Son diversos los motivos que llevaron a Gustavo Adolfo a intervenir en la Guerra de los 30 años, si bien el principal que se esgrime es su preocupación ante el aumento del poder católico en Alemania, amenazando los propios intereses suecos en la costa báltica, no es menos cierto que el rey nórdico buscaba, como asegura William P. Guthrie en su obra Batallas de la Guerra de los Treinta Años, "compensación", es decir, conseguir todo lo que pudiera y expandir al máximo su poder.
Lo cierto es que desde comienzos de 1628 Suecia se venía preparando para la guerra, otorgando el parlamento plenos poderes al rey para que dispusiera lo necesario para un futuro conflicto. La derrota danesa era ya un hecho para 1629 y la influencia y el comercio sueco en el Báltico estaban amenazados. Además Francia había mandado emisarios a Suecia ofreciendo financiación para su intervención militar. Por ello Gustavo Adolfo se preparó a conciencia para una guerra que supondría invadir la costa norte de Alemania y asegurar así el control de esa parte del continente.
Así las cosas el emperador no debió tomarse muy en serio la amenaza que supondría un rival como Suecia cuando, tras acabar con los daneses y firmar la paz de Lubeck, y estar a punto de poner fin a la cuestión de la Sucesión de Mantua, en 1630 disolvió la mayor parte de su ejército y cesó al general Wallenstein en la Dieta de Ratisbona en julio de ese año. Mucho se ha especulado con esta destitución, pareciendo la causa más probable la desconfianza de Fernando II ante el aumento de poder del general imperial. Ahora las fuerzas imperiales se reducían a 40.000 hombres mientras que las de la Liga sumarían un total de 20.000, quedando los dos ejércitos bajo el mando único del conde de Tilly, todo ello a pesar del ultimátum dado por los diplomáticos suecos para que los imperiales se retirasen de Mecklenburg y Pomerania el 11 de mayo.
FASE SUECA
-Las reformas de Gustavo Adolfo.
Gustavo Adolfo había nacido en 1594 y había subido al trono en 1611, viéndose pronto envuelto en una guerra contra Dinamarca y otra contra Rusia, ambas solventadas con éxito por el joven rey. Gustavo Adolfo introdujo numerosas reformas en el ámbito civil y administrativo pero sobre todo destacaron las introducidas en el campo militar, las cuales fue perfeccionando en los siguientes años en conflictos como el establecido contra Polonia, el cual cesó con la firma del Tratado de Altmarck el 25 de septiembre de 1629.
El rey sueco no destacó tanto por la innovación como por su capacidad de aunar diversas doctrinas en una propia en las que combinó las cargas de caballería polacas con la potencia de fuego, el uso de batallones en línea al estilo de Mauricio de Nassau y la movilidad de las unidades a imagen de los tercios españoles. Se centró por tanto en la capacidad de choque y la movilidad y rapidez de fuego de su ejército, estableciendo mosquetes más cortos y ligeros, que hacía más fácil la recarga y aumentaba la cadencia de disparo. Esto le permitió establecer líneas de mosqueteros que, tras disparar, retrocederían dejando paso a una nueva línea, pudiendo realizar hasta 5 descargas por minuto, manteniendo así constante el fuego.
La formación predilecta para la infantería de Gustavo era el escuadrón, una versión sueca del batallón holandés. Cada escuadrón se componía sobre el papel de 556 hombres. La formación principal estaba compuesta por 264 piqueros y oficiales, resguardados por 96 mosqueteros a cada lado, formando en un frente de 76 hombres y un fondo de 6, mientras que por delante se situaban otros 100 mosquetes volantes con la misión de escaramuzar. El rey sueco descartó así el fondo holandés de 10 hombres, ya que estaba convencido de que solo entrarían en combate las primeras 5 líneas de picas, dejando una más como reserva. Además los escuadrones se unían de dos en dos formando regimientos que en teoría debían tener un total de 1.200, conseguidos sumando más mosquetes volantes.
