interés para el monarca español, más aún con la intervención a favor del pueblo católico irlandés por parte de la Santa Sede. En Irlanda las tensiones entre los señores católicos de Irlanda y las autoridades inglesas presentes en la isla iban cada vez a más y la situación amenazaba con una revuelta contra el control extranjero. Los ingleses habían establecido a finales del siglo XV, en el este de la isla, una zona fortificada de una extensión de unos 30 kilómetros cuadrados llamada The Pale, o la Empalizada, un terreno llano y fértil entre los montes Wicklow al sur, y la ciudad de Dundalk, al norte, que permitía mantener una buena posición defensiva de guarniciones. 

Desde allí los ingleses trataban de extender su dominio a toda la isla. Y es que durante los siglos XIV y XV las rebeliones irlandesas, los brotes de peste negra, los asentamientos escoceses, y la Guerra de las Dos Rosas, habían dejado casi toda Irlanda en manos de los señores irlandeses que impusieron la cultura y la lengua gaélica irlandesa en sus territorios. Los ingleses se habían servido de uno de los clanes más poderosos de Irlanda para el control administrativo de la isla, los Fitzgerald, del condado de Kildare, pero en 1531 Enrique VIII eligió para el gobierno a los Butler, del condado de Oromond, lo que provocó la rebelión encabezada por Thomas Fitzgerald, X conde de Kildare, la cual fracasó y concluyó con la ejecución de su cabecilla. 

Guerreros: Bernardino de Mendoza


Hablar de Bernardino de Mendoza es hablar de un hombre total; fue un formidable militar, un excelente diplomático, sagaz espía, y avezado escritor y cronista al servicio de la monarquía española. Siempre en el ojo del huracán, su vida fue el fiel reflejo de la época dorada de España, aunque hoy en día su figura haya caído casi por completo, como es costumbre entre los grandes personajes de la historia patria, en el olvido.

Bernardino nació en 1540 en Guadalajara, en el seno de una noble familia que llegó a esas tierras desde Álava en la segunda mitad del siglo XIV de la mano de Pero González de Mendoza. Más tarde los Mendoza se convirtieron en condes de Coruña y vizcondes de Torija. Fue el décimo de los 19 hijos que tuvo el matrimonio entre Alonso Suárez de Mendoza, conde de Coruña, y Juana Jiménez de Cisneros, sobrina del poderoso cardenal Cisneros. El primogénito de la familia, Lorenzo Suárez de Mendoza, heredó el título, convirtiéndose en el IV conde de Coruña, y sirvió en los ejércitos de Carlos I y Felipe II, llegando a ser virrey de Nueva España. Otro hermano suyo, Antonio, llegó a ser gentilhombre de cámara de Felipe II, y su hermana viuda, Ana, fue institutriz de los infantes Don Diego y Don Felipe, hijos del rey. 

Bernardino de Mendoza pasó la típica infancia del segundón de noble cuna. Siguiendo los pasos de otros tantos Mendoza, estudió y se graduó como bachiller en Artes y Filosofía en la Universidad de Alcalá de Henares en 1556. Tiempo después se licenció y entró en el Colegio Mayor de San Ildefonso. Este hecho, unido a las influencias familiares y su gran inteligencia y capacidad, le abrieron las puertas para entrar al servicio del rey. De esta forma en 1562 decidió dar un giro a su vida y se alistó en los ejércitos de Felipe II. Tal y como él mismo relata en su gran obra Comentarios de lo sucedido en las Guerras de los Países Bajos, se estrenó en las armas en la defensa de Orán y Mazalquivir , en 1563, acudiendo con la flota de socorro en ayuda de los hermanos Córdoba.

Defensa de Panamá. El final de Drake


El 15 de enero de 1596 Francis Drake daba la orden a sus buques de zarpar y abandonar el intento inglés de saquear Panamá, tras haber sufrido una sucesión de derrotas, que lo dejaron enfermo y completamente abatido.

En el marco de la Guerra anglo-española, que ya se alargaba por 10 años, la reina Isabel I encargó a dos de sus militares de mayor prestigio, Francis Drake y John Hawkins, ambos antiguos piratas, la misión de atacar las posesiones españolas en el Caribe, y desestabilizar el dominio de Felipe II sobre las rutas hacia América.

Si bien es cierto que la estrella de Drake no brillaba como antaño, debido a su nefasta dirección de la "Contraarmada", en 1589, que tenía por objeto atacar y saquear varios puertos españoles, el veterano pirata seguía teniendo un aura casi mística entre sus hombres, por lo que la reina lo sacó de su "destierro" en Plymouth, tratando de revertir el curso de la guerra, que se inclinaba inexorablemente del lado español, tras las derrotas en Coruña, Lisboa o las Azores.

