El Milagro de Empel

España en la Guerra de los 30 años (Parte II. Fase Alemana. Campaña del Palatinado. 1620-1621)


La Fase Alemana supuso la intervención efectiva de los ejércitos españoles en la Guerra de los 30 años entrando en el Palatinado. De la mano de Ambrosio de Spínola, marqués de los Balbases, España emprendió una campaña que buscaba detraer recursos de Bohemia y privar a Federico el Palatino de sus posesiones.

Spínola levantó levas; el duque de Aerschot, Charles de Ligne acudió con un regimiento de 3.000 alemanes, los mismos que llevó el coronel Bauer. El conde Cristóbal de Emden aportó un regimiento de 3.600 alemanes viejos, mientras que el maestre de campo Monsieur de Gulzin, llevaba su tercio valón con 3.000 infantes. También acudió el barón de Balanzón, Claude de Rye, con su tercio de 3.000 infantes borgoñones, y el maestre de campo general Carlos Coloma de Saa con sus tercios de españoles. Además 5 compañías de caballos se unieron bajo el mando del conde de Isemburg.

El plan consistía en invadir el Palatinado desde los Países Bajos con las fuerzas del general Spínola, las cuales sumaban unos 22.000 hombres, mientras que el duque de Baviera, con 20.00 infantes y 5.000 caballos, atacaría a la vez a las fuerzas protestantes del duque de Wurtemberg y de los marqueses de Brandenburgo y de Baden-Darlach, que ascendían a 17.000 infantes y 1.000 caballos. Pero el 3 de julio se firmó el Tratado de Ulm, por el cual Maximiliano de Baviera podía deponer a Federico sin que la Unión Protestante opusiera resistencia.


El Palatinado era un pequeño territorio alemán muy poblado y fértil recorrido por el río Rin y dividido en dos zonas separadas geográficamente: el Alto Palatinado o Superior, menos poblado y más montañoso y el Bajo Palatinado o Inferior, con más población y muchas tierra de cultivo. Las tierras del Palatinado estaban bañadas por grandes afluentes del Rin, como el Neckar y el Meno en su margen derecha, y el Nahe o el Mosela en su izquierda. Al norte se sitúa la sierra del Rin mientras que en el oeste se encuentran los montes Hunsrück y al este y, separados por el Rin, están los montes Taunus y al sur de éstos los Odenwald.

El primer conde Palatino fue Conrado de Hohenstaufen, en 1156. Con la reforma protestante el Palatinado fue uno de los territorios que se pasó al bando luterano y desafió el emperador Carlos V formando la Liga Esmalcalda, y el 1559 el territorio pasó a Federico III El Piadoso, que era un calvinista radical que hizo del Palatinado una plataforma de apoyo para los protestantes holandeses y los hugonotes franceses. Con la llegada de Federico V, nieto de Guillermo de Orange, los acontecimientos se precipitaron al aceptar el trono de Bohemia a pesar de que el legítimo rey era Fernando II de Habsburgo.

   FASE ALEMANA. CAMPAÑA DEL PALATINADO

-Inicio de la Campaña. Verano 1620

El 17 de julio llegaron las tropas españolas a Coblenza, situada en la confluencia del Rin y el Mosela, mientras que el tercio de Gonzalo Fernández de Córdoba, con 1.700 soldados veteranos del Tercio Viejo de Nápoles, llegaría desde Italia el 21. Las fuerzas leales a Federico contaban con 14.000 infantes y 7.000 jinetes y Spínola comenzó a mover sus fichas. Envió a Enrique de Bergh, gobernador del ducado de Güeldres, avanzar a toda prisa hacia el este a través de los montes de Taunus llevando consigo 5.000 hombres, entre los que destacaban 6 compañías del tercio de Diego Mexía de Guzmán, marqués de Leganés, y 2 cañones. Con esta fuerza rindió Fráncfort la cual volvió a la obediencia del emperador.

