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Conquistadores: Urdaneta y el Tornaviaje


El 8 de octubre de 1565 el buque español San Pedro llegaba al puerto de Acapulco tras haber recorrido 7.664 millas por mares desconocidos; Andrés de Urdaneta había completado el Tornaviaje e inaugurado la futura ruta del Galeón de Manila.

Andrés de Urdaneta y Ceráin nació en Ordicia, Guipúzcoa, entre finales de 1507 y principios de 1508. Sus padres eran burgueses del Goierri, Juan Ochoa de Urdaneta y Gracia de Ceráin. Andrés tuvo una aplicada educación en ciencias y en letras. Con 17 años se hizo a la mar mostrando importantes conocimientos marinos.


Su primera expedición fue de la mano de García José de Loaísa, en 1525, que tenía por objeto llegar a las Molucas, cuya propiedad se disputaban España y Portugal. Allí coincidió con Miguel López de Legazpi y con Juan Sebastián Elcano, que murió durante el transcurso de un viaje que fue un cúmulo de desgracias y donde de los 7 buques que comenzaron la expedición, tan solo regresó uno, la Santa María de la Victoria, con 24 hombres a bordo, entre ellos Urdaneta.

El joven Urdaneta vivió una odisea en las Molucas durante 10 años, investigando rutas, aprendiendo el clima, los vientos y las mareas, y entablando una importante labor diplomática. Tuvo una hija con una nativa y al fin, el 27 de junio de 1536, llegaron a Lisboa. En la capital portuguesa le fueron incautados todos sus documentos; sus investigaciones de 10 años, mas Urdaneta tenía una gran memoria y con toda la información en su cabeza llegó a España y consiguió reunirse nada más y nada menos que con Carlos I.

Éste había decidido vender sus derechos sobre las Molucas a Portugal por 350.000 ducados de oro, unos 130 millones de maravedíes, pero escuchó las historias de Urdaneta y quedó impresionado, recompensándole con 60 ducados de oro. Andrés volvió a Ordicia pero sus historias no pasaron desapercibidas para nadie. Pedro de Alvarado le pidió que le acompañase en su nueva expedición desde Nueva España, así que el 16 de octubre de 1538 zarparon desde Sevilla rumbo a América.

La intención de Alvarado era descubrir las islas de Poniente o de San Lázaro, tal y como las había bautizado Magallanes. La expedición no llegó a buen puerto ya que Alvarado fue requerido por el virrey, Antonio de Mendoza para sofocar una rebelión indígena encabezada por caxcanes y chichimecas en la provincia de Nueva Galicia. Allí se dejaría la vida un 4 de julio de 1541.

Pero el proyecto no quedó en el olvido, Mendoza quería participar puesto que auguraba ingentes beneficios. De este modo organizó una flota de 6 barcos que se hizo a la mar en noviembre de 1542, la cual estaba comandada por Ruy López de Villalobos, un hidalgo malagueño con ansias de aventura. Llevaba como segundo a Guido de Lavezaris, un sevillano que llegó a las Américas con tan solo 14 años.

Villalobos avistó Leyte en enero de 1543 y llegó a Mindanao en febrero. Siguieron su viaje y acabaron en las Molucas, de donde fueron expulsados por el gobernador portugués, por lo que regresaron a las islas de Samar y Leyte. Villalobos bautizó a aquellas islas como las Filipinas, en honor al príncipe Felipe. Pero poco duró la alegría ya que aquellos territorios no ofrecían alimentos y para colmo estaban repleto de nativos hostiles, no quedando más remedio que volver a las Molucas.

Allí, tras ser derrotados por los portugueses, acabarían con sus huesos en la prisión de Amboina, muriendo Villalobos 4 años después en su celda. 117 hombres, incluido Lavezaris consiguieron regresar a España. Urdaneta se quedó en Nieva España donde trabajó de comendador y administrador, pero sin perder de vista la posibilidad de seguir explorando el Mar del Sur.

Urdaneta en este tiempo era uno de los hombres de confianza del nuevo virrey, Luis de Velasco, y para marzo de 1553 se ordenó monje agustino y siguió participando en diversas exploraciones, como la de Tristán de Luna y Arellano a Pensacola, que terminó en fracaso.

El 24 de septiembre de 1559 el ya rey Felipe II dio orden al virrey de explorar el Pacífico. "Os mando que para hacer dichos descubrimientos, enviéis dos naos del porte y manera que con la gente de allá pareciere, que procuren traer alguna especiería para hacer el ensayo de ella y se vuelvan a esa Nueva España para que se entienda si es cierta la vuelta", dejaría escrito el Rey Prudente.

