El 16 de octubre de 1568 los Tercios del duque de Alba sorprendían a las tropas mercenarias de Guillermo de Orange en las cercanías de la villa de Jodoigne cuando intentaban cruzar el río Geete.
Poco tiempo atrás se había iniciado el conflicto que sería conocido como la Guerra de los 80 años, tomando las revueltas protestantes un cariz de tal violencia que Felipe II hubo de emplearse a fondo. Guillermo de Orange había comenzado una serie de campañas contra el gobierno del duque de Alba meses atrás sin demasiado éxito. Guillermo basaba su estrategia en la superioridad numérica, gastando ingentes cantidades de dinero en reclutar tropas, muchas veces de calidad bastante pobre, e intentando plantar batalla.
El gran duque evitaba en la medida de lo posible exponer sus tropas, inferiores en número, a una batalla campal, procurando sorprender a los protestantes con hábiles e insospechadas maniobras. Esta estrategia le había funcionado bastante bien a los españoles en los anteriores meses en las combates de Dahlen, Artois o Groninga.
Guillermo entró en la región de Brabante, confiado en recibir el apoyo de la población local, con casi 30.000 hombres. El 4 de octubre cruzó el río Mosa y se plantó ante el Obispado de Lieja, estado católico independiente cuyo mandatario era el príncipe-obispo Gerard de Groesbeeck, leal a la causa del rey Felipe. Guillermo solicitó al Obispado paso, provisiones y dinero para su ejército si no quería una guerra. Pero Groesbeeck pidió ayuda al duque de Alba, quien le envió diversas compañías para reforzar las defensas de sus dominios.
El duque estaba al tanto de los movimientos de las fuerzas protestantes, les seguía con cautela desde mediados de septiembre y tenía muy clara su estrategia: esperar a que el ingente ejército de mercenarios se rebelase ante la falta de pagas. Y es que al de Orange se le acababan los recursos. Así que el 9 de octubre, con las tropas protestantes al borde del motín, el duque forma 4 escuadrones: En la vanguardia se coloca la infantería española, como no podía ser de otra forma, seguidos la artillería y de 2 escuadrones de alemanes y uno de valones. El ala izquierda la ocupa una compañía de herreruelos y 6 escuadrones de lanzas, mientras que la derecha es ocupada por hombres de armas y otra compañía de herreruelos.
Esta vez Guillermo no quiere combatir, consciente de la perfecta formación de las tropas del duque y su excelente calidad, decidiendo retirarse. En esa huida los protestantes perdieron algo más de 600 hombres, entre las localidades de Tongres y Saint-Truiden. Guillermo ya era consciente de que nada tenía que hacer ante lo que se le venía encima y que su única oportunidad pasaba por reunirse con las tropas que desde Francia mandaba Genlis en su socorro.
El 16 de octubre, en las proximidades de la villa Jodoigne, Guillermo trataba de cruzar el río Geerte, pero los españoles no le iban a poner fáciles las cosas. El de Alba envió a lo más granado de sus arcabuceros: 600 del Tercio de Lombardía, 400 del de Sicilia, 500 valones y 6 cornetas de herreruelos iban en vanguardia, con López de Acuña al frente.También les acompañaba Fadrique de Toledo, hijo del duque, con 6 piezas de artillería. Detrás iban los hombres de armas con la infantería y el resto del tren de artillería.
Las tropas protestantes estaban en pleno cruce del río, protegidas por 5.000 arcabuceros y varias compañías de caballería bajo el mando del coronel Philip van Marbais. Acuña quería cargar con todo pero el duque se negó; es a los soldados a los que les toca querer pelear para así distinguirse, pero no a su general, cuyo deber es vencer perdiendo el mínimo de hombres. El trabajo lo harían los arcabuceros. Y éstos se emplearon a fondo. A fuego y a cuchillo se deshicieron de más de 3.000 arcabuceros protestantes y deshicieron las compañías de caballería enemiga, perdiendo tan solo un par de docenas de españoles aquel día, lo que muestra la eficacia del ejército del duque de Alba.
No fue una batalla al uso, sino una de las tantas escaramuzas que el duque planteó con gran éxito contra las fuerzas protestantes, a menudo muy superiores en número. El de Orange aún vagó por las tierras de Flandes buscando alguna villa a la que hincar el diente. Todos sus intentos fueron un fracaso. Sin dinero, sin apoyo de la población local y con la moral de sus tropas por los suelos entró en territorio francés y disolvió su ejército de mercenarios.
Las tropas de Guillermo de Orange seguidas por los españoles |
El gran duque de Alba |
Guillermo de Orange |
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