Un 17 de agosto del año 1585, se producía la toma de Amberes por parte de las tropas españolas comandadas por Alejandro Farnesio, duque de Parma, tras más de un año de asedio.
En el marco de la Guerra de Flandes, Alejandro Farnesio, capitán general del ejército español en Flandes, tras la toma de ciudades rebeldes como Alost, Maastrich, Ypres o Brujas, y unir a las provincias católicas con la Unión de Arras, se lanzó a la conquista de Amberes, la mayor ciudad flamenca y principal bastión de la rebelión.
Con 100.000 hombres y aún conservando buena parte de su poderío económico, la posición defensiva de Amberes era inmejorable. El este de la cuidad era dominado por el imponente río Escalda, mientras que la parte que daba a la región de Brabante, estaba defendida por una enorme muralla con 10 poderosos baluartes, todo ello protegido a su vez por un foso inundado. Una ciudad considerada inexpugnable.
Tras la toma de varias villas próximas a Amberes, donde murió el maestre de campo del Tercio de Sicilia, Pedro de Paz, siendo sustituido por Juan del Águila, soldado que gracias a su destreza y valor llegaría desde lo más bajo a mandar un Tercio Viejo, Farnesio no perdió el tiempo y con un ejército de 10.000 soldados y algo más de 1.500 jinetes, puso en marcha su plan; la construcción de un gigantesco puente que le diera acceso a través del Escalda.
El asedio comenzaría el 3 de julio de 1584. Phillipo de Marnix, gobernador de la ciudad, tildó la empresa de absurda y suicida. Pero el Duque de Parma, que ya había afinado su talento sitiador desde la toma de Maastrich, sabía que unir por puente las provincias de Brabante y Flandes, era la mejor manera de asaltar Amberes. Iba a emular a Julio César, uno de sus militares de referencia, en su puente sobre el Rin.
Para tal ingente empresa, se colocaron vigas de madera en el lecho del río y unieron transversalmente mediante tablones, para luego colocar lo que sería el suelo del puente. Esto se pudo hacer allí donde la profundidad del río lo permitía, colocando en los laterales del puente un vallado de madera, para protegerse de los disparos, así como dos pequeños baluartes a los lados. Para terminar el último medio kilómetro del puente se colocaron varios barcos unidos entre sí. Además se situaron líneas barcas a los lados del puente, y se apostaron unas 100 piezas de artillería para proteger el mismo.
Los rebeldes lo intentaron todo, desde salidas nocturnas, con el fin de sorprender a los españoles, hasta la ruptura de los diques para anegar el campo de batalla. Durante esta guerra de diques, el propio Farnesio tuvo que coger la pala y el azadón para dar ejemplo a sus hombres. Una vez el agua ocupó la mayor parte del terreno, los españoles desplegaron una flota de más de una treintena de buques para evitar ataques sobre el puente.
A su vez, y al fin de evitar un posible socorro desde Gante, ésta se tomó, y con ella una flota de 22 buques que se unió a los barcos traídos desde Dunkerque, para poner cerco naval a la ciudad. Tras la caída de Nimega, 7 meses después de comenzar el asedio, y los vanos intentos de romper el cerco por tierra, la última esperanza de los rebeldes fue la llegada desde Zelanda de Justino de Nassau, con una potente flota.
Los rebeldes consiguieron tomar el castillo que une el Escalda con el mar, por lo que accedieron al canal donde se estaba terminando el puente y poder volarlo. Para ello contaban con la inestimable ayuda del ingeniero italiano Federico Giambelli, que diseñó unos barcos mina que contaban con una torreta en la proa cargada de pólvora y metralla. El 4 de abril de 1585, Justino de Nassau lanzó 3 de estos buques contra el puente; varios cientos de soldados españoles murieron, y hasta el propio Farnesio salió despedido varios metros por la onda expansiva. Los españoles consiguieron reducir los daños esa misma noche. La solución de Farnesio fue la de separar los barcos que completaban el puente, pasando los buques-mina de largo, mientras mandaba al coronel Mondragón construir un contradique para proteger el puente y defenderlo.
Los rebeldes, ante el fracaso de sus intentos de destruir el puente, idearon un último y gigantesco buque, que contaba con un castillo de artillería en el centro de la embarcación y alrededor de un millar de mosquetes. Pero el buque encalló al poco de lanzarse al ataque.
En un último intento, Justino reunió una flota de 160 buques que se lanzó al asalto del contradique de Mondragón. La situación tornó desesperada para los españoles e italianos que lo defendían, ampliamente superados en número y medios. Ante esto, el propio Farnesio, espada en mano, se lanzó a su socorro y arengó a sus hombres gritando: "¡No cuida de su honor ni estima la causa del Rey el que no me siga!". Miles de hombres se lanzaron a la carga en auxilio de sus compañeros y lucharon en apenas unos pocos centenares de metros.
Tras ocho horas de lucha los rebeldes se retiraron dejando en el campo de batalla más de 3.000 muertos. Los españoles perdieron a cerca de 500 soldados, y otro medio millar de italianos, y tomaron 25 buques y 65 cañones. Finalmente el gobernador aceptó las generosas condiciones ofrecidas por Farnesio, evitando así el saqueo de la cuidad.
Las tropas del Duque de Parma entraron en la cuidad y las celebraciones duraron 3 días, dando un banquete sobre el mismo puente que habían construido. La vajilla era de oro y plata, se rindieron homenajes a los compañeros caídos, y Farnesio y sus oficiales hicieron de camareros para sus hombres. Por la toma de Amberes, Alejandro Farnesio alcanzó fama en toda Europa, recibió de Felipe II el Toisón de Oro, y sus hombres cobraron todas las pagas atrasadas.
Mapa de la ciudad de Amberes |
Sitio de Amberes |
Alejandro Farnesio, duque de Parma |
El puente sobre el Escalda |
No hay comentarios:
Publicar un comentario