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Guerreros: Juan del Águila


El año 1545 fue testigo del nacimiento de uno de los más destacados y notables soldados de cuantos sirvieron en los ejércitos de la monarquía española; Juan del Águila nacía en Ávila y pasaría, por derecho propio, a la historia como maestre de campo de los tercios españoles.  

Era el cuarto hijo de una familia de la nobleza local y pasó su infancia en la villa abulense del Berraco. No siendo primogénito las opciones que tenía el joven Juan pasaban por los hábitos o las armas y, como se podría comprobar más adelante, tenía una especial aptitud para la guerra, por lo que decidió sentar plaza como soldado en la compañía de Gonzalo de Bracamonte cuando éste se encontraba reclutando infantes en Ávila para el ejército del rey Felipe II, allá por 1563.

Con 18 años pues, siguió la bandera de su capitán y se incorporó al Tercio Viejo de Cerdeña. No tardaría mucho Bracamonte en hacerse con los mandos del tercio. En 1564 era nombrado maestre del mismo y enviado al Peñón de Vélez de la Gomera. Era principios de septiembre y la expedición de 93 galeras y decenas de otras embarcaciones, comandada por García Álvarez de Toledo, se presentaba ante el inexpugnable refugio de piratas argelinos y otomanos y lo ocupaba, permaneciendo éste en poder español hasta nuestros días.

Un año después el tercio fue enviado al Socorro de Malta, comportándose de manera sobresaliente en la lucha contra el Turco. García de Toledo escribía al rey que "envío a D. Gonzalo de Bracamonte con su tercio en Cerdeña en las galeras del duque de Florencia, y va pagado hasta el día que parte, y avituallado hasta Cerdeña". De esta manera el tercio se dirigirá a Cerdeña a finales de 1565 y al año siguiente será enviado a Córcega a auxiliar a los genoveses y a las tropas italianas de Suárez de Figueroa ante las revueltas sardas.

Del Águila ya había obtenido reputación de soldado sin miedo en los cuatro años que llevaba enrolado cuando se le envió junto al resto de Tercios Viejos a Flandes ante las revueltas protestantes. Bajo el mando del Gran Duque de Alba caminaron durante 56 días a través del Camino Español para llegar a Flandes el 15 de agosto de 1567.

En Flandes, el 23 de mayo de 1568, el tercio fue sorprendido en Heiligerlee en campo abierto por las tropas de Luis y Adolfo de Nassau. El duque de Arenberg, Juan de Ligne, mordió el anzuelo de los protestantes y acabó metiendo a sus tropas en una ratonera. El comportamiento de muchos de los hombres del Tercio de Cerdeña no estuvo a la altura de lo que esperaba de ellos el duque de Alba y, apenas 2 meses después, tras vencer a los protestantes en la batalla de Jemmingen, no aguantó que algunos de los soldados del tercio incendiaran la villa de Heiligerlee.

El duque mandó disolver el Tercio de Cerdeña y distribuir sus compañías entre los distintos tercios. Cuentan que los capitanes quemaron sus bandas, los alféreces rasgaron las banderas de sus compañías, los sargentos rompieron sus partesanas y los soldados no podían contener las lágrimas fruto de la vergüenza que tuvieron que soportar. La compañía de Juan del Águila pasó a integrarse en el conocido como Tercio de Flandes con la compañía dirigida por el capitán Pedro González de Mendoza, quien le nombró alférez en 1569.

En abril de 1574 participó en la batalla de Mook donde Sancho Dávila, al frente de 25 compañías de Tercios Viejos y 16 banderas valonas, causó una severa derrota a los protestantes holandeses y alemanes. Del Águila se distinguió sobremanera y por ello fue nombrado capitán en 1576, tomando el mando de una compañía del Tercio Viejo de Sicilia, bajo el mando del mítico maestre Julián Romero. Una de sus primeras acciones como capitán sería socorrer el castillo de Gante, que había sido sitiado por las fuerzas protestantes.

Grabado de la batalla de Mook

Poco después el tercio de Julián Romero se dirigió hacia Amberes, donde Sancho Dávila y sus hombres estaban sitiados. Luis de Requesens había muerto y el vacío de poder había sido aprovechado por los rebeldes holandeses. Además las tropas españolas se amotinaban por falta de pagas. Juan del Águila fue uno de los capitanes encargados de negociar con los amotinados de Alost, los cuales se unieron a los hombres de Romero y entraron en Amberes donde, junto a los soldados de Dávila, acabaron con el enemigo y saquearon la ciudad.

