El Milagro de Empel

España en la Guerra de los 30 Años (Parte IV. Fase Danesa)


Tras la exitosa Campaña del Palatinado emprendida por los ejércitos católicos de Gonzalo Fernández de Córdoba y el conde de Tilly, la guerra, que había comenzado en 1618 tras la revuelta en Bohemia, parecía llegar a su fin y el emperador empezaba a consolidar su poder de manera definitiva.

Para 1624 Mansfeld había disuelto su ejército ante la imposibilidad de seguir combatiendo y pagarlo, y estaba cómodamente asentado en Frisia, mientras que Brunswick había sufrido la pérdida del suyo tras la Batalla de Stadtlohn, y Bethlen Gabor se había avenido a un nuevo acuerdo de paz en Hungría. Esto supuso que Fernando II empezase a licenciar a sus tropas y que el ejército de la Liga Católica detuviese sus levas y se acuartelase a la espera de nuevos acontecimientos.

En el norte del continente Dinamarca y Suecia empezaban a erigirse como nuevos paladines del protestantismo. Cristian IV de Dinamarca era un luterano moderado que tenía en alta estima a España, con la que guardaba muy buenas relaciones, y desconfiaba de los holandeses, con los que tenía una enemistad manifiesta. No era partidario del calvinismo radical que estaba asolando el imperio por lo que había buscado la paz en los primeros años del conflicto. Era un hombre de una constitución formidable, fuerte y sagaz, pero sus miedos le llevaron a cometer gravísimos errores. Por otro lado estaba el rey sueco Gustavo Adolfo, un belicoso monarca con un carisma tremendo, que entendía aquella guerra como una especie de cruzada contra Roma y para la cual comenzó a prepararse ya en 1623.


En cuanto a Francia, el nuevo valido, el cardenal Richelieu, emprendió en 1624 una agresiva política de apoyo económico a los holandeses para que pudieran seguir combatiendo a los españoles al menos durante los siguientes 3 años. Francia quería debilitar a su vecino del sur, con quien tenía un conflicto abierto en el valle de la Valtelina, cuyos habitantes católicos estaban siendo sometidos por los protestantes Grisones, que habían invadido el valle en 1618 y habían sido posteriormente derrotados por las tropas españolas del duque de Feria en Tirano. Pero no tardaron en volver a la carga, y esta vez con la ayuda de Francia y de Venecia, que invadieron la Valtelina en 1622, por lo que Richelieu apoyaría cualquier iniciativa que debilitase la posición de los españoles en los Alpes.

Por su parte en Inglaterra los partidarios de la guerra habían ganado la partida y querían recuperar el Palatinado y ya estaban preparando una alianza con Holanda, Francia, Dinamarca, Suecia, Venecia, Transilvania y Brandeburgo. El emperador, que era consciente de la amenaza, envió emisarios para negociar un tratado de paz con Dinamarca en julio de 1624, pero el rey estaba demasiado influenciado por Inglaterra y lo rechazó. Fernando y la Liga empezaron a reclutar hombres y buscar comandantes, conscientes de que el conflicto era inevitable. El gran problema al que debían hacer frente era que las tropas españolas se hallaban ya inmersas en la guerra contra los holandeses y por tanto no se podía disponer de sus temidos tercios que tanto habían ayudado a la causa católica en los inicios de la guerra.

   FASE DANESA

-Preparativos y primeras acciones

En enero de 1625 Dinamarca rompió las hostilidades contra el emperador y la Liga. Cristian preparó detalladamente sus planes centrándose en los apoyos de sus aliados del Círculo de la Baja Sajonia, que comprendía el noroeste de los territorios alemanes. Se dedicó a fortalecer sus defensas en estas zonas y a solicitar grandes cantidades de dinero para la causa pero el Consejo de Estado de Dinamarca, ni estaba por la labor de aprobar impuestos masivos para financiar aquella guerra, ni apoyaron la declaración de guerra del rey danés. La mayoría de príncipes del Círculo también eran igual de escépticos con aquella declaración de guerra, intuyendo el peligro que acarrearía una guerra contra el emperador y la Liga. Suecia se desvinculó finalmente y emprendió por su cuenta y riesgo la guerra contra Polonia, aliada de Ferando, y Brandenburgo se declaró neutral.

