El Milagro de Empel

La Guerra del Monferrato. Parte II (1616-1617)


Con el comienzo de 1616 las maltrechas arcas del duque de Saboya se vieron aliviadas con lustrosas cantidades de dinero veneciano que sirvieron para reclutar un nuevo ejército y romper el tratado firmado en Asti con el marqués de Hinojosa tan solo unos meses atrás. De esta forma Carlos Manuel volvió a reanudar la guerra en el Monferrato, invadiendo el territorio a través del Langhe y a lo largo del río Tanaro.

En el Monferrato los españoles contaban con unos 10.000 infantes y 20 compañías de caballos, algo a todas luces insuficiente ya que el de Saboya había logrado reunir un ejército de casi 35.000 hombres, entre los que se encuentran 14.000 infantes saboyanos, 4.000 alemanes, 4.000 suizos, 10.000 franceses y casi 3.000 jinetes. El nuevo gobernador del Milanesado, el marqués de Villafranca del Bierzo, Pedro Álvarez de Toledo, emprende una rápida campaña de reclutamiento de hombres en Alemania, Borgoña y Suiza.

Así para mediados de agosto de 1616 los españoles contaban ya con un ejército de casi 34.000 soldados de los cuales 5.500 era españoles, 6.000 alemanes, 8.000 lombardos, 4.000 borgoñones, 3.500 italianos, 4.000 suizos y 3.000 jinetes. De estas fuerzas habrá que descontar las que se queden en labores defensivas en el Milanesado, pudiendo movilizar el marqués para la guerra con Saboya a unos 22.000 soldados y 2.500 jinetes.


-Saboya rompe la paz.

A comienzos de septiembre el duque invadió el Monferrato con unas fuerzas que sumaban casi 30.000 hombres y su primer objetivo fue la plaza de San Damián, al sudoeste de Asti. Formados en 18 regimientos las fuerzas del duque pusieron sitio la plaza, que resistió durante varios días hasta la muerte de su gobernador, lo que hizo que los saboyanos asaltaran San Damián dándose al saqueo antes de que pudiera llegar el socorro enviado por Alfonso de Ávalos y Rodrigo de Orozco.

La toma de San Damián amenazaba seriamente la defensa de la villa de Alba, que es abandonada por Ávalos ante su convencimiento de que es imposible su defensa. Los saboyanos avanzaron en dirección noroeste y se establecieron en la confluencia del río Po con el río Sesia, a lo largo del eje formado por las villas de Asigliano, Stropianna, Motta dei Conti y Villanova, montando su cuartel general en la ciudad de Caresana, en el margen este del Sesia, desde donde podrían lanzar su ofensiva contra el propio Milanesado.

De esta manera el duque lanzó una avanzadilla de 300 coraceros contra la pequeña población milanesa de Langosco, débilmente defendida por 35 soldados españoles a las órdenes del capitán Antonio Mangas, los cuales resistieron hasta el límite de sus fuerzas pero fueron sobrepasados por la enorme superioridad numérica de los saboyanos. El enemigo había entrado en el Milanesado y Pedro Álvarez de Toledo no podía permitir tal afrenta.

El plan español consistirá en lanzar dos cuerpos de ejército contra las posiciones saboyanas. Uno que atacará por el noroeste desde la plaza española de Villata y con el objetivo de cruzar el Sesia y avanzar por el flanco izquierdo del enemigo hasta rodearlo por completo en el río Po a la altura de la villa de Trino. Este cuerpo de ejército contará para esta tarea con 16.000 infantes y 2.000 caballos. El otro cuerpo de ejército, compuesto por unos 6.000 infantes y 500 jinetes, avanzará desde el sur, partiendo de Alessandria, y cruzará el río Tanaro para lanzarse sobre el ala derecha de las fuerzas enemigas y reunirse en el Po con el otro cuerpo español.

-Avance español por el Monferrato.