También, para dar más fuerza a un ataque a gran escala, decidió unir 3 batallones formando una brigada bajo el mando de un experimentado coronel. Estas brigadas no eran fijas, sino que se formaban en función de las necesidades del combate, y disponían los escuadrones en línea, adelantándose ligeramente el central, pareciendo que la brigada formase una "T". Esto hizo que los suecos ganasen potencia de fuego sin renunciar a la tan característica movilidad y flexibilidad de los tercios. Los regimientos de infantería Amarillo, Azul y Rojo, fueron las unidades más antiguas de la fuerza sueca y estaban formados por mercenarios alemanes, dada la dificultad de recluta que existían en la pequeña Suecia. A estos también se les unía el Regimiento Verde, formado por mercenarios escoceses.
Gustavo Adolfo confería una importancia vital al trabajo conjunto de pica y mosquete. En el aspecto defensivo los mosqueteros debían lanzar una descarga uniforme de fuego estando a una distancia en la que "pudieran ver el blanco de sus ojos", como decía Fletcher en su magnífico Gustavus Adolphus. En ese momento, con una rociada de mosquete tan potente, los piqueros deberían aprovechar la confusión y el miedo del adversario para entrar en escena y explotarlos al máximo. De igual forma aplicaba estos principios a las unidades caballería, entre las que introducía diversos grupos de mosqueteros. Ante un ataque enemigo la respuesta era la misma, los mosqueteros esperarían a la distancia óptima de disparo, momento en el que descargarían su fuego junto con el de las dos primeras líneas de caballos. Tras esto los jinetes, sable en mano, cargarían contra el desorientado enemigo, dejando una prudente línea de reserva por si tras la carga se desorganizaban las líneas suecas.
Gustavo Adolfo. Por Jean Walther |
No siendo partidario de escuadrones de arcabuceros a caballo, los sustituyó por coraceros en pro de una mayor acometida a costa de sacrificar la potencia de fuego. Creía el rey sueco que una carga de esas características, acometida por unidades pequeñas, más móviles y fáciles de dirigir, resultaba más eficaz una vez el enemigo estaba ya desgastado. Sin embargo durante el primer año de combates en Alemania, Gustavo Adolfo se dio cuenta de que ante tropas bien adiestradas como lo eran las católicas, sus caballos quedaban demasiado expuestos al fuego enemigo, por lo que finalmente acabó introduciendo unidades de dragones y arcabuceros, capaces de disparar y desenvainar el sable. La caballería se organizaba en escuadrones con un frente de 100 caballos y un fondo de 5. Estos escuadrones se unían a su vez de dos en dos formando regimientos, compuestos de esta manera por 1.000 caballos, aunque rara vez formaban completos en el campo de batalla. La caballería sueca alcanzó sin duda las más altas cotas de excelencia durante su intervención en la Guerra de los 30 Años, llegando a ser la mejor de Europa.
Como última rama de su ejército la artillería no fue ajena a estos principios gustavianos de movilidad y rapidez y en esta rama los suecos suprimieron el cañón pesado de 48 libras, por considerarlo muy pesado y con una baja cadencia de fuego. El rey buscaba fundamentalmente la capacidad de concentrar de manera masiva el fuego en un punto y en un momento en el que fuese necesario, y poder volverlo a toda prisa contra otro escenario que lo reclamase. En este aspecto encontró de su agrado los cañones de 24 y 12 libras, que podían ser empleados tanto en el campo de batalla como en los asedios. La falta de grandes fortificaciones en Alemania, al contrario que en los Países Bajos, permitía perder potencia y ganar movilidad sin ver afectado su éxito en la batalla. Los suecos contaban con 6 compañías de artillería bajo el mando de Lennart Torstensson, las cuales combinaban cañones ligeros y pesados con ingenieros y minadores.
