El Milagro de Empel

Batalla de Friburgo

 


El 3 de agosto de 1644 comenzaba la Batalla de Friburgo, también conocida como la Batalla de los Tres Días, en la que las fuerzas católicas del general bávaro Franz von Mercy se enfrentaron al ejército franco-bernardino del duque de Enghien y el vizconde de Turenne, en su intento de recuperar ese importante enclave al otro lado del Rin. Una de las batallas más sangrientas y prolongadas de la guerra.

La Guerra de los Treinta Años había entrado en su fase final, aunque aún estaba todo por decidir. Si bien la situación de los españoles a comienzos de 1644 no era muy halagüeña tras la derrota del Ejército de Flandes en la Batalla de Rocroi, las fuerzas bávaro-imperiales se encontraban en una posición inmejorable tras años de dudas, con el estallido de la guerra entre Suecia y Dinamarca, lo que les dejaba las manos libres para afianzarse en el norte de Alemania y para centrar sus esfuerzos en derrotar a los franceses y sus aliados en el oeste y sur del país. 

La gran victoria obtenida por el ejército bávaro-imperial de Franz von Mercy, Melchior von Hatzfeldt y el duque de lorena en la Batalla de Tuttlingen, en la que el Ejército de Alemania francés de Josías Rantzau quedó prácticamente destruido, puso en jaque todas las posesiones francesas en la margen derecha del río Rin. El vizconde de Turenne, mariscal de campo francés, fue el elegido para recomponer las fuerzas francesas en Alemania, una tarea nada fácil a pesar de los dos millones de libras gastados por el cardenal Mazarino para llevarla a buen puerto. Los bávaros pudieron reunir nada menos que 20.000 hombres bajo el mando de Mercy para avanzar a través de la Selva Negra y caer sobre el Rin como un relámpago. 

De este modo Mercy avanzó a toda prisa a comienzos de mayo y tomó la ciudad de Überlingen, un enclave situado en el extremo norte del lago Constanza, el 10 de mayo. Desde ahí marchó hacia el oeste y bloqueó la plaza de Hohentwiel con una fuerza de algo más de 1.000 hombres. Continuó marchando hacia el oeste, buscando el Rin, y el 26 de junio cayó sobre la importante ciudad de Friburgo. Ésta plaza, a menos de 30 kilómetros al este de Breisach, constituía una magnífica plataforma desde la que lanzar las operaciones al otro lado del Rin. Cruzando el enorme río por la fortaleza de Breisach, los franceses podían penetrar en el sur de Alemania desde Friburgo. 

La defensa de la ciudad corría a cargo de 1.500 infantes y cerca de 150 caballos bajo el mando del coronel Kanoffsky. Una cifra realmente insuficiente. La única esperanza de los defensores era la llegada del contingente de Turenne, que había tenido que replegarse a toda prisa hacia el Rin ante el avance del ejército de Mercy, y de la llegada de una fuerza de 6.000 infantes y 4.000 de los mejores caballos de Francia, que Mazarino había puesto en manos de su general en alza, el duque de Enghien, también conocido como el Gran Condé, y artífice de la victoria francesa en Rocroi. Esta victoria en campo abierto frente a los mejores infantes del último siglo y medio, había generado en el joven general francés un aura de invencibilidad. 

Las fuerzas de Turenne no permanecieron impasibles durante todo este tiempo, y hostigaron al ejército católico. Por ejemplo, el 13 de julio el regimiento de caballería del general Reinhold von Rosen interceptó al Regimiento de Kurnreuter, acabando con unos 800 caballos católicos. Los siguientes días se sucedieron las escaramuzas entre franceses y bávaros, aunque sin resultados decisivos para ningunos de los bandos. Ya en pleno sitio sobre Friburgo, las fuerzas de Mercy tuvieron que hacer frente el día 27 a un ataque de 4.000 caballos franceses, logrando rechazarlo y, de este modo, acabando con la resistencia de Turenne, quien se replegó hacia Bad Krozinger, al sur de Friburgo. 

Pero tras tres días de bombardeos incesantes las defensas quebraron y Kanoffsky, consciente de que Turenne poco podía hacer sin la llegada de los refuerzos dirigidos por Enghien que habían partido desde Metz días antes, rindió la ciudad el 29 de julio, saliendo al frente de los 700 supervivientes que quedaban y de dos cañones que Mercy les permitió llevar. Enghien no pudo llegar a tiempo para salvar la ciudad, a pesar de recorrer una media de treinta kilómetros diarios, toda una proeza para la época. Tras la llegada de Enghien, éste, que había asumido el mando del ejército, resolvió plantar batalla de manera inmediata contra las fuerzas de Mercy. Los franceses se concentraron en Bad Krozingen. Sus fuerzas estaban exhaustas por la larga marcha y Turenne advirtió al joven duque que las fuerzas católicas se encontraban bien parapetadas aprovechando las montañas y bosques que rodeaban la ciudad. 