Por su parte Fernando se veía en un serio aprieto al no contar con un general experimentado como antes lo había tenido en Bucquoy, Spínola o Córdoba. De hecho los españoles se encontraban inmersos en el Sitio de Breda desde el 28 de agosto de 1624, y en él había puesto Spínola todo su empeño y reputación. Pero apareció en escena Albrecht von Wallenstein, un noble de Moravia que propuso al emperador financiar un poderoso ejército con la condición de ser nombrado su general. No tenía demasiada experiencia en batalla pero la acuciante necesidad imperial hizo que este detalle fuese obviado y se le nombrase general de las fuerzas del emperador en julio de 1625.

Cristian no logró reunir el ejército que tenía en mente y tardó mucho más de lo previsto, ya que hasta septiembre de ese año no estaría completamente listo; el Circulo aportó apenas 7.000 hombres y sus fuerzas no superaron los 20.000 hombres en total, muy lejos de los 30.000 que había previsto el rey danés. Con esas fuerzas Cristian se dirigió desde Holstein hacia Nienburg. Tilly no desaprovechó la ocasión de atacar antes de que las fuerzas protestantes se hubieran reunido, y ocupó Hesse-Cassel en junio, y en julio se dirigió rápidamente a tomar los cruces sobre el río Weser, de vital importancia para que las tropas de Cristian pudieran avanzar hacia el sur. Fue aquí donde se produjeron dos pequeños combates con resultado favorable a las fuerzas de Tilly en las villas de Holzminden y Hoxter.

Tras asegurar esos pasos se dirigió raudo hacia el norte para tomar Hamelín y Minden, y los daneses salieron a su encuentro, concentrándose en la ribera norte del Weser a su paso por la ciudad, Cristian se cayó inspeccionando unas defensas y estuvo convaleciente 2 meses. En septiembre fue Juan Ernesto de Sajonia-Weimar quien paró a Tilly en Nienburg. Esto sumado a la aparición de Mansfeld al frente de 7.000 ingleses, frustró la ofensiva de Tilly, quien ahora se las veía enfrentándose a dos ejércitos. Pero no decayó el ánimo de Tilly y puso sitio a la plaza de Calenberg a mediados de octubre. Inmediatamente Cristian mandó al duque Federico de Sajonia-Altenburg con un regimiento de 700 caballos y el apoyo del coronel Obentraut con una pequeña fuerza de infantes. Calenberg capituló el 3 de noviembre, pero eso lo desconocían los protestantes, que se vieron sorprendidos por el conde de Anholt al día siguiente en Seeze. Anholt, con 1.200 infantes y 800 caballos atacó el flanco de Federico y en apenas una hora había acabado con 500 daneses.

-La campaña de 1626. Batalla de Dessau

La estrategia católica era contener a las fuerzas protestantes en el Círculo de la Baja Sajonia. Tilly había dejado varios miles de hombres en guarniciones y plazas y había mandado otros tantos a Austria Superior, donde había estallado una revuelta, por lo que el número de efectivos que tenía a su disposición era de unos 20.000. Por su parte Wallenstein había invadido Halberstadt-Aschersleben con unos 16.000 hombres y los españoles, tras tomar Breda y verse libres de la amenaza holandesa tenían una fuerza de 6.000 soldados protegiendo el Bajo Rin y Colonia.

Mansfeld fue el primero en iniciar acciones cuando el 20 de febrero se internó en la neutral Brandenburgo y ocupó el Altmark y el cruce de Tangermunde sobre el río Elba. Cristian de Brunswick atacó a su vez las posiciones de Tilly sobre el Weser y Juan Ernesto entró en Westfalia. La amenaza principal era Mansfeld, que tenía en mente pasar el Elba. Wallenstein había reforzado sus posiciones en ambas orillas en el cruce de Dessau, entre Magdeburgo y Sajonia, con una serie de fortines donde había apostado 4 compañías de infantería bajo el mando del coronel Johann von Aldringer.