Los cañones suecos solían ser de bronce, ya que Suecia era el mayor productor de cobre, y eran más cortos y ligeros. Gustavo aquí introdujo una innovación que resultó determinante: el cañón de apoyo a infantería o cañón de regimiento. Era el rey sueco un excelente artillero y contaba con maestros de la talla de Torstensson, el general de la artillería sueca. Juntos diseñaron una pieza de 3 libras de aleación de cobre y revestimientos de cuero con un peso de 500 libras, algo más de 220 kilogramos, capaz de ser transportado por un solo caballo o incluso por 4 o 5 hombres. Estos cañones eran capaces de hacer blanco efectivo a una distancia de 1 kilómetro, siendo muy útiles contra formaciones dada su buena cadencia de fuego ya que, en manos de buenos artilleros, resultaba superior a la de un mosquete. El gran problema de este tipo de cañones era su fragilidad, soliendo reventar debido al sobrecalentamiento al que era sometido.
Desplegado en el campo de batalla el ejército sueco formaba con varias brigadas de infantería (solían ser 3 o 4), que a su vez estaban formadas por 3 escuadrones o batallones, los cuales contaban con 2 cañones de regimiento cada uno, lo que le otorgaba a la brigada una fuerza de 6 cañones de apoyo a infantería. Además, por delante del centro de infantes se situaba la batería de cañones pesados, que estaba dirigida por Torstensson. Formaba a los flancos la caballería, dividida en escuadrones los cuales contaban con secciones de entre 100 y 200 mosquetes de apoyo. En la reserva se situaban 2 líneas de caballería preparadas para salir en apoyo de la infantería o para reforzar las alas del ejército en caso de que fuera necesario. Con semejantes tácticas e innovaciones los suecos fueron capaces de imponerse a ejércitos de mayor tamaño y hacer tambalearse a las fuerzas católicas del emperador.
-Desembarco e invasión sueca de Alemania.
Al ultimátum de los suecos le siguió la callada por respuesta del emperador; era evidente que éste no se tomaba en serio la amenaza que suponía el pequeño reino nórdico a pesar de que ya en marzo de 1630 los imperiales habían sido derrotados y expulsados de la isla de Rügen, la mayor de las islas germanas y situada en la costa báltica de Pomerania. Ante el silencio católico Gustavo Adolfo tomó la isla de Usedom, en Peenemunde, y pisó tierra continental el 20 de julio de 1630, desembarcando una fuerza de 14.000 hombres en Stettin, en la desembocadura del río Oder. Ahora los suecos tenía tres cabezas de playa en Alemania: Rügen, la más occidental, y donde reunían una fuerza de 6.000 hombres que se dirigirían a Stralsund; Sttetin, en la más oriental y donde desembarcó el grueso del ejército real; y Peenemunde, en el centro de ambas.
La costa báltica estaba defendida por unos 25.000 soldados imperiales a las órdenes de Conti, dispersos en casi una treintena de guarniciones. Sobre el papel podría parecer un gran sistema defensivo, pero la realidad es que se trataban de tropas de segunda, pobremente abastecidas y bastante desmoralizadas. El 22 de julio Gustavo ocupó la fortaleza de Sttetin-Damm, convirtiéndola en su cuartel general durante la guerra. Desde su base en el Oder se lanzó el rey sueco contra Pomerania Oriental, avanzando hacia el este desde Sttetin y tomando diversas plazas fuerte hasta reunirse con un ejército protestante alemán que partía desde Königsberg, en Prusia. De esta manera para mediados de agosto las fuerzas imperiales en Pomerania Oriental se hallaban concentradas en Kohlberg.
A su vez, Knyphausen avanzó hacia el oeste con unos 5.000 hombres tratando de enlazar con las fuerzas que se encontraban en Stralsund. Tras tomar Anklam, prosiguió hasta llegar a la desembocadura del río Ryck, allí fue detenido por las fuerzas católicas de la fortaleza de Greifswald. Gustavo Adolfo tenían en mente invadir Mecklenburg por lo que desembarcó en Stralsund con una fuerzas de 12.000 hombres a finales de septiembre, mientras que Franz Sax-Lauenburg le apoyaría desde el oeste. Entre medias solo se encontraban unos 5.000 católicos bajo el mando de Savelli, pero el avance del rey fue disminuyendo poco a poco su ejército, teniendo que dejar guarniciones en las distintas plazas que iba tomando, por lo que cuando a principios de octubre llegó a Rostock tan solo disponía de algo más de 5.000 soldados.