Drake, convencido de que lo más dañino para España era atacar sus posesiones en el Caribe, le propuso el plan a la reina, que finalmente accedió a tal empresa, colocando como segundo de Drake a John Hawkins, y dando el mando de la infantería una vez en tierra al general Thomas Baskerville. Para ello contaban con 6 galeones reales, los mejores de la armada inglesa: el "Garland", el "Adventure", el "Hope", el "Defiance", el "Bonaventure" y el "Foresight". A estos buques había que sumarles más de una veintena de pinazas y numerosas barcazas y naves menores para transporte de tropas y pertrechos. Drake, además, contaba con 3.000 soldados y más de 1.500 marinos.

Batalla de Zutphen



Un 22 de septiembre del año 1586 se producía la batalla de Zutphen, villa de los países bajos españoles a la que las tropas anglo-holandesas del conde de Leicester habían dado sitio, y de la cual saldrían derrotadas tras acudir un socorro bajo el mando de los maestres de campo Francisco Verdugo y Juan del Águila

En el marco de la Guerra de los Ochenta años, con Alejandro Farnesio como Gobernador de los Países Bajos, los protestantes holandeses se hallaban en una situación muy complicada, dada las constantes derrotas a las que les estaba sometiendo el duque de Parma. Maastricht, Tournai, Sichen, Eindhoven, Brujas, Gante o Amberes, son algunas de las vitorias que el italiano consiguió para la causa española. 

Las cosas pintaban mal no solo para los holandeses, sino para cualquier enemigo de la Corona de España, por lo que Isabel I de Inglaterra se decidió a enviar ayuda a los protestantes; 600.000 florines, 7.000 soldados y más de 500 de los más notables nobles ingleses bajo el mando de Robert Dudley, conde de Leicester, el cual sería nombrado gobernador y capitán general de los Estados de la Unión Protestante nada más pisar Holanda. Por descontado tal ayuda no sería gratuita. Si la reina Isabel enviaba esa fuerza comandada por su favorito y amante, era porque esperaba sacar tajada, y mucha, de aquel conflicto.

Guerreros: Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán


El 1 de septiembre del año 1453 nacía en Montilla, villa de la provincia de Córdoba, Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de Aguilar, destacado miembro de la nobleza de Andalucía que revolucionó las tácticas de la guerra y padre del primer ejército moderno, siendo considerado hoy por muchos el mejor militar español hasta la fecha.

Era el segundo de los hijos de Pedro Fernández de Aguilar y Elvira de Herrera y Enríquez. Fue criado en Córdoba junto a su hermano Alfonso, pasando a ser paje del hermano de la futura reina Isabel la Católica, el infante Alfonso, en Segovia. Por aquella época Castilla se hallaba dividida por un conflicto interno entre los partidarios del infante Alfonso y los del rey Enrique IV. La muerte en 1468 de Alfonso centró las miradas en Isabel, y Gonzalo, tal y como lo había hecho con Alfonso, pasaría a ser un fiel servidor de la futura reina.

Al no ser el primogénito solo podía escoger entre el ejército o el sacerdocio, así que escogió lo primero. La guerra de sucesión castellana tras la muerte del rey en 1474, que enfrentaba a los partidario de Juana de Trastámara, hija del rey, con los leales a Isabel de Castilla, legítima heredera por el Tratado de los Toros de Guisando, supuso el inicio de su brillante carrera militar, destacándose en la batalla de Albuera, en 1479, donde dirigió una compañía de 120 jinetes, bajo las órdenes del maestre de la Orden de Santiago.

La Batalla de las Terceiras


Un 26 de julio del año 1582 se producía el enfrentamiento entre fuerzas navales españolas, bajo el mando del capitán general Álvaro de Bazán, y fuerzas de la armada francesa capitaneadas por el almirante Felipe Strozzi, y que acabó en una brillante victoria española.

Tras el ascenso al trono portugués de Felipe II, el prior de Crato, don Antonio, pretendiente igualmente a la corona portuguesa, había instado a una revuelta contra los españoles con el apoyo de los ingleses y franceses. Isabel I le dio dinero y la promesa del apoyo de sus corsarios a cambio de varias plazas portuguesas, 5 millones de ducados y un tributo anual. Pero Francia, con Enrique III de Valois en el trono, no dudó en ofrecer, además de dinero, tropas y suministros, alarmado por el poder que tenía en aquellos momentos el imperio español, y bajo la promesa de Antonio de cederle la posesión de Brasil.

