El 15 de enero de 1596 Francis Drake daba la orden a sus buques de zarpar y abandonar el intento inglés de saquear Panamá, tras haber sufrido una sucesión de derrotas, que lo dejaron enfermo y completamente abatido.
En el marco de la Guerra anglo-española, que ya se alargaba por 10 años, la reina Isabel I encargó a dos de sus militares de mayor prestigio, Francis Drake y John Hawkins, ambos antiguos piratas, la misión de atacar las posesiones españolas en el Caribe, y desestabilizar el dominio de Felipe II sobre las rutas hacia América.
Si bien es cierto que la estrella de Drake no brillaba como antaño, debido a su nefasta dirección de la "Contraarmada", en 1589, que tenía por objeto atacar y saquear varios puertos españoles, el veterano pirata seguía teniendo un aura casi mística entre sus hombres, por lo que la reina lo sacó de su "destierro" en Plymouth, tratando de revertir el curso de la guerra, que se inclinaba inexorablemente del lado español, tras las derrotas en Coruña, Lisboa o las Azores.
Drake, convencido de que lo más dañino para España era atacar sus posesiones en el Caribe, le propuso el plan a la reina, que finalmente accedió a tal empresa, colocando como segundo de Drake a John Hawkins, y dando el mando de la infantería una vez en tierra al general Thomas Baskerville. Para ello contaban con 6 galeones reales, los mejores de la armada inglesa: el "Garland", el "Adventure", el "Hope", el "Defiance", el "Bonaventure" y el "Foresight". A estos buques había que sumarles más de una veintena de pinazas y numerosas barcazas y naves menores para transporte de tropas y pertrechos. Drake, además, contaba con 3.000 soldados y más de 1.500 marinos.
El optimismo era desbordante en la corte de la Pérfida Albión, y nada hacía presagiar algo distinto a una completa victoria inglesa, que diese la vuelta a la tortilla a una guerra que estaba asfixiando económica y moralmente a las islas. Pero la realidad es que desde el primer momento y, como ya sucediera en anteriores expediciones de Drake, la falta de provisiones supondría un gran contratiempo.
Tras valorar el alcance del problema, Drake y Hawkins concluyeron que sería imposible llegar al Caribe, por lo que tomaron la decisión de atacar las islas Canarias, al advertir el general Baskerville que podría hacerse en menos de medio día, y con un mínimo de bajas, con Las Palmas. Hasta allí llegarían el día 4 de octubre, sin reparar en que Alonso de Alvarado, gobernador de la plaza, había advertido su presencia y movilizaba a unos 1.500 hombres para defenderla.
El resultado sería la retirada de los ingleses tras más de una hora de fuego de artillería y mosquetería española, en la que perdieron casi medio centenar de hombres y diversas barcazas de desembarco. La empresa no iba a resultar como aseveraba Baskerville, por lo que Drake, más prudente de lo habitual, trató de desembarcar una decena de hombres para aprovisionarse de agua, siendo éstos muertos o capturados, y descubriéndose el plan original de los ingleses.
Alvarado no perdió un segundo y mandó aviso a América y España, mientras que Drake se aprovisionaba de agua en la Gomera, poniendo rumbo hacia el Caribe el 6 de octubre. Para principios de noviembre llegaron los ingleses allí, poniendo el ojo en Puerto Rico, donde el galeón español "Nuestra Señora de Begoña" estaba siendo reparado tras sufrir un temporal mientras transportaba plata.
A la vez que esto ocurría, llegaba por la retaguardia inglesa Pedro Téllez de Guzmán con una escuadra de 5 fragatas, más rápidas y marineras que los galeones reales ingleses, aunque de menor tamaño, que habían sido enviadas nada más recibir el mensaje que desde Canarias envió el gobernador Alvarado.
A la altura de las islas Guadalupe, en las Antillas, Guzmán arremetió contra la flota inglesa en una temeraria y singular acción, ya que el enemigo le superaba ampliamente. Pero la mejor maniobrabilidad y mayor rapidez de sus fragatas, unido al gran conocimiento español de aquellas aguas y a su disciplina y pericia en el combate, decantaron la balanza del lado del intrépido capitán. Los ingleses perdieron en aquella jornada a casi un centenar de hombres, incluidos 53 muertos, y al buque "Francis", que cayó en poder español juntos son los supervivientes de éste.
