El Milagro de Empel

Leyes de Burgos


El 27 de diciembre de 1512 el rey de España, Fernando "El Católico", firmaba en la ciudad de Burgos unas pioneras leyes, creadas por una comisión de expertos juristas y teólogos, que organizaban la conquista del Nuevo Mundo y sobre todo, desarrollaban el primer cuerpo jurídico donde se otorgaban derechos a los indios.

Casi 20 años habían pasado ya desde que la expedición dirigida por Cristóbal Colón llegase al Nuevo Mundo, y los españoles se habían extendido por las islas del Caribe, las selvas de Colombia y Panamá, y exploraban hacia el norte la costa mexicana. El descubrimiento de tierras llevaba consigo la necesidad de repoblarlas y sobre todo, de cultivarlas y trabajarlas. Y es que los españoles no habían ido hasta allí a buscar puertos comerciales, como hacían los portugueses, y más adelante los franceses, ingleses u holandeses; los españoles iban a trasplantar España al Nuevo Mundo.

Casi desde el inicio de los viajes a América, en los barcos españoles no solo viajaban hombres, también lo hacían mujeres y familias enteras. A comienzos del nuevo siglo la esclavitud de los indios había sido prohibida, bajo pena de muerte, por la reina Isabel. A los colonos que se establecían en tierras americanas se les asignaba una parcela de terreno y una serie de indios para trabajarlo, los cuales entregaban un tributo fijo, bien fuera en alimentos o minerales, y a cambio los españoles debían darles asistencia, protección y trato justo; esto se llamaba encomienda.

Conquistadores: Pedro de Valdivia


El 25 de diciembre del año 1553 fallecía durante la batalla del fuerte de Tucapel, Chile, durante la Guerra del Arauco contra los indios mapuches, el militar y conquistador español Pedro de Valdivia.

Nació un 17 de abril de 1497 en Extremadura, en la región de la comarca de La Serena, siendo incierto el lugar exacto. El cronista y militar español, Alonso de Góngora Marmolejo, compañero de armas de Valdivia, afirmaba que éste era natural de Castuera, donde estaba su casa. Hijo de Pedro de Oncas de Melo e Isabel Gutiérrez de Valdivia, pronto destacó como un notable militar, enrolándose en 1520 en el ejército del rey Carlos I en la Guerra de los Comuneros.

De ahí partió para combatir en las Guerras Italianas, distinguiéndose en la batalla de Pavía, en febrero de 1525, volviendo a España para contraer matrimonio con Marina Ortiz de Gaete, y volviendo a destacarse en el combate dos años después, durante el saqueo de Roma. La vida en España no le satisfacía y, como otros muchos hidalgos empobrecidos de su época, partió al Nuevo Mundo con el afán de buscar fortuna y gloria. Esa sería su máxima en la vida.

Rendición de Ulm. Campaña del Danubio


Un 23 de diciembre del año 1546 la ciudad de Ulm, una de las principales ciudades que sustentaban la revuelta de la Liga Esmalcalda contra el emperador Carlos V, capitulaba, finalizando así con éxito la campaña del Danubio emprendida por las fuerzas imperiales contra los protestantes alemanes.

Las tensiones religiosas vividas a comienzos del siglo XVI en Alemania desembocaron, tras la Confesión de Augsburgo, en la creación de la Liga Esmalcalda, nombrada así por celebrarse en la ciudad alemana de Turingia, en 1531. Con ella, diversos príncipes luteranos alemanes, liderados por el landgrave Felipe de Hesse y el elector de Sajonia, Juan Federico, formaban una alianza militar con el propósito de defender el protestantismo.

Si bien en un principio no se declaró una guerra abierta contra el emperador y el catolicismo, las expropiaciones de tierras, las expulsiones e incluso ejecuciones y linchamientos a la población católica, hicieron que los príncipes de dicha confesión religiosa, encabezados por el duque de Baviera y por Jorge de Sajonia, se organizasen formando la Liga Católica en 1538, también conocida como Santa Liga de Nuremberg, por ser esa ciudad la elegida para acoger la reunión.

Los años transcurrieron con bastantes tensiones hasta la celebración de la Dieta de Ratisbona, a comienzos del verano de 1546. El emperador Carlos se había estado preparando para una posible revuelta; consiguió firmar un acuerdo con el papa Paulo III por el que Roma se comprometía con más de 10.000 soldados y un aporte económico de 200.000 ducados. También consiguió atraer a su causa al margrave de Brandemburgo-Kustrin, al de Brandemburgo-Kulmbach, al duque de Brunswick-Kalemberg, e incluso al duque Mauricio de Sajonia, uno de los más notables príncipes protestantes.

Guerreros: Pedro Téllez-Girón, III duque de Osuna


Nacido el 17 de diciembre del año 1574 en Osuna, villa española de la provincia de Sevilla, Pedro Téllez-Girón y Velasco Guzmán y Tovar, dio desde bien joven muestras de grandes dotes militares y políticas, cualidades que le valdrían para llegar a ser uno de los más destacados españoles de su tiempo.

Provenía de una destacada familia, ya que sus padres eran Juan Téllez-Girón y Guzmán, II Duque de Osuna, y su madre, Ana María de Velasco y Tovar, era nada más y nada menos que la hija del Condestable de Castilla, Íñigo Fernández de Velasco, duque de Frías, y una de las mujeres más influyentes y destacadas de su época, de la que se cuenta que tenía el valor de 100 hombres.

Al historiador italiano Gregorio Leti le debemos la primera obra biográfica sobre el duque de Osuna, publicada en Ámsterdam en tres tomos en el año 1699. Gracias a ella sabemos que su abuelo, el primer duque de Osuna, fue nombrado en 1582 virrey de Nápoles, llevándose a su nieto con él, que sería educado bajo el atento cuidado de la mujer de su abuelo, supliendo en cierta medida la muerte de su madre.

En Nápoles se le dio la mejor educación posible a cargo de Andrea Savone, un humanista e historiador brillante, pero además se le instruyó en el arte de las armas, recibiendo formación por parte de alguno de los mejores maestros españoles destacados en los tercios acantonados en Italia. Leti afirmaba en su obra que su abuelo decía  que "no había de criarse solamente en letras, porque no se hiciera flojo y descuidado en su particular proyecto". De esta manera el futuro duque se curtió en el manejo de las armas tanto como en el de la pluma.

El Asedio de Melilla


El 9 de diciembre del año 1774 las fuerzas del sultán de Marruecos, Mohammed ben Abdalah, pusieron sitio a la plaza española de Melilla, que resistió de manera asombrosa bajo el mando del gobernador militar, Juan Sherlock.

Durante el reinado de Carlos III las rencillas entre España e Inglaterra se sucedían tras la Guerra de los 7 años, sucedía unos años atrás. Los ingleses se ofrecían a ayudar a cualquier enemigo declarado de España, algo aprovechado por el Sultanato de Marruecos. Con la promesa de la ayuda británica el sultán envió una carta al rey español el 19 de septiembre de 1774, advirtiéndole que, junto al Bey de Argel, tenía intención de conquistar todas las plazas de la Berbería, pidiendo que le fueran entregadas en el plazo de 4 meses.

A pesar de la declaración claramente hostil, el sultán no deseaba interrumpir las relaciones comerciales con España ni entrar en guerra por mar con ella. Carlos III no salía de su asombro ante aquella propuesta, y por supuesto, no accedió a la demanda del sultán de entregar así como así las plazas españolas o no hacer la guerra en el mar.

El Milagro de Empel


El 8 de diciembre de 1585 se producía la milagrosa salvación de los Tercios españoles en la isla de Bommel que se encontraban asediados por las tropas holandesas, gracias a la "mediación" de la Virgen de la Inmaculada Concepción.   

Inmersos en la Guerra de los Ochenta años, y tras tomar Amberes, las tropas españolas del conde Pedro Ernesto de Mansfeld se dirigieron hacia el norte de la región de Brabante, por orden de Alejandro Farnesio, para socorrer a las poblaciones católicas que estaban siendo atacadas por los protestantes y enfrentarse a los ejércitos enemigos que allí se encontraban. El ejército realista disponía en esos moamentos de seis tercios, cuatro de ellos españoles; el de Mondragón, que era el de Lombardía y, por tanto, el más antiguo, el de Juan del Águila, que se había formado con gente del de Sicilia, el de Agustín Íñiguez, y el de Francisco Arias de Bobadilla, a los que se unían los italianos de Gastón Spínola y de Capuzucca. 