El 12 de abril llegó Mansfeld a Dessau lanzando un rápido asalto que acabó en desastre a pesar de la superioridad numérica de Mansfeld. Éste se empecinó en tomar la posición y mandó 2 días después a Hans Philip Fuchs, pero Wallenstein le interceptó y le causó numerosas bajas, teniendo que retirarse hasta Tangermunde. Aldringer aprovechó el tiempo ganado para reforzar las defensas y además recibió la ayuda de los regimientos de infantería de Schlick y de Tiefenbach. Para cuando llegó Wallenstein el 24 de abril, Mansfeld no tenía opciones de salir victorioso de aquel trance pero, desoyendo los consejos de Knyphausen, lanzó un ataque general.

Batalla de Dessau

Aldringer había advertido que se podía flanquear al ejército de Mansfeld avanzando por un bosque que se encontraba a la derecha de las fuerzas imperiales, por lo que Wallenstein mandó para allá a los regimientos de Leib y de Tiefenbach. Para cuando Mansfeld lanzó el ataque a las 6 de la mañana del día 25 de abril la suerte ya estaba echada, estrellándose Mansfeld contra las defensas católicas y contraatacando los imperiales con el regimiento de infantería de Collalto y la caballería de Gonzaga al frente. Anhoff murió y los hombres de Magdeburgo emprendieron la huida. Mansfeld se retiró con tan solo 2.000 hombres, 11 cañones y una pequeña parte de sus pertrechos. Había perdido 4.000 hombres, entre muertos y apresados, 23 banderas, 6 cañones y 4 morteros. Los coroneles Anhoff y Ferentz habían muerto y Knyphausen fue capturado. Tras este desastre Mansfeld se dirigió a Silesia, albergando la esperanza de invadirla y levantar a los protestantes de esa región.

-Batalla de Lutter

Wallenstein decidió acabar con Mansfeld así que, antes de partir en su busca con una fuerza de 30.000 soldados, dejó a Aldringer al frente de un cuerpo de ejército de 8.000 hombres para apoyar a Tilly. Éste se dirigió a sitiar Gottingen a mediados de julio y el rey Cristian mandó al Rhinegrave para auxiliar a los sitiados con unas 45 compañías de caballería y 4 regimientos de infantería, sumando un total de 7.000 hombres. Tilly reaccionó rápidamente y mandó a Jacob Furstenberg con unos 4.000 hombres a interceptar el socorro. Los daneses tuvieron unas 600 bajas y perdieron todo su bagaje, teniendo que cancelar el auxilio a Gottingen, que se rendiría el 11 de agosto.

Mientras tanto Cristian seguía reuniendo fuerzas y con la incorporación de Fuchs a mediados de agosto sus fuerzas sumaban ya más de 21.000. Pero Tilly recibió también más tropas: una fuerza de 2.000 caballos y 3 cañones bajo el mando del general valón Nicolás Des Tours, enviado por España para apoyar al emperador, y salió en persecución de los daneses, que emprendían la huida tras no haber podido aprovechar su momentánea superioridad numérica. El ejército del rey danés llevaba mucha artillería y bagaje y además las fuertes lluvias de finales de agosto dificultaron mucho su avance, por lo que el regimiento de caballería de Des Tours pudo hostigarlo a placer. La mañana del 27 de agosto las fuerzas protestantes quedaron atrapadas en un bosque cercano a Lutter am Barenberg.