Poco le importó eso a Enghien, quien reunió su consejo de guerra el día 2 de agosto resuelto a acabar con la amenaza que el ejército de Mercy representaba. Pero la posición bávara era muy buena. Friburgo se encuadraba al principio de un profundo valle que llegaba hasta Tuttlingen, y rodeada de monte boscoso. Al oeste y hacia el norte, la ciudad estaba flanqueada por el bosque de Moos; al sur estaba protegida por el bosque de Schönberg, con el monte Bohl como cima más elevada, y por el río Dreisam y los arroyos de Wiehrebach y de Hölderliebach. Mercy había desplegado sus fuerzas al sur de Friburgo, a la altura de Merzhausen, y al oeste de la ciudad, en la ladera del monte Bohl y en la capilla de Sant Wolfgang, con la cobertura del arroyo de Holzgraben, que quedaba detrás de las posiciones bávaras, de tal forma que el camino a la ciudad quedaba cerrado por completo. 

Mapa de la región de Friburgo

Mercy desplegó sus fuerzas de norte a sur y al oeste de la ciudad, usando un sistema de fortificaciones, trincheras y empalizadas, y sobre todo, haciendo uso del terreno, que jugaba a favor de los católicos. En la posición del monte Bohl situó a los regimientos de infantería de Holz, con 750 hombres, de Wahl y de Hasslang, con 500 hombres cada uno, y el de Enschering, con 600 infantes y 5 cañones, todos ellos apoyados por partidas de mosqueteros. Esta fuerza era mandada por el general Ruischenberg, que formaría la primera línea defensiva en el extremo suroeste de Friburgo. Al sur, entre el bosque de Schönberg y la Selva Negra, corría un estrecho paso en el que Mercy situó, delante de la villa de Merzhausen, varias líneas de obstáculos guarnecidas por mosqueteros del Regimiento de Rouyer, quedando tras ellos los infantes del regimiento. En total las fuerzas católicas desplegaron unos 17.000 hombres y 20 cañones. 

Por su parte Turenne, consciente de la buena posición defensiva de sus enemigos, planeó dos movimientos formando una pinza; por la parte sur atacaría el propio vizconde, avanzando sobre Merzhausen, mientras que Enghien atacaría por el oeste y envolvería a las fuerzas de Mercy, con la intención de ocupar el valle del río Glotter, al noreste de Friburgo, y de esta manera cortar las comunicaciones del ejército católico. Pero Condé quería atacar frontalmente, confiando ciegamente en su capacidad de movimiento y su superioridad numérica, por lo que al frente de la infantería francesa se lanzó sobre las posiciones católicas en el Bohl, cubierto en su flanco izquierdo por su caballería, mientras Turenne, con el Ejército de Alemania, avanzaba por Merzhausen. 

El día 3 de agosto a las 17 horas los franceses lanzaron su acometida, moviendo un total de 11.000 infantes y 9.000 caballos entre ambas fuerzas, además de disponer de 37 cañones. Enghien y su segundo, el mariscal Antoine III de Gramont, iniciaron el ataque desde Ebringen, enviando sobre la posición del Bohl a tres brigadas de infantería, las de D'Espenan, Tournon y Marsin, que sumaban un total de 4.800 hombres. Los ataques de las dos primeras brigadas resultaron un fiasco. Los mosqueteros bávaros causaron estragos entre los infantes franceses que se vieron atrapados entre el fuego y los obstáculos, empalizadas y trincheras montadas por los católicos. 

Enghien no iba a permitir que su ataque se viniera abajo, por lo que, cuando los desmoralizados restos de las brigadas francesas empezaban a huir, cargó al frente del Regimiento de Conti, lanzando un tercer ataque, protegidos por mosquetes del Regimiento de Mazarino, mientras que mosqueteros del Regimiento de Persan se abrían camino por el bosque para flanquear las defensas bávaras. Tras durísimos combates y grandes bajas, los franceses lograron hacerse con la posición del Bohl ya en plena noche y en medio de un fuerte aguacero que impedía continuar el avance. Se dice que Enghien arrojó su bastón de mando tras las líneas enemigas, enardeciendo de esta manera a los suyos, que cargaron con todo y sobrepasaron las líneas bávaras. Enghien perdió en aquella jornada más de 1.200 hombres, casi un tercio de sus fuerzas, y el doble de las bajas que habían sufrido los católicos.

