Un 9 de marzo del año 1744 llegaba al puerto de Cartagena la escuadra española comandada por Juan José Navarro, Marqués de la Victoria y Capitán General de la Real Armada Española, tras haberse enfrentado en desproporcionado combate con las fuerzas navales inglesas en las costas de Tolón, Francia.
En el marco de la Guerra del Asiento, que enfrentaba a Inglaterra y España por el incidente de la oreja de Jenkins, pirata británico al que el capitán León Fandiño cortó la oreja por contrabando en aguas españolas, los españoles también estaban en guerra en el Imperio Austríaco, por la sucesión al trono de éste, en lo que se convirtió en una guerra entre las potencias europeas que duró 8 años.
España y Francia, que en dicha contienda estaban del lado del Electorado de Baviera y Emperador del Sacro Imperio, Carlos VII, desplazaron 50.000 efectivos, además de provisiones y artillería, tanto por tierra como por mar, hasta la ciudad de Tolón, punto de reunión y desde donde partirían rumbo al norte de Italia.
Bajo el mando de Thomas Mathews, los ingleses, que apoyaban, aunque sin participar activamente, al bando contrario, bloquearon el puerto de Tolón y el Mediterráneo occidental, por lo que la flota española y francesa se vio obligada a permanecer amarrada durante un año y medio en dicho puerto. El Segundo Pacto de Familia, firmado por Felipe V y Luis XV en octubre de 1743, tenía como objetivo su actuación conjunta en la Guerra de Sucesión de Austria, por lo que se ordenó a la flota franco-española romper el bloqueo inglés.
Sucedía que Francia e Inglaterra no estaban en guerra entre sí, por lo que la armada francesa, al mando del teniente general Claude De Court de la Bruyere, tenía órdenes de escoltar a los buques españoles sin abrir fuego sobre la flota inglesa a menos de que ésta lo hicieran antes sobre ellos. La situación de los españoles, por tanto, no era muy halagüeña, y en cualquier momento se podrían ver solos ante la armada inglesa. Por este motivo Juan José Navarro permanecía en alerta permanentemente y los ejercicios de combate estaban a la orden del día.
La flota española estaba compuesta por 12 navíos de línea. De ellos, 10 contaban con dos cubiertas y entre 50 y 70 piezas de artillería de 18 y 12 libras; otro, el navío Santa Isabel, que era un buque de tres puentes, tenía 80 cañones de 24, 18 y 12 libras, mientras que el navío Real Felipe, buque insignia de la flota de Navarro, montaba 110 piezas de 24 y 18 libras. En total, la flota de española contaba con 798 piezas artilleras. Los franceses por su parte contaban con 16 navíos de 2 cubiertas, 2 fragatas, un brulote y un buque hospital.
Los ingleses oponían a la flota española, ya que no estaban en guerra con Francia, 32 navíos de línea, de los cuales 13 eran de 3 puentes, y contaban con un total de 2.280 piezas de artillería de 32, 24 y 18 libras. La superioridad inglesa, pues, era abrumadora; el triple de navíos, casi el cuádruple de piezas de artillería y con superior calibre. Por si esto fuera poco, el general francés se entrevistaría la noche del 19 de febrero con oficiales ingleses, quedando en las tropas españoles el sentir general de que había pactado secretamente con ellos y había vendido a sus supuestos aliados.
Esto se confirmó cuando a la mañana siguiente el veterano general francés ordenó a Navarro cargar contra la escuadra inglesa y abordarla, algo completamente absurdo y suicida. De Court alegaba que los buques españoles se encontraban a barlovento del fondeadero inglés, por lo que podrían sorprenderles, pero Juan José Navarro le insistió en que una fuerza tan grande no podía ser abordada de ninguna manera con los efectivos de que disponía. El repentino cambio de viento obligó al general francés a cancelar la orden y partir juntos rumbo sur, formando con 7 navíos franceses en vanguardia, 9 en el centro, y los 12 navíos de la flota española en la retaguardia.
El 21 de febrero la flota inglesa salía de su fondeadero con el barlovento a favor navegando al este de la flota franco-española. En vanguardia, y con divisa roja, Mathews dispuso 9 navíos al mando del contraalmirante sir William Rowley, cuyo buque insignia era el Barfleur. El cuerpo de batalla, con divisa blanca, lo ocupaban 10 navíos bajo el mando directo de Mathews, a bordo del Namur. Por último, en retaguardia, el vicealmirante Richard Lestock, a bordo del Neptune, mandaba una escuadra de 13 navíos. Fuera de la línea de combate, los ingleses dispusieron 4 fragatas, 2 brulotes y 2 bergantines más.
