El 23 de abril de 1655 las fuerzas inglesas del almirante William Penn y el general Robert Venables, desembarcaban en la isla de La Española con la misión de ocuparla y socavar el poder español en el Caribe. La expedición resultaría ser uno de los mayores fracasos en la historia de Inglaterra.
La Inglaterra de Oliver Cromwell, Lord Protector de la Commonwealth, había puesto los ojos en las posesiones españolas en el Caribe y Centroamérica, en lo que se conocía como el Western Design, o plan occidental. El primer objetivo era la isla de La Española y para tal propósito se organizó una potente flota para transportar a su ejército.
Los problemas empezaron desde los primeros preparativos. Muchas eran las voces, entre ellas la del jefe del ejército inglés, que pedían llevar para esa campaña a sus fuerzas de élite, las que habían participado en las campañas de Irlanda de 1649 a 1654. Pero Cromwell creía que España ya no representaba peligro alguno cuando le declaró la guerra, y permitió que su cuñado, el general John Disbowe, hiciese una improvisada recluta de soldados jóvenes y poco entrenados. A estos se le sumarían después agricultores reclutados en las colonias inglesas de Barbados.
De esta forma para finales de diciembre de 1654 la flota inglesa partía para su misión desde el puerto de Portsmouth. Ni Cromwell, ni Disbowe, ni tampoco Penn o Venables creyeron oportuno llevar alimentos y agua en abundancia, lo cual resultaría un error fatal a la larga. La flota estaba compuesta por 17 buques de guerra y entre 20 y 40 barcos de transporte, dado que hay divergencias entre las cifras dadas por los españoles y los ingleses, mientras que sus tropas sumaban algo más de 10.000 soldados. El Swiftsure era el buque insignia inglés y contaba con 60 cañones bajo el mando del capitán Jonas Poole, siendo el Paragon su segundo.
Tras recalar en Barbados y sumar más hombres a su contingente, el almirante Penn, padre del fundador de Pensilvania, puso rumbo a La Española. El día 22 de abril avistaban los ingleses las costas de la isla y el 23 comenzaban a desembarcar una fuerza de unos 4.000 soldados en la playa de Nizao. Venables se mostró en desacuerdo con esta decisión pero finalmente se impuso el criterio de Penn, quien no creía que hubiese mayor dificultad en avanzar desde allí hasta Santo Domingo. Esto demostró nuevamente la improvisación inglesa en el trazado de sus planes, ya que en realidad deberían haber desembarcado en la desembocadura del río Haina.
Sucedía que la playa de Nizao se encontraba a más de 60 kilómetros al suroeste de la ciudad de Santo Domingo, la capital y donde se encontraba la guarnición de la isla. Al frente de ella estaba el gobernador Bernardino de Meneses y Bracamonte, conde de Peñalva, quien contaba con poco más de 1.500 hombres, entre arcabuceros y lanceros. El conde, una vez enterado de los planes ingleses pidió refuerzos a Cuba y comenzó a movilizar a sus hombres y a armar a las milicias de la isla. Rápidamente se empezaron a construir fortificaciones, cavar trincheras y reforzar las murallas de la ciudad y el castillo de San Gerónimo.
Peñalva convocó a sus lanceros, la mayoría de ellos criollos, mulatos y negros libertos provenientes de localidades como Santiago, Higüey o La Vega, dedicados al tratamiento del ganado salvaje, y entre los que se encontraba Juana de Soyomayor, que se incorporó al llamamiento vestida como un soldado más. El plan era hostigar al enemigo en su avance hacia Santo Domingo a través de la espesa jungla.
Las disputas entre Penn y Venables, que ya habían comenzado durante el viaje, no ayudaron mucho a la situación inglesa. Venables se encontraba con sus fuerzas en tierra y con la misión de recorrer una distancia como esa a través de suelos pantanosos y una abundante vegetación.