Mientras tanto Spínola entraba en el Palatinado el día 4 de septiembre. Inmediatamente montó su campamento en las inmediaciones de la ciudad protestante de Oppenheim, terminando de instalarse el día 7. Al día siguiente ordenó a Carlos Coloma, al frente de dos tercios de valones y borgoñones que sumaban 5.000 hombres, tomar la importante plaza de Kreuznach. Coloma contaba también con 4 piezas de artillería con las que pretendía abrir los muros de la villa, que disponía de un valioso puente sobre el Rin. La ciudad cayó el 9 de septiembre y el maestre de campo general dejó allí 3 compañías para su defensa. Spínola aprovechó para moverse hacia Alzey, tomando la villa sin que esta opusiera resistencia el día 10 de septiembre y dirigiéndose de inmediato hacia la ciudad de Worms, una de las más importantes y ricas ciudades protestantes.

Este brillante movimiento hizo que el enemigo sacara sus tropas de Oppenheim y persiguiera al ejército de Spínola que, volviéndose rápidamente sobre sus pasos y amparado en la oscuridad de la noche, se plantó ante los muros de Oppenheim la mañana del día 14 de septiembre. La villa tan solo contaba para su defensa con 1.000 hombres de armas, que rindieron la plaza en previsión de lo que se les venía encima antes de que los españoles sacaran su artillería, por lo que obtuvieron buenas condiciones de rendición tras jurar no volver a levantarse contra el emperador. Esta pérdida fue un duro golpe ya que esta ciudad almacenaba un importante número de bagajes y dineros, y además cubría la margen derecha del Rin, por lo que su posición era crucial.

Captura de Oppenheim. Wencel Hollar

Spínola reforzó las defensas de Oppenheim a sabiendas de la llegada de un contingente de 3.000 infantes ingleses y 2.500 jinetes holandeses bajo el mando de Federico Enrique de Nassau. El 30 de septiembre, enterado de que los refuerzos anglo-holandeses habían cruzado el río Mosela, mandó a Fernández de Córdoba con parte de su tercio así como varias compañías alemanas y valonas, a tomar la ciudad de Bacharach. Con algo más de 1.800 hombres tomó Córdoba la villa el 1 de octubre, mientras que el capitán Diego Ruiz rendiría la plaza de Kaub el mismo día, por lo que los católicos dominaban ahora toda la margen izquierda del Rin.

Spínola estaba resuelto a interceptar el socorro de Nassau por lo que envió a Enrique de Bergh a la zona del río Meno, a unas dos horas a caballo de Oppenheim, para dar con el contingente anglo-holandés. Llevaba consigo 2.000 hombres, de los que 200 eran soldados viejos españoles del tercio del marqués de Leganés, y el resto italianos, alemanes y borgoñones. Mientras tanto un refuerzo de 3.000 infantes y 10 compañías de caballería era enviado el 6 de octubre desde los Países bajos por el archiduque Alberto de Austria. El temor a que las fuerzas de Nassau se plantasen ante Alzey, había hecho que se quedase allí el tercio borgoñón del barón de Balanzón a comienzos de octubre para defenderla.

Los protestantes se decidieron a lanzar un ataque contra Alzey y Balanzón envió emisarios a Spínola advirtiéndole de los enemigos habían perpetrado una emboscada a una de sus patrullas de reconocimiento. De esta forma el 13 de octubre, ante el posible ataque de Federico Enrique, Spínola salió a toda prisa desde Oppenheim para plantarle cara. Con un ejército de 8.000 infantes y 3.00 jinetes se topó con las tropas del general holandés al sureste de Alzey. Se trató más bien de una pequeña escaramuza pues, a pesar de formar para el combate, ninguno de los dos ejércitos quiso salir de sus posiciones defensivas y, finalmente, ante el fuego de la artillería española, el día 14 se retiraron los protestantes hacia Worms.

A su vez Spínola había ordenado a Monsieur de Misiers partir desde Kreuznach con 150 escogidos infantes y 80 caballo para tomar Kirchberg, villa que dominaba los montes de Hünsruck. Misiers envió una avanzadilla de 15 hombres para reconocer las defensas de la plaza y buscar el mejor lugar donde apostar sus tropas sin que fueran descubiertas por la guardia de la ciudad. Una vez reconocido el terreno mandó a 6 de los suyos que se disfrazaran como lugareños y, una vez abierta la puerta, marchasen rápidamente a tomar el control sobre el puente y disparar un pistoletazo para que el resto de la fuerza acudiese.