La mañana del 22 de febrero las flotas se encontraban a unas pocas millas de distancia, pero la escuadra inglesa había dejado rezagada su retaguardia. En vez de aprovechar la momentánea inferioridad inglesa, De Court mandó avanzar más rápido, lo que unido al menor tamaño de los buques franceses hizo que los españoles quedasen a la zaga y expuestos a la vanguardia enemiga. Ésta se lanzó primero a por el Oriente, al mando del capitán Joaquín Villena y a por el América, capitaneado por Aníbal Petrucci, pero los buques españoles pudieron repeler el ataque y alcanzar a la flota francesa, que había reducido la marcha.
El Real Felipe, por Carlos Parrilla |
La siguiente víctima de los ataques ingleses fue el Neptuno, comandado por el capitán Enrique Olivares, que tuvo que batirse nada menos que con 4 navíos rivales, quedando seriamente dañado y abandonando el combate. Le siguió el Poder, un navío de 60 piezas de artillería al mando del capitán Rodrigo Urrutia, pero éste, con una serie de hábiles maniobras, consiguió poner fuera de combate al navío Pincess, más grande y mejor artillado, al navío Somerset, de 80 cañones y al Bedford, de 70. Pero su suerte cambió cuando se vio rodeado por 3 navíos enemigos más, entre ellos el navío Berwick, que realizó una asombrosa maniobra sobre el buque español, rindiéndolo finalmente tras más de 4 horas de sufridos combate.
Mientras tanto, más atrás navegaba el Real Felipe, capitaneado por Nicolás Geraldino, escoltado a proa y a popa por el navío Constante y el Hércules respectivamente. Sobre ellos cayó todo el centro de la flota inglesa. Su superioridad numérica y artillera era evidente y abrumadora, y cargaron contra la escolta del buque insignia de Navarro. Tras varias horas de combate y de resistir lo indecible, el Constante tuvo que retirarse pues presentaba severos daños y además había perdido a su capitán, Agustín Iturriaga. Pero esto no amilanó a los 2 buques españoles restantes.
De este modo el Real Felipe se batió largo y tendido contra el Namur, buque insignia de Mathews, y contra el Marlborough, su gemelo. Ambos navíos disponían de 90 cañones, y en estos combates el buque insignia de los españoles perdió a casi 50 hombres, entre ellos al capitán Geraldino. Pero eso no restó ni ápice de valor y de eficacia a los españoles. Un oficial del Marlborough describió las andanadas del buque español como "un infierno", donde el propio comandante inglés murió y el buque tuvo que arriar bandera y retirarse del combate para repararse, lo mismo que otros 4 navíos enemigos más, incluido el insignia de los ingleses.
Ante la tenaz resistencia española Mathews mandó un brulote (buque incendiario) contra el Real Felipe, que se encontraba dañado y no podía maniobrar tras tantas horas de combate. Navarro ordenó disparar sobre la línea de flotación del buque enemigo mientras mandaba una pequeña embarcación para desviarlo. El comandante del brulote mandó abrir fuego contra esta embarcación, pero no se percató de que el buque estaba cubierto de pólvora, por lo que se produjo una gran explosión que acabó con la mayoría de su tripulación. Un último disparo del Real Felipe lo mandaría a pique definitivamente.
La llegada de los últimos cinco navíos españoles que se habían quedado retrasados, incluido el Santa Isabel, junto con la tardanza de la retaguardia inglesa en auxiliar a sus compatriotas, y la posterior maniobra francesa para socorrer a la flota española, provocaron que Mathews se alejara para reagrupar toda su flota y realizar reparaciones durante la noche. Los ingleses debían retirarse si querían salir sanos y salvos de aquella batalla.
A la mañana siguiente la flota franco-española, esta vez unida al completo, recuperó el navío Poder, aunque su capitán, Urrutia, había sido transferido a buques ingleses y ahora era prisionero de ellos. El mal estado del buque obligó a los españoles a hundirlo para poder continuar la marcha. El Hércules, bajo el mando de Cosme Álvarez, aún combatiría contra los ingleses unas horas más, pero esta vez, fue socorrido por dos navíos franceses cuyos capitanes no pudieron soportar la pasividad de su comandante. Viendo Mathews que los franceses ahora sí darían cobertura a la escuadra española, decidió retirarse a su base de Mahón para recuperarse, reparar daños y volver a la carga, algo que nunca sucedió.
Ante la tenaz resistencia española Mathews mandó un brulote (buque incendiario) contra el Real Felipe, que se encontraba dañado y no podía maniobrar tras tantas horas de combate. Navarro ordenó disparar sobre la línea de flotación del buque enemigo mientras mandaba una pequeña embarcación para desviarlo. El comandante del brulote mandó abrir fuego contra esta embarcación, pero no se percató de que el buque estaba cubierto de pólvora, por lo que se produjo una gran explosión que acabó con la mayoría de su tripulación. Un último disparo del Real Felipe lo mandaría a pique definitivamente.