Guzmán, enterado del propósito inglés, puso rumbo inmediato a San Juan, en Puerto Rico, reforzando así las pobres defensas de la ciudad, que apenas contaba con 400 soldados y unos centenares de vecinos. También se unieron cerca de 300 hombres del general Pardo Sancho Osorio, capitán del "Nuestra Señora de Begoña".
El 22 de noviembre llegaron los ingleses a San Juan, y lo hacían sin Hawkins, quien había muerto el día 12 por unas fiebres. Pudiendo verse las velas enemigas por la Punta Escambrón, donde fondearon al atardecer, sin percatarse de la cerca que se encontraban del fuerte de San Felipe del Morro. Al caer la noche, y cuando Drake cenaba con sus oficiales, los españoles abrieron fuego contra el buque insignia de Drake, alcanzado su comedor y matando en el acto a los capitanes Clifford y Brown. Los ingleses levaron anclas y se batieron con las defensas de la plaza mientras trataban de salir del alcance del fuego español.
A la noche siguiente, aprovechando la nubosidad reinante, los ingleses enviaron 30 barcazas con casi 1.500 efectivos. El plan consistía en prender fuego a las fragatas españolas, y casi lo logran. Lanzaron artefactos incendiarios en 3 de ellas, pudiendo apagarse el fuego en 2, pero la luz de las llamas de la "Magdalena", hizo visible las barcazas enemigas, por lo que la dotación de las fragatas españolas se cebó con los ingleses, convirtiendo aquellas aguas en una auténtica carnicería. Más de 400 muertos y una decena de barcazas perdieron los de Drake, quien debía huir nuevamente.
Dos fracasos estrepitosos que no sirvieron de mucho al antiguo pirata, que se resignaba a no obtener una victoria con la que presentarse ante la reina. Para ello, y tras comprobar la imposibilidad de tomar poblaciones importantes como Cartagena de Indias, decidió partir hacia Panamá, quizás pensando en obtener botín de algún mercante español. Mientras, Pedro Téllez de Guzmán partía con la plata del "Nuestra Señora de Begoña"el 20 de diciembre, llegando a España sin el menor contratiempo.
Era el 6 de enero de 1596 cuando la flota de Drake llegaba a las costas de Panamá. El lugar elegido para el desembarco era una villa convenientemente abandonada llamada Nombre de Dios, en pleno istmo. Alonso de Sotomayor, gobernador de la provincia de Panamá, había urdido un brillante plan de tierra quemada y lucha de guerrillas, que acabaría resultando letal para el enemigo. Desde el lugar de desembarco partió Baskerville con algo más de 1.000 hombres, mientras que Drake, con las barcazas que le quedaban, remontaría el río Chagres para apoyarle. Lo cierto es que, tras dos días de marcha, Baskerville se plantó ante el fuerte de San Pablo, defendido por 70 españoles bajo el mando del capitán Juan Enríquez, sin obtener noticia alguna de los refuerzos prometidos por Drake, quien permaneció en la costa sin intervenir, como ya había hecho en Lisboa en 1589.
El 8 de enero los ingleses se lanzaban al ataque. Los españoles, con su habitual disciplina y en perfecta formación, consiguieron rechazar uno a uno todos los asaltos enemigos manteniendo una cadencia de fuego insuperable para los hombres de Baskerville. Para mayor desgracia inglesa, a mediodía llegaba el capitán Hernando de Liermo con un refuerzo de 50 hombres. Consciente de lo inútil que sería enfrentarse a un contingente tan superior, situó a sus hombres entre la maleza, ocultos y bien separados entre sí, haciendo sonar los tambores y los clarines, de manera que pareciera que un gran ejército avanzaba hacia el fuerte.
Baskerville, desesperado ante el gran número de bajas que tenía, las enfermedades que asolaban a su ejército, y la ausencia del refuerzo de Drake, decidió batirse en retirada. No sería fácil; los españoles iniciaban la guerra de guerrillas planificada por Sotomayor, convirtiendo los 3 días que tardarían los de Baskerville en llegar a la costa, en un auténtico infierno. Tampoco faltaría la ayuda de los indios, que se lanzaron a la caza de cuantos ingleses se encontraban en el camino. Casi la mitad de sus hombres perdió el general inglés, quien se las tuvo con Drake a su llegada a los barcos.