Cristian presentó batalla adoptando una posición defensiva que creía podría vencer el ataque de Tilly y Des Tours, pero la realidad es que sus tropas eran de escasa calidad y los católicos ya estaban envolviendo sus flancos. Cristian desplegó sus fuerzas tras el río Neile formando en 3 líneas de combate: la primera bajo las órdenes de Fuchs que contaba con 6.000 infantes distribuidos en 6 batallones con 1.000 caballos en cada uno de sus extremos y una batería de 16 cañones. En el 2º escalón, mandado por el propio Cristian, formaron 6.000 infantes y 2.000 caballos en idéntica disposición, mientras que en el 3º se situó el Rhinegrave von Salm-Kyrburg con 4.000 infantes y 1.000 caballos con 4 piezas de artillería.

Mientras tanto Tilly desplegó un centro y dos alas, la derecha para Cronberg con 6.000 infantes y 2.000 caballos, y la izquierda para Erwitte, con unos 3.500 caballos. El centro lo ocuparon 10.000 infantes, que incluía los regimientos de Gallas, Colloredo o Furstenberg, y 12 cañones bajo el mando del conde de Anholt. Además dispuso dos fuerzas de envolvimiento a sus flancos: en el izquierdo estaría Des Tours al frente de su regimiento de caballería que incluía sus propios arcabuceros a caballo, los coraceros de Saxon y los de Hussmann, así como los jinetes croatas de Gall y 23 cañones. En el derecho la maniobra de flanqueo la haría el coronel Albert con 1.000 mosqueteros.

Batalla de Lutter

La batalla comenzó a mediodía con el habitual intercambio artillero hasta que, una hora más tarde, los jinetes de Cronberg lograron cruzar el río y hacerse con uno de los puentes. A partir de ese momento la lucha se centró en ese punto, con el batallón católico de Gronsfeld cruzando y aguantando la carga de la artillería protestante. Anholt y Gallas lanzaron un ataque al sur de las posiciones de Cristian y el coronel Albert y sus mosqueteros irrumpieron por la izquierda, donde están las fuerzas del Rhinegrave. Mientras esto sucedía Cristian mandó a Hesse y a Solms atacar las posiciones de Colloredo, dejando sin ayuda a Fuchs, pero una salva católica de artillería y mosquetería paró en seco el avance danés, causando muchos muertos y heridos, momento que aprovechó Tilly para lanzar a sus soldados más veteranos.

A partir de ese momento los católicos lanzaron un ataque masivo contra las líneas protestantes. Tilly y Erwitte cargaron contra Fuchs mientras que Colloredo hizo lo propio contra Cristian. A su vez, por el flanco derecho de los daneses apareció Des Tours, cuyo avance fue demoledor, llegando a conectar con las fuerzas del conde de Anholt y dejando atrapados a unas 30 compañías enemigas que corrieron a refugiarse en el castillo de Lutter. El ejército danés contó cerca de 5.000 muertos, unos 3.000 apresados, incluyendo las 30 compañías del castillo que se rindieron al día siguiente, y más de 2.000 desaparecidos. Murieron comandantes tan importantes como Fuchs, Solms o Hesse, junto a otros 130 oficiales. Además los católicos capturaron 20 cañones, 61 banderas y el estandarte del rey Cristian, contando en esta acción con tan solo 700  bajas entre muertos y heridos.

Tilly ocupó rápidamente el arzobispado de Bremen y situó la frontera con las fuerzas protestantes en el Elba. Cristian había perdido mucha credibilidad a ojos de los príncipes protestantes por lo que corrió presto a levantar un nuevo ejército ofreciendo altas sumas de dinero, así logró hacerse con un ejército de más de 20.000 hombres, aunque pobremente preparados y motivados. Por su parte Mansfeld, que había invadido Silesia poco antes, se veía obligado a huir de ella ante la persecución de Wallenstein, y refugiarse en Hungría junto a Bethlen que, una vez aparecieron las fuerzas de Wallenstein, decidió abandonarlo debiendo Mansfeld emprender una nueva huida junto a su maltrecho ejército. El final del mercenario alemán, que aspiraba a encontrar asilo en Venecia, falleció de camino el 29 de noviembre en Bosnia.

