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El frente del Rosellón. La lucha por Salses. 1639

 


Tras la entrada de Francia en la Guerra de los Treinta Años, en 1635, el frente de batalla se había desplazado a las mismas fronteras españolas, concretamente al norte del país, convirtiendo Guipúzcoa, Navarra, el Rosellón y Cataluña en los principales territorios a defender por los ejércitos de la Monarquía Española. 

Olivares había diseñado en los años anteriores a 1639 la invasión del Languedoc desde las bases españolas en el Rosellón, aunque o no habían tenido éxito o ni siquiera se habían llegado a producir por el adelanto de las campañas de los franceses, que obligaban a las fuerzas de Felipe IV a ir a remolque. Tras el desastre del ejército francés del príncipe de Condé en Fuenterrabía el año anterior, Richelieu planificó para el año 1639 un ataque total sobre todos los territorios de la Monarquía Española. Los Países Bajos, Italia y el Rosellón eran el objetivo y para ello movilizó cuantos recursos pudo con los 13 millones de táleros que fueron destinados ese año a gasto militar. 

A comienzos del verano un ejército de 15.000 hombres, agrupados en 17 regimientos bajo el mando del príncipe de Condé y del mariscal Schomberg penetró en el Rosellón y se hizo de manera rápida con la fortaleza de Opol, en los Pirineos Orientales, y la villa de Rivesaltes, a las afueras de Perpiñán, dejando completamente aislada por el norte, oeste y sur, la importante plaza de Salses, mientras que al este, la laguna de Salses imposibilitaba cualquier auxilio. Esta plaza disponía de buenas murallas y más de una veintena de cañones, así como una guarnición de 700 soldados bajo el mando de Bartolomé Gil. A pesar de ello, era improbable que una plaza tan pequeña y con tan pocos defensores pudiera resistir un asedio tan fuerte.