El reducto del prior de Crato eran las islas Azores, desde donde los corsarios ingleses y franceses podían atacar fácilmente los convoyes que venían hacia España desde América. Felipe II estaba decidido a acabar con esa amenaza, por lo que a comienzos de 1582 ordenó preparar una flota con la intención de ocupar las Azores. Álvaro de Bazán, el almirante que nunca había perdido una batalla, veterano de Lepanto, Muros, Malta, o del peñón de Vélez, sería el encargado de tal empresa.

Batalla de las Islas Berlengas


Un 15 de julio del año 1591 tuvo lugar una batalla naval entre la escuadra española de galeras de Francisco Coloma, y un escuadrón de galeones ingleses bajo el mando de George Clifford, conde de Cumberland, frente a las costas de las islas portuguesas de Berlengas.

Bajo el reinado de Isabel I, el conde de Cumberland, gran aficionado a los torneos de justas y uno de los favoritos de la reina, empezó a hacer carrera naval con el inicio de la Guerra anglo-española, en 1585. No tuvo demasiado éxito en sus campañas corsarias contra la flota española en el Caribe, ya que el sistema de convoyes implantado por Felipe II resultaba enormemente eficaz, perdiéndose en 2 siglos tan solo una flota.

Tras algún logro aislado en las aguas de las Azores, en 1591 el escuadrón de Clifford partía de las costas inglesas rumbo al Cabo de San Vicente para su habitual actividad corsaria. El escuadrón estaba compuesto de 4 galeones y una pinaza: el "Garland", un navío real de 600 toneladas que era el buque insignia de Clifford; los galeones "Allegarta", "Goden Noble" y "Sampson", de casi 300 toneladas, y la pinaza "Discovery".

La Inquisición

Todos hemos oído que la Inquisición nació para reprimir a los herejes; cierto, y esa es la imagen que la inmensa mayoría tiene de ella. Pero también se creó para evitar linchamientos y atropellos indiscriminados. Sin duda esta es la parte menos conocida; y más ocultada.

En la época medieval, la simple disputa entre vecinos podía acabar en el asesinato, con la excusa de ser un hereje. Por lo tanto, su propósito era reglamentar el delito de herejía, a modo de tribunal, evitando que la gente se tomara la justicia por su mano. Y en esto conviene aclarar que se refería a los herejes, es decir, todo aquel bautizado que rechaza algún dogma sagrado. Ergo no tenía jurisdicción sobre moros o judíos.

Primero surge en el sur de Francia a finales del siglo XII, en la zona de Languedoc. El Papa Lucio III decreta la bula "Ad abolendam", como medio para acabar con la herejía Cátara. Más tarde, se instaura en Aragón, en el 1249, y llegará a Castilla tras la unión de ambas con los Reyes Católicos. La española ha sido la Inquisición más duramente castigada por el mito de la Leyenda Negra, propagada por los enemigos de España, fundamentalmente a partir del siglo XVI.

Como se ha explicado, uno de los fines de la Inquisición, era poner fin a los abusos que se cometían por los tribunales civiles o por los propios hombres. Los primeros tribunales de la Inquisición (administrada a nivel local y de reinos por obispos), de hecho, eran bastante laxos en cuanto a herejía se trataba. Paulo Hungarus, Inquisidor Mayor en Hungría, defendió a los chamanes paganos húngaros, asegurando que éstos, al adorar al sol, adoraban al ente supremo que era el mismo Dios, por lo que no hallaba razón para condenarlos.

No será hasta 1231 cuando Gregorio IX, mediante la bula "Excommunicamus", cuando se cree la Inquisición Papal, administrada principalmente por los dominicos, bajo la ulterior autoridad papal. En 1252, la bula "Ax Extirpanda", del Papa Inocencio IV, sienta las bases del procedimiento, para el cual se autoriza la tortura, solo en casos extremos y prohibiendo la mutilación y las heridas graves, y siempre bajo la presencia de un médico. La inmensa mayoría de los procesos no llegaban nunca a tal extremo, y la abjuración conllevaba la conmutación de la pena por cárcel, multa, destierro o incluso arresto domiciliario, como en el caso de Galileo.

Aunque desde 1249 la Inquisición existía en Aragón, como ya se ha indicado, tardaría casi 250 años en implantarse en Castilla, dando origen a la Inquisición española, sin duda la peor parada, y la que tanto nos gusta a los españoles sacar a relucir en cualquier conversación sobre religión. Ésta se crea mediante la bula emitida por Sixto IV, en 1483, dependiendo directamente de los propios Reyes Católicos. Su primer Inquisidor General sería Tomás de , uno de los más damnificados por la Leyenda Negra.