Por su parte, en la Alta Austria había estallado en mayo una revuelta en Lembach im Mühlkreis. La revuelta logró levantar un ejército de más de 40.000 hombres, pero al que no sumaron sus fuerzas los nobles protestantes, por lo que carecía de artillería y caballería. Adam von Herberstorff, gobernador bávaro, reunió todas las fuerzas que pudo y partió desde Linz dispuesto a sofocar la revuelta, pero fue emboscado en las cercanías de la villa de Peuerbach, al sur del Danubio. Herberstorff pudo escapar con unos pocos de sus hombres, pero su ejército quedó completamente deshecho. Los líderes iniciales de la revuelta, Cristoph Zeller y Stephan Fadinger, cayeron en unos enfrentamientos contra católicos locales, siendo reemplazados por el noble Achaz Wiellinger, quien logró resistir el ataque de un ejército de 7.000 hombres enviados por Maximiliano. Éste, hastiado ya de la revuelta, envió a uno de sus mejores generales, Gottfried von Pappenheim, quien con un ejército de casi 5.000 hombres fue batiendo una a una a las fuerzas protestantes en la Alta Austria, acabado definitivamente con ellas a finales de año.

-La campaña de 1627

Sin Mansfeld, Fuchs, ni Juan Ernesto de Sajonia-Weimar, que falleció al poco tiempo también, Cristian parecía definitivamente perdido cuando aparecieron al rescate sus antiguos aliados. Francia, Inglaterra y Holanda aportaron hombres y dinero, aunque la primera pronto retiraría su apoyo tras estallar nuevamente conflictos internos y alcanzar acuerdos con España. Aún así logró aumentar sus fuerzas hasta los 30.000 hombres, apostando 15.000 en Magdeburgo, otros 5.000 ingleses y holandeses entre las fortalezas de Nordheim, Nienburg y Wolfenbuttel, y otra fuerza de 10.000 soldados en Havelberg bajo las órdenes de Jorge Federico de Baden-Durlach, el perdedor de Wimpfen, que había reemplazado al difunto Fuchs.

De esta manera Tilly se puso manos a la obra para tomar las fortalezas protestantes, cosa que hizo sin demasiada oposición, salvo la de Nienburg, donde varias compañías al mando del coronel Limbach pusieron en serios aprietos a los católicos. Mientras el ejército de Wallenstein habían logrado contener a los daneses en la región de Silesia durante el verano. Una fuerza comandada por Hans Ulrich von Shaffgotsch y Gabriel von Pechmann, dos nobles silesios que habían levantado una fuerza de caballería contra la invasión de las tropas de Mansfeld y Cristian un año antes, derrotó a los protestantes en Dosel, en la Baja Sajonia, capturando, según afirmó el propio Wallenstein, 15.000 hombres y abundante artillería.

Para finales de verano Tilly ya se había hecho con varias cabezas de puente sobre el río Elba y cuando llegó Wallenstein lanzaron una gran ofensiva. Con una fuerza de 80.000 hombres los católicos dividieron su ejército en tres cuerpos. Partiendo de Lauenburg el 2 de septiembre, el cuerpo de Tilly se dirigió hacia el oeste siguiendo el curso del Elba hacia Hamburgo. El cuerpo de Wallensetein marchó hacia Mecklenburg, al noreste, mientras que el moravo Heinrich von Schlick avanzó hacia Holstein, en el norte, amenazando la propia Dinamarca. Esto bastó para que la defensa protestante se desmoronase por completo. En apenas tres semanas las fuerzas de Cristian se desvanecieron, pasando de 30.000 hombres a 10.000 sin haber ocurrido una sola batalla, solo los hombres de Jorge Federico de Baden-Durlach plantaron cara en Heiligenhafen, donde habían desembarcado tras evacuar sus fuerzas por mar ante el avance de Wallenstein por Mecklenburg.