La llegada de los últimos cinco navíos españoles que se habían quedado retrasados, incluido el Santa Isabel, junto con la tardanza de la retaguardia inglesa en auxiliar a sus compatriotas, y la posterior maniobra francesa para socorrer a la flota española, provocaron que Mathews se alejara para reagrupar toda su flota y realizar reparaciones durante la noche. Los ingleses debían retirarse si querían salir sanos y salvos de aquella batalla.
A la mañana siguiente la flota franco-española, esta vez unida al completo, recuperó el navío Poder, aunque su capitán, Urrutia, había sido transferido a buques ingleses y ahora era prisionero de ellos. El mal estado del buque obligó a los españoles a hundirlo para poder continuar la marcha. El Hércules, bajo el mando de Cosme Álvarez, aún combatiría contra los ingleses unas horas más, pero esta vez, fue socorrido por dos navíos franceses cuyos capitanes no pudieron soportar la pasividad de su comandante. Viendo Mathews que los franceses ahora sí darían cobertura a la escuadra española, decidió retirarse a su base de Mahón para recuperarse, reparar daños y volver a la carga, algo que nunca sucedió.
Mientras tanto, el Hércules había recibido permiso de Navarro para retirarse hasta Cartagena, y el resto de la flota lo haría el día 25 de ese mes, en una lenta marcha ya que había que remolcar al Real Felipe, que no podía maniobrar a causa de los daños sufridos. Aún les quedaron fuerzas a los españoles para un combate más antes de llegar a Cartagena, en el que apresaron una fragata inglesa. Por fin, tras un bloqueo de un año y medio, llegaban el 9 de marzo al puerto de Cartagena los navíos de Juan José Navarro; el Hércules había logrado llegar unos días antes.
Si bien el resultado de la batalla no fue determinante para ningún bando, es evidente que la flota española obtuvo una gran victoria, pues había roto el dominio naval británico en el Mediterráneo occidental y logrado resistir heroicamente contra una fuerza abrumadoramente superior, perdiendo tan solo un navío y contando 147 muertos y 467 heridos. Los ingleses por su parte contaron con 382 muertos, más de 800 heridos, y 10 de sus navíos seriamente dañados, incluido su buque insignia, el Namur y su gemelo, el Marlborough. El Consejo de Guerra inglés retiró del servicio a Mathews y además condenó a los capitanes de 8 navíos más, incluyendo a Hawke, capitán del Berwick, aunque sería perdonado tiempo después por el Rey.
Por su parte, Navarro, herido durante la contienda, fue ascendido a teniente general y se le concedió el marquesado de la Victoria. De igual modo fue ascendido Rodrigo Urrutia, quien durante su cautiverio le fue devuelta su espada de la mano del propio Mathews, en reconocimiento a su valor. También Cosme Álvarez, capitán del Hércules y otros muchos subordinados de Navarro. En cuanto a De Court, su pusilánime actuación le valió la condena unánime e inmediatamente fue relevado del servicio y se le retiró de la armada.
Si bien el resultado de la batalla no fue determinante para ningún bando, es evidente que la flota española obtuvo una gran victoria, pues había roto el dominio naval británico en el Mediterráneo occidental y logrado resistir heroicamente contra una fuerza abrumadoramente superior, perdiendo tan solo un navío y contando 147 muertos y 467 heridos. Los ingleses por su parte contaron con 382 muertos, más de 800 heridos, y 10 de sus navíos seriamente dañados, incluido su buque insignia, el Namur y su gemelo, el Marlborough. El Consejo de Guerra inglés retiró del servicio a Mathews y además condenó a los capitanes de 8 navíos más, incluyendo a Hawke, capitán del Berwick, aunque sería perdonado tiempo después por el Rey.
Por su parte, Navarro, herido durante la contienda, fue ascendido a teniente general y se le concedió el marquesado de la Victoria. De igual modo fue ascendido Rodrigo Urrutia, quien durante su cautiverio le fue devuelta su espada de la mano del propio Mathews, en reconocimiento a su valor. También Cosme Álvarez, capitán del Hércules y otros muchos subordinados de Navarro. En cuanto a De Court, su pusilánime actuación le valió la condena unánime e inmediatamente fue relevado del servicio y se le retiró de la armada.
Cuadro de la batalla de Tolón entre el Real Felipe y el Namur |
Juan José Navarro |
Thomas Mathews |
Batalla de Tolón. Grabado de Fernando Selma |
Batalla de Tolón, por Mesa Diego |
Hundimiento del Marlborough |
No hay comentarios:
Publicar un comentario