El 21 de noviembre del año 1564 una expedición española, bajo el mando de Miguel López de Legazpi, parte del puerto de Jalisco en busca de las islas del Poniente, llegando a las islas Filipinas, descubiertas por Hernando de Magallanes en 1521.
En la década de los años 50 del siglo XVI, los españoles ya habían dado la vuelta al mundo y explorado gran parte de América, dominando el comercio en el Atlántico. Pero esto no les impedía seguir ambicionando más aventuras y gloria. Un reino casi despoblado era la potencia puntera y sus dominios se extendían a lo largo y ancho del globo.
En esta tesitura Felipe II escribe al virrey de Nueva España, Luis de Velasco, instándole a continuar explorando nuevas rutas comerciales en el "Mar del Sur". Una de las consignas que el "Rey Prudente" da, es que participe en dicha expedición Andrés de Urdaneta, experto marino y cosmógrafo natural de Villafranca de Ordicia, en Guipúzcoa, que había participado de joven en la expedición dirigida por García Jofre de Loaísa a las Molucas.
Urdaneta se había ordenado monje en el año 1552, ingresando en la orden de los agustinos, pero ello no le impidió que el rey le escribiese en 1559 encargándole "que envíe dos navíos al descubrimiento de las islas del Poniente, hacia los Malucos, y porque según de mucha noticia que diz que tenéis de las cosas de aquella tierra y entender, como entendéis bien, la navegación della y ser buen cosmógrafo, sería de gran efecto que vos fuésedes en dichos navíos, así para la navegación como para servicio de Dios Nuestro Señor y nuestro".
Dicho y hecho. Urdaneta se puso manos a la obra y junto al virrey organizaron los preparativos del viaje. El elegido para comandar aquella expedición sería un pariente suyo, natural de Zumárraga, llamado Miguel López de Legazpi. Había destacado como funcionario en España, y luego en América ocupó diversos e importantes cargos en la administración de Nueva España, siendo funcionario de la Casa de la Moneda y llegando a Alcalde Mayor de la villa de México.
Legazpi no dudó un instante y aceptó el encargo como leal servidor del rey que era. Vendió casi todos sus bienes y se empeñó en la aventura con el cargo de almirante general y gobernador de todas las tierras que descubriese. Las instrucciones impartidas por Legazpi y Urdaneta eran tajantes: solo viajarían con la tripulación imprescindible para "que no haya en dicha Armada, criados ni mozos de servicios supérfluos" y el trato a los naturales de las tierras que explorasen debía ser exquisito.
Consiguió reunir 5 buques y cerca de 350 hombres y el 21 de noviembre de 1564 partió del puerto de Barra Navidad, en Jalisco. Era la primera expedición que dirigía el de Zumárraga y pronto mostró unas dotes innatas para el mando y para repeler las agresiones de los piratas de aquellas aguas. Tras cruzar el Pacífico llegaron a las islas Marianas, para después llegar a Guam, donde se hacen con provisiones comerciando con los nativos, que los reciben casi siempre de buenas maneras, dado el trato cortés que dispensan los españoles a éstos.
A diferencia de los portugueses, únicamente centrados en sacar beneficio económico, los españoles tenían un ánimo comercial, como es lógico e indudable, pero por encima de todo buscaban aventuras e instalarse y empezar una nueva vida, y no dudaban en mezclarse con las poblaciones locales. Solo en las ocasiones imprescindibles recurrió Legazpi al uso de la fuerza.
El 15 de febrero de 1565 la expedición tocó las costas de las Filipinas, concretamente de la isla de Samar, en las Bisayas Occidentales, luego llegaron a Leyte para finalmente arribar en el puerto de Cagayán el 5 de marzo. Sin encontrar nada reseñable y acuciados por la necesidad de víveres, la expedición siguió con su búsqueda, llegando a Bohol, isla de las Bisayas Centrales, estableciéndose por un tiempo.
Es en esa isla donde establece los llamados "pactos de sangre" o Sandugo, con un jefe tribal, Datu Sikatuna, el 16 de marzo de 1565. Este pacto, celebrado en la ciudad de Tagbilaran, es considerado como el primer tratado de amistad entre los filipinos y los españoles. Gracias a esta alianza, las relaciones entre los hombres de Legazpi y la población de Bohol serán determinantes de cara al futuro asentamiento español en las Filipinas.
Pero Legazpi seguía queriendo explorar más y de esta forma llegaron a Cebú el 27 de abril. Esta isla, la más poblada y con más alimentos de cuantas habían conocido hasta ese momento, estaba gobernada por el rajá Tupas, hijo del cacique que unas décadas antes había asesinado a varios hombres de Magallanes tendiéndoles una trampa durante un banquete para celebrar su "amistad".
Tupas, con su aliado Tamuñán, llegaron a la "Capitana", buque insignia de Legazpi fondeado frente a la principal villa de Cebú. Legazpi insistió en mantener buenas relaciones con él, obsequiándole con alhajas y ofreciéndoles objetos de valor a cambio de alimentos. Pero Tupas, receloso de cualquier extranjero, no accedió y presentó batalla. Legazpi, fiel a las órdenes de Felipe y de Urdaneta, intentó por todos los medios evitar combatir con los nativos, pero tras varios intentos de negociación no le quedó más remedio que defenderse.
