El Milagro de Empel

España en la Guerra de los 30 Años (Parte III. Fase Alemana. Campaña del Palatinado 1622-1623)


1622 comenzaba con las fuerzas españolas de Córdoba como señoras de la mayor parte del Palatinado, la disolución de la Unión Protestante, y Fernando consolidando su poder. Pero lo cierto es que en Alemania las tensiones crecían por la filtración de las promesas que el emperador había hecho a Maximiliano de Baviera sobre las tierras y la dignidad electoral.

Por su parte Francia se hallaba inmersa en unas guerras religiosas causadas por las revueltas de hugonotes, pero contribuía en secreto con fondos a promover cualquier causa contra España. Las hostilidades contra Holanda se habían reanudado, lo mismo que contra las ligas grisonas en la Valtelina, y Francia, Venecia o Saboya las apoyaban, por lo que pronto España se vio luchando en 3 frentes y con sus recursos cada vez más debilitados.

Para hacerse una idea de la falta de medios baste con leer el informe de las tropas de Fernández de Córdoba en el Palatinado Inferior, que el capitán Álvaro de Losada envió a Ambrosio de Spínola: "De las calidades del ejército que el señor don Gonzalo tiene a su cargo, se decir a V.E. en conciencia, que a mí se me ha hecho milagro por más partes y valor que tiene este caballero, el haber salido sin desaire este verano pasado, porque se apretó mucho la campaña, y porque lo más de él consta de levas, y los españoles y italianos con resabios de Nápoles, la caballería sin oficial principal, ni la artillería, y con el tren muy disipado".


-Invierno 1621-1622

Con la llegada del invierno los ejércitos se retiraron a sus acuartelamientos; Córdoba montaba su campamento general en Oppenheim, mientras que Tilly lo hacía en la ribera del río Neckar, extendiéndose por el sur de la Bergstrasse. Por su parte Mansfeld trató de invadir la Alsacia del archiduque Lepoldo, hermano del emperador. Al ejército del archiduque se le unieron dos tercios y 4 compañías de caballería enviados desde Milán por el duque de Feria, y las tropas de Jerónimo Caracciolo, marqués de Montenegro, que derrotaron a las tropas de Mansfeld y las pusieron en fuga.

Mansfeld empezaba a ser conocido por su falta de escrúpulos y de palabra, además de su gusto por propagar enfermedades, como cuando esparció la peste por por toda Franconia o cuando extendió el tifus en Alsacia. Así, tras huir de Alsacia, se plantó en Hagenau con sus hombres, exigiendo dinero para evitar que saqueara la ciudad. Tras pagarle un recate de 100.000 florines, Mansfeld regresó a los pocos días y saqueó la villa de una manera brutal, para después entregarla a los protestantes. Antes de acuartelarse intentó tomar Saverne, en la región de Alsacia, pero la enconada defensa de Adolfo de Solms le causó más de 500 bajas y tuvo que retirarse definitivamente a Hagenau, saqueando cuanto pudo para mantener a sus tropas.

Mientras tanto las negociaciones entre España, Inglaterra y el emperador para desbloquear la situación en el Palatinado no prosperaban. España e Inglaterra apostaban por la devolución de sus tierras y su dignidad electoral a Federico, siempre y cuando éste se abstuviera de levantarse contra el emperador, pero Fernando, presionado por las promesas que había hecho a Maximiliano, se oponía. En este orden de cosas Federico y su mujer Elizabeth, hija del rey Jacobo I de Inglaterra, se afanaron en lograr cuantos recursos pudiesen para su causa.

De esta manera Cristian de Brunswick, el falso obispo de Halbertstadt, se había declarado defensor de la causa protestante y, tras saquear la baja Sajonia, la villa de Lippstadt, en el condado de La Marca, y el obispado de Paderborn, levantó un ejército de más de 15.000 hombres en Westfalia. Cristian era un apasionado de la guerra, aunque sin demasiadas dotes para ello, y un defensor a ultranza de Elizabeth, de quien podría estar secretamente enamorado. También respondió al llamamiento el calvinista Jorge Federico de Baden-Durlach, un arribista que pretendía usurpar de esta manera los territorios de Baden-Baden, y que levantó un ejército de 11.000 hombres, dirigiéndose a las proximidades de Karlsruhe para esperar la llegada de Federico el Palatino. Las fuerzas enemigas sumaban aproximadamente 50.000 hombres, suficientes para enfrentarse a los ejércitos de Córdoba y Tilly.

