Creada en 1531, la Liga Esmalcalda agrupaba a los territorios de Sajonia, Hesse, El Palatinado, Brunswick, Bremen, Lübeck, Magdeburgo, Estrasburgo, Ulm y Constanza entre otros, extendiendo sus dominios desde el Báltico hasta Suiza, con el fin de apoyar la Reforma Luterana y debilitar el poder del emperador del Sacro Imperio, Carlos V. Lo que en un primer momento era una unión para tratar de mantener los privilegios de los príncipes protestantes, se acabó convirtiendo en una guerra sin declaración previa, más aún con las ayudas recibidas por los protestantes desde Francia primero, y más tarde desde Dinamarca.
Alentados por el titubeo y la tolerancia inicial del emperador, pronto empezaron las confiscaciones de tierras a la Iglesia Católica y la expulsión y persecución de católicos, ya que los protestantes no solo buscaban imponer su fe, sino apropiarse también del patrimonio de sus enemigos. Los príncipes católicos se unieron algo más tarde, en 1538, bajo la llamada Liga Católica o Santa Liga de Nuremberg. Reclamado por la Iglesia, Carlos V, como emperador, estaba obligado a defender al catolicismo de los constantes ataques en los territorios protestantes, por lo que se decidió a actuar acompañado por su hermano Fernando, archiduque de Austria y rey de Hungría y Bohemia, y de sus aliados en Baviera, territorio que permanecía fiel a la Iglesia Católica.