Para finales de noviembre de 1585, Mansfeld había llegado ya al río Mosa y se disponía a instalar a su ejército en Alost. Desde allí ordenó a los Tercios de Francisco de Bobadilla, Agustín Íñiguez y Cristóbal de Mondragón, a los que se uniría la compañía de arcabuceros a caballo del capitán Juan García de Toledo, que ocuparan la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal. La isla contaba con apenas 25 kilómetros de longitud y unos 9 de anchura máxima, un espacio bastante pequeño. En total, la fuerza de Bobadilla la constituían unos 5.000 hombres repartidos en 61 banderas, más un estandarte de caballos, mientras que Mansfeld se quedaba en Bolduque con el Tercio de Juan del Águila.

Legazpi llega a las Filipinas


El 21 de noviembre del año 1564 una expedición española, bajo el mando de Miguel López de Legazpi, parte del puerto de Jalisco en busca de las islas del Poniente, llegando a las islas Filipinas, descubiertas por Hernando de Magallanes en 1521.

En la década de los años 50 del siglo XVI, los españoles ya habían dado la vuelta al mundo y explorado gran parte de América, dominando el comercio en el Atlántico. Pero esto no les impedía seguir ambicionando más aventuras y gloria. Un reino casi despoblado era la potencia puntera y sus dominios se extendían a lo largo y ancho del globo.

En esta tesitura Felipe II escribe al virrey de Nueva España, Luis de Velasco, instándole a continuar explorando nuevas rutas comerciales en el "Mar del Sur". Una de las consignas que el "Rey Prudente" da, es que participe en dicha expedición Andrés de Urdaneta, experto marino y cosmógrafo natural de Villafranca de Ordicia, en Guipúzcoa, que había participado de joven en la expedición dirigida por García Jofre de Loaísa a las Molucas.

Defensa de Cádiz


El 7 de septiembre del año 1625 la flota anglo-holandesa abandonaba la bahía de Cádiz, tras ser rechazada por las fuerzas españolas bajo el mando de Fernando Girón de Salcedo y de Manuel Pérez de Guzmán y Silva, duque de Medina Sidonia.

Tras reiniciarse las hostilidades con los holandeses al expirar la Tregua de los 12 años, Inglaterra, quien tenía importantes pactos con las Provincias Unidas, mostraba una cada vez mayor hostilidad hacia España. La Guerra del Palatinado, dentro del marco de la Guerra de los 30 años, precipitaría los acontecimientos y la declaración de guerra en marzo de 1624 por parte del rey inglés, Jacobo I, cuya hija estaba casada con Federico el Palatino.

Jacobo moriría apenas un año después, pero el proyecto sería continuado por su hijo, Carlos I de Inglaterra. Los espías del monarca español, Felipe IV, le habían informado de las intenciones de los ingleses de atacar Cádiz, epicentro del comercio con América en la península. Carlos había mandado hacer leva general de marinería, preparar más de un centenar de naves, traer de Holanda más de 2.000 soldados veteranos que se unirían a los 8.000 soldados que estaban preparados en Inglaterra.

Carlos V toma Cateau-Cambrésis


El 3 de noviembre del año 1543 las fuerzas imperiales de Carlos V pusieron en fuga a los ejércitos franceses del rey Francisco I, que se hallaban acampados en Cateau-Cambrésis, dejando expedito el camino de las fuerzas del emperador hacia Cambrai.

Como respuesta a los ataques franceses de 1542, orquestados por Francisco I contra las posesiones de la Corona Española, tanto en la propia frontera de España como en el Milanesado y sobre todo en los Países Bajos, Carlos V emprendió en 1543 una enérgica política tanto diplomática como militar, para recuperar la iniciativa en el teatro europeo.

Completamente desengañado de la palabra y el honor del rey francés, el cual no tenía reparos en incumplir sus juramentos, como el realizado para obtener su liberación tras su captura en la batalla de Pavía, o sus pactos con el Turco, a pesar de declararse como "Rey Cristianísimo", Carlos comprendió que la única manera de tratar con el monarca galo era mediante la vía de las armas.

Socorro de Goes


Un 21 de octubre del año 1572 las tropas angloholandesas de Jerome de Tseraart, gobernador de Flesinga, se batían en retirada, tras tener que levantar el cerco de Goes, ante el empuje de los tercios españoles comandados por Cristóbal de Mondragón.

El duque de Alba, enviado en 1567 por el rey Felipe II para sofocar las revueltas protestantes, había logrado recuperar el control del sur de los Países Bajos, pero el norte era otra cosa. Lejos del control de la gobernadora, se habían multiplicado las ciudades en rebeldía. Esto era algo harto costoso de dominar, ya que habría que entrar en una guerra de expugnación de plazas muy costosa y sufrida, algo que España no se podía permitir. 

A finales de agosto de 1572, y en el marco de la Guerra de los 80 años, el gobernador calvinista de Flesinga, Jerome de Tseraart, levantaba un ejército para sitiar la plaza de Goes, bajo dominio español. Tseraarts ya había intentado arrebatarle la plaza a los españoles, pero había sido repelido brillantemente por los tercios encargados de su defensa. Ahora armaba una potente fuerza: 4.500 calvinistas flamencos y franceses, respaldados por más de 1.000 protestantes alemanes, bajo mando del propio Tseraart, y unos 2.000 ingleses comandados por Thomas Morgan y Humphrey Gilbert. A estas fuerzas había que añadirles la fuerza naval: más de 40 naos gruesas, mucha artillería y decenas de charrúas, todo ello dirigido por Peterson Worst, uno de los almirantes holandeses de los llamados Mendigos del mar.

Batalla de Lepanto


El 7 de octubre de 1571 se producía la batalla de Lepanto, que enfrentó en el golfo de Patras a las fuerzas navales del imperio otomano y a las de la Liga Santa, formada por España, Venecia, la Orden de Malta y el Papado, y que acabó con una rotunda victoria cristiana.

Con Selim II como sultán otomano, en septiembre de 1570 los turcos habían comenzado a asediar la ciudad de Famagusta, en el este de Chipre, tras haber tomado Nicosia y buena parte de la isla. Bajo el mando de Lala Mustafá y Pialí Bajá, más de 150.000 turcos tomaron, tras casi un año de asedio, la ciudad. El encargado de la defensa de Famagusta, Marco Antonio Bragadino, pronunciaría unas proféticas palabras: "Un día nuestra armada llegará y tu ejército y tu flota quedarán destruidos".

A la par que los turcos asediaban Chipre, Venecia, España y el Papado unían sus fuerzas para tratar de enviar un socorro. Los venecianos, con Girolamo Zanne al mando, enviaban 136 galeras, 11 galeazas y otros 14 buques diversos. El papa contribuía con 12 galeras bajo el mando de Marco Antonio Colonna, virrey de Sicilia. España, por su parte, mandaba a Juan Andrea Doria con 50 galeras. Pero las desavenencias entre los distintos generales y el mal estado de muchos de los buques venecianos, pusieron fin a la esperanza de enviar la ayuda necesaria para que Chipre no cayese.

La Naval de Manila


Un 6 de octubre del año 1646 se producía el quinto y último enfrentamiento entre los galeones de Manila españoles, buques mercantes que atravesaban el Pacífico entre Manila y Acapulco, y una poderosa flota de guerra holandesa que tenía órdenes de arrebatar filipinas a España.

En el marco de la Guerra de los 80 años, los holandeses trataban por todos los medios de ampliar sus rutas comerciales en Asia a costa de los españoles. Mediante la práctica del corso, que llevaban realizando en aquellas aguas desde los comienzos del siglo XVII, los protestantes se dedicaron fundamentalmente a asaltar los juncos chinos y japoneses que comerciaban con Filipinas, y a hostigar a la flota comercial española de las islas, conocida como el Galeón de Manila. Ésta realizaba el trayecto entre Filipinas y Nueva España entre una y dos veces al año, por la ruta descubierta por Andrés de Urdaneta en 1565.

En 1642 habían arrebatado el control de Formosa a los españoles, sumándola así a los puertos que ya tenían en Yakarta y por toda Indonesia. Para 1644 la situación se había vuelto insostenible en Filipinas: el comercio había caído bruscamente y no se recibían productos de América desde hacía 2 años. En este orden de cosas la moral de la guarnición era muy baja, y el estado de las defensas se deterioraba rápidamente ante la falta de materiales, dinero y hombres. Para colmo, la flota estaba en cuadro, contando tan solo con 3 galeones muy deteriorados, 1 galera y algunos pequeños bergantines.