-Comienzo de la campaña de 1622

A principios de abril los católicos comenzaron sus movimientos con el envío de Tilly de los coroneles Pappenheim y Eynatten, con una fuerza de 3.000 infantes y 1.000 caballos, para tomar el castillo de Weingarten antes de que 20 compañías de caballos de Jorge Federico de Baden-Durlach se apropiara de él. Los católicos se hicieron con el castillo tras matar a muchos protestantes y hacerles perder más de 100 carruajes con pertrechos y 500 caballos.

Las autoridades españolas intentaron atraerse la voluntad de Mansfeld, incluso le agasajaron con una comida donde le prometieron buenas compensaciones, pero no aceptó. Además la llegada de Federico a Landau, al oeste de Espira, precipitó todo. A finales de abril las fuerzas de Federico y de Mansfeld se reunieron cruzando el Rin desde Gemersheim y salieron por la villa de Russheim. Por su parte Tilly había cruzado el Neckar hacia el sur y comenzó a rodear Heidelberg, tomando las villas de Minneburg, Neckargemund, Sinsheim y Rhorbach, dirigiéndose a Espira. El 27 de abril las fuerzas de Tilly se encontraron con las de Mansfeld y Federico en Mingolsheim.

Tilly contaba con poco menos de 15.000 hombres, mientras que las fuerzas de Mansfeld ascendían a más de 18.000, por lo que el comandante católico mandó a su caballería por delante, la cual sorprendió a las tropas protestantes cruzando el riachuelo de Kleinbach. La caballería croata se cebó con los hombres de Federico y de Mansfeld, pero la infantería católica todavía no había llegado y además, cuando las líneas protestantes estaban a punto de desmoronarse, aparecieron dos regimientos de Jorge Federico. Las tornas habían cambiado y a Tilly solo le quedaba retroceder en buen orden. Los católicos perdieron 2.000 hombres mientras que los protestantes solo 700. A los dos días el resto del ejército del de Baden-Durlach, se juntaba con Mansfeld y Federico, y ponían sitio a Sinsheim.

Pero la estrategia protestante iba a resultar errónea ya que se perdió un tiempo precioso en tomar Sinsheim y Eppingen. Además Baden-Durlach se dirigió al este tras los pasos de Tilly mientras que Mansfeld y Federico lo hicieron al norte, a sitiar Landenburg y proteger Heidelberg. El archiduque Leopoldo aprovechó esto para levantar un ejército en el Tirol de 11.000 hombres y recuperar las tierras perdidas de Alsacia. Mientras tanto Tilly mandaba correos a Córdoba solicitándole ayuda ante la ofensiva de Jorge Federico así que finalmente, y tras dejar las plazas españolas guarnicionadas y con suministros y municiones suficientes, se dirigieron las tropas españolas en ayuda de Tilly en dirección a Wimpfen, pasando por las villas católicas de Mossbach o Minneburg, que les aclamaban a su paso.

-Batalla de Wimpfen 

El 5 de mayo los ejércitos católicos se reunieron y comenzaron a desplegarse para la batalla. Córdoba se dispuso en el flanco derecho, lugar de honor al estar al servicio del rey. El ejército español lo formaban algo más de 4.000 infantes, destacando el Tercio de Nápoles con 1.400 veteranos españoles. También estaban los regimientos de infantería alemana y valona de Bauer y de Emden. A estas fuerzas se sumaban unos 2.000 caballos al mando del comisario Berenguer, situadas en el extremo derecho de la fuerza española, y 4 cañones. Tilly, en el ala izquierda, contaba con unos 9.000 infantes, aunque algunos autores lo reducen a 7.000, destacando los regimientos bávaros de Schmidt y Haimhausen, y el batallón de Buningen. También llevaba 2.900 caballos, incluidas las 13 compañías del regimiento de caballería de Maestro, posicionadas en el extremo izquierdo. Las tropas católicas se situaron al sur de Wimpfen, cubiertos al este por el río Neckar, y al sureste de su posición estaba la villa de Untereisesheim.