Mientras esto sucedía, Turenne había lanzado el ataque tres cuartos de hora antes que Enghien, con 1.000 mosqueteros en vanguardia a las órdenes de Roqueserviere, con la experimentada Brigada Alemana tras ellos. Mercy, alarmado por este movimiento, envió a su propio regimiento de infantería, al de Gold, al de Fugger y al de Miehr, algo más de 3.000 hombres, que reforzaron las posiciones de Rouyer. Éste se había visto sobrepasado por el avance de Roqueserviere, pero llegados los refuerzos de Mercy los católicos recuperaron la posición. Gracias a lo estrecho del terreno los católicos lograron neutralizar la ventaja numérica de las fuerzas franco-weimarianas de Turenne. Los combates se prolongaron hasta las cuatro de la mañana, en medio de una incesante lluvia que hacía todo aún más caótico. 

Cuando Mercy tuvo noticias del colapso de sus fuerzas en el Bohl, ordenó replegarse, dejando el campo de batalla en manos de los franceses. Pero éstos hubieron de pagar un altísimo precio. Turenne había perdido más de 1.600 hombres, la mayoría pertenecientes a la veterana Brigada Alemana; la fuerza bernardina, que ya había sido seriamente diezmada en Tuttlingen, prácticamente había desaparecido. Los católicos tan solo lamentaron 400 bajas. En total del primer día de la Batalla de Friburgo, Enghien había perdido casi tres veces más hombres que Franz von Mercy, quien contaba con un ejército prácticamente intacto, una buena posición defensiva, y una planificación que a la postre, resultaría decisiva. 

Al amanecer del 4 de agosto Enghien reorganizó sus fuerzas en la pequeña villa de Uffhausen, a pocos kilómetros al suroeste de Fraiburgo, mientras que Turenne acampó en Merzhausen. Ambos ejércitos se encontraban a poca distancia entre sí. Mercy, que había visto cómo la separación de sus fuerzas jugó en su contra, ahora se desplegaba al sur de Friburgo, con el arroyo de Hölderliebach en su flanco derecho y cubriendo sus espaldas. Sus fuerzas estaban agrupadas y se desplegaban de norte a sur desde la colina de Loreto, donde emplazaron 10 cañones y el grueso de la caballería, hasta la aldea de Wonnhalde, en la que colocaron 7 piezas. Mercy mantenía un tercio de sus fuerzas cavando trincheras, otro tercio sujetaba a las fuerzas francesas, mientras el otro descansaba. 

Detalle de las inmediaciones de Friburgo

El día 5 Turenne sugirió a Enghien la posibilidad de rodear a los bávaros, siguiendo el plan presentado por él un par de días antes, pero el duque no quería ni oír hablar de eso. Estaba convencido de que en el primer enfrentamiento sus fuerzas habían salido victoriosas y de que ante un segundo ataque frontal los bávaros se derrumbarían, pues pensaba que el grueso de sus fuerzas estaban en retirada. Reunió a Turenne y a Gramont y decidió atacar. Los tres estuvieron de acuerdo en que el mejor punto para hacerlo era la aldea de Wonnhalde, el extremo más al sur de las fuerzas católicas y el cual conformaba su flanco derecho. 

Aprovechando el sol reinante esa mañana, Turenne, desde Merzhausen, lanzaría el ataque principal a las 8 de la mañana contra la posición de Wonnhalde, el punto más débil de las defensas católicas. Turenne tendría así su flanco derecho protegido por el pequeño bosque de Becher. Mientras tanto Enghien lanzaría un ataque de diversión sobre la colina de Loreto para fijar las fuerzas de Mercy y evitar que pudiese reforzar su flanco izquierdo. Enghien había planificado hasta el último detalle, pero no improvisó correctamente cuando, ante las noticias de que los bávaros se retiraban, partió a toda prisa en compañía de Gramont para reconocer el terreno por sí mismo, dando instrucciones de que no se empezasen los combates hasta que él no hubiera regresado. 