Las pocas fuerzas españolas se desplegaron a través de la ruta que los ingleses debían seguir. Divididas en 4 grupos bajo el mando de los capitanes Damián del Castillo, Álvaro de Garabito, Juan de Morfa y Pedro Vélez de Montilla, las milicias españolas usaron tácticas propias de las guerrillas, hostigando continuamente el avance de los ingleses, atacando su retaguardia y tratando de separar sus fuerzas.
Desde el primer momento los ingleses debieron enfrentarse no solo a las milicias españolas, sino también al hambre, la sed, la disentería y la falta de sueño y descanso, ya que carecían de suficientes tiendas de campaña y las noches resultaban ser un auténtico infierno para el ejército invasor. Los españoles aprovechaban la oscuridad para abatir ingleses, y el ruido de la jungla, fundamentalmente el provocado por los cangrejos de las playas, hacían creer a éstos que los españoles eran superiores en número, creciendo de este modo la desmoralización entre las ya de por sí desmotivadas tropas. Incluso los cocuyos, una especie de polillas bioluminiscentes, causaban el pánico entre los centinelas nocturnos, quienes disparaban creyendo que se trataba de pedernales españoles.
De este modo podemos imaginar el calvario de las fuerzas inglesas, desconocedoras del terreno, carentes de comida y bebida, y viendo como con cada amanecer sus fuerzas iban menguando víctimas de los arcabuces y las lanzas españolas o de las enfermedades y bestias de la jungla. Tras varios días de ruta por fin atisbaron a lo lejos lo que parecían las murallas de la ciudad. Las maltrechas fuerzas inglesas poco pudieron hacer ante la enconada defensa de los arcabuceros españoles y las milicias locales. Ni siquiera pudieron superar las defensas, trincheras y el foso que Peñalva había ordenado construir.
De esta forma, y tras perder a más de 1.000 hombres en aquella expedición, se dio la orden de retirada, dejando atrás otro medio millar de soldados que quedaron prisioneros. A Penn solo le quedaba el consuelo de cañonear Santo Domingo, aunque el resultado sería igualmente decepcionante ya que la artillería de la ciudad causó severos daños en varios de los buques ingleses. Penn y Venables al fin se pusieron de acuerdo en algo, pensando que si regresaban a Inglaterra con tal derrota serían procesados, decidieron poner rumbo a Jamaica y conquistarla.
En aquel entonces Jamaica apenas tenía 2.500 habitantes y los ingleses desembarcaron una fuerza cercana a 7.000 hombres, logrando tomar la isla pero pagando un altísimo precio en forma de vidas humanas. Jamaica se convirtió de inmediato en el centro de la piratería inglesa en el Caribe, lo que conllevaría terribles problemas para los españoles en las siguientes décadas. A su vuelta a Inglaterra Penn y Venables fueron acusados de abandono del puesto y encarcelados en la Torre de Londres, siendo puestos en libertad al poco tiempo.
En honor de la audaz y valiente defensa prevista por el conde de Peñalva y sus hombres, se erigió en Santo Domingo la Puerta del Conde, hoy considerada Patrimonio de la Humanidad. La Hacienda española recompensó a los lanceros que habían tomado parte en las acciones defensivas de la isla y les reconoció sus méritos, quedando inscritos sus nombres en el Archivo General de Indias.
Puerta del Conde. Santo Domingo |
William Penn |
Mapa de la Isla de La Española |
Y así se empezaron a perder las islas "pequeñas" del Caribe. Pero las grandes noooooooooo
ResponderEliminarEfectivamente!
EliminarPara compensar este fracaso los ingleses tomaron posesion de la llave perdida de Jamaica. Luego mas tarde el hijo del almirante William Penn recibio territorio en norte America que fue nombrado Pennsylvania en forma de apreciar el gesto de la captura de Jamaica que en el siglo siguiente tenia mucho mas valor que Pennsylvania.
ResponderEliminarGloria a España!!! saludos desde Santo Domingo.
ResponderEliminar¡Un cordial saludo desde España!
Eliminar