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Batalla de Bicoca


El 27 de abril del año 1522 tenía lugar en la villa de Bicoca, en el Milanesado, una batalla entre las fuerzas francesas y venecianas contra los ejércitos del emperador Carlos, dirigidos por Próspero Colonna, la cual terminó con una sonora victoria de las fuerzas imperiales.

En el marco de la Guerra de los Cuatro Años, que enfrentaba a la Francia de Francisco I y su aliada Venecia contra el Emperador Carlos V y los Estados Pontificios por el control del norte de Italia, se produjo la batalla de Bicocca, una contienda que dejaría huella incluso siglos después, recordando las tácticas que el famoso Gran Capitán había aplicado en los campos de batalla italianos dos décadas antes. 

Los franceses, apoyados por el Estado de Venecia, se habían lanzado en 1521 a la ocupación del Milanesado. Odet de Foiex, vizconde de Lautrec, había reunido un ejército de más de 40.000 soldados, entre los que se encontraban mercenarios suizos a las órdenes de Albert von Stein y las Bandas Negras del condottiero Giovanni de Medicis. Para evitar que los franceses tomasen Milán, las tropas imperiales, comandadas por el gran militar Próspero Colonna, oponían apenas 12.000 soldados, por lo que Colonna, al igual que Fernández de Córdoba antes, estudió el terreno y le sacó el máximo partido posible. Celebró consejo con el duque de Tratto, el duque de Termenes, el marqués de Pescara, el marqués de Civita Sant Angelo, el conde Golisiano, Antonio de Leyva, Georg von Frunsberg y Fernando de Alarcón, comisario general del ejército, resolviendo interceptar al ejército de Lautrec que había abandonado la idea de tomar Milán ante la obstinada defensa que habían planteado los españoles. 

Batalla de Mühlberg. La Campaña del Elba



El 24 de abril de 1547 las tropas imperiales, comandadas por el propio emperador Carlos V, obtenían una victoria aplastante en la localidad alemana de Mühlberg, sobre el ejército de la Liga de Esmalcalda, dirigido por Juan Federico I, Elector de Sajonia, y Felipe I, Landgrave de Hesse.

Creada en 1531, la Liga Esmalcalda agrupaba a los territorios de Sajonia, Hesse, El Palatinado, Brunswick, Bremen, Lübeck, Magdeburgo, Estrasburgo, Ulm y Constanza entre otros, extendiendo sus dominios desde el Báltico hasta Suiza, con el fin de apoyar la Reforma Luterana y debilitar el poder del emperador del Sacro Imperio, Carlos V. Lo que en un primer momento era una unión para tratar de mantener los privilegios de los príncipes protestantes, se acabó convirtiendo en una guerra sin declaración previa, más aún con las ayudas recibidas por los protestantes desde Francia primero, y más tarde desde Dinamarca.

Alentados por el titubeo y la tolerancia inicial del emperador, pronto empezaron las confiscaciones de tierras a la Iglesia Católica y la expulsión y persecución de católicos, ya que los protestantes no solo buscaban imponer su fe, sino apropiarse también del patrimonio de sus enemigos. Los príncipes católicos se unieron algo más tarde, en 1538, bajo la llamada Liga Católica o Santa Liga de Nuremberg. Reclamado por la Iglesia, Carlos V, como emperador, estaba obligado a defender al catolicismo de los constantes ataques en los territorios protestantes, por lo que se decidió a actuar acompañado por su hermano Fernando, archiduque de Austria y rey de Hungría y Bohemia, y de sus aliados en Baviera, territorio que permanecía fiel a la Iglesia Católica. 

Sitio de Orán y Mazalquivir


Un 3 de abril del año 1563 se producía el inicio del sitio de las pequeñas fortalezas españolas de Orán y Mazalquivir, por las fuerzas turcas de Hasán Bajá, hijo de Jeireddín Barbarroja, y gobernador de Argel, que acabaría con una incontestable victoria por parte de las tropas de Alfonso de Córdoba y Velasco, II conde de Alcaudete y gobernador de ambas villas, y su hermano Martín.

En 1551 Turgut Reis, almirante turco, arrebataba Trípoli a los Caballeros de la Orden de Malta. A esto le seguiría la caída de la crucial plaza de Bujía en 1555, dejando así las plazas de Orán y Mazalquivir como el único territorio cristiano en los mares de las costas berberiscas. Estas plazas constituían un serio problema para los intereses otomanos en la zona y sobre todo para Hasán Bajá, gobernador de Argelia.

La plaza de Mazalquivir, tomada en 1505 por Diego Fernández de Córdoba, quien en 1509, y junto al cardenal Cisneros tomaría Orán, había sido convertida en presidio por el propio Córdoba, gobernador de las mismas, desde su captura hasta el comienzo del siglo XVI. Estas villas servían de puertos seguros para los españoles desde donde operar contra la expansión otomana por el Mediterráneo occidental. Ante esta amenaza en 1562 Hasán solicitó ayuda al sultán otomano Solimán, y consiguió reunir un poderoso ejército de aproximadamente 100.000 hombres, así como una treintena de galeras, casi dos decenas de galeotas y diversos buques menores, algunos de ellos facilitados por Francia.

Bloqueo de Cádiz (1797-1799)


El 2 de abril de 1797 los británicos completaban el bloqueo del puerto de Cádiz, el cual duraría más de 2 años, y que terminaría con una incontestable victoria española dirigida brillantemente por el almirante José de Mazarredo.

Tras vencer a la escuadra española del almirante Córdoba, en febrero de 1797, frente al cabo de San Vicente, la escuadra británica comandada por el almirante John Jervis, conde de Saint Vincent, se dirigió a Cádiz para tratar de tomarla al asalto. Para ello Jervis contaba con nada menos que 23 navíos, varios de ellos de 3 puentes, 5 fragatas, diversas bombarderas y multitud de otros buques menores, con los que consiguió bloquear en un primer momento la bahía de Cádiz, apresando varios mercantes que no pudieron ser avisados a tiempo de la llegada del enemigo.

A comienzos de abril, ante la gravedad de los acontecimientos, el teniente general José de Córdoba y Ramos fue destituido, y José de Mazarredo Salazar, general de la armada, fue puesto al frente de las fuerzas encargadas de la defensa de la ciudad. Éste se acompañó de marinos muy dotados y expertos, como Cosme Damián Churruca, Federico Carlos Gravina o Antonio de Escaño, e ideó una defensa mediante el uso combinado de lanchas cañoneras, pequeños botes artillados con cañones de 24 libras principalmente, capaces de causar graves daños ofreciendo un blanco muy pequeño, y el refuerzo de las baterías de costa.