Mapa de Pomerania del siglo XVII |
Gottfried von Pappenheim, que se encontraba al mando de las tropas católicas en la parte occidental del Elba, interceptó el 23 de octubre a las fuerzas protestantes de Franz Sax-Lauenburg, que sumaban unos 3.000 efectivos, y las aniquiló por completo. Tras esto se dirigió a toda prisa a socorrer a Savelli, refugiado en Rostock. Era de vital importancia que los suecos no tomasen aquella importante ciudad si los católicos querían mantener Mecklenburg. El 25 de octubre Gustavo Adolfo analizó las opciones que tenía, llegando a la conclusión de que su ejército corría un grave peligro si Pappenheim enlazaba con las fuerzas de Savelli, por lo que el 25 de octubre se retiraba hacia Stralsund con la vista puesta en Pomerania.
Mientras tanto Kohlberg seguía asediada y desde Gartz, al sur de Sttetin siguiendo el curso del Oder, los imperiales mandaron una fuerza para socorrerla bajo el mando de Rodolfo de Colloredo, que había regresado de Mantua en agosto. El comandante católico disponía de 2.000 infantes y 2.500 caballos para reforzar la ciudad pero Gustav Horn salió a su encuentro con un número similar de efectivos y 8 cañones ligeros. El enfrentamiento se produjo el 23 de noviembre y fue poco más que una escaramuza pero sin duda Colloredo se desempeñó bien y logró derrotar a los suecos tras causarles unas 400 bajas, aunque no se atrevió a seguir avanzando hacia Kohlberg, temiendo más ataques, y se volvió a Gartz perdiendo una oportunidad única de socorrer la ciudad, que debería aguantar sola.
-La campaña de 1631.
El año comenzó con la decisión de Gustavo Adolfo de tomar Gartz. La ciudad, situada al sur de la principal base protestante de Sttetin, se encontraba en la margen derecha del Oder y era la llave para seguir avanzando hacia el interior de Brandeburgo. Al rey sueco no le importó el invierno, acostumbrado al rigor del clima de su tierra, y se puso en marcha el 3 de enero de 1631. Con una fuerza de 13.000 hombres y 50 cañones, avanzó en barcas por el helado Oder y el día 5 se plantaron a las puertas de Gartz. La defensa de la ciudad estaba a cargo de Schauenburg, un comandante experimentado que, al ver lo que se le venía encima, decidió abandonar la ciudad con una ordenada retirada hacia el sur, siguiendo el curso del Oder, encontrando refugio en la ciudad de Kustrin.
La amenaza sueca era ya considerable por lo que marchó Tilly sin demora a socorrer a Schauenburg, llegando a Fráncfort del Oder, al sur de Kustrin, el 24 de enero. Así las cosas Tilly decidió que era de vital importancia tomar Magdeburgo, al oeste de su posición y en pleno corazón de Sajonia. Situada a orillas del Elba, era un notable reducto protestante que había resistido años antes a las embestidas de Wallenstein, y ahora Tilly ponía sus ojos en ella creyendo que tomarla supondría un duro golpe psicológico y logístico para la causa de Gustavo Adolfo. Éste había dejado a un comandante de su confianza, Falkenberg, a cargo de la defensa de la ciudad, contando con una guarnición de 2.500 soldados y 5.000 milicianos, apoyados por 77 piezas de artillería de diversa consideración. Tilly contaba para aquella empresa con una fuerza de 17.000 hombres, 30 cañones de 24 libras y 2 de 35.
Por su parte el rey sueco no podía llegar a Magdeburgo sin hacer peligrar su posición en el río, por lo que lanzó un ataque de diversión contra Fráncfort del Oder con algo más de 20.000 hombres. Schauenburg solo contaba con poco más de 6.000 soldados y unas exiguas defensas, por lo que poco pudo hacer cuando los suecos lanzaron el asalto el 13 de abril, tan solo una retirada decente tras haber perdido casi la mitad de sus hombres entre muertos, heridos y prisioneros. Gustavo Adolfo no estuvo acertado al tomar esta decisión; de haber retrasado un tiempo más el asalto, Tilly habría mandado un socorro y Magdeburgo hubiera podido salvarse, pero la ambición del rey escandinavo era demasiado grande como para resistirse a cobrar una pieza puesta a tiro.
