El Milagro de Empel

Los Tercios: El Tercio de Sicilia


El reino de Sicilia constituía un enclave estratégico, tanto comercial como militar, para la monarquía española. Su situación proporcionaba una base más que necesaria en las campañas militares que el emperador Carlos iba a emprender en el norte de África, como por ejemplo las de Túnez y La Goleta. El propio emperador señalaba muy juiciosamente que "mi reyno de Sicilia, que por estar al aposto del Turco, perpetuo enemigo de la Cristiandad, se puede decir que es como antemuralla de los otros mis Reinos y Señoríos".  

En el Archivo General de Simancas se encuentra una carta en la que Lucas Cifuentes de Heredia, presidente de la Gran Corte de Sicilia, escribía al rey Felipe II las siguientes palabras: "Este Reyno de Sicilia es antemuralla de la christiandad, passo de Levante a Poniente, y cabeça del mar Mediterráneo, arrimado al África, fin del Europa y que el mayor enemigo que tiene viene del mar de Asia que le tiene enfrente, y assí lo que con más facilidad por mar y tierra asegurare el passo del trato y comercio y quitarle los incursos de cossarios en mar y tierra y fuere miembro más principal para ofender al enemigo y defenderse del, son las galeras". 

Por tanto la importancia de este reino era fundamental y los puertos de Sicilia, tales como Palermo, Siracusa, Augusta, Trapani o Mesina, sirvieron de base logística y de reunión de tropas para acometer campañas como las de Túnez, los Gelves, Malta o Lepanto. El virrey de Sicilia, Héctor Pignatelli Carraffa, conde de Monteleón, escribió el 22 de octubre de 1522 al Comendador Mayor de León del Consejo del Rey indicándole que "conviene hazer que sea antes para offender al enemigo que para defender, porque ultra de ser mas provechoso no sperar la guerra en cassa se hará con menos gasto", haciéndonos una idea de la relevancia que tenía este territorio para los intereses de España.

Carlos V debía dar una respuesta a las necesidades militares de España en sus posesiones italianas, y de esta forma se crearon los Tercios en los enclaves más relevantes de Italia. Los denominados Tercios Viejos van a ser las primeras unidades militares de carácter permanente, que serán los de Lombardía, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, que serán creados formalmente tras las Ordenanzas de Génova del 15 de noviembre de 1536.

-Origen del Tercio de Sicilia.

Pero si la creación formal fue en 1536, los tercios ya existían anteriormente. El Tercio de Sicilia inicialmente se encontraba unido al de Nápoles hasta que, en octubre de 1534, el rey Carlos I escribió al virrey de Nápoles decretando la creación de un Tercio de 12 de compañías con entre 150 y 200 hombres cada una y divididas por su armamento entre coseletes, arcabuceros y picas, de entre las fuerzas de infantería que se encontraban en ese momento en Sicilia. 

En 1532 ya se habían puesto en marcha varias campañas para defender al Bey de Túnez, Muley-Hacén, de los ataques de Barbarroja y los otomanos, creándose una escuadra de galeras bajo el mando de Álvaro de Bazán El Viejo, y padre del ilustre marino de idéntico nombre. Esta escuadra atacó la ciudad argelina de Tremecén, mientras que otra escuadra bajo el mando de Andrea Doria, con 2.500 soldados españoles de los reinos de Nápoles y Sicilia junto a 7.000 italianos, atacaron Morea en las costas de Grecia.

El virrey Pignatelli estimó conveniente crear una armada capaz de defender el reino adecuadamente y de atacar los enclaves otomanos en el Mediterráneo occidental. A partir de 1534 las amenazas otomanas y berberiscas se incrementaron notablemente debido a la toma por parte de Barbarroja de Túnez, la victoria de Solimán I El Magnífico sobre los persas y su alianza con el rey de Francia, Francisco I. 

