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La Guerra del Monferrato. Parte I (1613-1615)


El 18 de febrero de 1612 moría en Mantua Vincezo I Gonzaga y su hijo, Francesco Gonzaga se convertía en el IV duque de Mantua y II Marqués del Monferrato, poniendo fin, momentáneamente, a las aspiraciones del duque de Saboya, Carlos Manuel I, quien ambicionaba el marquesado espoleado por sus nuevos aliados franceses con quienes había firmado en 1610 el Tratado de Bruzolo.

La Pax Hispanica de Felipe III, con Francisco de Sandoval y Rojas, I duque de Lerma, a la cabeza del gobierno, se había impuesto en el continente y la idea de acabar con los conflictos en Europa parecía vislumbrarse, aunque las disputas religiosas en Francia y el Sacro Imperio amenazaban con romper el frágil equilibrio promovido por España, quien necesitaba con urgencia reducir sus teatros de operaciones bélicas si querían sanear y poner en orden sus cuentas.

Esta necesidad había llevado a España a firmar importantes acuerdos de paz; primero la Paz de Vervins, donde los españoles se comprometieron a concluir su participación en las guerras de religión francesas. Posteriormente el Tratado de Londres, en 1604, por el cual se ponía fin a la Guerra anglo-española que desde 1585 tenía lugar. Y por último la Tregua de los doce años, que suponía un parón importante en el agotador y sangrante conflicto bélico en Flandes, que tantos quebraderos de cabeza había costado ya a la monarquía española desde los tiempos de Felipe II. 

En este panorama internacional la repentina muerte de Francisco Gonzaga el 22 de diciembre de 1612 ponía en jaque el delgado equilibrio de la zona del noreste de Italia que se lograba mantener gracias a los esfuerzos de la monarquía española. El duque de Saboya, antiguo aliado español, despreciando las legítimas reclamaciones del cardenal Fernando, heredero legítimo de Mantua y del Monferrato, invadió el marquesado a comienzos de la primavera de 1613 con un ejército de 7.000 infantes y 1.000 caballos entre los que se encontraban mercenarios suizos, franceses, piamonteses y saboyanos bajo el mando del conde San Giorgio.


-La invasión del Monferrato. 

Las fuerzas de Saboya ocuparon rápidamente las plazas de Alba y Moncalvo y asediaron Trino. Esta plaza resistió como pudo durante varios días antes de tener que capitular el 24 de abril ante la presencia de varios cañones y la amenaza de un asalto por parte de casi un millar de hombres. Poco después las fuerzas saboyanas se dirigieron a Nizza della Paglia. Esta villa estaba muy próxima a los territorios del Milanesado, lo que alarmó sobremanera a las autoridades españolas que, desde hace meses, estaban inmersas en una intensa labor diplomática siguiendo las instrucciones del valido del rey Felipe III, el duque de Lerma. 

La plaza logró resistir desde el 12 de mayo gracias a la defensa planeada por el gobernador Fabriziano Bia. Desde Allesandria della Paglia, la segunda ciudad más importante del Milanesado y cuya guarnición estaba comandada por Rodrigo de Orozco, marqués de Mortara, los españoles permanecían atentos a los movimientos saboyanos. El nuevo gobernador, Juan Hurtado de Mendoza y Velasco, I marqués de Hinojosa y caballero de la Orden de Santiago, envió emisarios para tratar de que el duque depusiera su actitud, pero la respuesta de Carlos Manuel fue proseguir con sus acciones ofensivas e invadió Niza, en ese momento bajo dominio del principado de Mónaco, gobernado por Honorato II Grimaldi.

El gobernador del Milanesado estalló ante aquella provocación y, reunido con su consejo de guerra, se decidió a responder a la amenaza saboyana, en contra del parecer del general de caballería ligera, Alonso Pimentel y Zúñiga, del príncipe de Ascoli, Luis Antonio de Leiva, y de Sancho de Luna y Rojas, castellano de Milán. El marqués de Hinojosa envió al Tercio de Saboya, bajo el mando del maestre de campo Juan Bravo de Laguna, con algo más de 2.000 hombres. El tercio se dirigió a recuperar Trino y su sola presencia ante las murallas de la ciudad hizo que Carlos Manuel entregase la villa. También levantaron el asedio sobre Niza della Paglia y sobre el castillo de Bestagno.