Despliegue de la batalla de Wimpfen

Jorge Federico, ansioso por entrar en combate, situó a su ejército al sur de las tropas católicas, delante de un riachuelo llamado Bölliger. Al este de su posición tenía el río Neckar y al oeste la villa de Biberach y unos bosques que, creía el de Baden-Durlach, que le darían protección. Todo ello formando un semicírculo de 2 kilómetros Contaban los protestantes con 10.000 infantes, destacando los regimientos de infantería de Baden, al mando del coronel Hunolstein, el de Wurtemberg, el de Sajonia-Weimar del coronel Uslar y el de Goldstein. La caballería la formaban los regimientos de Leib, Rhinegrave, la de Wurtemberg al mando del duque Magnus, y la del coronel Streiff, la más potente de Jorge Federico, sumando un total de 3.500 caballos. La artillería estaba a cargo del coronel Bocklin y se componía de 2 cañones, 6 medios cañones, 3 falconetes y 70 carros de guerra o tabores detrás de los cuales se situaron unos 2.000 mosqueteros.

Esta poderosa línea defensiva daba confianza al líder protestante y sembraba las dudas entre los mandos católicos. Tras unas pequeñas escaramuzas a lo largo de las últimas horas del día 5. Los primeros combates del día 6 fueron entre ambas artillerías, aprovechando los católicos su posición más elevada para superar las mejores defensas del enemigo. Tras desayunar y escuchar la oportuna misa Tilly se decidió a atacar a eso de las 11 de la mañana llegando a una distancia de 100 metros de la vanguardia protestante, pero el continuo fuego de mosquete y cañón de éstos, les hizo retroceder. Pasada la media mañana y, ante el calor reinante, Tilly y Córdoba aprovecharon para dar descanso a sus hombres y almorzar. Jorge Federico quiso hacer lo propio y sus hombres empezaron a relajarse, los mosqueteros de vanguardia se retiraron y los hombre del flanco izquierdo empezó a abandonar sus posiciones para comer y comentar lo sucedido.

Córdoba había aprovechado para enviar una manga de mosqueteros y arcabuceros de los capitanes Martín Fernández y Alfonso Marcía a internarse en el bosquecillo que cubría el flanco izquierdo protestante horas antes, y ahora les daba la orden de tomar la aldea de Biberach. Jorge Federico se dio cuenta del error y quiso subsanarlo mandando a su infantería recuperar la posición y a su caballería cargar contra las posiciones de la caballería católica de Maestro. Gonzalo de Céspedes y Meneses, en su obra Primera parte de la Historia de D. Felipe IIII, publicada en 1631, describía así la arenga que Córdoba, marchando a caballo entre sus hombres, lanzó: "Marchad con gran firmeza a pelear, y caminad a vencer, pues los presentes enemigos a Dios y a su Príncipe, hacen justísima vuestra causa. Procurad este día dar con valor nuevos trofeos al Águila Imperial Romana y a los Castillos y Leones acostumbrados a vencerlas".

Los españoles empezaron a rodear el flanco izquierda de Jorge Federico pero la caballería de éste había sobrepasado a la de Maestro, rompiéndose el flanco del ejército de Tilly. Solo la intervención del regimiento de infantería de Schmidt pudo salvar la situación, reorganizándose las filas de Maestro tras él. Córdoba vio el movimiento de la caballería enemiga y se lanzó al frente de sus jinetes, pero éstos entendieron mal las órdenes y caracolearon tras la primera descarga, quedando el general español rodeado por el enemigo. Solo la intervención del Tercio de Nápoles le salvó de ser apresado. En el otro ala la carga de Baden perdió fuerza ante la defensa enconada de los veteranos alemanes de Schmidt.