Tilly prosiguió con las negociaciones de capitulación en Magdeburgo mientras que los suecos esperaban que Juan Jorge de Sajonia interviniera en ayuda de la ciudad, pero éste se negó, por lo que Falkenberg estaba solo y, lejos de negociar, se enrocó en una defensa de la ciudad a vida o muerte. Tilly no vaciló más y a las 7 de la mañana del 20 de mayo lanzó el asalto general sobre la ciudad tras disparar una salva artillera. Tan solo dos horas después los imperiales habían entrado y Falkenberg y su plana mayor estaban muertos, mientras que un reguero de muerte y destrucción asoló la ciudad durante las siguientes horas. El saqueo que vivió la ciudad fue terrible, destruyendo las provisiones existentes en ella y que de tanta utilidad hubieran sido para el ejército de Tilly, el cual contemplaba horrorizado aquel espectáculo dantesco.
Grabado de época del saqueo de Magdeburgo |
Gustavo Adolfo se dispuso a invadir Brandeburgo y forzar a su margrave y elector, Jorge Guillermo, a una alianza, algo que logró el 22 de junio, un día después de haber tomado la fortaleza de Greifswald, logrando así unir sus fuerzas de Stralsund con las de Sttetin, dominando Mecklenburg y Pomerania Occidental sin oposición, y expandiendo sus fuerzas por Brandeburgo. A finales de julio el rey sueco se asentó con un ejército de 15.000 hombres en Werben, una ciudad a lo largo del curso del río Elba fronteriza entre Brandeburgo y Sajonia. Su posición defensiva era bastante acertada pues en su línea frontal estaba protegido por un terreno cenagoso, los muros de la ciudad eran sólidos y disponía de suficiente artillería, 150 cañones, y abundante mosquetería. Tilly plantó su campamento a unos 5 kilómetros al sur y, salvo algunas acciones menores, no se produjeron combates de relevancia, por lo que, tras declinar Gustavo la oferta de combatir a campo abierto, el general valón se marchó.
-La Batalla de Breitenfeld
Tilly puso rumbo a Sajonia, donde el elector Juan Jorge había levantado un ejército bajo el amparo de la Unión Evangélica, una tercera fuerza en discordia que rechazaba la invasión sueca, pero como protestantes que eran, tampoco estaban contentos con el expansionismo del emperador. Tilly cometió el grave error de marchar contra Sajonia tras mandar un ultimátum Juan Jorge advirtiéndole que debía disolver su ejército, permitir la ocupación católica de su territorio y mandarle cuantos soldados bisoños tuviera. Como era de esperar el elector sajón se negó a tal cosa, por lo que Tilly tomó Leipzig, empujando definitivamente al sajón a acabar en los brazos del rey escandinavo. Gustavo Adolfo, siguiendo los pasos del general católico, unió sus fuerzas con las de Juan Jorge el 15 de septiembre, y ahora estaba preparado para dar batalla a Tilly.
El lugar elegido por los protestantes era la ciudad de Breitenfeld, situada al norte de Leipzig. Allí reunieron sus ejércitos los suecos y los sajones a la espera de acontecimientos. Tilly sabía que estaba en inferioridad numérica, pero esperaba unos refuerzos de 6.500 veteranos a las órdenes de Aldringer, y unos cuantos miles más de las guarniciones que la Liga tenía dispersas por la zona. La prudente actitud del valón chocó con la arrogancia de Pappenheim, que afirmaba que las bisoñas tropas sajonas se derrumbarían fácilmente dejando a los suecos a su merced. El 16 de septiembre Pappenheim se adelantó con 2.000 caballos y al caer la tarde envió correo a Tilly advirtiéndole que estaba en peligro y que necesitaba que avanzase hasta su posición para socorrerlo. El general avanzó a marchas forzadas y llegó a la posición de su segundo comprobando que le había mentido; el ejército protestante estaba aún en posición defensiva.