Lo que siguió a continuación fue un cúmulo de acontecimientos para los que los franceses no estaban preparados. El ala izquierda francesa, con la columna de D'Espenan a la cabeza, se situó demasiado próxima a las defensas más occidentales de los de Mercy, compuestas por unas pequeñas trincheras custodiadas por varias compañías de dragones del Regimiento de Wolf. Éstos no dudaron en abrir fuego contra los franceses al tenerlos a distancia de tiro, por lo que D'Espenan envió un batallón para tomar la posición, comenzando un fuerte intercambio de fuego que confundió a los subordinados de Turenne, los cuales se lanzaron al ataque antes de lo previsto. Enghien regresó a toda prisa al campo de batalla pero los combates ya habían empezado sin él. 

El avance de las fuerzas de Turenne, encabezadas por los mosqueteros de L'Eschelle, había asegurado la explanada existente entre el bosque de Becher y la posición alemana de Wonnhalde, por lo que LÉschelle, creyendo erróneamente que el plan previsto se estaba ejecutando sin contratiempo, prosiguió el avance por la empinada ladera que llevaba a la aldea de Wonnhalde. El fuego bávaro que cayó sobre ellos fue terrible, muriendo el propio L'Eschelle y propiciando la desbandada de los mosqueteros franceses. D'Aumont, viendo que el ataque se derrumbaba, lanzó a los regimientos de infantes de Du Tot y de Aubeterre, con 600 hombres cada uno, pero fueron igualmente rechazados ante la devastadora potencia de fuego bávara desde su posición más elevada. Mercy ordenó pasar a la ofensiva en su flanco izquierdo y expulsar a los franceses de la colina y la llanura próxima al bosque de Becher. 

Enghien reaccionó rápidamente y se dirigió con su guardia  a la posición del Ejército de Alemania de Turenne, asumiendo el mando de la 2ª Brigada, compuesta por los regimientos de infantería de La Corounne y de Montausin-Melun. Con los 1.200 hombres de su nueva fuerza acometió contra los bávaros que, sobrepasados por el decidido ataque francés, se replegaron al interior de Wonnhalde. Enghien, erróneamente de nuevo, entendió que se retiraban, y reunió a los restos de la 1ª Brigada, con los que reforzó sus dos regimientos, lanzándose a un segundo ataque frontal, mostrando una obstinación que rayaba la locura. Su propia montura fue alcanzada por una bala, pero siguió insistiendo en su ataque, quizás consciente de que un contraataque bávaro acabaría con sus opciones de salir victorioso. 

Por fortuna para él Turenne había maniobrado hacia el norte y se había hecho cargo del ataque de diversión sobre el flanco derecho bávaro, en la colina de Loreto. Mercy, que pensaba que se trataba del asalto principal, envió los refuerzos a esa zona, por lo que el temido contraataque en Wonnhalde no se produjo y los franceses pudieron respirar aliviados. Eran las 12 de la mañana y habían perdido cerca de 1.200 hombres, mientras que los bávaros apenas lamentaban 300 bajas. Enghien, consciente de que el flanco de Turenne no podría tomar Wonnhalde, concentró su ataque en Loreto. Turenne y su Ejército de Alemania fijaría a las fuerzas bávaras del sur, mientras que él se lanzaría al frente de 7.000 hombres contra el flanco derecho de Mercy. 

El asalto se inició a las 15 horas, con una vanguardia de 400 mosquetes bajo el mando de De Mauvilyy, seguidos por la columna de D'Espenan y el resto de fuerzas de Condé, apoyadas por el Regimiento de caballería de Leib, 2.000 gendarmes, y los regimientos de caballos de Taupadel. Mercy, desde su posición más elevada, era plenamente consciente del despliegue francés, por lo que pudo maniobrar según las circunstancias lo requiriesen. De esta forma los franceses avanzaron por la colina bajo un incesante fuego de mosquete que causó la muerte de De Mauvilly en el mismo instante en el que alcanzaba la cima. El ataque francés se venía abajo y Enghien mandó una segunda carga con idéntico resultado, por lo que ordenó una tercera, esta vez apoyada por los regimientos de caballería que dirigía Marsin, que lograron tomar las defensas exteriores bávaras. En ese punto el general Kaspar von Mercy, hermano del comandante bávaro, lanzó a sus dragones al regimiento de arcabuceros a caballo de Mercy, rechazando así el último asalto de la caballería francesa, que se dedicó durante el resto de la tarde a cubrir la retirada de su infantería. 