La suerte sonrió a los católicos cuando un cambio repentino de viento llenó de humo el campo enemigo, quedando éste cegado, algo que aprovechó Córdoba para reorganizar sus filas haciendo Tilly lo propio. El Tercio de Nápoles avanzó junto con los hombres de Bauer, mientras que Tilly sacó al batallón de Buningen, que estaba fresco, cargando todos contra la línea de tabores a las 7 de la tarde. Los regimientos de infantería protestantes de Helmstadt y Goldstein formaron en erizo pero los jinetes católicos lograron envolverlos. Esta infantería era de peor calidad y enseguida se vio sobrepasada, más aún cuando Tilly comenzó a batirles con su artillería, impactando uno de los proyectiles en un carromato de pólvora que estalló por los aires. Jorge Federico se puso en fuga junto a los restos de su caballería y, tras la muerte del coronel Helmstadt y la última carga de Tilly con sus caballos sobre la derecha protestante, lo poco que quedaba de la infantería se hundió.

La batalla había terminado. Baden-Durlach perdió casi todo su ejército, más de 2.000 hombres muertos, incluidos un reingrave de caballería, 2 coroneles y 42 oficiales, además de otros 2.000 heridos. También perdió todos sus tabores, más de 400 carros de bagaje y un tesoro de 125.000 florines. El resto, salvo los poco más de 3.000 hombres que siguieron a Jorge Federico, huyó o cayó prisionero. Los católicos contaron 600 muertos y algo más de 1.000 heridos. El revés para el bando del Palatino fue enorme, aunque continuó con sus operaciones.

Grabado de la batalla de Wimpfen, de Matthaus Merian

-Llegada del verano: el camino a Höchst

Como se ha dicho, Mansfeld había partido al norte para sitiar la plaza de Landenburg y cortar el paso a los católicos a través del Neckar y evitar la amenaza sobre Heidelberg. Se le unió Jorge Federico y los restos de su ejército. Landenburg no podía aguantar ante tal ejército. Contaba solo con 8 compañías de infantería bajo el mando del barón de Neuerberg. Córdoba avanzaba a marchas forzadas junto a Tilly para hacer frente a Mansfeld, y había dado órdenes a Baltasar de Santander, teniente de maestre de campo general, para salir de Oppenheim y socorrer la plaza. Pero no hubo tiempo, el 8 de mayo los de Mansfeld entraron y mataron a todos cuantos pudieron, demoliendo las fortificaciones de Landenburg.

Tomada Landenburg se dirigió Mansfeld a Alsacia para levantar el sitio al que el archiduque Leopoldo tenía sometido Hagenau. En una rapidísima operación los ejércitos protestantes levantaron el asedio y para finales de mayo ya estaban nuevamente en Espira. Desde Mannheim parten las fuerzas del Palatino, Mansfeld y Jorge Federico, avanzando en dirección norte a través de la Bergstrasse y entrando en Darmstadt el 2 de junio, en el landgraviato de Hesse-Darmstadt, tomando como prisionero a Luis de Hesse. Desde allí partió Mansfeld hacia el este a Aschaffenburg, en la margen izquierda del río Maeno, a esperar al ejército de Cristian de Brunswick, Tras esperar 2 días de manera infructuosa, y ante la próxima llegada de Tilly, que había salido de Wimpfen para dar caza al ejército de Mansfeld, éste volvió bajo sus pasos hasta Dieburg con la intención de acuartelarse en Mannheim.

El 10 de junio hubo de parar a consecuencia del cansancio de sus hombre, que habían recorrido a marchas forzadas una considerada distancia. El lugar elegido fue la abadía de Lorsch, al noreste de Mannheim, en la Bergstrasse. Al anochecer la caballería española de Pascual Berenguer, que había sido cedida a Tilly por Córdoba, irrumpió en el campamento protestante causando el pánico. Federico emprendió la huida y su ejército hizo lo propio, siendo duramente hostigado por la caballería española y la infantería de Tilly, que apareció por el flanco protestante. El desastre fue enorme; cayendo presos el primo de Ernesto de Mansfeld, Felipe, el conde Cristian de Birkenfeld, y decenas de oficiales. Las bajas ascendieron a más de 4.000 entre muertos, heridos y presos o huidos. Los católicos habían impedido la reunión de dos grandes ejércitos protestantes y habían deshecho en menos de un mes dos fuerzas enemigas.