De este modo envió a Juan de la Isla, al frente de varias decenas de hombres, a desembarcar y combatir, mientras las naves les apoyaban con su artillería. Apenas duraron los combates, huyendo los enemigos ante la abrumadora superioridad técnica de los españoles. Durante el registro del poblado principal, uno de los españoles, natural de Bermeo, encontró una estatua del Niño Jesús, sin duda alguna procedente de alguna otra expedición realizada en el pasado.
Esto fue advertido por Legazpi como una señal de la Divina Providencia, y se decidió a fundar allí su primer asentamiento, bautizada como "Villa del Santísimo Nombre de Jesús". También volvió a ofrecer la paz a Tupas, concretada el 8 de mayo en su buque insignia mediante el rito del pacto de sangre. Allí, Tupas, Tamuñán y Legazpi, se hicieron un corte en el pecho, depositando en sus copas su sangre derramada y, mezclándola con vino, procedieron a bebérsela en señal de amistad y respeto mutuo.
Fundó de la misma manera la "Villa de San Miguel", hoy en día la actual Cebú, la cual sería la principal en las Filipinas y desde donde partirían todas las expediciones posteriores de Legazpi. El de Zumárraga envió a su Felipe de Salcedo, nieto suyo, de vuelta a México para informar sobre los avances de la expedición, llevando consigo a Andrés de Urdaneta. Partiendo con la nao "San Pedro" desde Cebú el 1 de junio de 1565, Urdaneta realizó un hallazgo sorprendente que cambiaría para siempre la navegación en aquellas: la corriente de Kuoshio, la cual permite atravesar el Pacífico en un tiempo récord.
A partir de ese momento, Felipe II, en cuyo honor López de Villalobos había bautizado aquellas islas cuando aún era Príncipe de Asturias, se tomará muy en serio la colonización de las Filipinas. Con su habitual energía Legazpi se lanzó a construir villas, levantar defensas y seguir con la exploración de aquellos territorios. Con la llegada de refuerzos constantes, enviados por la Corona, la actividad se multiplicó. En 1567 llegaron a Filipinas más de 2.000 hombres y numerosas provisiones. Legazpi aprovechó este contingente para construir el puerto de "San Pedro", que sería su principal base comercial con América.
Estableció importantes relaciones comerciales con China, y tuvo que hacer frente al ataque de los portugueses, pero Legazpi, hombre metódico y perfeccionista, no tuvo problemas en rechazarlos gracias a sus formidables construcciones y fortificaciones. Siguió con sus expediciones buscando nuevos asentamientos, aprovechando la constante llegada de hombres y medios que el rey le enviaba gracias al "Tornaviaje" descubierto por Urdaneta.
Masbate, en el centro del archipiélago, luego Panay, en las Bisayas Occidentales, Mindoro, y desde ahí dieron el salto a Luzón, la mayor de las islas Filipinas. Legazpi había conseguido en menos de un lustro asentarse en la práctica totalidad de las islas, pero aún quedaba mucho por hacer. Habían oído hablar de Maynilad, un asentamiento comercial musulmán muy próspero. Para aquella empresa Legazpi eligió a uno de sus hombres de confianza, el general de artillería Martín de Goiti, quien, junto a Juan de Salcedo y 300 soldados fueron para allá.
En el camino hubieron de vencer los intentos de pillaje de los piratas chinos, pero llegaron sanos y salvos a la bahía de Maynilad el 8 de mayo de 1570. No tardaron en producirse enfrentamientos ante la hostilidad de los rajás Matanda y Sulimán, pero los españoles derrotaron ampliamente a éstos, ofreciéndoles una rendición honrosa. El propio Matanda entregó la ciudad a Legazpi tras los pactos habituales locales. El explorador español, siguiendo el mismo patrón que en la fundación de las anteriores villas, dividió Maynilad en 2 partes; una interior, habitada por los españoles, y otra exterior, para los nativos. Además siguió con su tradición de nombrar 2 alcaldes, para evitar excesos de poder.
El 24 de junio de 1571 se fundaba la "Siempre Leal y Distinguida ciudad de España en el Oriente" de Manila, estableciéndose en ella el gobierno de las islas y el propio Legazpi, quien acabaría muriendo allí el 20 de agosto de 1572, siendo enterrado en la iglesia de San Agustín de Manila. Pocos días después de su fallecimiento llegaba a Manila un galeón con las órdenes, firmadas por el rey Felipe, de nombrar a Legazpi gobernador vitalicio y capitán general de las Filipinas, y una paga de 2.000 ducados, en reconocimiento a sus servicios prestados.
Legazpi fue un leal servidor de España, incansable trabajador que cumplió con todos los cometidos asignados de una manera fiel y pulcra. Actualmente la villa natal de Legazpi, Zumárraga, donde se encuentra la casa donde nació el explorador español, la "Casa-Torre Legazpi", está hermanada con la ciudad de Tagbilaran, en honor a los pactos de sangre alcanzados en Bohol.
Estatua de Miguel López de Legazpi en Zumárraga |
Ruta seguida por Legazpi |
Pacto de sangre. Tagbilaran. |
Tumba de Legazpi en la iglesia de San Agustín, Manila. |
Casa-Torre Legazpi. Zumárraga. |
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