Con la llegada de Juan de Austria a los Países Bajos y la firma del Edicto Perpetuo los soldados españoles tuvieron que abandonar los Países Bajos. Ahora del Águila volvía hacia Italia. No sería por mucho tiempo. Los protestantes aprovecharon la ausencia de los españoles y no respetaron los acuerdos, aumentando la presión y la violencia sobre los católicos. Para finales de 1577 el gobernador llamaba a su sobrino Alejando Farnesio a los Países Bajos, y lo hacía acompañado de 6.000 soldados españoles de los Tercios Viejos, entre ellos la compañía de Juan del Águila.

Del Águila combatió en los ejércitos de Flandes, primero de Juan de Austria y después, tras su muerte, de Farnesio, quien le nombró maestre de campo en 1582, con apenas 38 años. Estuvo en la toma de Turnhout, en abril de 1583, siendo nombrado su castellano, y en julio tomaría la vital plaza de Nieuwpoort. Juan ocuparía el cargo de castellano y su compañía sería la encargada de su defensa y guarnición. Con su tercio participó en la asedio de Amberes, distinguiéndose especialmente en la defensa del dique de Covernstein.

A comienzos de diciembre de 1585 se hallaba Juan del Águila con su tercio bajo el mando del conde de Mansfeld, con el encargo de proteger a las poblaciones católicas del norte del Brabante de los ataques protestantes. En una operación conjunta entre los tercios de Francisco de Bobadilla, Agustín Íñiguez, Cristóbal de Mondragón y el de del Águila, se debía ocupar la isla de Bommel. Esto lo consiguió Bobadilla y sus hombres el 2 de diciembre, pero al precio de quedar atrapados en ella por la flota y los soldados del conde de Holac, mientras el resto de las tropas españolas se dirigían hacia Harpen.

Bobadilla pudo enviar emisarios a Juan del Águila y a Mansfeld, que volvieron sobre sus pasos e intentaron socorrer a sus compañeros, algo que les fue del todo imposible ante la ruptura de los diques por los holandeses y quedar completamente anegada la isla. Fueron varios los intentos de rescate desde el día 4 hasta que la noche del día 7 de diciembre las aguas del río Escalda se helaron. Del Águila consiguió así acercar su artillería y empezó a cañonear los buques enemigos a la par que los hombres de Bobadilla se lanzaban sobre el hielo contra los holandeses, logrando una victoria que parecía imposible. Este notable hecho pasó a la posteridad como el Milagro de Empel.

En junio de 1586 participó en la toma de Grave, en julio en la de Neuss, tras un asedio de 3 semanas, en agosto tomó Alpen, y en septiembre derrotó a los ingleses en la batalla de Zutphen, logrando levantar el asedio sobre la villa. Al año siguiente, a mediados de junio, el tercio de Águila se vio inmerso en el asedio a la importante ciudad de la Esclusa, en la desembocadura del Escalda en el Flandes zelandés. La ciudad fue tomada por los españoles pero del Águila fue herido gravemente en uno de los intentos de asaltarla.

Para la primavera de 1588 viajó a España reclamado por la corte. Fue allí donde le llevaron ante al rey y, como afirma Alonso Vázquez, fue presentado por Fernando de Toledo al rey Felipe II de tal forma: "señor, conozca V.M. a un hombre que nació sin miedo". Al relatar sus gestas se ganó inmediatamente la admiración del rey el cual le encomendó la tarea de encabezar la segunda invasión de Inglaterra, tras el fracaso de la Grade y Felicísima Armada. Concentrado en Galicia junto a su tercio recibió la noticia de la cancelación de la invasión y se le encomendó la misión de escoltar a la flota de Indias en el tramo hasta Lisboa.

En agosto de 1590 recibió la orden de embarcar en Ferrol y dirigirse a Francia a combatir junto a los católicos en su lucha contra los hugonotes de Enrique III de Navarra. El 25 de octubre desembarcó en la Bretaña francesa, en Nantes, y dispuso su cuartel general en el puerto de Blavet, donde el ingeniero militar Cristóbal de Rojas levantó el conocido como Fuerte del Águila, una magnífica ciudadela en la costa. Desde allí combatió a los ingleses y a los hugonotes franceses a partes iguales.