Friburgo. Mapa de Peter H Wilson. La Guerra de los Treinta Años

La jornada había acabado con la pérdida de 4.000 hombres en las filas francesas, algo que no pareció preocupar mucho a Enghien, que exclamó: "¡bah, esos son los niños que se conciben en París en una noche!", como cuenta Peter H. Wilson en su obra La Guerra de los Treinta Años. Pero el desgaste también se notó entre las fuerzas bávaras, sobre todo en la moral de su líder, Franz von Mercy, que acababa de perder a su hermano Kaspar en los combates. Los franceses habían perdido más de 7.000 hombres en aquellos combates, pero se vieron reforzados por unos 5.000 efectivos procedentes de las distintas guarniciones de toda la región, lo que compensó su pérdida y la igualó a las cerca de 2.500 bajas bávaras, teniendo aún Enghien ventaja numérica. 

Condé se dio cuenta al fin de que con un ataque frontal solo lograría consumir su ejército, por lo que aceptó el plan inicial previsto por Turenne. Dedicó los tres días siguientes a reorganizar sus fuerzas y reforzar sus posiciones ante un eventual ataque bávaro que nunca llegaría a producirse. En la madrugada del 8 al 9 el ejército francés se movió hacia el norte, en dirección al valle de Glotter, dejando Friburgo al este, para rodearla y salir sobre la retaguardia del ejército bávaro en el valle de San Pedro, cortando así su línea de comunicaciones con Suabia y Baviera. El movimiento fue detectado por Mercy, quien se apresuró a enviar hombres en la confluencia entre ambos valles, justo donde se levantaba la abadía de San Pedro y el castillo de Waldkirch, y construir una serie de fortificaciones, muros de arena y trincheras, con las que contener el ataque, pero sin estorbar la marcha francesa a través del Glotter. 

Con la caballería bernardina del general Reinhold von Rosen en vanguardia, los franceses avanzaron a toda prisa y alcanzó el valle de San Pedro con las primeras luces del 10 de agosto, donde pudo ver el despliegue de las fuerzas de Mercy. Rosen dividió sus fuerzas: un regimiento atacaría el tren de bagaje bávaro que aún no se había unido al resto del ejército de Mercy; Rosen cargaría sobre la infantería católica mientras dos de sus regimientos de caballería permanecían en la reserva listos para intervenir a la orden del general. Si bien la caballería bernardina logró hacerse con el tren de bagaje, la primera carga de los jinetes de Rosen fue deshecha por una brutal salva de mosquetería bávara. Rosen no se amilanó y lanzó un nuevo asalto que fue igualmente desbaratado por la infantería bávara, momento que aprovechó Mercy para lanzar al Regimiento de Coraceros de Gayling contra el flanco izquierdo de Rosen, que se quebró totalmente. Solo la negativa de Gayling a perseguir los restos de la fuerza de Rosen salvó a éste de perecer junto al resto de sus maltrechas fuerzas. 

Pero Enghien llegaba con 9 regimientos de infantería y 6 de caballería, y los bávaros, que llevaban una semana sin descansar, estaban agotados y desmoralizados. Johann von Werth, que acababa de llegar con sus regimientos de arcabuceros a caballo, emplazó a Mercy a abandonar la posición antes de la llegada de las tropas francesas, más frescas y numerosas, emprendiendo una marcha hacia al este hasta la localidad de Villingen, situada entre Friburgo y Rottweil. Enghien no pudo interceptar a las fuerzas de Mercy, ni tampoco tomar la ciudad de Friburgo, pero en su lugar se dirigió al norte, siguiendo el cauce del Rin, para caer sobre la importante plaza de Phillipsburg, en la margen derecha del río. Asediada durante tres largas semanas, la ciudad se rindió a Enghien el 12 de septiembre. 

La batalla de Friburgo fue una de las batallas más cruentas, largas y duras de la guerra. Si bien se puede decir que los bávaros habían obtenido una victoria táctica sobre los franceses, que perdieron más de 8.000 hombres, por unos 3.000 bávaros, la capacidad de reclutamiento francesa era inmensa, más aún en comparación con el resto de ejércitos, y Enghien podía permitirse ese número de bajas y aún más, algo que fue una constante en los siguientes años de guerra. De este modo Francia obtuvo una victoria estratégica materializada más tarde con la toma de Phillipsburg y el desmoronamiento de los imperiales en el curso medio del río Rin, haciéndose con una ruta hacia el interior de Alemania sin necesidad de atravesar la tan complicada Selva Negra. Las aspiraciones imperiales de acabar ese año con su enemigo francés se habían esfumado. 

El duque de Enghien en combate en Friburgo

Franz von Mercy, general de las fuerzas bávaras

Vizconde de Turenne, por Pierre Mignard











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