Cristian de Brunswick, que había logrado levantar un ejército de 22.000 hombres, estaba cruzando el río Weser por la villa de Höxter, en Westfalia, a unos 350 kilómetros al norte de Mannheim. Los espías católicos habían informado al conde de Anholt y a Enrique de Bergh de este movimiento, siguiéndole en su furtivo y despiadado camino. Brunswick iba saqueando cuando pueblos y templos católicos se encontraba a su paso por los territorios de Turingia, Fulda y Würzburgo. Se dirigió entonces al arzobispado de Maguncia, completamente desprotegida. Los desmanes cometidos por las huestes de Cristian era inenarrables; violaciones, saqueos, asesinatos, torturas... todo valía para aquellos protestantes.

Sin embargo con la victoria en Lorsch, el ejército católico, que sumaba unos 20.000 infantes y 6.000 caballos, quedaba dueño y señor de la Bergstrasse y había devuelto Hesse-Darmstadt a la normalidad. Córdoba recibió refuerzos de Bohemia lo que le permitía reforzar las plazas en el Palatinado. Brunswick, en lugar de seguir hacia la Bergstrasse y llegar a Mannheim, viró hacia el oeste y cruzó el río Kinzig, a la altura de Gelnhausen, mientras que Anholt y Losada convergían con Córdoba y Tilly en Aschaffenburg, avanzando en paralelo al ejército protestante. Cristian había mandado una avanzadilla de 1.500 infantes y varias compañías de caballería al mando del coronel Knyphausen, para poner sitio a la ciudad de Höchst y levantar un puente sobre el río Meno. El ejército católico avistó al protestante el día 19 de junio, que ya había tomado Höchst, produciéndose los primeros combates, aunque de poco calado.

-Batalla de Höchst

Brunswick, que tenía menos hombres, desplegó sus fuerzas el día 20, adoptando una posición defensiva potente, con su ejército tras un riachuelo difícilmente vadeable. En su frente central plantó varias líneas de trincheras; a su derecha estaba cubierto por el río Meno, mientras que a su izquierda tenía un bosque. El plan del protestante era cruzar todo su ejército por el Meno y que la caballería cubriera la retirada de la infantería. La infantería se desplegó de izquierda a derecha, con los regimientos de Carpzo, Isenburg, Lowenstein, Saxe-Lauenburg, Knyphausen y Leib, mientras que la caballería se situó detrás, principalmente a la derecha del ejército, aunque se desplegó otro pegado al bosque y protegido por unos 1.000 mosqueteros. Finalmente los tres cañones que llevaban fueron emplazados delante del regimiento de Leib.

Los católicos formaron de manera similar a Wimpfen. Los españoles en el ala derecha, formando dos cuerpos de ejército: uno con el Tercio de Nápoles en la derecha de la formación, reforzado por los italianos de Campolattaro, el tercio italiano de Spinelli y los tercios valones del coronel Hennin y del coronel Guillermo Verdugo, a quien se le entregó el mando de este cuerpo. El otro cuerpo, con unos 2.400, estaba formado por los regimientos de alemanes de Fugger y de Fourdin, y se situaba en la izquierda, pegado al ejército de la Liga. En su extremo izquierdo formaron los arcabuceros a caballo de Gauchier y detrás los coraceros de Berenguer y de Losada; un total de unos 4.000 caballos. Tilly formó 3 batallones, el primero lo formaba el regimiento de Schmidt, pegado a los alemanes de Fugger. El segundo lo mandaba Herliberg y Wurzburg, y en el ala izquierda se situaron las 13 compañías de regimiento de Anholt, mandado por el coronel Matthias Gallas y la caballería. La artillería, 18 piezas disponibles, se situó por delante de la infantería.

Empezó la batalla un poco antes del mediodía con la artillería católica castigando las posiciones de Brunswick; un medio cañón de éste voló por los aires de un disparo, otro explotó, y los proyectiles empezaron a abrir huecos en las líneas protestantes. Las líneas de Córdoba se fueron adelantando hasta cruzar el riachuelo de Sulzbach, mientras que los de Anholt cruzaron el río Nidda y atacaron el flanco derecho de Brunswick, y los regimientos de Schmidt y de Herliberg y Wurzburg, imitaban a los españoles cruzando también el riachuelo, y todo mientras la artillería seguía martilleando sin piedad. Las trincheras protestantes fueron asaltadas y, a pesar de un contraataque con algún éxito inicial, no había defensa posible. En este punto Tilly cometió el error de no seguir presionando y avanzando, dando unas dos horas al enemigo para ir retirándose. A las diez de la noche todo había acabado tras la toma del castillo de Höchst por parte de los católicos.