Sus operaciones se extendieron por el Loira, donde tomó el castillo de Blain en octubre de 1591 y en mayo del año siguiente derrotó a las fuerzas anglo.francesas en Craon, acabando con ellos en la villa de Ambrieres. Con esa zona del Loira asegurada se lanzó a por la ciudad de Brest, en la Bretaña francesa tomándola el 6 de noviembre de 1592. Al años siguiente una compañía de su tercio tomó la villa de Camaret, construyendo el fuerte de la punta de los Españoles, de esta manera dominaban la entrada al puerto de Brest. Pero al año siguiente los hugonotes, apoyados por los ingleses en tierra y por los holandeses desde el mar, sitiaron el fuerte. El asedio fue terrible y el tercio de Juan del Águila no pudo llegar a socorrer a los sufridos españoles. Tan solo 13 sobrevivieron.

Los españoles lanzaron una campaña en el norte de Francia en 1594, lo que alivió la presión sobre del Águila y sus hombres. Así, con las manos libres, preparó a conciencia la incursión en Inglaterra. El 26 de julio de 1595 embarcó a 3 de sus compañías de arcabuceros bajo el mando del capitán Carlos de Amézquita en 4 galeras, la Capitana, la Bazana, la Patrona y la Peregrina y, tras abastecerse en Penmarch, en la Bretaña, desembarcó en la bahía de Mounts, en las costas de Cornualles el 2 de agosto.

Desde allí, en una razia propia de los vikingos, los españoles arrasaron Mousehole, dejando tan solo una taberna en pie. Continuaron su expedición de castigo en Newlyn, siguieron por Paul y acabaron en Penzance, desmontando a su paso varios fuertes y llevándose su artillería antes de volver a embarcar rumbo al Fuerte del Águila. Todo ello en tan solo 2 días. A su vuelta lograron ponerse a salvo de una escuadra de 46 buques holandeses tras hundir 2 de ellos. Los españoles tan solo tuvieron 20 bajas causadas en su enfrentamiento naval.

Fuerte de Juan del Águila

Pero el fin de la guerra civil en Francia y la firma de la Paz de Vervins, entre España y Francia, obligaba al maestre español a devolver las posesiones francesas ocupadas, entre ellas el magnífico fuerte desde donde amenazaba seriamente el sureste de Inglaterra. A cambio Francia abandonaba las plazas ocupadas en el sur de Flandes. Del Águila regresó a España y fue destinado con su tercio a Cádiz como escolta de la flota que regresa de América. Allí se vio inmerso en un turbio asunto de malversación de fondos tras unas acusaciones infundadas. Consiguió probar su inocencia y en contraprestación se le otorgó el mando de la expedición que debía auxiliar a la sublevación irlandesa contra Inglaterra, encabezada por Hugh O'Neill y Hugh O'Donell.

El 18 de septiembre de 1601 partía desde Lisboa del Águila con más de 5.000 hombres a su cargo rumbo a Cork, teniendo como segundo a Fernando Girón Salcedo, quien sustituyó a Francisco de Toledo. La flota, compuesta por 20 buques y 13 urcas, iba comandada por Diego Brochero, almirante general y superintendente de la Armada Real y como segundo a Pedro Zubiaur. Los españoles llevaban menos hombres de los que los irlandeses estimaban necesarios para desembarcar en condiciones de victoria. Por si no fuera bastante, el tiempo no acompañaba y la flota se vio sacudida por un fuerte temporal cerca de la isla de Ouessant.

El desastre se cierne sobre la expedición española; 2 galeones y 7 urcas se separan del grupo, incluyendo la nave almiranta San Felipe, al mando de Zubiaur. En total cerca de 1.100 soldados del maestre Antonio Centeno no podrán llegar a las costas de Irlanda. Del Águila llegó a la bahía de Cork el 2 de octubre y decidió desembarcar en Kinsale al día siguiente, poniendo en fuga a la guarnición inglesa de la villa que huyó hacia Cork y alertó de la presencia española en suelo inglés. Unos 3.500 españoles estaban en suelo inglés mientras que los buques de Zubiaur, que llevaban hombres y la mayor parte de las municiones tuvieron que regresar a España.