La amenaza era tan seria que Carlos se decide a acabar con ella mediante una campaña para recuperar Túnez. A finales de mayo de 1535 partía de Barcelona el emperador con una flota al mando de Álvaro de Bazán, reuniéndose en Cagliari y sumando unas 100 galeras y más de 200 embarcaciones de transporte. Para esta empresa partirá de Sicilia una fuerza de 1.850 infantes españoles organizados en 12 compañías y con un coste de 6.893 escudos al mes, tal y como se desprende de la Relación de toda la infantería existente en Sicilia. 

Tercios españoles en La Goleta

Las tropas de Carlos obtuvieron una aplastante victoria y en agosto el emperador marchaba triunfalmente por Sicilia, desde donde continuó hacia Nápoles para pasar el invierno de 1535-1536. Como ya se ha indicado es en este último año cuando se va a crear formalmente el Tercio de Nápoles y Sicilia. Así, en el tercer párrafo de las Ordenanzas de Génova de 1536 encontramos: "la infantería española del Tercio de Nápoles y Sicilia, que residen en el dicho nuestro ejército, está pagada hasta el fin del mes de septiembre próximo pasado de este presente año, y la del Tercio de Lombardía hasta mediados del mes de octubre de este dicho año, y los del Tercio de Málaga que quedaron en Niza, y la compañía de Jaén que sirve en el dicho nuestro ejército, hasta el 25 del dicho mes de octubre". 

El Tercio va a aumentar su número hasta los 3.000 efectivos y se nombrará maestre de campo del mismo a Don Jerónimo de Mendoza. En 1540 el marqués de Terranova, virrey interino de Sicilia, ofrece una relación de las pagas debidas a los soldados del tercio las cuales ascienden a 13.600 escudos mensuales. Las dificultades económicas por las que pasaría el reino de Sicilia harán que el virrey Ferrante Gonzaga escriba en numerosas ocasiones a Carlos I solicitando que saque de allí las tropas españolas a las que se ve incapaz de sostener.

-Campañas del Tercio de Sicilia.

Para finales del verano de 1541, Carlos embarcará desde Génova para reunirse con el Gran Duque de Alba que comandaba las tropas que debían dirigirse a tomar Argel. Para esta campaña se concentrarán en Cartagena  3.000 infantes del Tercio de Sicilia, 3.500 infantes del Tercio de Nápoles, más 6.000 lansquenetes alemanes y 5.000 infantes italianos, sumando cerca de 18.000 hombres. La campaña sobre Argel acabó en un estrepitoso fracaso debido a los retrasos en las acciones, que llevaron a iniciar los ataques bien entrado octubre, por lo que los temporales de esa época causaron graves pérdidas en la flota, quedando en peligro la vida del mismísimo emperador. 

El Tercio también participó en las campañas contra Francia tanto en Bélgica como en el Piamonte. La ruptura de hostilidades de Francisco I en 1542, atacando Perpiñán, obligó al emperador a movilizar a sus Tercios para responder a la amenaza. De esta forma unidades del Tercio de Sicilia combatirán contra los franceses en Luxemburgo y sobre todo en Lombardía, donde lograrán detener el avance enemigo de forma brillante. En el año 1550 el Tercio de Sicilia participará en diversas campañas contra los turcos, destacándose en el asalto de Monastir e Ifriya. 

Mapa de Gelves
En 1560 el Tercio estuvo en la campaña de los Gelves. Ésta se convirtió en un desastre mayúsculo. La monarquía española se alió con Venecia, Génova, Saboya y el Papa para plantar cara a la expansión otomana. La flota cristiana se reunió en Messina, donde embarcó el Tercio de Sicilia cuyo maestre era por aquel entonces Juan de Barahona. Desde allí se dirigieron a Trípoli, teniendo que desviarse hacia Malta debido al mal tiempo y a la pérdida de casi 2.000 hombres por enfermedad. 

En febrero de 1560 llegaron a Trípoli pero tremendamente diezmados, por lo que no pudieron tomarla y se dirigieron a la isla de los Gelves. Allí, mientras construían las fortificaciones pertinentes, apareció la flota de Pialí Bajá y Turgut Reis mucho antes de que los cristianos se lo esperaran y sitió la plaza. El ejército cristiano, comandado por Juan de la Cerda y Silva, virrey de Sicilia, y por Álvaro de Sande, poco pudo hacer ante tan poderoso ejército, teniendo que rendirse tras casi 3 meses de asedio y haber perdido los pozos que suministraban el vital agua a los sitiados. El Tercio quedó prácticamente desintegrado entre muertos y prisioneros. El propio Barahona pereció también en aquel desastre. 