Conquistadores: El regreso de Vicente Yáñez Pinzón


El 30 de septiembre del año 1500 regresaba al puerto de Palos Vicente Yáñez Pinzón. Lo hacía con tan solo 2 de las 4 carabelas con las que partió menos de un año antes, y tras haber descubierto las costas de Brasil y el río Amazonas.

Vicente Yáñez Pinzón era el menor de los famosos hermanos Pinzón. Nacido ente 1461 y 1462, provenía de una familia de gran tradición marinera, de las más influyentes de la región de Palos de la Frontera. Pocas cosas se saben de su infancia y Juventus salvo que su hermano mayor, Martín Alonso Pinzón, le instruyó en el arte de la navegación y en las prácticas corsarias en las costas berberiscas, demostrando grandes dotes marineras y de donde obtuvo provechosos conocimientos náuticos y militares.

Vicente no dudó en sumarse a su hermano Martín en el apoyo a la empresa de Cristóbal Colón. Ambos participaron activamente en el reclutamiento de la tripulación, así como en los preparativos de la expedición a las Indias. Al fin, el 3 de agosto de 1492 partieron, siendo Vicente el capitán de la carabela "Niña". En los momentos más difíciles de la expedición siempre se mantuvo del lado de Colón, ayudando a sofocar los motines y rescatándole cuando la "Santa María" naufragó.

Guerreros: Ambrosio Spínola


El 25 de septiembre de 1630 moría poniendo sitio a la villa de Casale, en la Guerra de Sucesión Mantua, dentro del marco de la Guerra de los 30 años, Ambrosio Spínola, uno de los más notables militares al servicio de España.

Ambrosio Spínola Doria vino al mundo en Génova en el año 1569. Descendiente de una rica familia genovesa, los Spínola, era el primogénito de Filippo Spínola, marqués de Sesto, y Policena Cossino. La familia había adquirido gran fortuna principalmente por sus negocios de asiento de galeras con la Corona Española y el comercio. Como hijo mayor fue educado para administrar las finanzas de la familia, algo de ingente trabajo debido a la gran fortuna que manejaba. Ambrosio pasó su infancia y juventud estudiando y leyendo, sobre todo acerca de estrategia militar, de la que era un gran apasionado, pero sus obligaciones eran lo primero.

Sus hermanos, en cambio, pronto entraron al servicio de los ejércitos de España, destacando Federico, un auténtico aventurero que desde pequeño mostró grandes dotes para luchar, sobre todo en Flandes. La familia Spínola tuvo disputas con la familia Doria, la otra gran familia genovesa. Estos pleitos llegaron a tal punto que tuvo que intervenir el propio monarca español para solventar las desavenencias entre ellas. Ambrosio manejaba bien los negocios familiares, pero éstos no parecían satisfacer su carácter, alimentado por sus lecturas de juventud. Ambrosio anhelaba ese espíritu de guerra y no desperdició la ocasión de ofrecer sus servicios y fortuna a España. Su hermano Federico apostaba firmemente por crear una escuadra de buques con los que intentar invadir nuevamente Inglaterra, pero la idea no cuajó en la corte de Felipe II, que aún se lamía las heridas por el fracaso casi una década antes de la Grande y Felicísima Armada.

Batalla de Zutphen



Un 22 de septiembre del año 1586 se producía la batalla de Zutphen, villa de los países bajos españoles a la que las tropas anglo-holandesas del conde de Leicester habían dado sitio, y de la cual saldrían derrotadas tras acudir un socorro bajo el mando de los maestres de campo Francisco Verdugo y Juan del Águila

En el marco de la Guerra de los Ochenta años, con Alejandro Farnesio como Gobernador de los Países Bajos, los protestantes holandeses se hallaban en una situación muy complicada, dada las constantes derrotas a las que les estaba sometiendo el duque de Parma. Maastricht, Tournai, Sichen, Eindhoven, Brujas, Gante o Amberes, son algunas de las vitorias que el italiano consiguió para la causa española. 

Las cosas pintaban mal no solo para los holandeses, sino para cualquier enemigo de la Corona de España, por lo que Isabel I de Inglaterra se decidió a enviar ayuda a los protestantes; 600.000 florines, 7.000 soldados y más de 500 de los más notables nobles ingleses bajo el mando de Robert Dudley, conde de Leicester, el cual sería nombrado gobernador y capitán general de los Estados de la Unión Protestante nada más pisar Holanda. Por descontado tal ayuda no sería gratuita. Si la reina Isabel enviaba esa fuerza comandada por su favorito y amante, era porque esperaba sacar tajada, y mucha, de aquel conflicto.

Asedio de Mons


El 19 de septiembre de 1572 se firmaban las capitulaciones de la rendición de Mons, ciudad tomada en mayo de ese año por los protestantes holandeses de Luis de Nassau, y que fue recuperada por los ejércitos del Duque de Alba, gobernador de los Países Bajos.

En el marco de la Guerra de los 80 años, los protestantes preparaban un nuevo golpe de mano empujados por las negociaciones que estaban llevando a cabo con los franceses y los ingleses. Éstos, tras la victoria de los españoles en Lepanto, temían que Felipe II quedase con las manos libres para extender su poder aún más en Europa, por lo que tenían un claro interés en avivar las llamas de las revueltas en los Países Bajos.

Con estas promesas de respaldo se lanzó Luis de Nassau a tomar Mons. Iba acompañado de Mos de Genlis y su ejército de 1.500 hugonotes franceses. Mediante diversas artimañas consiguieron meter una pequeña fuerza en la ciudad y abrir las puertas para que entrase después el resto del ejército. A los pocos días llegarían unos 2.000 soldados franceses más, y otros 2.500 hombres, entre infantes y jinetes, bajo el mando del conde de Montgomery, que irían a conquistar distintas plazas. Los saqueos de templos y abusos y asesinatos contra la población católica no se hicieron esperar.

Batalla naval de los Abrojos


El 12 septiembre de 1631, en las aguas de la costa de Pernambuco, la escuadra española de Antonio de Oquendo derrotó a una flota holandesa que estaba bajo el mando de Adrian Jansz Pater, tras más de 7 horas de duros combates.

En el marco de la Guerra de los 30 años, los holandeses habían tomado los puertos de Olinda y Pernambuco en febrero de 1630, como parte de su estrategia de debilitar a España atacando en sus provincias de ultramar. Pusieron en tierra 6.000 infantes que avanzaron hacia la villa de Arrecife, que fue incendiada por el gobernador, Matías de Alburquerque, quien, ante la imposibilidad de plantar cara al enemigo en campo abierto, dado lo exiguo de sus tropas, se dedicó a emboscarles y hostigarles hasta el punto de que los holandeses se vieron obligados a aprovisionarse por mar. En mayo de 1631 tomaba el mando aquellas plazas el almirante Adrian Jansz Pater, sustituyendo al almirante Lock, que regresaba con la mayor parte de su flota para Holanda.

El 5 de mayo de 1631, con 54 años y una vida llena de victorias en el mar, Antonio de Oquendo y Zandátegui, natural de San Sebastián y por aquel entonces almirante general de la Armada del Océano, cargo alcanzado por ilustres marinos como Juan de Lezcano, López de Legazpi, Juan de Austria o Álvaro de Bazán, zarpó desde Lisboa rumbo a las colonias brasileñas de Pernambuco y de Bahía de todos los Santos, capitaneando una flota que debía llevar tropas para poner fin a aquella invasión.

Gran Sitio de Malta (Parte I)


El 11 de septiembre del año 1565 los turcos levantaban el sitio de la isla de Malta tras 4 largos meses de asedio. La llegada de un socorro español bajo el mando de García Álvarez de Toledo, virrey de Sicilia, puso en fuga a las fuerzas otomanas tras perder una ingente cantidad de hombres, incluyendo al grueso de sus fuerzas de élite. 

En el año 1530, los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, orden que databa aproximadamente del año 1048, se instalaban en Malta, cambiando el nombre de la orden por el de la isla, la cual les había sido cedida por el rey de España, Carlos I, tras haber sido expulsados por los turcos de Solimán I, el Magnífico.