Lo que quedaba del ejército de Brunswick emprendió la huida hacia el sur, mientras que la caballería croata se cebaba con sus unidades más rezagadas, llegando a Bensheim donde les aguardaba Mansfeld con 50 compañías de caballos para darles protección, dirigiéndose a Mannheim. Cristian perdió a la mitad de su ejército, entre muertos, prisioneros y desertores. También buena parte de su bagaje, aunque logró poner a salvo el gran tesoro que había acumulado con sus continuos saqueos y chantajes.

Grabado de la Batalla de Höchst, por Matthaus Merian

-El ejército protestante se pone en marcha

Fernández de Córdoba se dirigió tras esto a Landeburg con la intención de levantar un nuevo puente sobre el Neckar y así aislar las plazas protestantes de Mannheim, Frankenthal y Heidelberg. La reunión al fin de Mansfeld, Brunswick, Jorge Federico y el Palatino no trajo las consecuencias que los protestantes esperaban, ya que las desavenencias entre ellos eran evidentes y sus ejércitos, agotados y desmoralizados, amenazaban con deserciones masivas ante la imposibilidad de mantenerlos en aquellas mermadas y exiguas tierras. Jorge Federico tiró la toalla y el 22 de junio, tras licenciar a sus hombres, regresó a sus dominios y abdicó en su hijo, buscando el perdón del emperador, quien hizo retornar sus tierras a sus legítimos dueños, a los que también debió indemnizar el de Baden-Durlach.

Los 3 líderes protestantes emprendieron la marcha hacia Alsacia en una situación bastante precaria pues la falta de alimentos era notoria, por lo que el pillaje que cometieron a su paso fue terrible. Al llegar a Saverne se encontraron nuevamente con la obstinada defensa de Adolfo de Solms, que les puso en fuga no sin antes haberles causada multitud de bajas. Además la guarnición católica de Hochfelden puso en fuga a dos compañías de Brunswick, lo que fue suficiente para que los protestantes desistieran de cualquier acción sobre Alsacia, y menos cuando el archiduque Leopoldo y el conde de Anholt les seguían los pasos, por lo que se dirigieron a Lorena con la esperanza de poder mantener a las tropas. Mientras tanto Leopoldo recuperaron las territorios en Alsacia que los protestantes habían sometido.

Federico se desencantó ante la desolación que Brunswick y Mansfeld causaban. También empezaba a perder la confianza de sus hombres y sus generales y además, entablaba negociaciones secretas con España, Inglaterra y el emperador, para lograr la restitución de sus tierras y su dignidad electoral y unirse finalmente a Fernando II. Con este panorama, y tras arrasar Lorena, entraron en Francia, acogidos por el duque de Bouillon, con un ejército de 17.000 hombres y, el 13 de julio, Federico promulgó el edicto por el cual liberaba de su pacto de obediencia a Mansfeld y Brunswick, y escribió a Tilly solicitándole poder volver al Palatinado, mientras que Mansfeld ofreció sus servicios a la gobernadora de los Países Bajos, Isabel Clara Eugenia, pero las condiciones exigidas por el caudillo protestante eran inasumibles.

Mansfeld entonces recibió una propuesta de los hugonotes franceses, pero el rey Luis XIII se percató de la amenaza y ofreció a Mansfeld ponerse a su servicio. No obstante era una estratagema del rey para ganar tiempo y reunir un ejército con el que plantarle cara. Mansfeld se dio cuenta de lo que se le venía encima y decidió emprender la marcha en dirección a Flandes, desde donde le llegaba una buena oferta para levantar el asedio al que Spínola tenía sometida a la ciudad de Bergen-op-Zoom. Córdoba, que conocía los movimientos del conde alemán, emprendió una persecución para tratar de evitar que Mansfeld pudiera ponerse al servicio de los holandeses. Mansfeld y Bunswick cruzaron el río Mosa y entraron en la provincia española del Henao el día 26 de agosto. Para el día 28 ya estaban en las inmediaciones de Fleurus.