Los 6 soldados se plantaron ante las defensas de Kirchberg y fueron tomados por aldeanos. Interrogados por si habían visto al ejército católico contestaron que no, por lo que les abrieron la puerta y éstos pudieron adueñarse del puente levadizo y, cuando lo hicieron, mandaron la señal para que el resto de la tropa de Misiers atacase. La guardia de la villa intentó frenar el avance de los católicos pero fue superada y tuvo más de una decena de muertos, por lo que corrió a refugiarse en la ciudadela. Pero lo católicos batieron la puerta de entrada con hachas y martillos y formaron en escuadrón para protegerse de la artillería enemiga. Para sorpresa de los católicos el enemigo empezó a huir en desbandada, entrando poco después la caballería que aseguró las calles. La guarnición de Kirchberg, que se componía de 200 hombres de armas, fue reducida y la ciudad tomada el 14 de octubre.

Entonces Spínola recibió dos importantes noticias: la primera era que las fuerzas que había mandado el archiduque desde los Países Bajos estaban en Coblenza y partían el día 22. La segunda era que un ejército protestante de 5.000 infantes y 14 compañías de caballos y 4 cañones se dirigían hacia Kirchberg para retomarla. Tan solo un día después los protestantes pusieron sitio a la ciudad, Los borgoñones de Misiers se defendieron con uñas y dientes y en los siguientes dos días causaron al enemigo más de 150 bajas entre muertos y heridos, contando apenas 6 heridos propios. Ante esta enconada defensa y la amenaza de que Spínola enviase un socorro a la villa, levantaron el asedio y marcharon a toda prisa a Worms.

En realidad Spínola había salido de sus cuarteles para ofrecer protección al ejército enviado por el archiduque. Esta fuerza estaba compuesta por 2.500 infantes y 800 arcabuceros a caballo, y eran mandadas por un bravo maestre de campo flamenco: Claude de Lannoy, señor de la Mottiere. El ejército había partido el 22 de Coblenza y el 26 se encontraba con las fuerzas de Spínola ya en territorio del Palatinado. Tras los saludos y muestras de afecto, ambas fuerzas partieron a acuartelarse el día 29 de octubre. La necesidad del alto estado mayor español era asegurar las posiciones del oeste y, tras debatir Spínola con su Consejo, se consideró que era crucial tomar las plazas existentes entre las laderas del este los montes de Hunsrück y los ríos Nahe y Glan, y en su ladera oeste se antojaba primordial tomar la villa de Trarbach, en la margen derecha del Mosela. De esta forma se asegurarían los españoles su retaguardia y poder centrarse en su avance hacia el este.

La primera acción se realizaría sobre Landsberg, una ciudad situada en la margen derecha del río Glan. Contaba con un castillo con una guarnición de 250 infantes, suficientes para ocasionar daños en los convoyes y aprovisionadores españoles. El conde Enrique de Bergh y el marqués de Leganés, con 2.000 hombres entre los que se encontraban 700 españoles, se plantaron ante los muros del castillo y dieron ultimátum a los defensores, los cuales se negaron a rendirse en un principio, pero cuando los hombres del marqués plantaron 3 piezas de artillería delante de los muros, la plaza se rindió el día 3 de noviembre, dejando marchar a su guarnición con sus armas y pertrechos.

Grabado del castillo de Landsberg

El marqués partió el día 4 para seguir con la empresa de tomar las villas de los montes de Hunsrück. Con 9 compañías de su tercio, que sumaban 700 infantes españoles, 600 alemanes, 400 lombardos, 200 valones, la compañía de lanzas de Francisco de Ibarra y la de arcabuceros a caballo de Álvaro de Losada y 4 piezas de artillería. Con estas fuerzas puso el marqués de Leganés de nuevo a la obediencia del emperador a las villas de Sobernheim y Monzingen, en la margen izquierda del río Nahe, y después se dispuso a tomar el castillo de Waldböckelheim. El 10 de noviembre empezó a batir sus muros con los cañones que llevaba y un día después los defensores se rindieron, saliendo sin sus armas por haberse puesto sitio al castillo, donde el marqués dejó una guarnición de 100 soldados.