A comienzos de noviembre las tropas españolas se pusieron en marcha avanzando con gran rapidez hacia el oeste. Tal es el avance que los españoles se plantaron a tan solo 25 kilómetros de Turín, amenazando seriamente la capital saboyana y obligando al duque a replegar su avance y retroceder. Por su parte el Tercio de Saboya de Juan Bravo de Laguna llegó hasta la retaguardia del cuartel general enemigo en Motta dei Conti, comenzando la lucha por el control de los bosques de la zona. En estos combates resultó fundamental la llegada de los jinetes de Alonso de Pimentel y Zúñiga y de algunas fuerzas del príncipe de Ascolí, que acabó siendo herido en la contienda.

Tras más de 3 horas de combates los saboyanos se retiraron ante el alto número de pérdidas, dejando el camino libre al cuerpo de ejército español que avanzaba desde el sur. La vanguardia de estas tropas, del maestre de campo Gambacorta, tenía como principal objetivo la toma de la Villanova, situada al suroeste de Motta, y un nudo estratégico de las comunicaciones. A toda prisa el duque ordenó reforzar la plaza con 2 regimientos franceses al mando de Chiverny y de Châtillard. Unos 2.500 soldados se enfrentaron durante 2 largos días con las tropas de Gambacorta, viéndose superados finalmente por los españoles. Los franceses recibieron la orden de evacuar sus posiciones tras perder más de 500 hombres, y los españoles entraron en la ciudad la mañana del 10 de noviembre.

Juan Bravo de Laguna juzgó oportuno no perder un segundo de tiempo y se lanzó al ataque desde Villanova hacia Stroppiana, cuyo castillo cayó el día 12 sin apenas resistencia. Pero los saboyanos lanzaron un contraataque al día siguiente que, de no ser por la obstinada resistencia de la compañía del capitán Antonio de la Concha, hubiera podido desarbolar el avance español. Por fortuna no fue así y las fuerzas del Tercio de Saboya rechazaron a los saboyanos que no tuvieron más remedio que huir.

El Tercio de Saboya continuó su avance por el flanco derecho del enemigo y se lanzó a cortar la comunicación entre el cuartel general enemigo, en Motta dei Conti, y Asigliano, donde se habían refugiado numerosas tropas saboyanas en su huida. Rodrigo de Orozco mandó a las compañías de los capitanes García Sarmiento y Antonio Manrique hacerse con las posiciones boscosas entras las dos villas. La resistencia saboyana fue enorme, por lo que hubo que traer 3 cañones para batir las defensas enemigas. Los certeros disparos dirigidos por Francisco de Padilla y Gaitán, capitán general de artillería del Milanesado, tumbaron la resistencia y las fuerzas saboyanas se replegaron en plena noche, avanzando las tropas españolas hasta Caresana y cortando la comunicación entre las dos plazas enemigas.

Con este último movimiento los españoles barrieron la posición que el duque de Saboya mantenía sobre el margen oeste del Sesia en su confluencia con el Po, deshaciendo por completo los regimientos saboyanos que quedaban en Motta, junto con un regimiento francés y otro suizo para el día 20. La victoria ha sido aplastante y fulgurante, dado que en apenas una semana no solo han detenido el avance saboyano sino que han recuperado el terreno perdido, por lo que el marqués de Villafranca del Bierzo puede proseguir su avance hacia el Piamonte.

Al día siguiente los españoles tomaron la abadía de Santa María de Lucedio, donde encontraron gran resistencia que fue finalmente vencida gracias a una maniobra envolvente de 1.500 arcabuceros y 600 jinetes de Juan de Córdoba mientras cargaban de frente los hombres de la compañía del capitán Pedro León de Villarroel, dejando más de dos centenares de enemigos muertos sobre el campo de batalla. El día 24 de septiembre las fuerzas del marqués de Villafranca habían llegado ya a Santhia, uno de los pasos hacia el Piamonte, y a tan solo unos pocos kilómetros al noroeste de Vercelli. Un regimiento imperial con 4.000 alemanes bajo el mando de Karl Ludwig, conde de Sulz, acompañados de varias compañías de soldados españoles tomaron al asalto el castillo de Vettigne y la iglesia de San Miguel, haciendo más de 300 prisioneros.