El rey quería, además, la participación del ahora padre Urdaneta, y así se lo hizo saber en una carta que le envió: "Yo he sido informado que vos, siendo seglar, fuisteis en la Armada de Loaísa y pasasteis el estrecho de Magallanes y la especiería, donde estuvisteis ocho años en nuestro servicio. Y porque ahora Nos hemos encargado a Don Luis de Velasco, nuestro virrey de la Nueva España. que envíe dos navíos al descubrimiento de las islas de Poniente, hacia los Malucos, y porque según de mucha noticia que diz que tenéis de las cosas de aquella tierra y entender, como entendéis bien, la navegación della y ser buen cosmógrafo, sería de gran efecto que vos fuésedes en dichos navíos, así para la navegación como para servicio de Dios Nuestro Señor y nuestro. Yo vos ruego y encargo que vayáis y hagáis lo que por el dicho virrey os fuere ordenado, que además del servicio que haréis a Nuestro Señor, yo seré muy servido, y mandaré tener cuenta con ello para que recibáis la mercede que hubiere lugar. Yo, el rey".

Así que Urdaneta no lo pensó, siempre presto a cumplir las órdenes de su rey. Al frente de la expedición colocó el virrey a Miguel López de Legazpi, con quien Urdaneta ya había coincidido años atrás, y fue nombrado por el rey almirante general y gobernador de todas las tierras que conquistase. Con 5 barcos y 350 hombres se echa a la mar el 21 de noviembre de 1564 desde el puerto de la Navidad, en la actual Jalisco.

En tan solo dos meses, y siguiendo los vientos alisios, llegaron a Filipinas el 21 de enero de 1565. A partir de ahí siguieron varios meses de exploraciones, con Urdaneta como guía y diplomático, por su conocimiento del idioma de los nativos. Pero la misión encargada por el rey era la de asegurar una ruta rápida y segura que comunicase las Filipinas con Nueva España.

El 1 de junio de 1565, en la nao San Pedro, Urdaneta zarpó de Cebú y el día 9 del mismo mes salieron a aguas del océano Pacífico. Felipe de Salcedo, nieto de Legazpi, y piloto de la nao, puso rumbo nordeste, siguiendo las indicaciones del monje de 57 años de edad. Así, siguiendo la corriente de Kuro-Shivo, siguieron hasta el 4 de agosto, cuando alcanzaron los 39º de latitud norte y los 170º de longitud oeste. Urdaneta ordenó bajar hasta 32º norte para volver de nuevo a los 39º 30' norte el 4 de septiembre.

Urdaneta buscaba calcular la longitud, algo imprescindible para poder atravesar el Pacífico. De esta manera el monje agustino dedujo estar a 270 leguas del cabo de Mendocino, en la costa californiana. La precisión de sus cálculos llega a asustar. Tan solo 14 días después se plantaron en la isla de Santa Rosa, en California, y desde ahí marcharon rumbo sur a toda velocidad, llegando a Acapulco el 8 de octubre de 1565. La tripulación, aunque agotada por el largo viaje, celebró la pericia de Urdaneta.

Habían recorrido 14.157 kilómetros en 130 días, a una media de 109 kilómetros por día. Toda una proeza. Urdaneta había abierto una ruta rápida y segura desde las Filipinas hasta Nueva España, el Tornaviaje había sido descubierto. Este acontecimiento tuvo una repercusión mayúscula para España, quedando abierta la vía para lo que se conocería como el Galeón de Manila, que perduraría hasta 1815, cuando Fernando VII pusiera fin a 3 siglos de dominio naval español en el Pacífico.

Urdaneta partió hacia España para informar en persona al mismísimo rey. Tras poner en orden todos sus asuntos partió de nuevo hacia Nueva España, ingresando en el convento de San Agustín de México, donde falleció el 3 de junio de 1568.

El agustino es uno de los grandes olvidados de la historia de España, un hombre que sirvió a España y a Dios y lo hizo con una brillantez pocas veces vista. Todo un español de su tiempo, cosmógrafo de prestigio mundial, marino, religioso y conquistador. La ruta descubierta por él aún hoy sigue siendo una de las principales vías marítimas del mundo.

Andrés de Urdaneta

Andrés de Urdaneta como monje agustino

Estatua de Urdaneta en Ordicia

El Tornaviaje de Urdaneta







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