Siguiendo con el plan establecido, el marqués de Leganés continuó su marcha el día 12 en dirección a Trarbach, al oeste de la ladera de los montes de Hunsrück y bañada por las aguas del Mosela. Por delante suya cabalgaba Francisco de Ibarra con el aviso de que un socorro de 400 soldados tenía previsto entrar en la ciudad, llegando ante sus murallas el día 13. Se colocaron los 4 cañones y los capitanes Antonio de Otaiza, Diego de Carvajal, Diego de Zúñiga y Pascual de Arenas situaron a sus hombres. A la mañana del día siguiente se empezó a tirar contra la muralla, pero parecía que los muros eran demasiado gruesos y resistentes. En un golpe de fortuna los magistrados de la ciudad salieron para presentar las condiciones de rendición.

La villa se rindió pero su castillo se negó a hacerlo. Ese mismo día la vecina villa de Enkirch y el castillo de Starkenburg se rindieron. El marqués colocó las piezas de artillería contra la parte que parecía más vulnerable del castillo de Trarbach y comenzó a hacer fuego. Toda la tarde se disparó sin tregua y ya bien entrada la noche el gobernador del castillo acordó rendirlo a la mañana siguiente. La toma de estas plazas era de gran importancia ya que ahora las tropas españolas en los Países Bajos y en Italia tenían vía directa con el Palatinado a través de territorios amigos como el Ducado de Lorena o el Electorado de Tréveris. Además se ampliaba notablemente la capacidad de acuartelamientos del ejército y su disposición de provisiones y alimentos.

-Invierno 1620-1621

Con la llegada del invierno se retiraron los ejércitos a sus cuarteles ante el frío que asolaba la región. Para mantener a los soldados, Spínola nombró a Juan Baptista Vacabela como depositario general de toda la recaudación, designando a su vez una junta con los consejeros Guillermo de Steenhuys, Melchior de Spínola, Pedro de Alzamora y Hanz Oberholtzer. El marqués de los Balbases se decidió a tomar las villas de ambas laderas de los montes Taunus para así poder alojar más cómodamente sus ejércitos y cerrar el paso del Rin. Envió para ello a Juan de Nassau a tomar Weltzar, en la orilla del río Lahn, al norte de Fráncfort del Meno, que cayó el 16 de noviembre.

De igual modo mandó al conde de Limburgo con 600 infantes y 9 compañías de caballos cruzar el Rin y tomar las villas de la ladera sureste del Taunus. El 19 de noviembre rindió la ciudad de Neuenhain y el 23 hizo lo propio con el castillo de Rödelheim, apropiándose de 37 cañones de bronce y multitud de armas. Este castillo era muy importante, pues se encontraba en la margen izquierda del río Nidda, afluente del Meno, al norte de la ciudad de Fráncfort. Ahora las tropas españolas estaban bien acuarteladas y aprovisionadas, y las posiciones protestantes entre el Rin y el Meno estaban seriamente amenazadas.

Los protestantes encadenaban derrota tras derrota por lo que se decidieron a hacer una incursión en los campamentos de los ejércitos de Spínola, El lugar elegido fue el alojamiento de la compañías de italianos de Jerónimo Valeta, situado entre el castillo de Landsberg y Bad Kreuznach. La noche del 22 de enero 1621, 400 jinetes con otros tantos mosqueteros a la grupa irrumpieron en el campamento. Los italianos pelearon bien y consiguieron poner a salvo la bandera y, tras casi dos horas de combate, rechazaron el ataque protestante a expensas de perder once hombres y tener 7 presos, incluido el capitán Valeta.

En respuesta a esta acción Spínola envió a Enrique de Bergh con 2.000 infantes borgoñones, italianos y valones, varias compañías españolas de caballos y 4 piezas de artillería a tomar la villa de Westhofen, a menos de 5 kilómetros al norte de Worms. El 15 de febrero la plaza se rindió tras ser sometida al ataque de la artillería, llevando Bergh a los hombres a Bad Kreuznach. El enemigo no se atrevió a salir de Worms para auxiliar Westhofen, que quedó abandonada a su suerte. Así acababan las acciones durante el invierno de aquel año.