El año terminaba con el marqués de Hinojosa nombrando a Alfonso de Ávalos, hermano del VI marqués del Vasto, como general de las tropas españolas sobre el Monferrato. Para 1614 las conversaciones de paz se siguieron sucediendo pero las intenciones del duque de Saboya seguían siendo las mismas, solo esperaba ganar tiempo hasta recibir apoyos de Francia o Venecia. Ésta última inyectó a las arcas saboyanas una gran suma de dinero y Carlos Manuel, despreciando las conversaciones de paz, se lanzó desde Turín hacia Caresana con unos 7.000 soldados y 800 jinetes, reuniéndose con las tropas que habían tomado Asti y sumando un total de 18.000 infantes y 1.500 caballos, con los que ocupó la mayoría de las ciudades del Monferrato.

-La respuesta española. El avance hacia Oneglia.

Felipe III juzgó que las provocaciones saboyanas ya habían ido demasiado lejos y reunió en Lombardía un ejército de 20.000 infantes y 1.600 caballos. El marqués de Hinojosa decidió así invadir el sureste del Piamonte en cuanto estuvieran listas sus tropas. A finales de agosto las tropas españolas, divididas en dos cuerpos, comenzaron a avanzar imparables. El cuerpo del norte, saliendo desde Novara y atravesando el río Sesia y el sur de Saboya, se plantó en Candia, en el Monferrato, recuperándola sin mayores dificultades, mientras que el cuerpo del sur, con cerca de 4.000 hombres bajo el mando del príncipe de Ascoli, penetró en el Monferrato a comienzos de septiembre liberando Caresana y Motta de Conti, y esperaron allí a que llegasen los refuerzos enviados desde Nápoles y Sicilia que por mar debían llegar.

Mientras esperaban los españoles no perdieron el tiempo y siguieron tomando plazas en el sur del Monferrato, entre ellas la importante villa de Villafranca que fue tomada al asalto por el alférez Pedro González de Carvajal. A comienzos de noviembre, con la llegada de los refuerzos a las costas ligures, las tropas españoles invadieron el Piamonte. Habían llegado los tercios de Carlo Spinelli, el de Tommaso Caracciolo y el de Gerardo Gambacorta; un total de 5.000 hombres que llegaban para abrir un nuevo frente al sur del enemigo. Los saboyanos, informados de la llegada de refuerzos desde Italia, habían reforzado las plazas próximas a la costa, especialmente la del castillo de Oneglia.

A comienzos de noviembre las fuerzas españolas que desembarcaban en las proximidades de Oneglia se toparon con la resistencia de cerca de 500 saboyanos que habían reforzado las defensas del castillo de Santa Ágata. Los combates se sucedieron con las fuerzas italianas tratando de ganar las posiciones costeras y asaltar las trincheras saboyanas. Tras desalojar a las fuerzas enemigas de las fortificaciones exteriores del castillo y, tras mantener durante varios días un riguroso asedio, los defensores acabaron rindiéndose, por lo que las fuerzas españolas amenazaron así el flanco derecho de las fuerzas de Saboya.

El tercio de Caracciolo avanzó rápidamente y se plantó el 20 de diciembre ante Borgomaro, una plaza defendida por algo más de 300 soldados que rechazaron las generosas condiciones de capitulación ofrecidas por las fuerzas españolas. La plaza resistirá varios días, con su guarnición dentro del castillo de Maro, hasta que su jefe, Leonardo Broglia, reciba un mosquetazo en la cabeza y muera, Esto causa el desánimo y los desconcertados defensores, que cuentan con 90 muertos entre sus filas, deciden rendirse a comienzos de enero de 1615.

-La conquista del Langhe.