Situada en un enclave estratégico, al sur de Sicilia, Malta servía de barrera de protección frente a los corsarios berberiscos que pasaban al Mediterráneo occidental. A comienzos de 1565 Jean de la Valette, Gran Maestre de la orden desde el año 1557, había sido informado por sus espías de los preparativos para una inminente invasión de la isla por el Turco. A pesar de ello, los trabajo de reclutamiento de hombres y fortificación fueron lentos y deficientes, dejando Malta demasiada expuesta al peligro otomano.

Gran Sitio de Malta (Parte III)


Para mediados de agosto García de Toledo había convocado al consejo para exponer las órdenes del rey, Felipe II. Allí estaban Álvaro de Bazán, general de galeras de España; Andrea Doria, general de galeras de Génova; Álvaro de Sande, maestre de campo del Tercio Viejo de Nápoles; Sancho de Londoño, maestre del Tercio Viejo de Lombardía, y Gonzalo de Bracamonte, maestre del Tercio de Cerdeña. Las noticias que les llegaban a los turcos acerca del Gran Socorro no eran muy halagüeñas: Mustafá recibió misivas que le advertían de la presencia en Messina de al menos 36 navíos, 113 galeras y varios miles de soldados. Debía darse prisa en tomar Malta si no quería vérselas con los Tercios de España.

Siguieron los turcos descargando su artillería contra las defensas cristianas y el día 20 de agosto lanzaron un nuevo gran asalto. Mustafá atacaría San Miguel, liderando él mismo las tropas para infundirles moral. Pialí, mientras tanto, terminaría la mina que estaba preparando contra el puesto de Castilla. El plan era atraer a cuantos cristianos pudieran sobre San Miguel para que, una vez desguarnecido el Burgo, hacer volar la mina e iniciar el asalto. El asalto llevaba varias horas cuando Pialí tenía lista su mina. La fortuna sonrió a los defensores del espolón de Castilla, ya que el artefacto explosionó hacia afuera, causando enormes daños entre los turcos.

Gran Sitio de Malta (Parte II)



A comienzos de julio de 1565 los turcos habían tomado ya San Telmo, aunque pagando un precio muy elevado, habían terminado de construir las baterías para empezar a batir el Burgo y San Miguel, y un pequeño socorro se internaba en el corazón de la isla, con el maestre del Tercio de Sicilia, Melchor de Robles, a la cabeza.

En este orden de cosas los turcos comenzaron el día 3 a hacer fuego contra el baluarte de Provenza desde el monte Santa Margarita; contra San Miguel desde la posición otomana de La Mandra, situada en el monte Sceberras; contra la Burmola desde el monte Corradino, y contra el puesto de Francisco Zanoguera en San Ángel, desde la recién adquirida posición de San Telmo. Para júbilo de los defensores, el socorro conseguía entrar en el Burgo tras recorrer casi 20 millas, circunvalando todo el sur de la isla a marchas forzadas, y atravesar el Gran Puerto en barcas que les habían dejado los sitiados sin ser detectados. Nada más llegar desplegaron sus banderas los nuevos defensores en señal de desafío a los otomanos.

La furia de los asaltantes se incrementó tras esto, añadiendo nuevas piezas a las baterías hasta contar con 26. Por su parte, y viendo el peligro que corría San Miguel, el Gran Maestre mandó construir un puente que lo uniese al Burgo, y así poder pasar auxilio a través de él. El 11 de julio los turcos intentaron cortar la cadena que impedía la entrada a las aguas entre estas dos posiciones, siendo rechazados por unos soldados malteses. Las intenciones otomanas estaban claras: iban a asaltar San Miguel y los defensores reforzaron sus posiciones.

La Batalla de la Isla de Flores


Un 9 de septiembre del año 1591, en las aguas de la Isla de Flores, una flota corsaria inglesa, bajo el mando de Thomas Howard, conde de Suffolk, caía derrotada por Alonso de Bazán, tras tratar de asaltar el convoy español procedente de América.

En el marco de la Guerra anglo-española (1585-1604) las cosas pintaban mal para los de la Pérfida Albión, que desde el desastre de la Grande y Felicísima Armada de 1588 no habían dejado de cosechar derrotas, empezando por la Contra Armada inglesa del siguiente año, que acabó en un completo fracaso bajo la tutela de Francis Drake y John Norreys, y siguiendo por las derrotas frente a los convoyes procedentes de las indias en 1590.

El año 1591 empezaba igual de mal, con la derrota de George Clifford, conde de Cumberland en julio en las Islas Berlengas. Alonso de Bazán, hermano del ilustre e invicto Álvaro de Bazán, había recibido aviso, a través del maestre de campo Juan de Urbina, de que una flota corsaria inglesa patrullaba por aguas cercanas a las islas Azores, por lo que se aprestó a reunir tantos buques como pudiese para acudir a plantarles batalla. Así hizo bajo su mando a la escuadra de Marcos de Aramburu, que sería su segundo al mando; la escuadra de Antonio de Urquiola, la de Sancho Pardo y la de Martín de Bertendona, a la que se sumaría más tarde la escuadra portuguesa de Luis de Coutiño, haciendo un total de 55 buques y 7.200 hombres entre soldados y marineros.

Conquistadores: Vuelta al mundo de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano


El 6 de septiembre del año 1522, como si de un fantasma se tratase, hacía su aparición en la bahía de Sanlúcar de Barrameda la nao "Victoria", única superviviente de una expedición de cinco buques que habían zarpado de Sevilla 3 años atrás.

Fernando de Magallanes era un hidalgo portugués nacido en el año 1480 y que pronto entraría a servir como paje de la reina Leonor, esposa de Juan II de Portugal. En 1505 entró en la llamada Armada de la India, flota anual que partía hacia la India a través del Cabo de Buena Esperanza, ruta abierta por el gran marino portugués Vasco de Gama. Recorrió así miles de leguas, llegando a lugares tan imposibles en aquel entonces como Goa, Cochín o Cananor, en la India, Kerala, en Tanzania, o Malaca, en Malasia. En 1514, siendo ya toda una institución en su país, fue acusado de
comerciar ilegalmente en Marruecos, por lo que perdió su empleo. Desde ese momento se empecinará en investigar rutas hacia el Pacífico con el reputado cosmógrafo Rui Faleiro.

Por su parte, Juan Sebastián Elcano había nacido en la localidad guipuzcoana de Guetaria y provenía de una familia muy marinera, que se dedicaba a la pesca y al comercio. En 1509 embarcó en la expedición que dirigía el cardenal Cisneros para tomar Orán, dentro de la política de Fernando el Católico de tomar importantes plazas berberiscas en el Mediterráneo occidental. También participó en las Guerras Italianas de el Gran Capitán, pero esto le costó la ruina. Tuvo que deshacerse de su nave en favor de unos mercaderes de Saboya con los que previamente se había hipotecado para costear las pagas adeudadas a su tripulación, con la esperanza de que la Corona le entregase a tiempo el dinero que le debía, algo que no ocurrió. Arruinado y prófugo de la justicia, ya que se consideraba delito vender buques artillados en tiempos de guerra a los extranjeros, marchó hacia Sevilla buscando recuperar su patrimonio.

Batalla de Nördlingen


Un 5 de septiembre del año 1634 comenzaban los primeros combates de una de las batallas más importantes de la Guerra de los 30 años. En Nördlingen las tropas españolas, imperiales y de la Liga Católica asestaban una severa derrota al ejército sueco de Gustavo Adolfo, que se habían enseñoreado de los campos de batalla alemanes. 

La Guerra de los 30 años llevaba algo más de una década cuando los suecos, con el rey Gustavo Adolfo II de Suecia a la cabeza, desembarcaron en las costas alemanas en 1630. Las revolucionarias tácticas de combate que había promovido el rey, habían convertido al ejército sueco en una moderna máquina de guerra que avanzaba imparable desde el norte de Alemania. Los suecos introdujeron modificaciones como el añadir 4 piezas ligeras de artillería más por regimiento. También la formación de la brigada, compuesta por 2 regimientos; redujeron la profundidad y aumentaron la extensión de sus formaciones y también incrementaron la potencia de su fuego con la creación de la táctica de la doble salva.