-Toma de San Germano.

El avance español proseguía y ahora los ojos del marqués de Villafranca estaban puestos en San Germano, enclave vital en la línea defensiva saboyana y cuya toma dejaría completamente aislada la posición enemiga de Vercelli. La plaza era uno de los pasos más importantes hacia el Piamonte y, aunque sus murallas no eran muy buenas, contaba con una potente guarnición compuesta por 500 infantes franceses bajo el mando del señor de Mézères, 400 soldados saboyanos del regimiento Príncipe de Piamonte, y otros 1.300 soldados del regimiento francés de Châtillard, que se habían refugiado allí tras huir de Villanova.

Los españoles tomaron los pasos próximos a San Germano para aislar por completo la plaza y el 24 de septiembre Alonso de Pimentel y Zúñiga, al mando de 4.000 infantes de los tercios de Saboya y Caracciolo, apoyado por cerca de 500 jinetes, lanzaron el ataque. El ataque se realizó contra las 3 puertas de la ciudad, situando varios cañones para batir los muros que comenzaron a escupir fuego a primera hora de mañana del día 25. Por el norte atacó el tercio de Caracciolo, por el este lo hizo el de Saboya y por el sur la caballería de Alonso Pimentel y Zúñiga. Viendo la complicada situación de la plaza, los saboyanos enviaron un socorro que fue rechazado por los sufridos jinetes españoles de Pimentel. Sin posibilidad de auxilio los defensores rindieron San Germano ante la amenaza española de tomarla al asalto y saquearla.

Esta conquista supuso que las posiciones saboyanas en el Monferrato superior se volvieran insostenibles. El duque ordenó evacuar Trino y las plazas que aún conservaban entre el Sesia y el Po, a excepción de Vercelli, que siguió siendo su fuerza de vanguardia en el Monferrato. La retirada, en plenas lluvias otoñales, fue durísima, con las fuerzas españolas persiguiéndoles sin dar respiro ni tregua alguna. Las fuerzas saboyanas perdieron más de 7.000 hombres entre muerto, heridos y desertores, aunque el ejército español también acusa el sobreesfuerzo y pierde casi la tercera parte de las fuerzas alemanas.

-La defensa de Gattinara y Crevacuore.

La situación del duque de Saboya era crítica y parecía que la derrota era inevitable cuando sus aliados venecianos le enviaron más dinero con los que levantar nuevas tropas. Desde Crescentino, su nuevo cuartel general, reunió a 10.000 mercenarios hugonotes franceses y trazó su nuevo plan que consistía en distraer a las fuerzas españolas en Vercelli, mientras que con su nuevo ejército se dirigiría al noreste para tomar la crucial plaza de Gattinara. Con 12.000 infantes y 2.000 caballos se lanzó al asedio de la ciudad.

Sancho de Luna había dejado en las inmediaciones 4.000 soldados para la protección de la retaguardia española en ese frente, pero la guarnición de la villa no contaba con más de 500 hombres, por lo que el propio Luna con 600 alemanes y Alonso Pimentel al frente de varias compañías de caballería, reforzaron las fuerzas de la villa. El asalto saboyano a primera hora del día 16 de diciembre, fue rechazado en varias ocasiones hasta el punto de resultar imposible su conquista ante el alto número de muertos entre los franceses. Ante este estrepitoso fracaso el duque moverá sus fuerzas más al norte, para intentar tomar Crevacuore. El ataque sobre la plaza no llegó a producirse ya que las fuerzas lombardas del conde Serbelloni, junto a parte de la caballería de Alonso Pimentel, pusieron en fuga al enemigo tras causarle medio millar de bajas.

1616 terminó con el ejército español en una clara posición de ventaja y con la victoria al alcance de la mano. El marqués de Villafranca dio por finalizada la campaña a la espera de la siguiente primavera y mandó invernar a sus tropas en sus cuarteles, con la idea en la cabeza de tomar Vercelli, la estratégica ciudad que aún está a la retaguardia de sus fuerzas.

