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Batalla de Cartagena de Indias


El 20 de mayo del año 1741 las últimas tropas británicas abandonaban en sus buques las aguas de Cartagena de Indias, la plaza más importante de la España de ultramar, tras ser ampliamente derrotadas por el ejército español bajo el mando del general Blas de Lezo.  

Esta batalla se produjo en el marco de la Guerra del Asiento, conflicto acaecido tras la captura del navío pirata inglés de Robert Jenkins, por parte del capitán León de Fandiño. El capitán español, inflexible con la piratería, le cortó la oreja al inglés y le mandó con un recado para el rey Jorge II de Inglaterra: "Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve". El ofendido pirata realizó dicha declaración ante la Cámara de los Comunes, lo que provocó la ruptura de hostilidades con la España de Felipe V. 

Llevaban tiempo los ingleses tratando de medir el potencial del decadente imperio español y arrebatarle sus plazas de ultramar. Tras la declaración de guerra tomaron a la sorpresa Portobelo, en Panamá. Acto seguido pusieron sus ojos en Cartagena de Indias, fundada por Pedro de Heredia en 1533, joya de la corona española, y puerto más importante de la América del momento.

El Saco de Roma


El 6 de mayo de 1527 las tropas de Carlos I invadían Roma y saqueaban la ciudad para cobrarse el adeudo de sus pagas y poner fin a la traición del papa Clemente VII. 

En el marco de las Guerras con Francia sostenidas entre los dos principales monarcas de la época, Carlos I de España y Francisco I de Francia, y que ya provenían de los tiempos de los Reyes Católicos y su pugna por los territorios italianos, Carlos, como rey de España y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, había logrado situarse como el hombre más poderoso de Europa, tras su brillante victoria en Pavía en 1525.

Esto fue acogido con recelo por el papa Clemente VII y por otras ciudades estado italianas. Nada más ser liberado de su cautiverio en Madrid, bajo promesa de no volver a alzarse en armas contra España y a los territorios del Milanesado, Nápoles, Flandes, Borgoña y Artois, el rey francés incumplió su palabra, algo muy dado en él, y acudió presto al pacto propuesto por el papa.

De este modo se formó la Liga Clementina o Liga del Cognac en 1526, que agrupaba a los reinos de Francia e Inglaterra, las repúblicas de Venecia y Florencia, el ducado de Milán y los Estados Pontificios, con la misión de quebrar la hegemonía en Europa de España y el Sacro Imperio.