España, bajo el reinado de Felipe IV, había decidido ayudar al emperador en la guerra; los lazos dinásticos y la continuación de la hegemonía Habsburgo en Europa. De esta manera los ejércitos católicos se habían impuesto a la revuelta Bohemia, el levantamiento de los protestantes alemanes agrupados en torno a la figura de Federico el Palatino, y habían derrotado al rey Cristian de Dinamarca en su intento de lanzar una ofensiva contra los católicos en Alemania.

La nueva amenaza ahora eran los suecos, que desde su llegada al continente en julio de 1630 había avanzado por Pomerania y Magdeburgo con la ayuda de su aliada Sajonia-Weimar, y derrotando a los católicos en Breitenfeld, Lech y Lützen, por lo que el emperador necesitaba la ayuda de España si quería detener al poderoso ejército sueco que, aunque había perdido a su rey, seguía constituyendo la fuerza más poderosa en ese momento en el continente. Así que el rey de España armó un ejército en Milán bajo el mando de Diego Mexía Felipe de Guzmán, marqués de Leganés. Éste debía auxiliar a los católicos en Alemania y llevar al Cardenal-Infante, Fernando de Austria, hijo de Felipe III, a tomar posesión del cargo de gobernador de los Países Bajos, tras el fallecimiento de Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II.

Guerreros: Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán


El 1 de septiembre del año 1453 nacía en Montilla, villa de la provincia de Córdoba, Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de Aguilar, destacado miembro de la nobleza de Andalucía que revolucionó las tácticas de la guerra y padre del primer ejército moderno, siendo considerado hoy por muchos el mejor militar español hasta la fecha.

Era el segundo de los hijos de Pedro Fernández de Aguilar y Elvira de Herrera y Enríquez. Fue criado en Córdoba junto a su hermano Alfonso, pasando a ser paje del hermano de la futura reina Isabel la Católica, el infante Alfonso, en Segovia. Por aquella época Castilla se hallaba dividida por un conflicto interno entre los partidarios del infante Alfonso y los del rey Enrique IV. La muerte en 1468 de Alfonso centró las miradas en Isabel, y Gonzalo, tal y como lo había hecho con Alfonso, pasaría a ser un fiel servidor de la futura reina.

Al no ser el primogénito solo podía escoger entre el ejército o el sacerdocio, así que escogió lo primero. La guerra de sucesión castellana tras la muerte del rey en 1474, que enfrentaba a los partidario de Juana de Trastámara, hija del rey, con los leales a Isabel de Castilla, legítima heredera por el Tratado de los Toros de Guisando, supuso el inicio de su brillante carrera militar, destacándose en la batalla de Albuera, en 1479, donde dirigió una compañía de 120 jinetes, bajo las órdenes del maestre de la Orden de Santiago.

Combates navales de Cabañas


A primeras horas de la mañana del día 31 de agosto de 1638, una flota española bajo el mando de Carlos de Ibarra plantaba cara a su enemigo: al menos 17 buques corsarios holandeses que acechaban en las aguas de Pan de Cabañas, próximas a La Habana.

La actividad corsaria y pirata había estado presente desde los principios del comercio español con América. Primero fueron los franceses, a los que más tarde se unieron ingleses y holandeses. La Corona española ideó un sistema de convoyes y de suministro de información al objeto de proteger el comercio, el cual resultaría como uno de los más notables éxitos logísticos de la historia.

Desde tiempos de Felipe II dos flotas componían los convoyes que partían desde España en dirección a América: la de "Nueva España", cuyo destino final era Verazcruz, y la de "Tierra Firme", que llegaba hasta Valparaíso. El punto de reunión de las flotas solía ser las aguas de La Habana, donde recalaban antes de regresar a España con el preciado cargamento. Los holandeses lo sabían y, desde sus nuevas bases en Pernambuco, armaron una flota de 24 buques comandada por Corneille Joll, un veterano almirante al que le faltaba una pierna y que recibía el apodo de "Pie de palo".

Guerreros: Alejandro Farnesio


El 27 de agosto del año 1545 nacía en Roma Alejandro Farnesio, III duque de Parma, y uno de los más brillantes militares al servicio de España de todos los tiempos.

Alejandro tenía unos antepasados ilustres: era hijo de Octavio Farnesio y Margarita de Austria, hija bastarda de Carlos I y por tanto, Felipe II era su tío. Su bisabuelo fue el papa Pablo III, y recibió el título de III duque de Parma, Plasencia y Castro.

Fue educado primero en Bruselas y después en la corte de Madrid por invitación del rey, donde permaneció hasta 1565, estudiando en Alcalá de Henares con su primo, el infante Carlos, llamado también "El maldito", por una demencia desarrollada a raíz de una caída casi mortal de la que solo se salvó tras una arriesgada trepanación en la cabeza, y su tío y amigo, Juan de Austria, hermanastro del rey Felipe.

Batalla de Alcántara


A las 3 de la mañana del 25 de agosto de 1580, el duque de Alba se despertaba y escuchaba misa. Tan solo unas horas después había logrado una aplastante victoria sobre las tropas portuguesas del prior de Crato, despejando el camino hacia Lisboa y dándole otra corona a Felipe II.

La muerte sin descendencia de Enrique I, rey de Portugal, en enero de 1580, había abierto la sucesión al trono del país vecino. Felipe II, como hijo de Isabel de Portugal y por tanto, nieto del rey Manuel I, reclamaba para sí el trono. A su vez, Antonio, prior de Crato, era hijo ilegítimo del infante Luis de Avís, y por tanto, nieto del rey Manuel I también.

En este orden de acontecimientos, Antonio fue el primero en dar un golpe de efecto autoproclamándose rey de Portugal el 20 de junio de 1580. Felipe no podía aceptar tal afrenta, así que se preparó para invadir el territorio luso. Para ello no dudó en sacar del ostracismo a su mejor general, el duque de Alba, que llevaba un año desterrado en Uceda por la tensa relación que en los últimos años tenía con el rey a causa del comportamiento de su hijo Fadrique.

Guerreros: Sancho de Londoño


Posiblemente nació hacia el año 1515, pero lo que es seguro es que Sancho de Londoño fue el perfecto ejemplo del soldado español; disciplinado, aplicado y valeroso, con innegables dotes para el combate y capaz de progresar de simple piquero a maestre de campo, algo común en los Tercios españoles.

Fue el primogénito de Antonio de Londoño, señor de Hormilla, en La Rioja, y de Ana Martínez de Ariz. Tuvo varios hermanos, destacando entre ellos a Antonio de Londoño, quien luchó en Lombardía, pero poco se sabe de su infancia, salvo que estudió en Alcalá de Henares, de ahí el innegable talento del que hará gala para las letras y las matemáticas.

Entró al servicio de Carlos I en los ejércitos del duque de Alba como piquero, en 1542, entrando en combate en el ducado de Milán contra los franceses, y posteriormente en la frontera entre España y Francia. También participó en el avance español sobre París, forzando a los franceses a pedir la paz. Para 1546 era trasladado a Alemania donde al emperador Carlos le había salido un peligroso enemigo: la Liga Esmalcalda, participando en la campaña del Danubio. En 1547 entró en batalla en Mühlberg, donde los imperiales obtuvieron una brillante victoria y propiciaron un terrible golpe a la Liga.

Batalla de San Quintín


El día 10 de agosto, festividad de San Lorenzo, del año 1557, los ejércitos de Felipe II se enfrentaban con la Francia de Enrique II en la localidad francesa de San Quintín, dando comienzo a una serie de victorias españolas que obligarían al monarca francés a firmar la paz de Cateau-Cambrésis apenas dos años después.

Felipe II había subido al trono de España en el año 1556. En Francia reinaba Enrique II, hijo del belicoso rey Francisco I, que tantas veces había sido derrotado por el rey español Carlos I. Enrique ansiaba las posesiones españolas en Italia, y el papa Paulo IV, consciente de ello y haciendo gala de un odio inusitado hacia los españoles, buscó la alianza con los franceses y posibilitó la entrada de las tropas galas, comandadas por el duque de Guisa, en el Milanesado, viéndose el reino de Nápoles amenazado.

Para infortunio de los franceses, allí se encontraba el duque de Alba con sus tropas españolas y rechazó con firmeza al enemigo. No se detuvo el duque ahí. También contraatacó sobre las fuerzas papales sitiándolas, hecho que le valió la excomunión al rey español. Éste, por su parte, no había perdido el tiempo. Como estaba casado con María Tudor, reina de Inglaterra, consiguió de ella una fuerza de 7.000 soldados bajo las órdenes de lord Pembroke. Además el duque de Éboli, el portugués Rui Gómez de Sylva, había conseguido otros 8.000 soldados más y cuantiosos fondos.