Pero en 1565 el Tercio se desquitaría en el socorro de Malta. García Álvarez de Toledo, nuevo virrey de Sicilia, envió un ejército de casi 10.000 hombres que desembarcó en septiembre en la isla eso sí, con varios meses de retraso, y con Álvaro de Sande, ya liberado de su cautiverio turco, en la vanguardia junto con Ascanio della Corgna. Los infantes del Tercio de Sicilia tuvieron una participación notable en los últimos combates y en la expulsión del Turco de la isla, salvando de esa forma a los hombres de Jean de la Valette que durante 4 meses resistieron todos y cada uno de los intentos turcos de hacerse con Malta. 

Socorro de Malta
Para 1569 el Tercio de Sicilia envía cerca de 500 infantes a Nápoles para reforzar ese reino dado que su Tercio se haya inmerso en sofocar las revueltas moriscas de las Alpujarras. En febrero de 1571 el Tercio está bajo mínimos, con menos de 1.000 soldados. Solo la llegada de Juan de Austria con refuerzos desde España alivia la situación. De esta forma se podrán enviar hasta 10 compañías del Tercio, que suman un total de 1.298 hombres bajo el mando de Diego Enríquez, para combatir al Turco en Lepanto. Esta batalla constituyó una muestra más del heroísmo de los hombres del Tercio de Sicilia. Más de la mitad de sus efectivos murieron o fueron heridos en "la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros", como describiría Cervantes aquella jornada. 

En Flandes por su parte, el Tercio gemelo de Sicilia, bajo las órdenes de distintos maestres de campo como Julián Romero, Juan del Águila o Cristóbal de Mondragón, combatirá casi ininterrumpidamente durante 16 años. Bajo el mando del primero se distinguirá en Mons, Haarlem, Alkmar, Mook, Leiden o Zierikzee. Tras la muerte de Romero el Tercio combatirá en Turnhout, Nieuwpoort, Amberes o la isla de Bommel. En la conquista de Portugal el Gran Duque de Alba empleó varias unidades del Tercio de Sicilia que se distinguieron en la toma de Setúbal, Olivenza y varios fuertes de Lisboa. 

El Tercio se enfrentaría a gravísimas pérdidas tras el desastre de la Grande y Felicísima Armada que Felipe II envió para la invasión de Inglaterra. A partir del siglo XVII el Tercio va a permanecer casi exclusivamente en la isla, aunque tendrá tiempo de distinguirse en algunas campañas contra Francia y contra los otomanos y sofocar revueltas como las de Messina o Cerdeña. En 1705 el tercio se fraccionará en 3 unidades, una de las cuales conservará su nombre, siendo así el antecesor del Regimiento de infantería Tercio Viejo de Sicilia nº 67. 

-El Tercio en Sicilia y la Armada del Reino.

Desde su creación el Tercio se va a distribuir por los distintos puntos de la isla y también por Calabria y Marina de Catanzaro. El Tercio fijo de Sicilia se va a emplear en la vigilancia y defensa del reino; desde rechazar las incursiones de la piratería berberisca y los ataques otomanos, hasta sofocar revueltas y vigilar los presidios de la isla. En lo concerniente a las actuaciones en el interior del reino, el virrey es el que tendrá la autoridad para distribuir las compañías y asignar las misiones pertinentes, mientras que toda movilización exterior será ordenada por el propio rey. 

Los principales presidios del reino: Palermo, Trapani, Marsala, Licata, Siracusa, Milazo y Augusta, contarán con una guarnición permanente de soldados del tercio. También será permanente la guardia del virrey. El resto de las fuerzas se emplearán en las galeras españolas que combaten al Turco o que realizan incursiones en las posesiones otomanas del norte de África, y en la vigilancia y protección de las zonas costeras del reino, fundamentalmente en la primavera y el verano, cuando más frecuentes solían ser los ataques.

