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Nelson ataca Tenerife
Un 27 de julio de 1797 los británicos levaban anclas y se marchaban de las Islas Canarias, tras un frustrado intento de tomar Santa Cruz de Tenerife por parte de las fuerzas del contralmirante Horatio Nelson.
Dentro del marco de la guerra anglo-española de 1796, y con el grueso de la flota española bloqueada en Cádiz por la potente marina de los británicos, bajo el mando del almirante John Jervis, éstos resolvieron tomar las Islas Canarias como base estratégica para sus futuras operaciones en el Atlántico. De este modo Nelson diseñó un plan para poder llevarlo a cabo y Jervis lo aprobó el 14 de julio de 1797.
Para ello Nelson contaba con los navíos Theseus, Culloden y Zealous, de 74 cañones cada uno, y el navío Leander de 50 piezas de artillería; las fragatas Emerald, de 36 cañones, la Seahorse, de 38, la Terpischore, de 32 y la Fox, también de 32 piezas. Igualmente contaba con la bombardera Rayo, apresada a los españoles previamente, y una fuerza de 3.700 hombres para llevar a cabo la invasión de la isla.
La Batalla de las Terceiras
Un 26 de julio del año 1582 se producía el enfrentamiento entre fuerzas navales españolas, bajo el mando del capitán general Álvaro de Bazán, y fuerzas de la armada francesa capitaneadas por el almirante Felipe Strozzi, y que acabó en una brillante victoria española.
Tras el ascenso al trono portugués de Felipe II, el prior de Crato, don Antonio, pretendiente igualmente a la corona portuguesa, había instado a una revuelta contra los españoles con el apoyo de los ingleses y franceses. Isabel I le dio dinero y la promesa del apoyo de sus corsarios a cambio de varias plazas portuguesas, 5 millones de ducados y un tributo anual. Pero Francia, con Enrique III de Valois en el trono, no dudó en ofrecer, además de dinero, tropas y suministros, alarmado por el poder que tenía en aquellos momentos el imperio español, y bajo la promesa de Antonio de cederle la posesión de Brasil.
El reducto del prior de Crato eran las islas Azores, desde donde los corsarios ingleses y franceses podían atacar fácilmente los convoyes que venían hacia España desde América. Felipe II estaba decidido a acabar con esa amenaza, por lo que a comienzos de 1582 ordenó preparar una flota con la intención de ocupar las Azores. Álvaro de Bazán, el almirante que nunca había perdido una batalla, veterano de Lepanto, Muros, Malta, o del peñón de Vélez, sería el encargado de tal empresa.
La Gran Carrera del Glorioso
El 25 de julio del año 1747 el "Glorioso", un navío español que se dirigía a las costas gallegas, empezaba el primero de una serie de combates contra la armada inglesa que le haría ganar la admiración y el respeto tanto de los españoles como de sus enemigos.
La construcción del "Glorioso" fue encargada en 1738, y fue botado en el año 1740 en los astilleros de La Habana bajo el nombre de "San Ignacio de Loyola", junto al "Invencible" y al "Bizarro". Era un navío de línea de 70 cañones del estilo Gaztañeta, más grande y robusto que los navíos que en aquella época construían tanto ingleses como franceses, pero menos rápido y más difícil de maniobrar. Contaba con 2 puentes desde donde asomaban sus cañones de 24, 18 y 8 libras.
En el año 1747, dentro del marco de la Guerra del Asiento, el "Glorioso" zarpaba de La Habana en primavera con un cargamento de suma importancia para los intereses de España: 4 millones de pesos de plata. El buque era comandado por Pedro Mesía de la Cerda, un experimentado marino cordobés que había participado ya en multitud de batallas, entre ellas la del Cabo Passaro, la del Cabo de San Vicente o las de la recuperación de Orán y Mazalquivir en 1732.
Batalla de Jemmingen
El 21 de julio del año 1568 las fuerzas del imperio español, bajo el mando de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, duque de Alba, obtenían una aplastante victoria contra el ejército rebelde holandés de Luis de Nassau en la villa alemana de Jemmingen.
