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España en la Guerra de los 30 Años (Parte VIII De Nördlingen a la intervención francesa 1634-1635)


El año 1634 comenzaba con Wallenstein sentenciado en la corte de Viena. El gran general había ido demasiado lejos y operaba por libre, sin rendir cuentas, o al menos las debidas, al emperador. Maximiliano ya había presionado a Fernando II a finales de diciembre de 1633, alarmado por la negativa del general a ayudar a Baviera. España presionó aún más ante los aires de superioridad y las exigencias del militar bohemio. Tampoco gustó en Viena que liberase al líder protestante Thurn y su cada vez más notoria inactividad. Pero lo que de verdad sentenció su futuro fue el cambio de opinión de los moderados en Viena, quienes le veían ya como una amenaza que socavaba el poder del emperador.  

Por su parte los ejércitos católicos que se concentraban en Salzburgo habían sido expulsados por el arzobispo y se amontonaban en la Baja Austria y Baviera. La muerte en diciembre de la gobernadora de los Países Bajos, Isabel Clara Eugenia, habían alimentado las conspiraciones del conde Van den Bergh y España organizaba a toda prisa el ejército que debía acompañar al Cardenal-Infante a Bruselas y, tras recoger a las tropas del duque de Feria que habían vuelto a abrir el Camino Español unos meses antes, ayudar a Fernando a hacerse con el control del sur de Alemania y restablecer la situación en los Países Bajos. 

Pero la situación del ejército español del duque de Feria se deterioraba a marchas forzadas. La peste se había extendido entre sus fuerzas a finales de año y en Baviera la situación se volvía insostenible. La enfermedad y el descontento del campesinado por alojar un numeroso y moribundo ejército hacían peligrar todos los planes de Madrid y Viena de volver a tomar el control del sur alemán. La salud del duque de Feria se deterioró rápidamente en los primeros días de enero, muriendo en Múnich el día 12. La pérdida de tan un hombre que era tan buen político como militar fue un duro mazazo para los intereses españoles. El Cardenal-Infante se debería quedar solo para llevar a cabo los planes de su hermano Felipe IV y del conde duque de Olivares. 

Guerreros: Cristóbal Lechuga


Cristóbal Lechuga es considerado por muchos como uno de los padres de la artillería española, un ingeniero militar de inmenso talento y que, como tantos otros españoles, logró a base de esfuerzo y valor pasar de simple soldado a sargento mayor y teniente general de artillería en Flandes, ganándose así la admiración de sus mandos, compañeros e incluso enemigos. 

Cristóbal nació en el seno de una familia humilde en la localidad jienense de Baeza, entre el segundo semestre de 1556 y el primero de 1557. Hijo de Rodrigo Gutiérrez Lechuga y de Francisca García, poco se conoce de sus años de infancia por tierras baezanas, pero es probable que antes de cumplir 18 años se enrolase en las filas del Tercio de Sancho Dávila, comenzando su carrera militar sobre 1574 en los combates de Mook, donde los españoles acabaron con 3.000 holandeses, incluyendo a los hermanos Luis y Enrique de Nassau. 

Los soldados de Dávila estuvieron en la defensa de la ciudadela de Amberes resistiendo hasta la llegada del socorro español. Con la llegada de Juan de Austria a los Países Bajos, Dávila regresó a España, y no se sabe qué pudo ser de Lechuga. Lo cierto es que es en 1585 cuando se tienen ya noticias ciertas del militar baezano, el cual se une al Tercio de Francisco de Bobadilla, que era el de Zamora, siendo nombrado sargento mayor del mismo. Llevaba ya más de una década de servicio a España y su rey cuando Lechuga, junto al resto de los hombres de Bobadilla, marcharon hacia Flandes siguiendo la ruta del Camino Español. A su llegada las distintas compañías del Tercio fueron diseminadas por las distintas plazas que aseguraban la frontera con los protestantes.