Ante este orden de acontecimientos Carlos Manuel no tuvo más remedio que escribir al obispo de Tarantasia buscando un acuerdo de paz que le beneficiase y lograr ganar algo de tiempo, pero Felipe III no picó el anzuelo y consideró perjudicial los acuerdos propuestos por el duque de Saboya, por lo que resolvió continuar la contienda. De esta manera desde Madrid se ordenó al marqués de Hinojosa que avanzase con sus tropas en la primavera de 1615.

El duque de Saboya contaba en esos momentos con un ejército de 20.000 hombres, incluyendo 2.000 jinetes, por lo que constituía un formidable peligro, pero aún así el marqués, tras dejar en Novara un contingente de 10.000 infantes y algo más de 1.000 caballos bajo el mando de Luis de Melzi, se lanzó por la región de Vercelli.

El duque, bien informado de los planes españoles, movió sus tropas interponiéndose entre los dos ejércitos españoles. El Tercio de Lombardía avanzaba hacia Alba con sus poco más de 1.400 hombres, 400 caballos y 4 piezas de artillería, bajo el mando de Juan Fernández de Córdoba, por lo que los saboyanos cruzaron el río Tanaro y se dirigieron por Canelli en dirección a Mombaldone y Cairo Montenotte para cortar el paso del tercio. Pero las tropas españolas avanzaron rápidamente y se dirigieron a Roccaverano, plaza situada en un terreno montañoso y rodeado de ríos, que fluían crecidos ante las fuertes lluvias del invierno y la primavera.

El 28 de marzo varias compañías del Tercio de Lombardía desde el oeste, y del Tercio Nuevo de Nápoles, bajo el mando de Sarmiento de Pastrana, se aprestaron a tomar la villa y su castillo, sin dar tiempo a los saboyanos a mandar refuerzos. Los españoles se lanzaron al asalto inmediato y arremetieron con su característica y habitual furia, socavando la resistencia de la plaza y rindiendo sin demasiadas dificultades el castillo. El duque de Saboya se encontraba en un serio aprieto al perder dicha posición, pues el camino hacia Asti se antojaba fácil para las tropas españolas.

Tras asegurar la plaza y reunirse con las tropas toscanas del marqués de los Montes, los españoles prosiguieron su avance y se dirigieron a Mombaldone. Varias compañías de los capitanes Juan de Cereceda, Toribio de Herrera, Pedro Villegas, Juan Gayarra y Vasco de Acuña avanzaron por la región del Langhe, una zona montañosa y de terrenos abruptos y complicados, tomando las pequeñas poblaciones que habían sido ocupadas anteriormente por los saboyanos, haciéndose el 9 de abril con Mombaldone, el objetivo principal de esta región.

El duque de Saboya, habiendo perdido sus posiciones en las costas del Tirreno, decidió concentrar sus fuerzas en torno a Cortemilia, plaza situada al sur de Alba y del río Tanaro y que resultaba de suma importancia para los intereses saboyanos en el Monferrato. De esta manera reunió 3 regimientos franceses y saboyanos y un contingente de 900 suizos. Además ordenó al conde de San Giorgio avanzar hacia Cairo Montenotte con algo más de 4.000 infantes y algunos escuadrones de caballos, para así poder amenazar el flanco izquierdo de las fuerzas españolas y de paso virar al suroeste y tomar la ciudad de Bestagno, próxima a las costas del mar Tirreno.

San Giorgio avanzó confiado y se plantó ante Bestagno sin contar con las formidables defensas que poseía su castillo, uno de los más seguros de la región de Liguria, ni con las tropas españolas bajo el mando de Rodrigo de Orozco. El castillo, situado en lo alto de la colina de Santa María Mayor, ofrecía una formidable posición defensiva, más aún con una guarnición veterana y experta como la de Orozco. Los españoles rechazaron con su fuego de mosquetería y arcabucería todos los intentos saboyanos por tomar el castillo. Éstos, diezmados por las bajas y desesperados por conseguir una victoria que creían fácil, planearon un asalto total contra los muros de Bestagno.