-La ayuda de los hugonotes.

François de Bonne, conde de Lesdiguières y mariscal de Francia, decidió intervenir directamente en ayuda del duque de Saboya. Si bien existía una paz con Francia, desde París siempre se había promovido cualquier acción que ayudase a deblitar la posición española. Así, a comienzos de 1617, el duque movilizó dos cuerpos de ejército dirigidos por sus hijos. Victor Amadeo marcharía con su regimiento Príncipe de Piamonte mientras que Tomás Francisco lo haría con el suyo, Príncipe de Carignano, ambos apoyados por infantería francesa y suiza. El plan era avanzar a través de la línea del río Elvo en dirección sureste para recuperar San Germano apoyados por las fuerzas saboyanas que aún quedaban en Vercelli, mientras que a su vez se penetraba en el principado de Masserano y el marquesado de Crevacuore, al norte de San Germano.

A mediados de enero las tropas francesas del señor de Gonfreville y los mercenarios suizos de Johann Ludwig von Erlach se plantaron ante las murallas de San Germano. El rápido avance de las fuerzas franco-suizas imposibilitó llevar cañones de grueso calibre, por lo que las 4 piezas ligeras no fueron suficientes para poder batir los gruesos muros de la plaza, dando así tiempo a las tropas españolas del Tercio de Saboya a llegar desde sus cuarteles en Trino. A los hombre de Juan Bravo de Laguna le acompañaban también diversas compañías del tercio de Caracciolo así pues, los españoles se plantaron en la retaguardia del enemigo que ahora debía combatir en dos frentes. Con un avance nocturno a cargo de varias compañías bajo el mando del capitán Juan de Orellana, los españoles lograron levantar el asedio el 15 de enero tras causar al enemigo más de 3 centenares de bajas.

Por otra parte, las tropas saboyanas que se dirigían hacia el noreste logran ocupar Crevacuore el 27 de febrero, cuyas defensas no eran obstáculo para un ejército tan numeroso. Al socorro de la plaza acudió el castellano de Milán, Sancho de Luna, quien llegó al frente de unos 2.000 hombres el 4 de marzo. La buena guarnición que los saboyanos habían dejado, así como el reforzamiento de las murallas de la villa, lograron impedir el asalto español el 5 de marzo. Es más, aprovechando que los españoles descansaban en su campamento y, bajo la cobertura que les proporcionaba la niebla existente, los saboyanos lanzaron un ataque al alba que cogió por sorpresa a los hombres de las compañías de los capitanes Bermúdez de Castro y Juan de Orellana.

Los españoles contaron más de 200 muertos antes de retirarse hacia el este, esperando Sancho de Luna que los saboyanos se desorganizasen mientras saqueaban los cuerpos de los soldados muertos, tal y como sucedió, aprovechándolo los españoles para cargar contra ellos y ponerlos en fuga, no sin antes matar a casi medio millar de saboyanos.

-La toma de Vercelli.

A finales de abril de 1617 los españoles recibían el refuerzo de los tercios valones bajo el mando del maestre de campo Guillermo Verdugo, hijo del gran Francisco Verdugo. Eran 6.000 hombres que se sumaban a los ya 14.000 de los ejércitos de Lombardía. Llevando consigo más de una treintena de piezas de artillería se lanzaron a través del paso del río Po en un movimiento de diversión hacia las villas de Verrua y Crescentino. Para comienzos de mayo habían puesto sitio a las plazas, atrayendo a los ejércitos saboyanos hasta allí, pero en realidad la estrategia del marqués de Villafranca era girar todo el frente de su ejército en dirección noreste y atacar sorpresivamente Vercelli, el principal objetivo de los españoles desde hace tiempo.