-Situación política de España

1621 comenzaba con las fuerzas españolas de Ambrosio de Spínola en Alemania ocupando el Palatinado, los ejércitos católicos de Tilly y Bucquoy restableciendo el orden en Austria y Bohemia y con los acuerdos alcanzados con el margrave de Hesse y el elector de Maguncia, por lo que parecía que la guerra pronto llegaría a su fin. Pero nada más lejos de la realidad. Federico el Palatino se estaba ganando el apoyo de algunos príncipes alemanes y también de Dinamarca. Además la Tregua de los Doce Años llegaba a su fin.

En España los partidarios de volver a la guerra con Holanda se hacían poco a poco con el poder, perdiendo el duque de Lerma el favor real. Las constantes rupturas de la Tregua por parte de los holandeses, bloqueando en ocasiones el comercio en el Escalda y siguiendo con la expansión de las compañías holandesas de las Indias. Además su intolerancia religiosa iba en aumento, por lo que los católicos cada vez se sentían más desprotegidos.

La casa de Orange, con el estatúder Mauricio a la cabeza, clamaba por volver directamente a la guerra, crecido por la tolerancia católica, que interpretaban como una debilidad de la monarquía española. Los Orange eran fervientes calvinistas y su principal teólogo era Franz Gomar, profesor de la universidad de Leyden y un fanático sin escrúpulos. En contraposición a los Orange estaban los partidarios del Gran Pensionario, Jan van Oldenbarnevelt, quien preparaba las reuniones de los Estados Generales. En su mayoría eran comerciantes y estaban a favor de la paz, que había traído un periodo de prosperidad a las 7 Provincias. El principal teólogo de éstos era Arminius, también profesor de Leyden. No tardaron los gomaristas en imponerse, merced a la Inquisición Protestante que condenó a van Oldenbarnevelt al cadalso, y mando asesinar a muchos de sus partidarios.

Spínola tenía que lidiar ahora con la Unión Protestante ante las protestas de los príncipes, reunidos en Heilbronn en enero, por la retirada de sus títulos y estados Federico, concediéndole el Palatinado Superior a Maximiliano de Baviera y el Inferior al rey de España. El 6 de febrero el emperador se reunió con los príncipes de la Unión y finalmente cedieron a sus pretensiones y apoyaron la ocupación del Palatinado, desapareciendo la Unión dos meses después.

Spínola envió a Francisco de Ibarra a España para informar de los acontecimientos al rey y solicitar más fondos para la campaña del Palatinado y la ruptura de hostilidades que se avecinaba en los Países Bajos, ya que la tregua terminaba a primeros de abril de 1621. El general español recibió correo de Felipe III dándole instrucciones de prepararse para la guerra contra Holanda; sería el último, pues el 31 de marzo a las 9 de la mañana el monarca español fallecía después de recibir todos los sacramentos. Según afirma Francisco de Ibarra el monarca repitió varias veces durante sus últimos momentos: "si me diera vida el cielo, cuan de otra suerte gobernaría". Le sucedió su hijo, que subiría al trono como Felipe IV y con él se dio el ascenso de Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde.duque de Olivares, gracias a su tío Baltasar de Zúñiga. La nueva política no distaba de la anterior, y se hacía necesario que se enviasen los refuerzos pertinentes a los Países Bajos cuanto antes.

Felipe IV, por Gaspar de Crayer

-Fin de la Tregua de los Doce Años y suspensión temporal de las armas en el Palatinado

El grueso de los ejércitos españoles se encontraba, como ya se ha dicho, ocupado en la invasión del Palatinado cuando el fin de la tregua con Holanda llegó en abril de 1621. La pacificación de Bohemia y el buen curso que seguían las operaciones en Alemania permitieron a España mandar a Spínola volverse con parte de su ejército para plantar cara a los holandeses, mientras que en Alemania quedaría el maestre de campo Fernández de Córdoba al frente de 16.000 infantes y 2.000 caballos. El marqués de los Balbases aceleró las levas y la puesta en marcha de sus ejércitos para marzo, antes de tener que partir para Flandes, no sin antes, mostrando sus grandes dotes políticas, dejar resuelta la cuestión de la disolución de la Unión Protestante, que supuso la salida de los ejércitos de los príncipes protestantes del Palatinado, la vuelta a la normalidad como ciudad libre de villas como Worms, Maguncia o Espira, y la suspensión temporal de las armas en el Palatinado.