Tras un mes de asedio y poco antes de lanzar el asalto final, varias compañías españolas del Tercio de Saboya dirigidas por el propio Córdoba, llegaron a socorrer la plaza y arremetieron con furia contra los sitiadores. La infantería de la compañía del capitán Martín de Tovar, junto a los jinetes del capitán Juan de Oco, consiguieron detener la carga que los saboyanos habían lanzado divididos en 3 escuadrones de unos 250 hombres cada uno y, tras ponerlos en fuga, a San Giorgiono le quedó más remedio que levantar el asedio el 3 de mayo. Las fuerzas enemigas habían perdido en este sitio nada menos que un millar de hombres y casi todo su tren de artillería y ahora se retiraban a duras penas hacia Asti, perseguidos por los arcabuceros a caballo de Alonso de Pimentel, que consiguieron hacerse con un botín de más de 3.000 mosquetes y arcabuces dejados por las despavoridas tropas saboyanas en el campo de batalla.

El grueso del ejército español, con el propio marqués de Hinojosa a la cabeza, llegó a la villa de Acqui Terme, al sur de la posición saboyana de Asti, mientras que Alfonso de Ávalos reunía a sus hombres, un contingente de casi 5.000 hombres, un poco más al norte de la posición del marqués, en la villa de Nizza della Paglia. El plan español era que Ávalos avanzara desde el sur con estas fuerzas contra Asti, mientras que desde el noroeste lo harían las fuerzas de Sarmiento de Pastrana, en combinación con las de Luis Antonio de Leiva que lo harían desde el castillo D'Annone, al oeste de Asti, y las fuerzas de Córdoba, situadas más al sureste, avanzarían sobre la plaza de Alba.

Carlos Manuel, alertado por el posible ataque español, decidió concentrar sus fuerzas, algo más de 16.000 infantes y 2.000 caballos acompañados de una veintena de piezas de artillería, en las inmediaciones de Asti. Las fuerzas saboyanas ocuparon los pies de las montañas cercanas a Asti, protegidos por el río Versa, al oeste de dicha ciudad, y una formidable red de trincheras y fortificaciones que levantaron en tiempo récord. A comienzos de mayo las fuerzas de Sarmiento y de Leiva ya habían llegado a las proximidades de Asti, y levantaron sus campamentos en el otro margen del río Versa.

-La batalla de Asti.

Es en Asti donde se va a resolver gran parte de la primera etapa de esta guerra. Ambos ejércitos empezaron a cañonearse el 11 de mayo desde uno y otro lado del río, mientras que los saboyanos enviaron varios escuadrones de caballería que, tras una hábil maniobra defensiva por parte de los jinetes del comisario general de caballería, Francisco de la Fuente, acompañado del capitán Alonso de Ballesteros, fueron rechazados y puestos en fuga. En ese momento, con los jinetes saboyanos en desbandada, los españoles decidieron cruzar el río y penetrar hacia Asti, con las compañías de los capitanes Díaz Zamorano, Alonso de Castilla y Francisco de Castro en vanguardia.

Estas compañías se lanzaron a tomar la vital colina de Castione, reforzada con 2.000 soldados saboyanos, que se unen a sus ya 500 defensores y 2 cañones con los que martillean el avance español. Esta colina se convirtió en una obsesión para los españoles, puesto que ocupaba una posición dominante sobre el campo de batalla e impedía el paso hacia Asti. Era absolutamente necesario tomarla y así aislar completamente la plaza.

Ante un terreno abrupto y empinado las fuerzas españolas, con soldados viejos españoles e italianos al frente, avanzaron metro a metro resistiendo todos los ataques de los defensores que, desde su posición elevada, podían hacer mella con más facilidad. La colina se convirtió en un auténtico infierno, con los defensores descargando fue de mosquete y lanzando hasta piedras en su desesperado intento de mantener la posición. Aún así las fuerzas españoles, tras 7 cargas durísimas, consiguieron alcanzar la cima tras más de 3 horas de terribles combates y pusieron en fuga a las maltrechas fuerzas enemigas.