A la caza del convoy británico


Era el 9 de agosto del año 1780 cuando un convoy británico con tropas, materiales y suministros de todo tipo, que avanzaba con destino a Norteamérica y a la India, era atrapado por la flota española de Luis de Córdova, sufriendo los británicos el mayor golpe logístico de toda su historia.

Estaban los británicos inmersos en la Guerra de Independencia norteamericana, un conflicto que se complicó sobremanera con los apoyos de los españoles y franceses a los rebeldes. Las flotas de ambos países podían competir en igualdad de condiciones con la armada británica, en aquel momento la mayor y más poderosa. En 1779 las flota franco-española había azotado las costas de Inglaterra, paralizando la bolsa de Londres, las cosas se complicaban en las colonias americanas, y la expansión en la India exigía de multitud de recursos.

La España de Carlos III, con el conde de Floridablanca al frente, había comenzado una política de fortalecimiento en el panorama mundial, acercando posiciones tanto con Francia como con Portugal. Floridablanca, ministro de exteriores, había tejido una red de espías por la gran mayoría de cortes europeas. De esta manera consiguió una valiosísima información: un gran convoy saldría desde Portsmouth con destino a Norteamérica y a la India. Floridablanca informó de esto a Luis de Córdova, teniente general de la armada, para que comenzase los preparativos de la cacería.

Conquistadores: Colón parte hacia las Indias


El viernes 3 de agosto de 1492 partía del puerto de Palos de la Frontera la expedición dirigida por Cristóbal Colón, compuesta por las carabelas "Pinta" y "Niña" y la nao "Santa María", con la misión de llegar a las Indias a través del Atlántico.

Poco se sabe de los años anteriores a que Cristóbal Colón se presentase en el monasterio andaluz de La Rábida. Se le da por nacido a mediados del siglo XV, probablemente en Génova. Su hijo Hernando dejó escrito que estudió en Pavía, donde Cristóbal aprendió navegación y cosmografía. De esta forma se lanzaría a la mar en los años 70 y en 1476 un naufragio en las costas portuguesas le llevaría hasta la capital de aquel país, donde consiguió trabajo como agente comercial para la casa Centurione de Madeira.

Es en esa época cuando contrae matrimonio con Felipa de Moniz y cuando tiene a su hijo Diego. Como agente comercial viajará a multitud de países y se afianzará como un reputado y experto navegante, y también comenzará a preparar su plan de llegar hasta Cipango a través de occidente. Con esta idea se presentó ante la corte de Portugal, la primera potencia naval del momento. El rey, Juan II, recibió el proyecto y mandó someterlo a la consideración de la Junta de Matemáticos la cual lo rechazó.

Nelson ataca Tenerife


Un 27 de julio de 1797 los británicos levaban anclas y se marchaban de las Islas Canarias, tras un frustrado intento de tomar Santa Cruz de Tenerife por parte de las fuerzas del contralmirante Horatio Nelson.

Dentro del marco de la guerra anglo-española de 1796, y con el grueso de la flota española bloqueada en Cádiz por la potente marina de los británicos, bajo el mando del almirante John Jervis, éstos resolvieron tomar las Islas Canarias como base estratégica para sus futuras operaciones en el Atlántico. De este modo Nelson diseñó un plan para poder llevarlo a cabo y Jervis lo aprobó el 14 de julio de 1797.

Para ello Nelson contaba con los navíos Theseus, Culloden y Zealous, de 74 cañones cada uno, y el navío Leander de 50 piezas de artillería; las fragatas Emerald, de 36 cañones, la Seahorse, de 38, la Terpischore, de 32 y la Fox, también de 32 piezas. Igualmente contaba con la bombardera Rayo, apresada a los españoles previamente, y una fuerza de 3.700 hombres para llevar a cabo la invasión de la isla.

La Batalla de las Terceiras


Un 26 de julio del año 1582 se producía el enfrentamiento entre fuerzas navales españolas, bajo el mando del capitán general Álvaro de Bazán, y fuerzas de la armada francesa capitaneadas por el almirante Felipe Strozzi, y que acabó en una brillante victoria española.

Tras el ascenso al trono portugués de Felipe II, el prior de Crato, don Antonio, pretendiente igualmente a la corona portuguesa, había instado a una revuelta contra los españoles con el apoyo de los ingleses y franceses. Isabel I le dio dinero y la promesa del apoyo de sus corsarios a cambio de varias plazas portuguesas, 5 millones de ducados y un tributo anual. Pero Francia, con Enrique III de Valois en el trono, no dudó en ofrecer, además de dinero, tropas y suministros, alarmado por el poder que tenía en aquellos momentos el imperio español, y bajo la promesa de Antonio de cederle la posesión de Brasil.

El reducto del prior de Crato eran las islas Azores, desde donde los corsarios ingleses y franceses podían atacar fácilmente los convoyes que venían hacia España desde América. Felipe II estaba decidido a acabar con esa amenaza, por lo que a comienzos de 1582 ordenó preparar una flota con la intención de ocupar las Azores. Álvaro de Bazán, el almirante que nunca había perdido una batalla, veterano de Lepanto, Muros, Malta, o del peñón de Vélez, sería el encargado de tal empresa.

La Gran Carrera del Glorioso


El 25 de julio del año 1747 el "Glorioso", un navío español que se dirigía a las costas gallegas, empezaba el primero de una serie de combates contra la armada inglesa que le haría ganar la admiración y el respeto tanto de los españoles como de sus enemigos. 

La construcción del "Glorioso" fue encargada en 1738, y fue botado en el año 1740 en los astilleros de La Habana bajo el nombre de "San Ignacio de Loyola", junto al "Invencible" y al "Bizarro". Era un navío de línea de 70 cañones del estilo Gaztañeta, más grande y robusto que los navíos que en aquella época construían tanto ingleses como franceses, pero menos rápido y más difícil de maniobrar. Contaba con 2 puentes desde donde asomaban sus cañones de 24, 18 y 8 libras.

En el año 1747, dentro del marco de la Guerra del Asiento, el "Glorioso" zarpaba de La Habana en primavera con un cargamento de suma importancia para los intereses de España: 4 millones de pesos de plata. El buque era comandado por Pedro Mesía de la Cerda, un experimentado marino cordobés que había participado ya en multitud de batallas, entre ellas la del Cabo Passaro, la del Cabo de San Vicente o las de la recuperación de Orán y Mazalquivir en 1732.

Batalla de Jemmingen


El 21 de julio del año 1568 las fuerzas del imperio español, bajo el mando de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, duque de Alba, obtenían una aplastante victoria contra el ejército rebelde holandés de Luis de Nassau en la villa alemana de Jemmingen.

Hacía menos de un año que el duque de Alba había llegado a Flandes a través del Camino Español, dispuesto a sofocar las revueltas calvinistas que habían dado inicio a la Guerra de los 80 años. El duque estaba alarmado por la situación que estaba presenciando en esos momentos: Guillermo de Orange había organizado un poderoso ejército con mercenarios alemanes que acababa de invadir Groningen. Durante el transcurso de ésta, el Tercio Viejo de Cerdeña se vio sorprendido en los alrededores de Heilergerlee y la mitad de sus hombres pereció en la contienda.

La situación exigía actuar con celeridad, por lo que el duque de Alba organizó rápidamente a sus otros dos Tercios Viejos: el de Sicilia, bajo el mando del maestre de campo Julián Romero, y el Lombardía, que mandaba el maestre Sancho de Londoño, y que irían en vanguardia. A éstos había que sumarle tropas valonas y las de los alemanes del conde de Mega, sumando un total de casi 12.000 soldados y unos 3.000 jinetes. Con todo ya preparado el comandante español se puso en marcha y llegó hasta Groningen el 15 de julio.

Batalla de Valenciennes


El 16 de julio del año 1656 un ejército del imperio español, bajo el mando de Juan José de Austria, se batía con las fuerzas francesas del vizconde de Turenne, las cuales tenían sitiada la ciudad de Valenciennes.