Hacía menos de un año que el duque de Alba había llegado a Flandes a través del Camino Español, dispuesto a sofocar las revueltas calvinistas que habían dado inicio a la Guerra de los 80 años. El duque estaba alarmado por la situación que estaba presenciando en esos momentos: Guillermo de Orange había organizado un poderoso ejército con mercenarios alemanes que acababa de invadir Groningen. Durante el transcurso de ésta, el Tercio Viejo de Cerdeña se vio sorprendido en los alrededores de Heilergerlee y la mitad de sus hombres pereció en la contienda.
La situación exigía actuar con celeridad, por lo que el duque de Alba organizó rápidamente a sus otros dos Tercios Viejos: el de Sicilia, bajo el mando del maestre de campo Julián Romero, y el Lombardía, que mandaba el maestre Sancho de Londoño, y que irían en vanguardia. A éstos había que sumarle tropas valonas y las de los alemanes del conde de Mega, sumando un total de casi 12.000 soldados y unos 3.000 jinetes. Con todo ya preparado el comandante español se puso en marcha y llegó hasta Groningen el 15 de julio.
Batalla de Valenciennes
El 16 de julio del año 1656 un ejército del imperio español, bajo el mando de Juan José de Austria, se batía con las fuerzas francesas del vizconde de Turenne, las cuales tenían sitiada la ciudad de Valenciennes.
La Guerra de los 80 años había llegado a su fin tras la paz de Münster, pero los problemas para la monarquía española no habían cesado; Portugal estaba en llamas tras la ascensión al trono de Juan IV, restaurando así la independencia del país vecino. Cataluña se había recuperado del yugo francés, pero éstos aún mantenían la posesión sobre el Rosellón y amenazaban ahora las posesiones españolas en el sur de Flandes, poniendo el ojo sobre la estratégica plaza de Valenciennes.
Valenciennes estaba situada por aquel entonces en la provincia de Henao, en territorio español de los Países Bajos. La ciudad era un elemento clave para las comunicaciones de la región, por lo que la Francia de Luis XIV, el Rey Sol, le había puesto los ojos encima. De esta manera se armó un potente ejército de más de 25.000 soldados para hacerse con ella. Encuadrados en 2 formaciones, una en cada orilla del río Escalda, el cual atravesaba la ciudad de norte a sur, aquel contingente cayó sobre Valenciennes el 18 de mayo de 1656.
El ejército francés, cuyo mando recaía en Enrique de la Tour, vizconde de Turenne y mariscal de Francia desde 1643, comenzó con el asedio sin perder un segundo de tiempo. Al frente de la plaza se encontraba una pequeña guarnición de poco más de 1.000 hombres bajo el mando de Francisco de Meneses, dispuesta a aguantar lo que hiciese falta, aunque la escasez de suministros y pertrechos era notoria.
Batalla de las Islas Berlengas
Un 15 de julio del año 1591 tuvo lugar una batalla naval entre la escuadra española de galeras de Francisco Coloma, y un escuadrón de galeones ingleses bajo el mando de George Clifford, conde de Cumberland, frente a las costas de las islas portuguesas de Berlengas.
Bajo el reinado de Isabel I, el conde de Cumberland, gran aficionado a los torneos de justas y uno de los favoritos de la reina, empezó a hacer carrera naval con el inicio de la Guerra anglo-española, en 1585. No tuvo demasiado éxito en sus campañas corsarias contra la flota española en el Caribe, ya que el sistema de convoyes implantado por Felipe II resultaba enormemente eficaz, perdiéndose en 2 siglos tan solo una flota.
Tras algún logro aislado en las aguas de las Azores, en 1591 el escuadrón de Clifford partía de las costas inglesas rumbo al Cabo de San Vicente para su habitual actividad corsaria. El escuadrón estaba compuesto de 4 galeones y una pinaza: el "Garland", un navío real de 600 toneladas que era el buque insignia de Clifford; los galeones "Allegarta", "Goden Noble" y "Sampson", de casi 300 toneladas, y la pinaza "Discovery".
Las Campañas del duque de Osuna en Sicilia: Batalla naval del Cabo Celidonia
El 14 de julio del año 1616 daba comienzo una batalla naval entre una pequeña flota del imperio español y una potente armada del imperio otomano, en las aguas del cabo de Celidonia, cercanas a las costas de Chipre.