-Fleurus y el final de la Campaña del Palatinado

El día 29 ambos ejércitos formaron para presentar batalla. Córdoba contaba con solo 6.000 infantes y poco más de 2.000 caballos, formando a sus tropas en 4 batallones, ocupando el ala derecha el batallón de Verdugo e Ibarra, con el Tercio de Nápoles y el tercio borgoñón de Balanzón, el valón de Verdugo y el del fallecido Bucqouy. El segundo batallón estaba a cargo de Isemburg, el tercero bajo el mando del marqués de Campolattaro, y el cuarto, en el ala izquierda, el batallón de Camargo. La caballería se situaría a sus flancos. En el derecho los jinetes de Gauchier y Berenguer, con unos 1.200 jinetes, y en el izquierdo unos 800 caballos bajo el mando de Da Silva.

Los protestantes contaban con 8.000 infantes, distribuidos en 8 batallones, y algo más de 6.000 caballos. Mansfeld formó con la infantería en el centro, mientras que Brunswick, en el ala izquierda, llevaba la mayor parte de la caballería, unos 5.000 jinetes distribuidos en 50 compañías. El ala derecha estaba ocupada por algo más de 1.000 caballos bajo el mando del coronel Streiff.

Batalla de Fleurus

La Batalla de Fleurus comenzó sobre las 6 de la mañana tras abrir fuego los españoles con su artillería y duró algo más de 6 horas, cuando Mansfeld dio la orden de retirada tras aguantar los españoles todas y cada una de las cargas de su ejército, que quedó completamente deshecho. Tan solo se salvaron menos de 3.500 jinetes que pudieron huir con Mansfeld y Brunswick, al que se le tuvo que amputar un brazo a su llegada a Breda. Los de Córdoba contaron más de 300 muertos, la mayoría españoles del Tercio de Nápoles, que perdió al maestre de campo Francisco de Ibarra. Murieron también 14 capitanes y resultaron heridos más de 900 hombres.

Fleurus supuso el final del ejército de Mansfeld y el Palatinado se vio libre de su amenaza, por lo que el archiduque Leopoldo y Tilly se lanzaron a recuperar las plazas que aún seguían en poder protestante. Primero liberaron Espira y desde allí se dirigieron a Gemmersheim para ponerla sitio, tomándola al asalto y obteniendo un gran botín. Worms expulsó a los soldados protestantes y acogió de buena gana a las tropas católicas. El 10 de septiembre se puso Tilly con el sitio de Heidelberg, sin que las peticiones del embajador inglés al emperador pudieran hacer nada para evitarlo. El 16 entraba Tilly en la ciudad, tomándola al asalto, y al día siguiente estaba celebrando misa en ella. La Biblioteca Palatina fue entregada como presente al papa por parte de Maximiliano de Baviera.

Tras tomar la capital del Palatinado, Tilly se apresuró a tomar Mannheim, en la confluencia del Rin y el Neckar, y considerada inexpugnable, y defendida por algo más de 1.000 ingleses de Horacio Vere. Tras ponerla sitio y ante el inmediato asalto de los católicos, Vere entregó la ciudad a cambio de condiciones honrosas el 2 de noviembre de 1622. Solo Frankenthal resistía al avance católico cuando el invierno obligó a Tilly y Leopoldo a acuartelarse en los condados de Hanau e Isenburg.

En enero de 1623 se reunieron en Ratisbona los príncipes alemanes y el embajador español, aunque estaban ausentes y sin representación los Electores de Barandenburgo y de Sajonia, por lo que las decisiones no vincularían al imperio. Fernando, presionado por España, Inglaterra y los protestantes, Fernando otorgó el electorado por solo de manera vitalicia, ya que tras la muerte de Maximiliano la dignidad electoral volvería a los hijos del Palatino. El 14 de abril se ejecutaba aquel bando imperial dictado en 1621 y las divisiones en Alemania eran más que visible.