La Guerra de los 80 años había llegado a su fin tras la paz de Münster, pero los problemas para la monarquía española no habían cesado; Portugal estaba en llamas tras la ascensión al trono de Juan IV, restaurando así la independencia del país vecino. Cataluña se había recuperado del yugo francés, pero éstos aún mantenían la posesión sobre el Rosellón y amenazaban ahora las posesiones españolas en el sur de Flandes, poniendo el ojo sobre la estratégica plaza de Valenciennes.

Valenciennes estaba situada por aquel entonces en la provincia de Henao, en territorio español de los Países Bajos. La ciudad era un elemento clave para las comunicaciones de la región, por lo que la Francia de Luis XIV, el Rey Sol, le había puesto los ojos encima. De esta manera se armó un potente ejército de más de 25.000 soldados para hacerse con ella. Encuadrados en 2 formaciones, una en cada orilla del río Escalda, el cual atravesaba la ciudad de norte a sur, aquel contingente cayó sobre Valenciennes el 18 de mayo de 1656.

El ejército francés, cuyo mando recaía en Enrique de la Tour, vizconde de Turenne y mariscal de Francia desde 1643, comenzó con el asedio sin perder un segundo de tiempo. Al frente de la plaza se encontraba una pequeña guarnición de poco más de 1.000 hombres bajo el mando de Francisco de Meneses, dispuesta a aguantar lo que hiciese falta, aunque la escasez de suministros y pertrechos era notoria.

Batalla de las Islas Berlengas


Un 15 de julio del año 1591 tuvo lugar una batalla naval entre la escuadra española de galeras de Francisco Coloma, y un escuadrón de galeones ingleses bajo el mando de George Clifford, conde de Cumberland, frente a las costas de las islas portuguesas de Berlengas.

Bajo el reinado de Isabel I, el conde de Cumberland, gran aficionado a los torneos de justas y uno de los favoritos de la reina, empezó a hacer carrera naval con el inicio de la Guerra anglo-española, en 1585. No tuvo demasiado éxito en sus campañas corsarias contra la flota española en el Caribe, ya que el sistema de convoyes implantado por Felipe II resultaba enormemente eficaz, perdiéndose en 2 siglos tan solo una flota.

Tras algún logro aislado en las aguas de las Azores, en 1591 el escuadrón de Clifford partía de las costas inglesas rumbo al Cabo de San Vicente para su habitual actividad corsaria. El escuadrón estaba compuesto de 4 galeones y una pinaza: el "Garland", un navío real de 600 toneladas que era el buque insignia de Clifford; los galeones "Allegarta", "Goden Noble" y "Sampson", de casi 300 toneladas, y la pinaza "Discovery".

Las Campañas del duque de Osuna en Sicilia: Batalla naval del Cabo Celidonia


El 14 de julio del año 1616 daba comienzo una batalla naval entre una pequeña flota del imperio español y una potente armada del imperio otomano, en las aguas del cabo de Celidonia, cercanas a las costas de Chipre.

El nuevo virrey de Nápoles, Pedro Téllez de Girón, III Duque de Osuna, había reorganizado la flota del virreinato consciente del peligro que suponía la piratería berberisca en las aguas del Mediterráneo. Una de sus medidas fue la paulatina sustitución de las galeras por galeones. Una de las nuevas escuadras fue puesta bajo el mando de Francisco de Rivera, capitán natural de Toledo.

La misión de Rivera era partir desde Sicilia hacia el mediterráneo oriental y poner freno a las acciones de la piratería berberisca y de paso castigar los territorios otomanos. Para ello contaba con 5 galeones y un patache. El galeón "Concepción" era su capitana y contaba con 52 cañones. Con él iban también el "Buenaventura", de 27 cañones, bajo el mando de Íñigo de Urquiza; el "Almirante", de 34 cañones y con Serrano al frente; el "Carretina", con otros 34 cañones y comandado por Valmaseda; el "San Juan Bautista", galeón capitaneado por Juan de Cerceda y que contaba con 30 piezas de artillería; y el patache "Santiago", bajo el mando de Garraza. Como refuerzo embarcaron 1.600 infantes españoles.

Batalla de Gravelinas


Un 13 de julio de 1558 tenía lugar en Gravelinas, localidad francesa de la costa norte, el enfrentamiento entre tropas del Imperio Español bajo el mando del conde de Egmont, y tropas del Reino de Francia, comandadas por Paul de Thermes, la cual acabaría con una decisiva victoria española.

Tras la derrota en la batalla de San Quintín, Enrique II de Francia se aprestó a reclutar un nuevo ejército con el que plantar cara a las fuerzas españolas que habían invadido el norte francés, y a su vez atacar las ciudades del sur de Flandes. Para ello no dudó en pagar a los otomanos para presionar en el Mediterráneo las posiciones españolas. Además promovió revueltas de los escoceses contra los ingleses, aliados en ese momento de España. Luego, con un ejército reclutado en la región de Picardía, el duque de Guisa arrebató el control del puerto de Calais a los ingleses.

Por su parte otro ejército francés dirigido por Paul de Thermes se lanzó hacia el norte a poner sitio a la ciudad de Gravelinas, que era la llave de entrada a Flandes, y cruzó el río Aa atacando Dunkerke y Nieuwpoort con un ejército de 15.000 soldados y gran cantidad de artillería. Tras la toma de estas dos ciudades volvió hacia Gravelinas, que era de vital importancia pues también tenía un estratégico puerto desde el que amenazar Inglaterra.

Conquistadores: La Batalla de Otumba


El 7 de julio del año 1520 las tropas de Hernán Cortés, un contingente de poco más de 400 españoles y cerca de 3.000 aliados tlaxcaltecas, se enfrentan a un poderosos ejército de entre 40.000 y 60.000 guerreros, según las más recientes indagaciones, derrotándolo y dejando abierta la conquista de México.

El imperio azteca era el nombre del territorio dominado por un conglomerado de élites mexicas de origen nahua, cuyo rey, Moctezuma II, se erigía como autoridad política y religiosa de origen divino, y que habían asentado su poder sobre la dominación de diversos pueblos de la región. La capital del Imperio era Tenochtitlán, una imponente ciudad situada sobre un lago, el Texcoco, con grandes plazas, numerosos mercados y asombrosas pirámides y templos. A Cortés le impresionó sobremanera; dejaría escrito de ella que "era tan grande como Córdoba o Sevilla" o que en sus mercados se podía encontrar "más de sesenta mil personas comprando y vendiendo", lo que nos da una idea del tamaño y la riqueza de Tenochtitlán.

Pues bien, el 8 de noviembre de 1519 había partido Cortés de Cholula con su ejército: 400 españoles y varios millares de aliados tlaxcaltecas, totonacas y cempoalas, rumbo al corazón del imperio azteca. Una vez llegados a las puertas de Tenochtitlán, el mismo Moctezuma salió a recibir a la comitiva. Cortés, en una carta enviada a Carlos I, narraba así el encuentro: "Me tomó de la mano y me llevó a una gran sala que estaba frontera del patio por donde entramos, y allí me hizo sentar en un estrado muy rico que para él lo tenía mandado hacer".

Batalla de San Marcial


Un 30 de junio de 1522 se producía la batalla de San Marcial, una contienda que enfrentó a las tropas de la monarquía española con un ejército franco-navarro a las órdenes de Ortubia y Semper, y que acabó con victoria española.

Los hechos acaecidos se remontan un año antes, a octubre de 1521, cuando un ejército al mando de Guillermo Goufier, señor de Bonnivet, asaltaba la villa guipuzcoana de Fuenterrabía, tomando el castillo de Behobia, tras la rendición del comandante de la plaza, Diego de Vera. Las tropas gasconas y navarras trataban de retomar el control de Navarra, perdida en 1512 en favor del rey Fernando el Católico.

Beltrán de la Cueva, III Duque de Alburquerque, fue nombrado capitán general de Guipúzcoa en mayo de 1522 y se lanzó rápidamente a recuperar el castillo con una hueste de soldados españoles reclutados de las villas cercanas y cerca de 3.000 lansquenetes alemanes. Jacques D'Aillon, que se había quedado al mando de la defensa del castillo, decidió abandonarlo ante la imposibilidad de defenderlo, pero no sin antes intentar volarlo. El capitán Ochoa Sanz de Asua, junto a unos cuantos hombres, lograría evitarlo y tomar al asalto el castillo. Allí padecerían un largo asedio.