Quedaban pues, en esos territorios, unos 7.000 infantes y 1.000 caballos, la mayor parte ingleses del coronel Horacio Vere, barón de Tilbury, y alemanes de los coroneles Starkenburg y Waldmannshausen, conservando plazas fuertes muy importantes como Frankenthal o Mannheim. En este orden de cosas Spínola se marchó con 8.000 infantes y 2.500 caballos reuniéndose de inmediato a su llegada con el archiduque Alberto. En Flandes y Alemania cayó como un jarro de agua fría la muerte del conde de Bucquoy el 10 de julio en una emboscada de protestantes húngaros cerca de Neuhaüsel, al este de Coblenza, donde se encontraba acampado con sus tropas. A esta mala nueva le siguió otra aún peor: la muerte del archiduque Alberto en Bruselas el 13 del mismo mes, dejando el gobierno de los Países Bajos en manos de su mujer Isabel Clara Eugenia. Al no haber hijos supervivientes de ese matrimonio, los Países Bajos pasarían de nuevo a la Corona Española.

-Fernández de Córdoba vuelve a la carga

La muerte de Bucquoy y las noticias que el Elector de Maguncia y el landgrave Luis de Hesse le hicieron llegar, advirtiéndole de que Horacio Vere había mandado 1.000 infantes y 500 caballos para reunirse con el ejército de Ernesto de Mansfeld y atacar el Palatinado Superior, convencieron al maestre Córdoba de atacar cuanto antes. Mansfeld había sido nombrado comandante de los ejércitos de Federico el Palatino y se dedicó a reclutar hombres y saquear las tierras del Palatinado Inferior a su paso. El maestre mandó al capitán Álvaro de Losada informar de la intención de reanudar los ataques ante la amenaza que se cernía.

El movimiento de Córdoba fue atacar el castillo de Stein, situado en la campiña de la Bergstrasse, en la orilla derecha del Rin, al sur de Oppenheim y a una hora de camino al norte de Worms. Para esta misión eligió a los capitanes Johann Guyard con 60 infantes valones del Tercio de Gulzin a bordo de 2 fragatas para desembarcar en las cercanías del castillo, mientras que el capitán Wareless trataba de hacer salir al enemigo con 200 infantes del mismo tercio. El ardid funcionó y la guarnición salió, aprovechando la ocasión Guyard para meter un golpe de gente y hacer bajar el puente para posteriormente tomarlo, cayendo el castillo el 21 de agosto.

Esto hizo que el ejército de Federico abandonase las tierras del Obispado de Espira, donde estaba saqueando algunas villas, y se dirigiese a recuperar el castillo con 2 piezas de artillería. Guyard había mejorado las fortificaciones y el maestre Gulzin había enviado un refuerzo de 240 infantes con provisiones y munición. Además Córdoba mandó a 500 italianos y 500 borgoñones bajo el mando del sargento mayor Luis Vélez, peleando con las tropas del coronel Obentraut. Varios días pasaron escaramuzando ambas tropas, con los ingleses tratando de que los españoles no cruzasen el Rin y auxiliasen el castillo, teniendo que enviar Córdoba a Charles de Bonnieres, barón de Auchy a cruzar el río con algunos pontones, algo que hicieron salvando el fuego de 500 mosquetes enemigos. El 10 de septiembre Obentraut se retiró tras contar más de 200 muertos. Con la conservación del castillo de Stein se amenazaba toda la margen derecha del Rin, pudiendo sitiar las villas de Mannheim y Heidelberg.

No perdió el tiempo Córdoba y el 21 de ssptiembre, tras reforzar las posiciones en torno al castillo de Stein, cruzó el Rin en invadió el Bergstrasse. Mandó al conde Löwenstein-Werheim-Rochefort con 5 compañías de infantes y 2 de arcabuceros a tomar las villas de los montes de Odenwald. De esta manera prestaron juramento al emperador las villas de Bensheim, Heppenheim y Weinheim. El 23 de septiembre, ante el avance católico, los protestantes repartieron su ejército entre Frankenthal, Ladenburg, Mannheim y Heidelberg. Un día después las tropas católicas tomaron el castillo de Starkenburg, dejando como guarnición una compañía de 200 alemanes y 100 valones al cargo del capitán Guyard.