La ciudad de Frankenthal, último reducto protestante en el Palatinado, cayó en marzo de 1623 tras la rendición de las fuerzas defensoras inglesas a Fernández de Córdoba. Mientras tanto Brunswick había vuelto a levantar un ejército y, tras ser rechazado por Ernesto de Mansfeld, que había encontrado al fin un pedacito de tierra en Frisia Oriental donde descansar sus ambiciones, se alió con el estado de Hasse-Cassel y se asentó en el Círculo de la Baja Sajonia, pero Tilly, que quería poner fin a cualquier atisbo de fuerza protestante en Alemania había salido a su encuentro y los príncipes del Círculo, temerosos de las represalias de la Liga Católica, rompieron los pactos con el temerario Brunswick, que había renunciado además al Obispado de Halberstadt en favor de su tío, el rey de Dinamarca.

El 6 de agosto de 1623 Tilly derrotó ampliamente a las fuerzas protestantes en Stadlonh. Brunswick, que contaba inicialmente con algo más de 15.000 hombres, vio como 6.000 de ellos yacían muertos y más de 4.000 eran apresados, mientras que lo poco que quedaba de su infantería había huido. Había perdido 85 banderas de infantería, 16 cornetas de caballería y toda su artillería, que incluía 16 cañones. Apenas 2.000 hombres a caballo se salvaron acompañando a Cristian en su retirada hacia Holanda. Era el fin del sueño de Federico el Palatino de recuperar sus posesiones y el fin, al menos momentáneo, de las fuerzas protestantes en Alemania.

Batalla de Stadlohn, por Sebastiaen Vrancx

Gonzalo Fernández de Córdoba, por Francisco Martínez Canales
Cristian de Brunswick, por Anthony van Ravesteyn


















6 comentarios:

  1. Hola, me encanta ésta página, creo que junto a el gran capitán o camino a rocroi...es una de las mejores páginas donde aparecen desarrolladas buenas batallaas que muchas veces no se saben ni se tienen en cuenta.

    Mi pregunta es si Cordoba participó junto con el ejército español en el asedio de heidelberg? tengo entendido que como segundo al mando según wikipedia.

    Gracias

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  2. Hola. Agradezco mucho tus palabras, así da gusto seguir escribiendo sobre historia. El punto de inflexión de la Campaña del Palatinado fue la decisiva victoria española en Fleurus, ya que a partir de allí los protestantes se vinieron abajo.

    El ejército español de Córdoba, tras su victoria en Fleurus, se dirigió a Bergen-op-Zoom para apoyar el asedio al que Ambrosio de Spínola tenía sometida la ciudad, dejando en manos del ejército imperial la conquista de las plazas protestantes que quedaban, como la de Heidelberg, la capital del Palatinado. Para el año 1623 la única ciudad bajo el control protestante que quedaba en las antiguas posesiones de Federico el Palatino era Frankenthal, y Córdoba mandó a Guillermo Verdugo a rendirla, algo que hizo en marzo.

    Un saludo.

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    1. Me ha impresionado la rápidez con que me has respondido jaja, muchas gracias.

      Estoy deseando leer las próximas publicaciones sobre las siguientes campañas en la guerra de los treinta años sobre todo contra francia en los primeros años de la guerra y una de las que más me encanta la batalla de Tornavento e 1636, más que nada para comparar todas las relaciones que he leído a cerca de ella. Por si lo tenias pensado como muchas relaciones según el bando ocultaban cosas, la mejor que he visto es la obra de "Italy 1636:Cementery of armies" de Gregory Hanlon, por si te interesa.

      O el cruce del Somme de 1636, como un choque bastante sangriento.

      Mucho ánimo y gracias de nuevo por éste blog que ensalza nuestra gloriosa historia, algo que deberíamos hacer más.

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  3. Por cierto, sabrías el tamaño que tenían los regimientos protestantes participantes en la batalla de höchst y la caballería por hacerme a la idea del tamaño al que se enfrentaban los católicos?

    Gracias

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    1. Pues entre 20.000 y 22.000 eran los hombres de los que disponía Brunswick para la batalla de Hotsch, formados en 6 regimientos de infantería y 76 cornetas de caballo, según la relación de lo sucedido en el Palatinado del 23 de junio de 1622.

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    2. También es cierto que las relaciones son sobre el papel, en base a las reclutas hechas por Brunswick al inicio de la campaña. Lo más probable es que las fuerzas protestantes en Höchst no llegasen a 18.000 hombres en total.

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