El Asedio de Maastricht


El 29 de junio del año 1579 terminaba el largo asedio al que había sido sometida la ciudad holandesa de Maastricht, tras lograr el ejército realista, conducido por Alejandro Farnesio, batir sus defensas y penetrar en ella, saqueándola y poniendo en fuga a la mayor parte de la población. Maastricht seguiría en manos españolas hasta 1632, año en que las Provincias Unidas lograrían conquistarla. 

Corría el año 1577 cuando Alejandro Farnesio llegó a Flandes, tras la llamada de sus tíos, Juan de Austria, y el rey de España Felipe II. La Guerra de los Ochenta Años llevaba ya casi una década y el príncipe de Parma tenía claro que había que recuperar la iniciativa perdida en los años anteriores. La muerte de Juan de Austria a comienzos de octubre de 1578 había convertido al príncipe en el nuevo gobernador de los Países Bajos. Tras una serie de hábiles maniobras políticas emprendidas por Farnesio, el 5 de enero de 1579 se firmaba la Unión de Arras, por la cual las provincias católicas del suroeste se comprometían con la causa de Felipe II, que la ratificaría en noviembre de ese año. Por su parte, las provincias rebeldes formarían unas semanas después la llamada Unión de Utrecht.

De esta forma, Alejandro se aseguró tener la retaguardia cubierta, además de un suministro razonable de tropas, por lo que, una vez preparado, se lanzó a la conquista de las ciudades de Bruselas y Amberes, o eso al menos era lo que pensaba el líder de los rebeldes holandeses, Guillermo de Orange. El príncipe de Parma tenía claro que antes de emprender la toma de estas dos importantes ciudades, era de suma importancia recuperar la ciudad de Maastricht, ya que esta ciudad constituía un magnífico puente sobre el río Mosa, un importante nudo de comunicaciones y una plataforma desde la que emprender acciones contra los rebeldes, y además de cortar los importantes socorros que los rebeldes recibían desde Alemania por dicha ciudad, por lo que en esa tarea empeñaría todos sus esfuerzos en los siguientes meses.

Guerreros: Ana María de Soto


Un 26 de junio de 1793, Ana María de Soto, disfrazada de varón y bajo el nombre de Antonio María, se alistó en Cádiz en la 6ª Compañía del 11º Batallón de Marina siendo la primera mujer en alistarse en la Infantería de Marina Española.

Nacida en torno al año 1777 en una familia de origen muy humilde de Aguilar de la Frontera, en Córdoba, probablemente la pobreza, mezclada con el deseo de aventuras serían la causa de su alistamiento, aunque no hay mucho escrito sobre esta época de su vida. Sea como fuere, con unos 16 años se presentó en San Fernando, Cádiz, con la idea de ingresar en los batallones de marina. Lo consiguió y acabó encuadrada en la 6ª Compañía del 11º Batallón de Marina, donde pronto zarparía comenzando su aventura militar.

A principios de 1794, en el marco de las Guerras de Revolución francesas, embarcó junto a su compañía en la fragata "Mercedes", de 34 cañones. La misión era defender Cataluña de las fuerzas francesas. Para ello la Mercedes fue enviado con su dotación a la costa gerundense, donde participó en la defensa de Rosas, que tuvo que ser abandonada por la abrumadora superioridad de las fuerzas francesas, siendo recuperada poco después por el general José de Urrutia. Un año más tarde estaría presente en las batallas de Bañuls y Aljama.

La Batalla del Fuerte Mosé


Un 25 de junio del año 1740 tenía lugar la batalla del Fuerte Mosé, en San Agustín, Florida, que enfrentó a las tropas españolas de Manuel de Montiano, gobernador de Florida, contra los soldados ingleses de coronel John Palmer.

En el marco de la Guerra del Asiento, que enfrentaba a Inglaterra y España, los británicos, dirigidos por el gobernador de Georgia, James Edward Oglethorpe, ocuparon el Fuerte Mosé, de vital importancia para las comunicaciones de la zona, que había sido abandonado previamente por orden de Manuel de Montiano, debido a la escasez de hombres y a la imposibilidad de defensa ante la llegada de un potente ejército enemigo.

El Fuerte Mosé se encontraba en la frontera de Florida con Georgia, ocupada por los ingleses. Allí los esclavos africanos eran brutalmente explotados por los británicos en los campos de algodón, por lo que muchos de ellos no tardaron en escaparse hacia los territorios españoles. Pero no solo los esclavos negros sufrían las consecuencias del colonialismo británico, los indios habían sido despojados de sus tierras y perseguidos, salvo algunas pocas tribus con las que habían llegado a alianzas.

Guerreros: Cristóbal de Mondragón



Aún se duda si Cristóbal de Mondragón y Otálora nació en 1504 o en 1514. Quizás esta última fecha sea la más comúnmente aceptada. Lo cierto es que vino al mundo en la localidad vallisoletana de Medina del Campo y que tomó el apellido de la villa de procedencia de la familia de su padre: Mondragón, en Guipúzcoa. Éste se había casado con Mencía de Mercado, de hidalga familia de Medina, donde tenían su residencia. 

Sus primeras acciones militares datan de los tiempos de las campañas de Carlos I en Italia, combatiendo contra los franceses, y posteriormente lo encontramos en las tomas de La Goleta y Túnez. Pero Mondragón obtiene repercusión tanto nacional como internacional durante la Batalla de Mühlberg, contra los rebeldes luteranos de la Liga Esmalcalda.

Allí, junto a diez soldados más, el 24 de abril de 1547 cruzaba el río Elba "con las espadas en la boca y el agua por encima del pecho", como escribiría Lope de Vega, y, tras vencer la resistencia de los vigilantes de los pontones con los cuales poder cruzar el río de manera segura, se apropiaron de ellos y consiguieron llevarlos hasta la orilla española, sorteando el fuego de arcabucería enemiga, mientras sus compañeros de armas gritaban de júbilo y sorpresa ante tal hazaña.

El Camino Español


Un 20 de junio de 1567 Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III Duque de Alba, partía desde Milán al mando de 10.000 soldados de los Tercios para pacificar la región de Flandes, inmersa en una guerra de religión propiciada por los calvinistas, inaugurando así el comienzo de los que se denominaría el "Camino Español".

En 1566 el calvinismo ya se había extendido por los Países Bajos alentado por las guerras de religión alemanas. En abril de ese año diversos nobles locales presentaron una serie de exigencias a la gobernadora Margarita de Parma, hermanastra de Felipe II, conocidas como el "Compromiso de Breda". En él se exigía, además de la libertad religiosa, numerosas ventajas para la burguesía calvinista, muy afectada por el bloqueo comercial con Dinamarca y Suecia, dada la guerra que enfrentaba a ambos reinos.

La actitud de Margarita, asistida por el cardenal Granvela, fue de flexibilidad y tolerancia, pero los calvinistas aumentaban sus exigencias y alentaban el descontento de una burguesía cada vez más empobrecida. En agosto estalló la revuelta, conocida como la de los iconoclastas. Los calvinistas, cuya cabeza visible era Guillermo de Orange, asaltaron iglesias, quemaron imágenes que consideraban heréticas y se lanzaron a la persecución de los cristianos valones, flamencos u holandeses.

Batalla de Steenbergen


Un 17 de junio de 1583 las tropas españolas comandadas por el duque de Parma, Alejandro Farnesio, obtenían una aplastante victoria sobre una fuerza combinada de tropas francesas, inglesas y de las Provincias Unidas bajo el mando del barón de Biron y del general John Norreys.

En el marco de la Guerra de los 80 años, España, en guerra también con la Inglaterra de Isabel I, se aprestaba a tomar la ciudad de Eindhoven. Las tropas de Alejandro Farnesio avanzaban imparables por las provincias rebeldes. Pusieron sitio a Eindhoven y tomaron Diest, Hoogstraten y Turnhout. Por su parte, las tropas rebeldes se aproximaban raudas a Amberes para tratar de coger por sorpresa a los imperiales, una maniobra de la cual Farnesio pudo enterarse por sus espías y salir presto a buscarlas.

El lugar del encuentro sería Steenbergen, localidad del Brabante Septentrional cercana a Eindhoven. Los rebeldes contaban con un potente ejército, muy superior en número al que podía enfrentar Farnesio, pero éste, con su habitual genio militar, organizó sus fuerzas a la perfección. Piqueros en perfecta formación en el centro de la línea; con los arcabuceros y mosqueteros delante; la caballería a los flancos y la artillería situada en una pequeña elevación desde donde dominaba el campo de batalla.

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