Prosiguió Gonzalo con su ofensiva, poniendo los ojos esta vez en Kaiserlautern, villa de gran relevancia por su cercanía al Ducado de Lorena. Córdoba se instaló con el grueso de su ejército en Bad Durkheim, al este del objetivo y envió al marqués de Campolattaro con su tercio napolitano y varias compañías de infantes alemanes, sumando un total de 3.000 hombres. También le acompañaba 3 compañías de caballos del barón de Lomby y 3 medios cañones. Sin dilación, y atrás reconocer el terreno y colocar la artillería, comenzaron a batir los muros de Kaiserlautern, rindiéndose la ciudad el 1 de octubre.

Grabado del asedio de Frankenthal

El siguiente objetivo era Frankenthal, bastión de los de Federico el Palatino. El 7 de octubre llegó Fernández de Córdoba, tomando posiciones y disponiendo cuarteles y tropas y tomando un puente con 7 compañías de borgoñones y dos de alemanes. Por la noche empezaron los trabajos de trincheras y fortificación y al día siguiente las tropas ya estaban listas. Se calculaba que dentro de la ciudad había unos 1.200 soldados, la mayoría ingleses. Durante días las baterías españolas escupieron contra los muros de la ciudad y entre medias se producían escaramuzas de mayor o menor envergadura. La noticia de la llegada del ejército de Mansfeld, con más de 6.000 infantes y casi 2.000 caballos convenció a Córdoba de desistir del asesdio, pues las fuerzas conjuntas protestantes sumarían el doble de las que disponía el maestre español. La consternación era enorme, pues se suponía que el ejército de Maximiliano de Baviera, a las órdenes de Tilly, tenía que dar caza a Mansfeld.

El ejército se retiró en orden a Stein, Alzey y Kaiserlautern mientras que Mansfeld entró en Frankenthal. Pocos días después llegaron rumores de un nuevo socorro, muy posiblemente de Cristian de Brunswick, falso obispo de Halberstadt, con 12 compañías de infantería y 200 caballos. Por su parte Tilly había enviado un millar de jinetes como avanzada para reunirse con el ejército español llegando el día 3 al encuentro del maestre Córdoba. Ese mismo día el coronel Obentraut y el coronel Adrian Megant intentaron recuperar el castillo de Starkenburg. 5 días duró el asedio pero los hombres del capitán Guyard pelearon bien y rechazaron todos los ataques. Los coroneles protestantes levantaron el asedio y los soldados del castillo salieron a por la retaguardia enemiga causándoles muchos muertos y gran pérdida de bagaje.

Ese mismo día llegó Tilly atravesando la Bergstrasse con 5 regimientos de infantería que sumaban 8.000 hombres, unos 2.000 caballos y 7 piezas de artillería a cargo de Alexander von Groote, capitán general de la artillería de Maximiliano. Las divergencias entre Córdoba y Tilly pronto se hicieron palpables. El español, que tenía información de un socorro holandés que quería entrar en el Palatinado, quería reforzar Bacharach, villa de paso obligado entre los montes Taurus y Hunsrück, y castigar a la ciudad libre de Worms, que había dado dinero y vituallas a Mansfeld. Por su parte Tilly quería tomar Heidelberg y reforzar el poder de Baviera sobre el Palatinado, pues esta villa era la capital de aquellos territorios.

Para terminar el año Córdoba se dirigió a sitiar Deidesheim, donde Mansfeld tenía acuarteladas varias de sus compañías. Mandó 3 cuerpos: Isemburg con los alemanes y Gulzin con los valones, borgoñones, españoles e italianos formando en otro cuerpo, y el otro lo formaban los loreneses de Monsieur de Florenville. La villa se tomó sin fuerza el 1 de diciembre sin que Mansfeld pudiera hacer nada por socorrerla, acampando en Gemershein, al suroeste de la ciudad rendida. La intención de Córdoba de tomar la ciudad de Neustadt se vio truncada por la llegada del invierno, teniendo que guardar sus tropas en sus cuarteles hasta que pasasen aquellos rigores, finalizando así el año 1621.

Mapa general del Palatinado, por Hugo Cañete

Ambrosio de Spínola, por Rubens
Gonzalo Fernández de Córdoba, por Francisco Martínez Canales
Marqués de Leganés, por Van Dyck
Enrique de Bergh






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