El flanco derecho saboyano había quedado roto y esto lo aprovechó el alférez Bernardino de Rebolledo, al frente de unos cientos de hombres y con los 2 cañones apresados al enemigo, sorprendiendo a los enemigos que se concentraban en ese lado de las trincheras y poniéndoles en fuga, logrando hacerse con otros 6 cañones más. El ala derecha saboyana no cayó definitivamente gracias a una providencial carga de tropas de mercenarios suizos dirigidos por el militar saboyano Guido Villa, que lograron ganar el tiempo suficiente para que las fuerzas saboyanas lograsen replegarse hacia el interior de Asti poniéndose así a salvo.

Mientras tanto el grueso del ejército español avanzó desde el oeste expulsando al enemigo de sus posiciones. En la vanguardia iban varias compañías del tercio de Sarmiento seguidas de diversas compañías del Tercio de Lombardía bajo el mando de Manuel Pimentel, junto al resto del tercio, los infantes del Tercio de Saboya y numerosas compañías del tercio mandado por Spinelli. Al llegar la noche, se acordó una tregua con el enemigo para poder enterrar a los muertos de ambos bandos, y para el 21 de mayo Luis Antonio de Leiva llegó a Asti al frente de 8.000 soldados. Las tropas del duque de Saboya habían abandonado ya todas sus posiciones exteriores y quedaron atrapadas en el interior de los muros de la ciudad dejando así libre el camino a Turín, capital saboyana.

Pero el marqués de Hinojosa no vio claro el asalto a la plaza, temeroso de perder muchos hombres antes una fuertes murallas que se extendían a lo largo de unos 7 kilómetros, y se limitó a mantener Asti sitiada, algo que le dio un tiempo precioso a Carlos Manuel para negociar un acuerdo que le permitiese salir de una posición tan comprometida. Tras casi seis semanas de inactividad y un par de frustrados intentos de levantar el asedio mediante salidas nocturnas, el duque de Saboya y el marqués de Hinojosa firmaron un acuerdo por el que el saboyano entregaba la plaza y renunciaba a todas sus pretensiones sobre el Monferrato.

Este acuerdo no fue ratificado por Madrid, que entendió deshonroso que se volviera a una situación de status quo, cuando estaba claro que Saboya había sido derrotada. Para el gobierno de Felipe III se había desaprovechado una ocasión preciosa para asestar un golpe definitivo a las ambiciones saboyanas y de sus aliados franceses y venecianos. Además no se confiaba en la palabra de Carlos Manuel, y se sospechaba que solo estaba ganando tiempo para seguir haciendo acopio de dinero y reclutar un nuevo ejército. De esta manera la firma del tratado le costó el cargo al marqués de Hinojosa, siendo sustituido interinamente por el castellano de Milán, Sancho de Luna, hasta la llegada en noviembre de ese año del marqués de Villafranca del Bierzo, Pedro Álvarez de Toledo, quien había sido nombrado por sus agresivas dotes militares y diplomáticas.

Marquesado del Monferrato. Mapa siglo XVI

Vincenzo I Gonzaga

Francesco IV Gonzaga

Carlos Manuel I. Duque de Saboya

Duque de Lerma

Marqués de la Hinojosa



3 comentarios:

  1. ciao ! interessante esposizione. Io abito in Oneglia Liguria Italia. Nei testi storici italiani si accenna appena alla presenza Espana nel ponente Ligure 1615
    Ci sono cartine o disegni di quando il Tercyo Espana teneva il castillo de Bestagno (Liguria) 1615 ????
    Grazie Paolo
    15.05.2020
    ( free-lance@tiscali.it )

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  2. Grazie mille per il tuo commento. Non ho cartine o disegni di quel castello, mi dispiace tanto. Un saluto.

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  3. http://bestagnoroccacastello.blogspot.com/?m=0
    Queste news per apportare qualche nota sull,araldica recente riguardo la `rocca castello del Bestagno`

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