A finales de septiembre las fuerzas de Baden-Durlach, tras su desembarco, trataron de adentrarse en territorio ocupado. Contaba éste con 10.000 soldados y con Bernardo de Sajonia-Weimar como auxiliar, pero la fortuna no les sonrió cuando el cuerpo de Schlick les interceptó con 7 regimientos de infantería, incluyendo el de Collalto, y otros tanto de caballería. La derrota protestante fue total, perdiendo éstos todo su ejército, 27 banderas, 17 cornetas y toda su artillería, que eran 12 falconetes.
A finales de año a Cristian solo le quedaban en Alemania 3 plazas fuertes, todas al noroeste de Hamburgo: Stade, en la margen izquierda del Elba, en la Baja Sajonia, y en la margen derecha, en Holstein, las plazas de Krempe y Gluckstadt. El resto de su ejército había regresado a Dinamarca, mientras que los católicos se hicieron con Mecklenburg, Holstein y Jutlandia.

-El final de los daneses 1628-1629

El año comenzaba con la propuesta de España a Wallenstein de entregarle 600.000 florines para que levantase una gran armada en el Báltico con la que poner fin a la amenaza naval holandesa. La mera proposición de tal cosa alarmó sobremanera a los holandeses, ingleses y suecos, que creían que España usaría dicha armada contra sus intereses. El proyecto en sí era inviable pero bastó para que Suecia firmase una alianza con su antigua rival, Dinamarca, en abril de ese año con la que tratar de recuperar Jutlandia.

La estrategia católica era sencilla: tomar los últimos reductos daneses en Alemania y consolidar sus posiciones en el mar Báltico para eliminar definitivamente la amenaza de Cristian. Durante la primavera Tilly recuperó Krempe y Stade, pero no pudo hacer lo mismo con Gluckstadt. Por su parte Wallenstein se decidió a tomar Stralsund, una península de difícil acceso en la región de Pomerania, en el noroeste alemán. Fue una obcecación del general católico que le costó cara, ya que envió a Arnim a tomarla en junio. Como era previsible las tropas imperiales no pudieron romper una posición tan complicada y en medio de un terreno yermo.

Estos éxitos animaron a Cristian a lanzar una campaña contra Pomerania, sitiando el castillo de Wolgast y tomándolo finalmente a mediados de agosto. Pero Wallenstein estaba a la espera con un ejército formado por 33 compañías de infantería y 20 compañías de coraceros, formadas en su mayoría por los hombres de Baltasar de Marradas. Las fuerzas imperiales derrotaron a los daneses tras lograr los caballos de Marradas abrir una brecha en el flanco enemigo y causarle más de 2.000 bajas. Cristian había perdido la mayoría de sus fuerzas y ahora Dinamarca se veía completamente amenazada ante una posible invasión, por lo que no se resistiría a firmar un tratado de paz.

Por su parte el emperador temía que tantas guerras pudieran pasarle factura y no deseaba verse arrastrado a una guerra contra Francia, Suecia y Holanda a la vez, así que inició conversaciones de paz con Cristian que cristalizaron el 22 de mayo de 1629 en la Paz de Lubeck, por la que se ponía fin a la Fase Danesa de la Guerra de los 30 Años. La causa protestante se desvanecía y la guerra parecía haber llegado a su fin de no ser por las ambiciones personales de dos hombres: Gustavo Adolfo, rey de Suecia, y el general Wallenstein,

El primero en moverse fue el general imperial, que empezó a movilizar sus ejércitos. Envió a Mantua una fuerza de 25.000 hombres, otra hacia Flandes con algo menos de 20.000 y otros 12.000 los dirigió a Polonia. La Liga además clamó por el cumplimiento de la Paz de Augsburgo de 1555, ya que desde esa fecha los protestantes habían ido expandiendo sus dominios a costa de los católicos. El Edicto de Restitución de 28 de marzo de 1629 abordaba este punto, que además era una de las cláusulas por las que la Liga Católica apoyó al emperador, y perseguía la recuperación de 2 arzobispados, 16 obispados y cientos de monasterios y villas. Nuevamente el conflicto quedaría lejos de llegar a su fin.

Cristian IV, por Pieter Isaacsz
General Wallenstein
Conde de Tilly

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