Al amanecer del 29 de agosto de 1613 la escuadra española de galeras de Sicilia al mando del general Octavio de Aragón, mano derecha del duque de Osuna en los asuntos del mar, avistó a la altura del cabo Corvo 12 galeras turcas, salidas del puerto de Rodas, bajo el mando de Mehemet Pashá.
Con la llegada de Pedro Téllez-Girón, III Duque de Osuna, a Sicilia tras ser nombrado virrey en marzo de 1611, el reino experimentó importantes cambios. Osuna se encontró un reino en bancarrota, un severo problema de delincuencia y con una escuadra de tan solo 9 galeras, que padecía una falta acuciante de remeros, con la que resultaba imposible hacer frente a los ataques de la piratería berberisca y otomana. Pero el duque se puso manos a la obra y con su energía y perspicacia habitual, en menos de un año tenía resulto el problema de la delincuencia y la economía mejoraba a buen ritmo.
Para paliar la falta de remeros convocó un concurso de saltos de altura, entregando un doblón a quien superase el primer salto y un escudo de oro a quien saltase el segundo. Sucedía que en el reino había toda clase de supuestos ciegos, cojos, mancos o tullidos, que cayeron en el engaño del duque y se presentaron al concurso. Aquellos que lograron superar los obstáculos obtuvieron el doblón y el escudo y también una condena a galeras por 10 años. De esta forma se consiguió poner fin al problema de la falta de remeros.
Así, apenas un año después de su llegada a Sicilia, el duque de Osuna tenía lista la escuadra de galeras y mandó a su principal comandante, Octavio de Aragón, zarpar desde el puerto de Palermo. La escuadra estaba compuesta por la galera Capitana, con 116 soldados, 26 marineros y 360 galeotes; también iba la Concepción, con 56 soldados; la Escalona, con 64 soldados, la Milizia, con 56 soldados; el Osuna, con 42; el Peñafiel, en el que iban 36 soldados; el Fortuna, con 27 soldados y el San Pedro, con 25 combatientes a bordo. Además en las 8 galeras también iba una fuerza de 800 soldados españoles bajo el mando del sargento mayor Hernando de Aledo.
Octavio de Aragón se dirigió hacia Cuco o Cherchell, en Argel entrando en su puerto el 22 de marzo de 1612. Tras hundir 4 bajeles turcos desembarcaron 350 soldados con la intención de tomar el castillo de la plaza algo que, tras varias horas de lucha encarnizada, consiguieron después de deshacerse de los 300 soldados que componían la guarnición. Poco después de que los españoles demolieran el castillo, los turcos mandaron un refuerzo de 2.000 hombres, casi todos jenízaros, para expulsar a los españoles de allí. Éstos, a pesar de la inferioridad numérica, no se amilanaron y, en perfecta formación, plantaron cara a la avalancha que se les venía encima.
Gracias a su hábil manejo del mosquete y arcabuz, los españoles mantuvieron a raya a los turcos hasta el punto de ponerlos en fuga tras contar con más de 800 muertos. Los españoles tan solo perdieron al alférez Juan Ruiz de Castañeda y un soldado, además de contar 30 heridos, y Octavio de Aragón regresó triunfante a Messina tras su exitosa expedición de castigo.
El virrey, consciente de que el Turco trataría de vengar la afrenta, trató sin demasiado éxito de reunir una potente flota contando con sus galeras, 9 de Nápoles, 9 de Génova, 8 venecianas, 5 de Malta, 4 del papado y 3 toscanas, las cuales debían transportar 6 compañías españolas con unos 1.000 hombres en total. Pero la diplomacia era lenta y compleja y no había tiempo que perder, partiendo Octavio de Aragón con sus 8 galeras las cuales transportaban 500 mosqueteros, 200 arcabuceros y 200 coseletes. Tan solo en la Capitana viajaban 150 mosqueteros y además fue equipada con 6 cañones de diverso calibre.