Tilly no estaba convencido en absoluto de combatir con éxito, pero una retirada eficaz no parecía posible en esas circunstancias. La posición católica era buena, sobre una pequeña loma con una ligera pendiente que se presentaba ideal para la defensa. Además tenía el sol a su espalda y el viento a favor, algo de suma importancia cuando se emplea artillería y mosquetes, pues el humo ciega así al oponente. Además entre ambos ejércitos existía un arroyo bastante cenagoso, el Lober, que los protestantes deberían cruzar para combatir. Alrededor de las 12 del mediodía los protestantes cruzaban el riachuelo sin encontrar oposición, salvo una breve resistencia de una pequeña fuerza croata. Mucho se ha debatido sobre por qué Tilly no empleó una fuerza y un tesón mayor en evitar el cruce, lo que le hubiera permitido retirarse en orden o incluso obtener una victoria si jugaba bien sus cartas.
Tilly había formado en el centro con 18.700 infantes distribuidos en 12 tercios agrupados en 4 batallones con forma triangular bajo el mando de Friedrich von Schoenberg. Por delante de los infantes situó la artillería: 14 cañones pesados y 12 medios cañones, mientras que las piezas ligeras las dispuso en la parte derecha de su centro. En el ala izquierda se situó Gottfried von Pappenheim con 1.500 infantes y 3.800 caballos, mientras que la derecha la mandaba Egon von Furstenberg con algo más de 4.000 caballos y 1.200 infantes. El ejército protestante formó con las fuerzas sajonas al mando de Georg von Arnim en el extremo izquierdo con unos 12.000 infantes y 5.500 caballos, mientras que el centro y el ala derecha lo ocupaban los suecos, que formaban en su derecha con Gustavo Adolfo al frente de más de 4.000 caballos y unos 900 infantes; su centro lo comandaba el general Teuffel, comandante de la Brigada Amarilla, con unos 13.000 infantes, 1.200 caballos y 54 cañones, y su izquierda, mandada por Gustav Horn, contaba con 2.700 caballos, unos 1.000 mosqueteros y 500 dragones. En total el ejército protestante sumaba casi 27.000 infantes, algo más de 13.000 caballos y 66 cañones, teniendo una proporción favorable de 4 a 3 frente a los católicos.
Disposición de las tropas en Breitenfeld |
Si bien la participación española fue menor en esta fase del conflicto, en Breitenfeld se destacaron el tercio hispano-valón bajo el mando del coronel Baldiron y los coraceros españoles de Francisco de Caffarelli, quien murió en combate. Ambas fuerzas se distinguieron notablemente protegiendo la retirada del grueso de las fuerzas católicas y frenando el avance sueco, evitando así la consiguiente masacre que hubiera venido después.
-Campaña de Invierno y la Batalla del Lech. El final de Tilly.
Lo que vino tras Breitenfeld fue la desmoralización de las fuerzas católicas y el levantamiento de los protestantes moderados que, una vez que vieron la posibilidad de que Gustavo Adolfo derrocase al emperador, se sumaron a los suecos en la lucha. Pero a pesar del varapalo Tilly no desesperó y con su habitual calma fue reuniendo fuerzas de aquí y de allá hasta volver a levantar un nuevo ejército apenas un mes después. Además Fugger y Aldringer habían vuelto de Mantua con algo más de 20.000 hombres y amenazaban al landgrave de Hesse-Cassel, aliado del rey sueco.
Mientras tanto a comienzos de octubre se había puesto en marcha el ejército de Gustavo hacia el centro de Alemania, tomando casi sin resistencia las ciudades de Konighofen, Schweinfurt y Wurzburg, logrando conquistar Franconia en un par de semanas. Sin embargo Tilly maniobró, uniéndose a las fuerzas de Carlos de Lorena en Aschaffenburg a finales de octubre, reunió un poderoso ejército de 40.000 y 26 cañones. Ahora Gustavo se encontraba en mitad de territorio católico y amenazado por un ejército superior al suyo, aún así prosiguió, tomando Fráncfort del Meno a finales de noviembre.