Vercelli ocupaba una estratégica posición a orillas del río Sesia. Contaba con unas formidables defensas y una importante guarnición bajo el mando de Augusto Scaglia, conde de Verrua. Las fuerzas españolas para tomar la plaza estaban compuestas por el Tercio de Saboya de Juan Bravo de Laguna, los lombardos de Baglione y el Tercio Ordinario de Milán de Juan de Córdoba, que atacarían Vercelli desde el norte, cruzando el Sesia. El tercio de Luis de Ávila y los valones de Verdugo, que sitiarían la ciudad desde el sureste. Los tercios napolitanos de Caracciolo y Spinelli, que atacarían desde el suroeste, y los infantes del Tirol y los regimientos de alemanes que han sido enviados por los Habsburgo bajo el mando de Matthias Gallas, y que avanzarán desde el noroeste.

El 21 de mayo la vanguardia española, unos 150 jinetes de los capitanes Juan de Cárdenas, Martín de Idiáquez, futuro maestre de campo que se distinguirá en Nördlingen, y Manrique de Lara, intentó entrar sorpresivamente a la villa pero fueron rechazados por la caballería enemiga al ser descubierto el engaño, muriendo el propio Alonso Pimentel. 3 días después el resto de las tropas llegaron poniendo sitio formal a Vercelli y completándolo el 27 de mayo. Esa misma noche llegó una columna desde el oeste con cerca de 1.200 soldados enviados por el duque Enrique de Nemours para reforzar la plaza. Descubiertos por los centinelas españoles, el refuerzo francés fue atacado sin piedad y, tras poco más de media hora de combates, los enemigos contaban casi 500 muertos y 400 prisioneros, así como todo su bagaje, municiones y armas capturadas.

El asedio de Vercelli se prolongó durante varias semanas en las que los españoles, con sus más de 30 piezas de artillería, batieron los muros día tras día, avanzando sus trincheras hasta llegar al mismo foso que rodeaba la villa. Antes, a mediados de junio, los infantes españoles bajo el mando del sargento mayor Juan Díaz Zamorano se hicieron con la fortificación exterior que vigilaba el camino a la villa de Trino, en una serie de espectaculares combates cuerpo a cuerpo. El 1 de julio, en un asalto de los hombres de la compañía de Miguel de Redín, se logró tomar el baluarte de San Andrés, una de las más importantes fortificaciones de Vercelli, al mismo tiempo que caían las torres de Avogrado y Vialardi,

El 18 de julio, ante las noticias de un nuevo socorro enviado por Carlos Manuel, los valones de Guillermo Verdugo decidieron asaltar Vercelli trepando por los derruidos muros. Los combates se prolongaron todo el día, intercambiando fuego de mosquetería hasta llegar a distancia de cuerpo a cuerpo. El asalto valón fue brutal, más de 30 soldados murieron, incluyendo 2 capitanes, y el propio Verdugo quedó herido de un balazo. A última hora de la noche apareció por el norte un socorro dirigido por el propio duque de Saboya quien marchaba al frente de 4.500 infantes y 900 caballos siguiendo el curso del Sesia.

Para su desdicha fue detectado a tiempo por las compañías de los capitanes Lucas de Mora, Francisco de Hoces y Pedro de Mendoza, quienes tendieron una emboscada acorralando a los saboyanos contra el río. Con el apoyo de la compañía de mosqueteros lombardos del capitán Bolognini, los españoles destrozaron al enemigo causándole cientos de muertos y capturando la pólvora y las municiones que el duque pretendía introducir en Vercelli, a donde tal solo llegarán unos 250 soldados. Tras esto el marqués de Villafranca ordenó el asalto general el 22 de julio, el cual fracasó tras caer varios capitanes loreneses y provocar el pánico entre sus hombres.