Mapa de Sicilia
En la defensa de Sicilia el papel principal lo jugaban los soldados españoles del Tercio, pero también eran importantes la construcción de fortificaciones, con su correspondiente emplazamiento de artillería; la milicia del reino, un cuerpo creado para responder a la demanda defensiva; el servicio militar que debían realizar los ciudadanos. 

Tarea no menos baladí era la lucha contra el bandolerismo. El Tercio fijo, que solía contar con un número de hombres que oscilaba entre los 3.000 y los 1.800, y en ocasiones, como tras la marcha de la mayoría de las compañías para Flandes, apenas llegó a los 300 hombres. Con semejante fuerza era imposible la defensa del reino, no hablemos ya si se tenían que enfrentar a la delincuencia interna. En un reino de 800.000 habitantes, era necesaria la colaboración de las milicias para enfrentarse a los problemas del bandolerismo. 

Además de todo esto, Sicilia se va a convertir, al igual que Nápoles y fundamentalmente Milán, en un centro de formación militar donde acudirán hombres de toda la monarquía española para convertirse en hábiles y duros soldados, tanto de infantería como de caballería. La disciplina y profesionalidad de las tropas españolas eran famosas en todo el continente, y las tácticas que en Italia van a ir perfeccionando los españoles, no van a tener parangón en Europa durante más de un siglo. 

Si bien en el Milanesado se va a constituir el mayor y mejor centro de formación de los hombres que van a partir hacia Flandes, en Sicilia se va a crear un centro permanente para formar a los soldados bisoños que deben reemplazar a los que parten desde el reino hacia los Países Bajos. Soldados españoles veteranos serán designados como profesores en las distintas escuelas. Un claro ejemplo de la formación que se da en Sicilia va a estar en la escuela de artillería de Palermo, donde se van a formar algunos de los mejores maestros artilleros de la monarquía española.

En cuanto a la polémica suscitada sobre la existencia de un Tercio de Galeras de Sicilia propiamente dicho, hay que decir que no existía como tal en el reino un cuerpo fijo de infantería de marina, sino estaba compuesto por compañías del Tercio Fijo que embarcaban en misiones asignadas, haciéndolo de manera temporal y rotatoria. Olesa Muñido en su obra La organización naval de los estados Mediterráneos  y en especial de España durante los siglos XVI y XVII, que en Sicilia no se observaba la plena autonomía orgánica que el soldado de bajeles y el de galeras tenían con respecto al marinero o al soldado de infantería.

Lo normal era que los virreyes planificasen las operaciones que se iban a ejecutar, normalmente en verano, y se seleccionaba a un número determinado de infantes del Tercio Fijo o incluso compañías enteras, si la campaña era de cierta envergadura. El mínimo indispensable que se consideraba que debía ir en las galeras era de 30 arcabuceros adiestrados por cada una y tenían la misma dependencia de sus capitanes que cuando estaban en tierra.

Para hacer frente a las amenazas del corso y el turco será necesario contar con una buen flota de naves y un fuerte sistema defensivo en la isla. Como ya se ha visto, era tan importante la defensa como el ataque, y de esa forma todos los virreyes desde el reinado de Carlos I van a pedir contar con una poderosa escuadra de galeras. Esto se materializó en una armada que incluía las flotas de España, Nápoles y Sicilia. El duque de Terranova, virrey de Sicilia, escribía a Felipe II pidiéndole la formación de una flota de 100 naves que estaría compuesta por 40 españolas, 30 napolitanas y 30 sicilianas, las cuales 10 serían del propio reino, mientras que 14 las aportaría Juan Andrea Doria y 6 provendrían de particulares.

Felipe II, a partir de 1562, llevó a cabo una política de vigorización de su armada. Por ejemplo, el reino de Sicilia pasó de 11 naves en 1563 a 22 en Lepanto. Este fue su máximo apogeo porque a partir de ese momento el número de galeras se fue reduciendo; durante el virreinato de Colonna, en 1577, la escuadra había pasado a 14 galeras y para finales de siglo apenas quedaban 11, incluyendo la capitana de Juan Andrea Doria.