El nuevo virrey de Nápoles, Pedro Téllez de Girón, III Duque de Osuna, había reorganizado la flota del virreinato consciente del peligro que suponía la piratería berberisca en las aguas del Mediterráneo. Una de sus medidas fue la paulatina sustitución de las galeras por galeones. Una de las nuevas escuadras fue puesta bajo el mando de Francisco de Rivera, capitán natural de Toledo.
La misión de Rivera era partir desde Sicilia hacia el mediterráneo oriental y poner freno a las acciones de la piratería berberisca y de paso castigar los territorios otomanos. Para ello contaba con 5 galeones y un patache. El galeón "Concepción" era su capitana y contaba con 52 cañones. Con él iban también el "Buenaventura", de 27 cañones, bajo el mando de Íñigo de Urquiza; el "Almirante", de 34 cañones y con Serrano al frente; el "Carretina", con otros 34 cañones y comandado por Valmaseda; el "San Juan Bautista", galeón capitaneado por Juan de Cerceda y que contaba con 30 piezas de artillería; y el patache "Santiago", bajo el mando de Garraza. Como refuerzo embarcaron 1.600 infantes españoles.
Batalla de Gravelinas
Un 13 de julio de 1558 tenía lugar en Gravelinas, localidad francesa de la costa norte, el enfrentamiento entre tropas del Imperio Español bajo el mando del conde de Egmont, y tropas del Reino de Francia, comandadas por Paul de Thermes, la cual acabaría con una decisiva victoria española.
Tras la derrota en la batalla de San Quintín, Enrique II de Francia se aprestó a reclutar un nuevo ejército con el que plantar cara a las fuerzas españolas que habían invadido el norte francés, y a su vez atacar las ciudades del sur de Flandes. Para ello no dudó en pagar a los otomanos para presionar en el Mediterráneo las posiciones españolas. Además promovió revueltas de los escoceses contra los ingleses, aliados en ese momento de España. Luego, con un ejército reclutado en la región de Picardía, el duque de Guisa arrebató el control del puerto de Calais a los ingleses.
Por su parte otro ejército francés dirigido por Paul de Thermes se lanzó hacia el norte a poner sitio a la ciudad de Gravelinas, que era la llave de entrada a Flandes, y cruzó el río Aa atacando Dunkerke y Nieuwpoort con un ejército de 15.000 soldados y gran cantidad de artillería. Tras la toma de estas dos ciudades volvió hacia Gravelinas, que era de vital importancia pues también tenía un estratégico puerto desde el que amenazar Inglaterra.
Conquistadores: La Batalla de Otumba
El 7 de julio del año 1520 las tropas de Hernán Cortés, un contingente de poco más de 400 españoles y cerca de 3.000 aliados tlaxcaltecas, se enfrentan a un poderosos ejército de entre 40.000 y 60.000 guerreros, según las más recientes indagaciones, derrotándolo y dejando abierta la conquista de México.
El imperio azteca era el nombre del territorio dominado por un conglomerado de élites mexicas de origen nahua, cuyo rey, Moctezuma II, se erigía como autoridad política y religiosa de origen divino, y que habían asentado su poder sobre la dominación de diversos pueblos de la región. La capital del Imperio era Tenochtitlán, una imponente ciudad situada sobre un lago, el Texcoco, con grandes plazas, numerosos mercados y asombrosas pirámides y templos. A Cortés le impresionó sobremanera; dejaría escrito de ella que "era tan grande como Córdoba o Sevilla" o que en sus mercados se podía encontrar "más de sesenta mil personas comprando y vendiendo", lo que nos da una idea del tamaño y la riqueza de Tenochtitlán.
Pues bien, el 8 de noviembre de 1519 había partido Cortés de Cholula con su ejército: 400 españoles y varios millares de aliados tlaxcaltecas, totonacas y cempoalas, rumbo al corazón del imperio azteca. Una vez llegados a las puertas de Tenochtitlán, el mismo Moctezuma salió a recibir a la comitiva. Cortés, en una carta enviada a Carlos I, narraba así el encuentro: "Me tomó de la mano y me llevó a una gran sala que estaba frontera del patio por donde entramos, y allí me hizo sentar en un estrado muy rico que para él lo tenía mandado hacer".