Un 9 de septiembre del año 1591, en las aguas de la Isla de Flores, una flota corsaria inglesa, bajo el mando de Thomas Howard, conde de Suffolk, caía derrotada por Alonso de Bazán, tras tratar de asaltar el convoy español procedente de América.
En el marco de la Guerra anglo-española (1585-1604) las cosas pintaban mal para los de la Pérfida Albión, que desde el desastre de la Grande y Felicísima Armada de 1588 no habían dejado de cosechar derrotas, empezando por la Contra Armada inglesa del siguiente año, que acabó en un completo fracaso bajo la tutela de Francis Drake y John Norreys, y siguiendo por las derrotas frente a los convoyes procedentes de las indias en 1590.
El año 1591 empezaba igual de mal, con la derrota de George Clifford, conde de Cumberland en julio en las Islas Berlengas. Alonso de Bazán, hermano del ilustre e invicto Álvaro de Bazán, había recibido aviso, a través del maestre de campo Juan de Urbina, de que una flota corsaria inglesa patrullaba por aguas cercanas a las islas Azores, por lo que se aprestó a reunir tantos buques como pudiese para acudir a plantarles batalla. Así hizo bajo su mando a la escuadra de Marcos de Aramburu, que sería su segundo al mando; la escuadra de Antonio de Urquiola, la de Sancho Pardo y la de Martín de Bertendona, a la que se sumaría más tarde la escuadra portuguesa de Luis de Coutiño, haciendo un total de 55 buques y 7.200 hombres entre soldados y marineros.
Bazán sabía que los ingleses se encontraban entre las islas del Cuervo y de Flores, lugar de paso obligado de los convoyes procedentes de América. También sabía, por un fraile franciscano y un piloto que habían sido apresados por los ingleses, que éstos no disponían más que de 22 buques, entre ellos 6 galeones reales, y que el mando de la flota lo ostentaba Thomas Howard, teniendo como segundo al almirante Richard Greenville, marino muy experimentado y de gran estima entre sus hombres.
Estando a tan solo 15 leguas del enemigo, Bazán acordó con el veedor general, Juan Maldonado, cargar velas y sorprender a los ingleses al amanecer, dividiendo la armada en 3 escuadras: una que fuese por el canal que separaba ambas islas, y donde se encontraban los buques de Howard, mientras las otras dos rodeaban las islas con la intención de cerrar el paso y evitar una posible huida de los corsarios. Pero la mala suerte se cebó con la capitana de la escuadra de Sancho Pardo, que acabó con el bauprés desarbolado, concluyendo Bazán que había de esperársela.
A 8 leguas de las islas dio la orden al general Marcos Aramburu de adelantarse y entrar por el paso de las islas. Aramburu contaba con 7 galeones de Castilla más 2 de los pataches, bajo el mando del capitán Garibay y otros 2 filibotes, sumando un total de 11 naves. Mientras tanto, él se dirigiría por el lado de izquierdo de la isla de Flores para sorprender por la retaguardia al enemigo y evitar su fuga. Los galeones "San Martín", "San Felipe" y "San Pablo", junto a los filibotes de Coutinho, iban a barlovento, mientras a sotavento se encontraban las escuadras de Martín de Bertendona, Sancho Pardo y Antonio de Urquiola, con Bartolomé de Villavicencio en retaguardia.
Por la mañana del día 9 los ingleses descubrieron lo que se les venía encima; un patache suyo había avistado la vanguardia de la escuadra de Aramburu, creyendo que era la de toda la flota, y tal y como había pensado Bazán, huían por la isla del Cuervo, quedando en el flanco derecho del grueso de la flota española que avanzaba a toda prisa, procurando alcanzar las primeras naves enemigas. A eso de las 5 de la tarde los ingleses, viendo los buques de Aramburu ya muy cerca, comenzaron a disparar mientras trataban de ganar el barlovento y evitar ser abordados, ya que eso suponía el fin cuando eran los españoles los que lo hacían.
Mientras los buques ingleses trataban de ponerse a salvo, Richard Greenville se aprestó a plantar cara. Al mando del galeón de la reina "Revenge", unos años antes buque insignia de Drake en su intento de tomar la Coruña o Lisboa, Greenville se gallardeaba mientras avanzaba ignorando que el resto de buques ingleses rehusaban el combate. El galeón "San Felipe", bajo el mando de Claudio de Beamonte, fue el primero en llegar hasta ella, abordándola con tan mala suerte que se rompió el arpeo que amarraba al "Revenge" cuando habían saltado ya 10 hombres. Pero pronto llegó el "San Bernabé", capitaneado por Martín de Bertendona, y consiguió echarle el lazo sin que los ingleses pudiesen desasirse.
Cuando anochecía llegó Aramburu abordando al "Revenge" por la popa. La resistencia inglesa fue digna de admiración, haciendo retroceder a los españoles cuando éstos habían tomado ya su bandera. En esto llegaron también Coutinho y Antonio Manrique, con el galeón "Ascensión", abordándola por la proa, siendo entonces 5 los buques que asaltaban a la almiranta inglesa. Mientras tanto, el resto de la flota española castigaba a las naves que huían en desbandada, causándolas no pocos daños y heridos y muertos.
Bazán se apresuró a volver donde sus naves abordaban el buque de Greenville, ya que con la confusión de la oscuridad, la "Ascensión" y la capitana de Coutinho se habían disparado entre ellas y estaban severamente dañadas, hasta el punto de hundirse al poco. Por fortuna, Bazán anduvo rápido recogiendo a casi toda la gente de ambos buques y poniéndoles a salvo. Ya casi finalizando la noche, los ingleses se rindieron tras haber perdido más de 150 hombres y toda la arboladura de su buque.
Greenville, que fue tratado con todos los honores por su valerosa defensa; había sido herido de un arcabuzazo en la cabeza y, a pesar de las curas de los médicos españoles, falleció un día después. La "Revenge" fue arbolada de nuevo y llevada a España, pues contaba con 42 piezas de artillería de cobre, de las cuales las 20 de la cubierta baja iban desde los 40 hasta los 60 quintales de peso.
El 18 de septiembre llegaba a la isla de Flores la flota de "Nueva España", bajo el mando del general Antonio Navarro, con tan solo 11 buques ya que una serie de huracanes habían desperdigado las flotas y hecho mella en los navíos que volvían de América. El 23 lo hacía Aparicio de Arteaga, almirante de Antonio Navarro, con 48 navíos más. Se había retrasado acompañando al general Diego de la Rivera, que había muerto cuando su nave se fue al fondo por el temporal. De no haber sido por la providencial aparición de Bazán, probablemente hubiera caído la flota de "Nueva España" en manos inglesas, causando un importante daño a las arcas españolas.
El Revenge lucha contra los españoles |
El Revenge desarbolado |
Alonso de Bazán |
Richard Greenville |
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