Un 12 de febrero de 1542, Francisco de Orellana llegaba a las aguas del río Amazonas, tras partir un año antes desde Quito, y se convertía en el primer europeo en navegarlas.
Francisco de Orellana, natural de Trujillo, nació en 1511 y con tan solo 16 años se aventuró a partir hacia América donde, tras un periodo en Nicaragua, sirvió a las órdenes de Francisco Pizarro en Perú, llegando a perder un ojo en un combate. En 1538 fue enviado a la costa ecuatoriana como gobernador de la provincia de Culata, pacificándola y fundando la ciudad de Guayaquil.
A su vez, tras la toma del reino de Quito a manos de Sebastián de Benalcázar, corrió como la pólvora la noticia de unas tierras en las que un rey indígena se cubría el cuerpo con oro, en una ofrenda a los dioses, y se bañaba en las aguas de un río que daba a una laguna, la cual, se suponía, estaría plagada de tal preciado metal, y donde además abundaban los árboles de la canela, especia muy apreciada por los europeos.
Unos años antes, Alonso de Alvarado, que había oído tal historia, partió en su busca pero las guerras entre Pizarro y Almagro le obligaron a abandonar la búsqueda para combatir en el lado pizarrista. En 1538, Gonzalo Díaz de Pineda, con 130 hombres y unos 50 caballos, partió desde Quito y atravesó los Andes en busca del ansiado tesoro, pero tras encontrar el volcán Sumaco y haber recorrido casi 1.000 kilómetros, regresaría a Quito con las manos vacías.
En febrero de 1541 una expedición organizada por Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco, partía desde Quito con más de 200 españoles, entre los que se encontraba Francisco de Orellana, y cerca de 4.000 aliados indios. Tras atravesar los Andes y llegar a Sumaco, dieron con el río Coca en julio de ese año. Las escasez de víveres y las enfermedades empezaron a hacer insostenible la continuidad del proyecto.
Ante tal situación, Orellana se ofreció a Gonzalo Pizarro para continuar la expedición, a lo que éste accedió, no sin algunos reparos. el 26 de septiembre de 1541 Orellana, acompañado de 57 hombres, entre los que se encontraba el dominico Fray Gaspar de Carbajal, cronista de la misión, partía en su nueva aventura. Con un bergantín bautizado como San Pedro, que habían construido para navegar el río Coca, descendieron por sus aguas hasta llegar al río Napo, uno de los principales afluentes del Amazonas.
Tras obtener víveres comerciando con una tribu local, prosiguieron río abajo y el día 12 de febrero de 1542, festividad de Santa Eulalia, llegaron a un inmenso río. Tras atracar y construir un bergantín más grande, al que llamaron Victoria, se lanzaron a navegar aquella imponente masa de agua.
No eran los primeros europeos en descubrirlo. Ya en 1500, el explorador español Vicente Yáñez Pinzón, dio con su desembocadura tras navegar sus aguas. Muchos peligros tuvieron que sortear y combatieron contra numerosas tribus. De todas ellas, la que más les impactó fue una de guerreras extremadamente agresivas y que les causaron grandes bajas. Por ese motivo llamaron Amazonas al río, en honor a las guerreras.
Al fin, el 24 de agosto de 1542, tras año y medio de expedición, salían a las aguas del océano Atlántico habiendo logrado recorrer el río más largo y caudaloso del mundo. Una hazaña que pronto llegaría a España y haría de Orellana un conquistador de renombre. Por ello, en 1544, Carlos I le concedió el mando de 4 buques y el gobierno de los nuevos territorios descubiertos, llamados Nueva Andalucía. Murió al poco de regresar al Amazonas a causa de unas fiebres, en noviembre de 1546.
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