Tilly cesó sus operaciones en el peor momento, cuando había puesto asedio a la ciudad de Nuremberg, la más rica e importante de las ciudades libres, firme aliada de los suecos. Su retirada a los cuarteles de inviernos dio alas a Gustavo, acostumbrado al duro invierno, y se lanzó contra el Palatinado Inferior, tomando las guarniciones españolas de Oppenheim, Worms y Maguncia. Para finales de año había caído en manos suecas. Era el momento de llamar a Wallenstein. El emperador volvió a solicitar sus servicios mientras que Tilly seguía reuniendo fuerzas.
Gustav Horn, que se había mantenido en Franconia, inició a comienzos de 1632 una campaña allí contra las ciudades de Höchstadt y Bamberg, que cayó el 11 de febrero. Esto suponía la ruptura de la tregua que Maximiliano de Baviera había alcanzado con Gustavo. Éste, lejos de detener a su segundo, le mandó asediar la plaza fuerte de Forcheim, la fortaleza más importante de Blamberg, que estaba defendida por 2.000 hombres. Para el 9 de marzo Tilly y Aldringer habían llegado a Blamberg, en la orilla norte del río Meno, cerrando el paso del ejército de Horn, quien mandó a la caballería de Solms para frenar el avance católico. Éste salió derrotado ante los coraceros de Cronberg y la infantería católica de Sulz y Fahrenbach acabaron por derrotar a los suecos, que contabilizaron 1.300 bajas.
Batalla del río Lech |
Tras esto Tilly montó una línea defensiva a lo largo del río Lech con algo menos de 17.000 infantes, 5.300 caballos y 20 cañones. Gustavo salió a su encuentro y el 14 de abril los suecos llegaban a la orilla opuesta del río. A ultima hora de la tarde Torstensson comenzó el cañoneo del campamento de Tilly y sobre las 8 de la mañana del día siguiente las tropas finesas al servicio del rey cruzaron en botes el río extendiendo un puente hasta una isleta en mitad del río. El general de artillería sueco había extendido una gran columna de humo para cegar a las tropas católicas, mientras sus tropas cruzaban. Además la caballería de Guillermo de Sajonia-Weimar vadeó el río un par de kilómetros al sur de su posición.
Tilly veía su flanco sur seriamente amenazado y no dudó en dirigir personalmente sus tropas, junto a Aldringer, exponiéndose temerariamente al fuego enemigo. Para evitar a la caballería sueca, los coraceros de Cronberg lanzaron varias cargas, pero todas fueron rechazadas, teniendo que replegarse. Aldringer caía herido por una bala de falconete mientras que Tilly era alcanzado en una pierna por una bala de cañón ligero, quedando al mando de las tropas Maximiliano de Baviera quien, al caer la noche, y viendo el cariz que tomaban los acontecimientos, pensó que lo más sensato era una retirada y salvar así su ejército, que además se encontraba sin mando. La retirada fue perfecta, amparada por una fuerte tormenta, y Gustavo no se percató de ella hasta la mañana siguiente. Los católicos se habían dejado en el campo de batalla unos 3.000 hombres entre muertos, heridos y capturados, mientras que los suecos lamentaron unas 2.000 bajas.
Tilly pasó sus últimas horas en compañía de sus comandantes y de Maximiliano, a quien no paró de aconsejarle en temas militares. Tilly fue un magnífico militar. Desde sus tiempos al servicio de Alejandro Farnesio destacó por su sensatez, valentía y su desinterés por él mismo. Fue un gran maestre de campo y un gran general de ejércitos. Luchó en los Países Bajos contra los holandeses, contra el Turco en Hungría, y en la Guerra de los 30 Años fue el general católico más destacado hasta el momento de su muerte. Apodado como el monje con armadura por su fervor religioso y su ascetismo, sin duda sirvió ejemplarmente durante toda su vida militar. Gustavo Adolfo pudo quitarse de en medio a un rival muy peligroso y dirigirse a Augsburgo.
Gustavo Adolfo de Suecia |
Johann Tserclaes, conde de Tilly |
Batalla de Breitenfeld. Grabado de la época |
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