Las bajas, las enfermedades y la ausencia de agua potable y víveres, hicieron que el antiguo pirata tuviera que izar velas y retirarse el día 15 de enero. Por si fuera poco, cada intento de aprovisionarse de agua era respondido por un ataque español, haciendo que en pocos días casi otro medio centenar de hombres murieran como consecuencia de ello. Drake, abatido y muy enfermo debido a la disentería contraída por beber agua en mal estado, acabaría muriendo el 28 de enero de 1596, siendo su cuerpo arrojado al mar.
Ahora el mando recaía en el general Baskerville, quien resolvió volver a Inglaterra, haciendo antes las reparaciones necesarias para el viaje en la isla de Pinos, en las Antillas Mayores. Mas no acabaría aquí la pesadilla inglesa; una escuadra española de 3 galeones bajo el mando del almirante Juan Gutiérrez de Garibay, quien se había adelantado al resto de la flota que hacía reparaciones en Cartagena de Indias, sorprendió a Baskerville, quien veía cómo la mayor parte de sus hombres aún estaban en tierra recogiendo víveres.
El almirante español arremetió contra la mermada flota inglesa, que aún contaba con 18 buques para presentar batalla, pero el sorpresivo ataque desarboló por completo a los ingleses, quienes huyeron a la carrera, perdiendo en la acción un galeón con 300 hombres a bordo, a los que hubo que sumar otros buques y muchas barcazas y hombres, que no tuvieron tiempo de embarcar. Por su parte, los españoles perdieron un galeón, que se incendió y acabó estallando, y cerca de 80 hombres en aquella acción.
Bernardino de Avellaneda, que había partido junto a Garibay a comienzos de enero desde Lisboa, tras conocer la presencia de Drake en el Caribe, y cuya formación se había visto rota por las fuertes tormentas del invierno atlántico, ahora llegaba hasta Pinos y se lanzaba a la persecución de los ingleses quienes, para ganar velocidad, no dudaron en arrojar por la borda la artillería de la que disponían, renunciando a combatir, teniendo incluso que mojar las velas para ganar impulso, y conseguir abrir distancia y poner rumbo a Plymouth, donde llegarían semanas después.
La misión fue un estrepitoso fracaso, uno de los mayores que ha conocido Inglaterra a lo largo de su historia. Los 5 combates que entablaron con las fuerzas de la Corona Española acabaron en derrota. Sus 2 carismáticos almirantes murieron, junto a 15 comandantes y capitanes y otros 22 oficiales, así como otros 3.000 hombres, entre soldados y marineros. De los 28 buques que habían zarpado de Plymouth un año antes, tan solo regresaron 8, perdiendo 1 galeón, que fue capturado junto a otros 2 barcos de transporte, y resultando hundidos 17 buques más, mientras que en el lado español tan solo hubo que lamentar unas 200 bajas y la pérdida de un galeón y una fragata.
El ilustre poeta español Lope de Vega, apodado el "Fénix de los ingenios", escribió en 1598 una epopeya de título "La Dragontea", inspirado por el apellido del pirata inglés, en la que narraba la muerte de Francis Drake, simbolizado en la obra por un terrible dragón que moría a manos de los soldados españoles, representados por el águila, de ahí que en la portada viniese la expresión latina "Tándem Aquila Vincit" (por fin venció el águila). En su dedicatoria al futuro rey Felipe III, mostraba de esta forma las causas que le habían llevado a escribir dicho poema épico:
"Dos cosas me han obligado a escribir este libro, y las mismas a dirigirme a V. Alteza: la primera que no cubriese el olvido tan importante victoria, y la segunda que descubriese el desengaño lo que ignoraba el vulgo, que tuvo a Francisco Draque en tal predicamento, siendo la verdad que no tomó grano de oro que no costase mucha sangre...".
Portada de la Dragontea |
Ruta seguida por la expedición de Drake y Hawkins |
Francis Drake |
John Hawkins |
Alonso de Sotomayor |
No hay comentarios:
Publicar un comentario