La inquisición era una institución tremendamente cuidadosa y organizada, por lo que las causas de herejía están muy detalladas en sus registros. Los resultados de la revisión, según la "Suprema", conservada en el Archivo Histórico Nacional, donde todos los tribunales locales remitían las actas anualmente, arrojan bastante luz a la cuestión del número de víctimas de la Inquisición en España. Desde sus orígenes hasta 1560, cuando apenas se conserva documentación, las recientes investigaciones admiten un número de condenas a muerte que oscila entre los 1.400 y los 7.500. De las 49.092 causas abiertas por la Inquisición entre el año 1560 y el 1700, dan una cifra de entre 930 y 980 condenados a muerte. En esas condenas por herejía, se contemplaban también crímenes como la violación o la piratería.

Otro de los grandes mitos son las matanzas orquestadas por la Inquisición contra los protestantes. Bien, el número de protestantes condenados por la Inquisición española entre 1520 y 1820 asciende a 220, de los cuales solo 12 fueron quemados. Autores como Gustav Henningsen, Jaime Contreras o Ricardo García Cárcel, entre otros estudiosos de la "Suprema", sostienen estas cifras.

Estas cifras resultan ridículas si las comparamos con las muertes que dejó la reforma anglicana, por ejemplo. Según la catedrática de historia moderna de la Universidad de Navarra, Rocío García Bourrellier, en Irlanda existían más de 2.000 monjes católicos antes del anglicanismo; solo 2 sobrevivieron a la represión de Enrique VIII. Durante el reinado de Isabel I, se ejecutaba a alrededor de 800 católicos al año. Y tuvo un reinado muy dilatado.

Además la Inquisición fue el primer tribunal del mundo que prohibió la tortura, cien años antes de que esto se prohibiese en otros tribunales. Muchos reos blasfemaban con el propósito de ser trasladados a cárceles inquisitoriales, más benignas que las prisiones comunes civiles.

Otro de las grandes leyendas dentro del mito en sí es la quema de brujas. La tan cacareada expresión de "Somos las hijas de las brujas que no pudisteis quemar", no es más que otro mito de la Leyenda Negra. Hubo persecuciones de brujas por parte de católicos en el siglo XV y XVI, pero las grandes cifras vienen de lado protestante después de la Reforma. Las caza de brujas en territorios alemanes, donde Lutero defendió vivamente su persecución, dejó un saldo de muertes que se cifran entre las 8.500 y las 15.000. En el distrito de Osnsbrück, por ejemplo, fueron quemadas 121 en tres meses en 1583. En Wolfenbutten quemaron a 10 en un solo día en 1593.También hubo una brutal persecución en la Inglaterra anglicana y en sus colonias.

En España, la Inquisición nunca se tomó en serio a la brujería como delito. Lo atribuían a ignorancia o falta de juicio. El obispo de Ávila, Alfonso de Madrigal, afirmaba en 1436 que los aquelarres eran fantasías producto de drogas. El dominico Lope de Barrientos, obispo de Cuenca, afirma que "nadie puede creer que una mujer pueda salir de una casa por una grieta, por un agujero de la pared o por una chimenea, porque con lo "luengo, ancho o rondo" de los cuerpos, no pueden pasar. Así concluye que creer en todo eso "no viene sino por falta de juicio". El Inquisidor General, Fernando de Valdés, en 1554 va aún más lejos: está convencido de que los casos de brujería "son simples imposturas, ya que es posible hacer confesar cualquier cosa a las brujas; en la mayoría de los casos, lo que hay que hacer es enviarlas a casa".

Según el hispanista francés, Jospeh Pérez, gran experto en la materia de la Inquisición Española, la Monarquía Hispánica constituye "un caso absolutamente único en toda Europa" pues frente a la "locura brujeril imperante", el Consejo de la Suprema y General Inquisición se convirtió en un "bastión de sensatez, prudencia y racionalidad" y no permitió "que se quemara una sola bruja" en las nueve "complicidades de brujas" en las que intervino entre 1526 y 1596. De hecho, de los archivos se desprende que hubo menos de 50 condenas a muerte en toda la historia de la Inquisición Española.

Hoy en día, los datos proporcionados por la inmensa mayoría de los historiadores modernos, no ofrecen la menor duda sobre la exageración desproporcionada de las atrocidades practicadas por la Inquisición, y más concretamente por la española. Sin embargo no parece que entre la gente común la leyenda negra de la Inquisición (sobre todo la española) haya desaparecido. Aún a día de hoy, muchísima gente cree que Galileo fue torturado y quemado en la hoguera. Incluso la mayoría atribuye a la Inquisición española la muerte en la hoguera de Miguel Servet, cuando precisamente murió a manos de los calvinistas.










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