Nada más desembarcar ordenó la construcción de 2 fuertes: Ringcurran y Castle park, mientras que se le unieron unos pocos cientos de irlandeses. Al poco de llegar, un ejército de unos 7.000 ingleses bajo el mando del barón de Mountjoy acampó cerca de los españoles, que se encontraban sitiados en Kinsale por los cerca de 4.000 ingleses del conde de Toutnes. Del Águila sabía que su posición era muy precaria y que los ingleses contaban con el tiempo a su favor, pues podían recibir de manera incesante refuerzos. Escribió a O'Neill para informarle de la necesidad de un ejército que atacase a los sitiadores desde el norte. De esta manera O´Neill se desplazó hacia Kinsale con unos 5.500 hombres.

Los ingleses, que habían completado el cerco sobre Kinsale, comenzaron a atacar en noviembre. Unos 2.000 soldados dirigidos por Richard Smyth asaltaron uno de los baluartes exteriores construidos por los españoles, consiguiendo tomarlo y haciendo la posición del socorro español cada vez más difícil. Pero los hombres de Juan del Águila resistían con tal tenacidad y dureza que Mountjoy les ofreció una rendición muy honrosa, algo rechazado de plano por los españoles, como era costumbre.

Mientras esto ocurría desde España trataban de enviar refuerzos. Zubiaur zarpó a comienzos de diciembre pero de nuevo el temporal les jugó una mala pasada, separándose del grupo 4 barcos que tienen que volver a España, privando así al tercio sitiado de numerosos víveres y municiones, y llegando el resto a Castlehaven, demasiado lejos de Kinsale. Allí fueron recibidos por las baterías de los castillos de la entrada al puerto, pero Zubiaur consiguió desembarcar 8 banderas con 650 soldados que se hicieron con el control de la zona.

Por su parte del Águila prueba una salida para romper el cerco. El 16 de diciembre 1.500 soldados salen de la protección de Kinsale en una incursión contra los sitiadores, causándole a los ingleses más de 700 muertos y destruyendo 21 cañones, teniendo muy pocas bajas los españoles. Por su parte, los españoles de Castlehaven se une al ejército irlandés que llegaba del norte. Los nobles irlandeses locales juraron fidelidad a Felipe III y se decidieron a combatir. Zubiaur quedó con unos 500 hombres en Castlehaven mientras que 200 infantes españoles marchaban a socorrer Kinsale junto a los irlandeses.

Para principios de enero de 1602 ambos ejércitos se encontraron. Los ingleses, que habían recibido 6.000 hombres de refuerzo a finales de diciembre estaban bien parapetados, mientras que el socorro irlandés, de apenas 6.000 soldados, llegaba agotado, algo que sus mandos no tuvieron en cuenta cuando mandaron cargar contra las posiciones inglesas. La decisión fue apresurada y catastrófica, ya que no se habían coordinado con las fuerzas de Juan del Águila, el cual no pudo salir a tiempo y evitar la derrota. Kinsale estaba perdida, y a los españoles no les quedó otra que entregar las plazas conquistadas, permitiéndoles regresar a España con sus armas, banderas y pertenencias, y con ellos a todo irlandés que lo desease

1.800 soldados españoles regresaron a España, incluido un refuerzo de Martín de Vallecina que llegó justo después de la capitulación. Llegaron los soldados repatriados a La Coruña el 10 de marzo, haciéndolo Juan del Águila el 26, el cual se encargó de cuidar de sus hombres personalmente. Las noticias de la derrota en Irlanda habían llegado a la corte y no dejaban en buen lugar precisamente al aguerrido maestre abulense. El Consejo de Guerra estudiaba el caso pero sin escuchar el testimonio del principal protagonista, al cual se le tenía retenido en La Coruña en una especie de arresto domiciliario, impidiéndole viajar a Valladolid, donde se encontraba la corte en esos momentos. Podemos imaginar cuán amarga pudo ser la experiencia de no poder defender su honra y buen nombre para todo un maestre de campo español.

El 12 de julio de 1603 el Consejo de Guerra concluía que la derrota en Irlanda había "supuesto una pérdida de reputación", criticando la mala coordinación de las fuerzas sitiadas con las de socorro, aunque finalmente se descargaba de culpa a del Águila, llegando incluso a elogiar su comportamiento en la defensa de Kinsale ante tropas mucho más numerosas y sin apoyo alguno. A pesar de ello el héroe de tantas batallas moría en su pueblo natal en el más absoluto olvido el 5 de mayo de 1605. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en el Barraco.

Juan del Águila. Pintura de Otto van Veel. 1587

Fuerte del Águila, Bretaña francesa

Batalla de Kinsale

Lápida del maestre Juan del Águila








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