La guerra defensiva era dirigida por el virrey pero las incursiones ofensivas de la flota tenían que ser autorizadas por el monarca. Cuando se preparaba una campaña el virrey escogía a los hombres más adecuados de entre el Tercio, a veces compañías enteras si la operación lo requería. Los soldados que del Tercio que se embarcaban en las galeras del reino debían tener una formación conveniente, por lo que no todos eran convenientes, como indica Juan Andrea Doria al tomar muestra del Tercio en el que no había más que 1.200 efectivos y no todos valían puesto que la gente de Lombardía que había llegado nueva no servía para el combate en galeras. Por desgracia este problema iba a ser muy frecuente no solo en el Tercio de Sicilia sino en el resto de tercios españoles. 

-Reformas del Tercio de Sicilia

En el Tercio de Sicilia se van a producir una serie de reformas propiciadas por la llegada de la distintas compañías de otros tercios. Estas reformas se encaminan a abaratar costes disminuyendo el número de capitanes. La idea fundamental es buscar mantener el número de 3.000 soldados en el tercio, que es el número que se considera ideal. 

Tras la batalla de Lepanto, y con el respiro que eso supone para los reinos de Italia, en diciembre de 1571 se acomete la primera reforma con motivo del mantenimiento en la isla del Tercio de Lope de Figueroa. Carlos de Aragón y Tagliavia, duque de Terranova y virrey de Sicilia, se propuso reformar el tercio para lograr reorganizarlo, detallar perfectamente los cargos y sueldos y sobre todo restablecer la disciplina. Para ello el virrey realiza una memoria de los últimos 15 años del tercio y se dispone a tomar las decisiones necesarias. 

Duque de Terranova, virrey de Sicilia

De este modo reduce a 8 el número de compañías, con sus correspondientes capitanes, que se repartirán los 2.000 infantes de los que dispone el tercio, con 250 soldados por compañía. La compañía contará con el capitán, el alférez, 5 sargentos, 50 cabos, 1 capellán, 2 atambores, 1 pífano, 5 abanderados, 5 furrieles y un barbero. Las compañías dispondrán de 40 coseletes por cada 100 soldados. Habrá 3 compañías de arcabuceros con un sueldo de 4 escudos mensuales. 

En el campo de la disciplina el duque de Terranova resuelve que los soldados que se incorporen al tercio deben tener sus propias armas, que los capitanes sean especialmente recelosos en la elección de sus oficiales y soldados, poniendo énfasis en que sean nacidos y criados en España y que no estuvieran casados, licenciándoles en el caso de que se casaran una vez entrado al servicio del tercio. Tampoco se debe admitir a pajes ni criados ni hombres que no sean libres y estén en condiciones para hacer la guerra. 

La siguiente reforma a la que se va a enfrentar el tercio la va a emprender Marco Antonio Colonna, duque de Paliano y virrey de Sicilia desde 1577. En ese año llegaron a Sicilia 17 compañías del Tercio de Francisco de Valdés, que se sumaban a las del Tercio fijo de Sicilia y a las del Tercio de Lope de Figueroa. Colonna se centró en el problema del control de las pagas y el descontrol de las licencias. El virrey ordenó que los capitanes residiesen en sus respectivas compañías y que no pagasen a los soldados que no estuviesen presentes en las muestras. Además revocó todas las licencias que se habían concedido. 

En la muestra tomada en agosto de 1577 el número de soldados que hay en el reino es de 3.546, incluyendo los hombres de las 10 compañías del Tercio de Lope de Figueroa. Colonna llevará a cabo una profunda reforma continuada en los años en los que se mantenga el cargo. 

Bibliografía: 

-La antemuralla de la Monarquía. Los tercios españoles en el Reino de Sicilia en el siglo XVI (Carlos Belloso Martín)

-Tercios.org (Juan L. Sánchez)

-Tercios (René Quatrefages)

Marco Antonio Colonna


Regimiento de Infantería Tercio Viejo de Sicilia











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