Vercelli parecía aguantar pero la imposibilidad de ser socorrida y los preparativos españoles para un nuevo asalto hicieron que Scaglia rindiese la plaza bajo unas condiciones honrosas saliendo de ella los supervivientes con sus armas y banderas. La villa había recibido más de 70.000 disparos de artillería, cerca de 1.500 soldados habían muerto defendiéndola y 700 más estaban heridos. Por su parte los españoles contaban con medio millar de heridos y unos 400 muertos, entre los que se encontraban los maestres Juan de Córdoba, Alfonso de Ávalos y Sancho de Luna, así como el sargento mayor Luis de Ávila y cerca de 20 capitanes. El marqués de Villafranca dejó 3.000 hombres en Vercelli como guarnición y mandó destruir los baluartes y fortificaciones existentes.

-La ofensiva final saboyana y la resistencia española.

A finales de verano los saboyanos habían vuelto a organizar un ejército con fuerzas principalmente francesas; casi 20.000 hombres que constituían una seria amenaza para los intereses españoles. El teatro de operaciones se iba a situar entre los ríos Tanaro y Belbo, al sur del Po. De esta forma se fueron produciendo distintas escaramuzar entre ambos ejércitos a lo largo de la línea del río Belbo, como el 23 de agosto en Santo Stefano, donde una compañía de jinetes españoles sorprendió a varios cientos de franceses saqueando la villa y acabaron con ellos.

A comienzos de septiembre los saboyanos lanzaron un ataque con más de 2.500 hombres sobre Montiglio Monferrato, la cual estaba defendida por 300 hombres del tercio napolitano de Caracciolo, quienes no pudieron resistir más que unos días ante la superioridad enemiga. Lo mismo ocurre el 9 de septiembre cuando otra fuerza saboyana de 3.000 hombres asalte el castillo de Annone, defendido por 60 españoles, quienes aguantan durante más de 5 horas hasta que fueron sobrepasados por el enemigo, que saqueó y destruyó la población y después hizo lo propio con el castillo de Quattordio, defendido hasta la muerte por 50 soldados de los hombres de Matthias Gallas.

Para el 14 de septiembre los saboyanos se habían plantado ante Castelnuovo, al sureste de Asti, a la espera de la llegada del resto de sus fuerzas para así asaltar Alessandria. La rápida llegada de 500 jinetes españoles, los cuales cargaron en plena noche contra el campamento enemigo, puso en fuga a los saboyanos y franceses. No sería todo, a su retaguardia cerca de 1.500 valones y españoles se habían apostado en las colinas cercanas, por lo que cuando el enemigo emprendió la huida se encontró de frente con un fuego de mosquetería letal, mientras que los jinetes españoles se despachaban a gusto con su retaguardia. En apenas unas pocas horas yacían cientos de cuerpos enemigos en aquellos bosques, mientras que los españoles solo contaban con un muerto y 3 heridos.

De igual manera las fuerzas españolas del marqués de Villafranca lograron detener los avances del duque de Saboya en todo el frente, haciendo que éste tuviera que replegar sus fuerzas. Solo la rápida firma de un tratado de paz evitará que las fuerzas españolas invadan el Piamonte y acaben con el duque. El Tratado de Pavía, firmado el 9 de octubre de 1617, ponía fin a la guerra en el Monferrato y retornaba este territorio a Fernando I Gonzaga, su legítimo heredero, obligando a ambas partes a devolver sus conquistas, volviendo a la situación anterior al comienzo de las hostilidades. Ante una posible ruptura de los acuerdos por parte de Saboya, los españoles dejaron en el Milanesado un contingente de 6.000 infantes y 2.500 caballos.

Tercios en combate

Península itálica a comienzos del siglo XVI

Pedro Álvarez de Toledo. Marqués de Villafranca

Matthias Gallas








2 comentarios:

  1. Venecia, Francia, los hugonotes, solo faltaron los ingleses......... Y aún así se consiguió mantener la situación con ventaja para España.

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  2. Sí, fue un conflicto muy complejo y que luego se prolongó con la guerra de la Valtelina y la de la sucesión de Mantua. España no pudo mantener la paz que tanto le había costado conseguir porque tenía demasiados enemigos que ansiaban sus territorios. En fin, la historia moderna de España siempre fue una lucha en inferioridad.

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