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Guerreros: Ana María de Soto
Un 26 de junio de 1793, Ana María de Soto, disfrazada de varón y bajo el nombre de Antonio María, se alistó en Cádiz en la 6ª Compañía del 11º Batallón de Marina siendo la primera mujer en alistarse en la Infantería de Marina Española.
Nacida en torno al año 1777 en una familia de origen muy humilde de Aguilar de la Frontera, en Córdoba, probablemente la pobreza, mezclada con el deseo de aventuras serían la causa de su alistamiento, aunque no hay mucho escrito sobre esta época de su vida. Sea como fuere, con unos 16 años se presentó en San Fernando, Cádiz, con la idea de ingresar en los batallones de marina. Lo consiguió y acabó encuadrada en la 6ª Compañía del 11º Batallón de Marina, donde pronto zarparía comenzando su aventura militar.
A principios de 1794, en el marco de las Guerras de Revolución francesas, embarcó junto a su compañía en la fragata "Mercedes", de 34 cañones. La misión era defender Cataluña de las fuerzas francesas. Para ello la Mercedes fue enviado con su dotación a la costa gerundense, donde participó en la defensa de Rosas, que tuvo que ser abandonada por la abrumadora superioridad de las fuerzas francesas, siendo recuperada poco después por el general José de Urrutia. Un año más tarde estaría presente en las batallas de Bañuls y Aljama.
Para comienzos de febrero de 1797 partía desde Cartagena una escuadra de 27 navíos y 11 fragatas rumbo al Cabo de San Vicente. De nuevo a bordo de la Mercedes, Ana María se disponía para el combate, esta vez bajo el mando del teniente general José de Córdoba. Ahora España era aliada de la Francia Revolucionaria, merced al Tratado de San Ildefonso, y buscaba a la flota inglesa.
Poco antes de llegar a Cádiz sufrieron un fuerte temporal que separó a los buques españoles, y el 14 de febrero se encontraron con una escuadra británica al mando del almirante John Jervis, compuesta por 15 navíos de línea y 6 fragatas. Jervis no dudó en lanzarse al combate antes de que los españoles pudieran formar correctamente y atraparle. Avanzando entre medias de la formación española consiguió una sonada victoria. Ana María saldría con vida de aquel infierno.
Nuestra protagonista no tardaría en volver a hacerse a la mar; el 7 de julio de 1798 embarcó a bordo de la fragata "Matilde", pero al poco de zarpar contrajo unas peligrosas fiebres y enfermó gravemente. Tuvo que someterse entonces a una exhaustiva exploración médica que puso al descubierto su condición de mujer. Antonio María había sido descubierto, ahora Ana María era obligada a desembarcar en el puerto más próximo a la espera de ser juzgada por el fraude.
Tras presentar el correspondiente informe al Palacio Real, todos esperaban un más que posible castigo para la impostora, pero el rey Carlos IV, emocionado por la gesta de la joven muchacha, no dudó en reconocer su valentía y le otorgó mediante Decreto Real el rango de Sargento de manera honorífica, pudiendo portar los galones del cargo en su ropa, y se le concedió la pensión vitalicia del rango, que era de 2 reales diarios, para poder cuidar de sus familiares. La llegada del infame Fernando VII acabó con la licencia real otorgada por Carlos, y Ana María acabó su vida regentando un estanco en la localidad cordobesa de Montilla.
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