Octavio tenía la misión de cortar el paso de la flota turca en la isla jónica de Kythera, por donde se preveía que iba a pasar una fuerza de 50 galeras bajo el mando de Mehemet Pashá, hijo de Alí Bajá, derrotado en Lepanto. En el trayecto los españoles capturaron 2 galeras y 2 bajeles turcos, y los enviaron a Palermo para reforzar la escuadra de Sicilia. En su búsqueda del enemigo, Octavio de Aragón bordearon el cabo de Masticho, en el extremo sur de las aguas de la isla griega de Quíos cuando, con las primeras luces de la mañana del 29 de agosto, se encontraron con la escuadra turca.
Isla de Quíos. En el extremo sur el cabo de Masticho |
Tras poco más de una hora de combates, los soldados del capitán Ruy Pérez de Mercado, embarcados en la Capitana, y tras matar a Pashá y su guardia, lograron rendir el buque de Mehemet. El resto de la flota española también obtuvo sus presas. En total se capturaron 7 galeras de 25 bancos, se hicieron 600 presos, entre los que figuraban Sinan Bajá y Mahaceret, hijo de Pialí Bajá, uno de los generales turcos durante el Gran Sitio de Malta, y se mataron más de 400 enemigos. Las pérdidas españolas ascendieron a 6 muertos, entre los que estaban el capitán Martín de Arres, y unos 30 heridos. Además se logró liberar a nada menos que 1.200 esclavos cristianos que servían como galeotes en las galeras turcas.
Paralelamente a esto y, sabiendo el Turco que la escuadra de Sicilia había zarpado, una escuadra enemiga trató de penetrar en el puerto siciliano de Messina para saquearlo. Los turcos metieron 2 bajeles con la apariencia de mercantes venecianos, mientras que el grueso de la escuadra, 4 galeras y 3 galeotas bajo el mando de Azan Bey, esperaban en las aguas cercanas de Margherita. Pero los espías del duque de Osuna habían hecho bien su trabajo y conocían el plan turco, sabiendo que la flota había zarpado desde Estambul unos días antes.
El capitán Irrizaga, quien estaba al mando de 2 compañías en Messina, actuó rápidamente bajo las órdenes de Osuna y logró apresar las embarcaciones enemigas, condenando a las tripulaciones a galeras. Para más desgracia de los turcos, una escuadra comandada por Gonzalo de Cárdenas, llegaba de Nápoles con 5 galeras conociendo la presencia enemiga en la zona. Poco antes del mediodía los españoles encontraron a Bey y su escuadra en la desembocadura del río Fiumidenisi, cogiéndoles totalmente desprevenidos al estar muchos hombres en tierra recogiendo agua.
La galera insignia de Cárdenas, la Patrona, embistió con su espolón el costado de babor de la almiranta turca e inmediatamente la abordaron los soldados españoles. En menos de una hora la escuadra de Nápoles había hecho presa de todas ellas y capturado a 300 moros, mientras que la caballería siciliana dio buena cuenta de los que estaban en tierra.
Mientras tanto las galeras españolas que habían combatido en el cabo Corvo regresaban con el botín a casa cuando, a la altura de Torre Faro, al noreste de Messina, apresaban un bergantín turco, entrando el 21 de septiembre la flota en el puerto de Palermo, donde fueron recibidos por el maestre de cmapo Manuel Ponce de León, castellano de Palermo, que organizó los festejos por encargo del virrey. Primero marchaba una compañía de arcabuceros y tras ellos Ponce de León, seguido del duque de Osuna, que marchaba a la cabeza de las distintas órdenes religiosas. Tras ellos iban el estandarte de la Capitana y el de la nave de Mehemet Pashá, al que seguían los cristianos liberados y Octavio de Aragón junto a sus capitanes y soldados.
Retrato del duque de Osuna. Virrey de Sicilia
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Embarque de tropas españolas. Andries van Eertvelt |
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